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sáder purga milicia chií


[Ned Parker] Desde que finalizaran los ataques contra tropas norteamericanas e iraquíes, el Ejército Mahdi del clérigo chií ha estado suprimiendo a elementos renegados.
Bagdad, Iraq. El comandante de la milicia Abu Maha había estudiado cuidadosamente su cantera, observando al miliciano que compraba trajes elegantes, relojes de oro y que llamaban en la calle de ‘Master'. Ahora, fuertemente armado y vestido con un chándal Adidas, Abu Maha dijo a sus seguidores que era hora de actuar contra uno de sus camaradas.
Una docena de ellos cogieron sus rifles de asalto y salieron. El Master, acusado de conductas inmorales después de defender testarudamente la violencia sectaria de los musulmanes chiíes, estaba por aprender que en el Ejército Mahdi la justicia podía ser muy severa.
En los últimos meses, combatientes como Abu Maha han adquirido un nuevo papel en la milicia del clérigo chií Muqtada Sáder. En lugar de combatir contra los insurgentes sunníes y las tropas norteamericanas, ahora están deshaciéndose de lo que consideran que son las ovejas negras dentro de sus filas.
Sáder, cuyo Ejército Mahdi tiene unos sesenta mil hombres, ha estado tratando de convertir a su movimiento en un factor político viable, y más atractivo para sus cientos de miles de seguidores. A fines de agosto, declaró el congelamiento durante seis meses de las hostilidades para contener a los elementos renegados después de mortíferos enfrentamientos con una milicia chií rival.
Si Sáder tiene éxito, podría conducir a un Iraq mucho más estable -al menos en el corto plazo. Algunos comandantes norteamericanos dicen que de momento están optimistas. Pero todavía no está claro si puede Sáder controlar incluso a hombres como Abu Maha de los que depende para restablecer el orden.
"Lo que queremos hacer durante este período es establecer un nuevo orden, reunir a los que son profesionales, a los que han estudiado y cuentan con información, a los que son buenos, tiene fe en nuestro trabajo social y están ayudando a la gente", dijo el principal portavoz de Sáder, el jeque Salah Ubaidi.
Algunos líderes militares locales están acatando las órdenes de Sáder, pero varios miembros del Ejército Mahdi reconocen que otros están actuando por cuenta propia, y continúan cometiendo actos de violencia sectaria, atacando a veces a las tropas norteamericanas.
El movimiento de Sáder surgió en 2003 como contrapeso a los políticos exiliados que estaban llegando a Bagdad con los norteamericanos. Su Ejército Mahdi empezó a proporcionar toda una gama de servicios sociales a los pobres de las ciudades y cortejando a la minoría árabe sunní con un mensaje nacionalista de resistencia ante las tropas norteamericanas.
Luego cuando estalló la violencia religiosa y se convirtió en una guerra civil a principios de 2006, sus combatientes empezaron a torturar y matar a civiles sunníes en nombre de la lucha contra al-Qaeda en Iraq, el movimiento acusado de utilizar los coches bomba con devastadores efectos contra los chiíes.
El clérigo ha contenido en varias ocasiones a sus jefes de milicia, incluyendo una tregua anunciada en enero. Muchos miembros continúan con los ataques, y los seguidores leales a Sáder dudan a la hora de hacerles frente.
Pero a fines de este verano, enfrentado a un serio problema de relaciones públicas, Sáder volvió a cambiar de estrategia. Sus fuerzas fueron responsabilizadas de un enfrentamiento con el grupo rival Organización Báder durante un festival religioso en la ciudad santa chií de Karbala, que causó la muerte de al menos cincuenta personas. Sáder culpó de la violencia a elementos relegados y juró que los eliminaría.
Ahora, en todo Bagdad, los milicianos leales de la principal oficina de Sáder en la ciudad santa de Nayaf están persiguiendo a los renegados -tales como el Master.
Abu Maha, un hombre devoto pero violento que se fanfarronea de haber matado a sunníes, fue nombrado a la policía del barrio de Ghazaliya.
El Master había llegado al barrio mixto sunní-chií en 2006 para defender a os chiíes. Abu Maha reconoció que él había elogiado su participación.
Pero Ghazaliya se había dividido en el norte chií y el sur sunní, y el Master ya no hacía nada por la comunidad. En lugar de eso, se había dedicado a comprarse ropas elegantes, a visitar a prostitutas y a secuestrar por motivos económicos.
Los hombres de Abu Maha apuntaron sus lapsos morales y a principios de noviembre tomaron sus primeras medidas.
