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raída alianza con turquía


[Graham E. Fuller] La animosidad de Ankara hacia Estados Unidos tiene sus raíces en mucho más que una moción sobre el genocidio.
Las relaciones turco-americanas están en crisis. Pero la resolución de la Cámara definiendo como genocidio las masacres de armenios durante la Primera Guerra Mundial, es sólo una de las causas. Y además es un asunto secundario. Las relaciones turco-americanas se han estado deteriorando durante años, y la principal explicación es simple y ruda: la política exterior de Washington es amplia y fundamentalmente incompatible con los intereses exteriores turcos en una serie de arenas. Ninguna cháchara de diplomático puede ocultar o cambiar esa realidad.
Contemos los modos:

Kurdos
Las políticas norteamericanas con respecto a Iraq en los últimos dieciséis años han sido un desastre para Turquía. Desde la Guerra del Golfo de 1991, los kurdos iraquíes vienen adquiriendo mayor autonomía y ahora están al borde de una independencia de facto. Esa entidad kurda en Iraq estimula el separatismo kurdo en Turquía. Además, Washington apoya a los terroristas kurdos contra Irán.

Terrorismo
Turquía ha luchado contra la violencia y el terrorismo domésticos durante más de treinta años: marxistas, socialistas, nacionalistas de extrema derecha, kurdos, musulmanes. Las políticas norteamericanas en Oriente Medio han estimulado grandemente la violencia y el radicalismo en toda la región y llevado a al Qaeda a las puertas de Turquía.

Irán
Irán es el más poderoso vecino de Turquía y una fuente vital de petróleo y gas -segundo después de Rusia- para satisfacer las necesidades de energía de Turquía. Washington presiona rudamente a Turquía para que termine sus extensas e intensas relaciones con Irán con el fin de implementar allá el régimen de sanciones norteamericanas. Aunque hay poco afecto entre Turquía e Irán, prácticamente no han habido conflictos armados graves entre los dos países durante siglos. Ankara cree que las políticas de Estados Unidos radicalizan y aíslan todavía más a Teherán, lo que es indeseable para Turquía.

Siria
Las relaciones de Ankara con Siria han girado en 180 grados en la última década, y las relaciones son florecientes. Los sirios, así como muchos otros árabes, están impresionados con la habilidad de Turquía para ser simultáneamente miembro de la OTAN, tratar de ingresar a la Unión Europea, decir no a Washington para el uso del territorio turco para invadir Iraq, restaurar el respeto por su propio legado musulmán, desarrollar nuevas relaciones con el mundo árabe y adoptar una posición genuinamente equilibrada sobre el conflicto palestino. Ankara rechaza las presiones de Washington para marginar y ahogar a Damasco.

Armenia
Ankara y Yerevan, la capital de Armenia, están en realidad en productivos contactos oficiosos, tales como la vía de comercio ‘gris' y los enlaces aéreos, y ambos les gustaría reconciliarse. Es la diáspora americana, con su intensa retórica nacionalista, la que es uno de los factores claves que inflama el ambiente contra un potencial acercamiento.

Rusia
Ha habido una revolución en las relaciones de Ankara con Moscú después de quinientos años de hostilidad. Moscú es hoy, después de Alemania, el segundo importador de artículos turcos, y Turquía ha invertido hasta doce mil millones de dólares en Rusia, en el campo de la construcción. Rusia es la principal fuente de energía de Turquía, y Ankara se orienta cada vez más hacia Eurasia como una parte clave para su futuro económico.
Los generales turcos, enfadados con Washington, incluso murmuran sobre una ‘alternativa' estratégica rusa en caso de que Occidente se ponga rudo. Aunque existe alguna rivalidad sobre el trazado de la ruta de los oleoductos de Asia Central hacia Occidente -vía Rusia o vía Irán y Turquía-, Ankara aprecia sus lazos con Moscú y se opone a los intentos norteamericanos de provocar al oso ruso en el Caúcaso y Europa del Este en cuanto a la expansión de la OTAN y el tema de los misiles.

Palestina
Los turcos se interesan en Palestina, sobre la que tuvieron jurisdicción en tiempos otomanos. Simpatizan con las penurias de los palestinos de los últimos cuarenta años de ocupación israelí. En opinión de Ankara, Hamas es un legítimo e importante elemento del espectro político palestino y trata de mediar con este. Washington dice que no. Ankara tiene buenas relaciones de trabajo con Israel, pero no elude fuertes críticas públicas contra lo que percibe como excesos israelíes.
En general, la ‘nueva' Turquía busca activamente tener buenas relaciones de vecindad con todos los estados y actores regionales. Quiere ser un participante y mediador importante en Oriente Medio -e integrar a los extremistas en la vida política tradicional mediante una diplomacia paciente -en contraste con lo que percibe como la enervante beligerancia de Washington.
Turquía tiene profundos intereses en Asia Central. Si la Organización de Cooperación de Shanghai, que es patrocinada por chinos y rusos, tratara de convertirse en la asociación geopolítica dominante en Eurasia, probablemente Turquía, como Afganistán, Irán e India, buscarían asociarse con ella. Washington se opone a ello.
Uno podría reñir sobre elementos específicos de la política exterior turca, pero existe un amplio consenso en todo el espectro político turco de que esta política exterior sirve los intereses fundamentales del país. Mientras que el Departamento de Estado habla dulcemente de "intereses vitales compartidos" en la democracia, la estabilidad y el contraterrorismo, todo eso son palabras huecas cuando las comparamos con políticas concretas que son contradictorias en tantos aspectos claves. Mejor nos acostumbramos al hecho de que Turquía, fortalecida por su popular democracia, defenderá sus propios intereses nacionales, independientemente de las presiones de Washington. Pocos turcos lo quieren de otro modo.

Graham E. Fuller fue vicepresidente del Consejo de Inteligencia Nacional, en la CIA. Su último libro, ‘The New Turkish Republic', estará en librería en diciembre.

20 de octubre de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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