Cuando llegaron a la casa del Master, dijo Abu Maha, en la sala había dos prostitutas y unos delincuentes. Le dijeron a sus hombres que el Master había salido con la intención de matar a su primo.
Los hombres se marcharon, capturaron al Master y lo trasladaron a una mezquita cercana donde lo interrogaron y torturaron durante dos días.
Abu Maha dijo que golpearon al Master con sus rifles, le quemaron el cuero cabelludo con cigarrillos, y le quebraron brazos y piernas. Le dijo al Master que lo habían expulsado del Ejército Mahdi y le advirtieron que lo matarían si volvía a Ghazaliya.
Luego, dijeron, arrojaron al Master en el maletero de un coche y lo depositaron en su casa en otro barrio. Desde entonces no saben nada de él.
Al oeste de Bagdad, las oficinas locales de Sáder utiliza regularmente a milicianos semejantes. Pero al otro lado del río, el comité de castigo de la milicia descansa en una fuerza especial, el Batallón Dorado, para imponer disciplina a los peores transgresores, que son llevados a Nayaf para ser castigados.
"Le dijeron que lo habían despedido, amonestado, obligado a confesar sus delitos. Si se pone testarudo o grosero, sí, le puede ocurrir", dijo Abu Atwan, funcionario de la oficina de Sáder en Nueva Bagdad.
Abu Atwan dijo que insurgentes respaldados por Irán estaban incitando a algunas facciones del Ejército Mahdi a atacar a las tropas norteamericanas. Ubaidi, el portavoz de Sáder, también dijo que había otros interfiriendo en el Ejército Mahdi y que algunos combatientes, sobre todo en ciudades de preponderancia chií como Basra, Diwaniya y Nasiriya habían empezado a abandonar el movimiento antes que obedecer a Sáder.
"Son elementos extranjeros que están tratando de dividir a nuestro pueblo", dijo Ubaidi.
Al este de Bagdad, el coronel del ejército norteamericano Don Farris dijo el mes pasado que el uso de bombas que penetran el blindaje, comúnmente asociadas a las facciones renegadas de Sáder apoyadas por Irán, había aumentado en octubre.
Hace poco el Ejército Mahdi detuvo a tres iraníes y a un combatiente iraquí que habían disparado rondas de mortero contra una base militar norteamericana cercana, dijo Atwan. Cuando se le preguntó qué había hecho con ellos, escupió la palabra sikha -matar a balazos en el coa bagdadí.
"La organización tiene que ser purgada", dijo.
En general, los comandantes norteamericanos se muestran optimistas sobre el proceso de reforma del movimiento Sáder, que piensan que son moderados que están desplazando a los extremistas.
"Estamos presenciando esta lucha interna. Creo que los chiíes moderados quieren avanzar... No quieren estar bajo la garra de elementos que los intimidan y extorsionan y hacen todas esas cosas para hacer miserable la vida de la gente", dijo el teniente general Raymond T. Odierno, comandante de las tropas norteamericanas en Iraq. "Lo que estamos viendo es la división del movimiento de Sáder".
Oficiales norteamericanos dice que la división ha producido incipientes contactos entre los norteamericanos y los sadiristas moderados, a menudo líderes tribales o funcionarios locales que están tratando de reconstruir sus comunidades. Sin embargo, el movimiento de Sáder lo ha negado.
"Quieren hablar sobre el futuro. Quieren hablar sobre la seguridad. Quieren discutir cómo podemos mejorar los servicios en sus zonas", dijo Odierno.
El barrio de Jihad al oeste de Bagdad, es un ejemplo de esta naciente relación, dicen oficiales norteamericanos.
Figuras moderadas del Ejército Mahdi han cerrado tratos a través de funcionarios locales y líderes tribales que buscan la reconciliación con los sunníes y dejar de luchar contra los norteamericanos. Y están deshaciéndose de sus ovejas negras.
El comandante norteamericano local, el teniente coronel Patrick Frank, ha elogiado a los elementos moderados del Ejército Mahdi que buscan la estabilidad en el barrio de Jihad.
El mes pasado, un pandilla que había dejado de obedecer a Sáder marchó a través de Jihad blandiendo ametralladoras pesadas y lanzacohetes, de modo que la oficina de Sáder envió una delegación pidiéndoles abandonar las armas. Se negaron a hacerlo.
"Así que el Ejército Mahdi empezó a perseguirlos. Arrestaron a cuatro de los malos elementos y los entregaron, con sus armas, al ejército iraquí", dijo Malham Abu Jalal, jefe del consejo local de Jihad.
"Ahora todos creen que no se gana nada con luchar y que deben apoyar el proceso político. La oficina de Sáder, las tropas iraquíes y las fuerzas norteamericanas están colaborando".

ned.parker@latimes.com

8 de diciembre de 2007
©los angeles times
cc traducción mQh
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