sacerdote revela destino de judíos
[Elaine Sciolino] Un sacerdotes revela metódicamente el destino de los judíos de Ucrania.
París, Francia. En la época, sus fieles eran mayormente niños y adolescentes, aterrorizados testigos de la matanza. Algunos eran obligados a trabajar en el último peldaño de la máquina de matar nazi: como palafreneros de fosas comunes, cocineros que alimentaban a los soldados nazis y costureras que zurcían las ropas arrancadas a los judíos antes de ser ejecutados.
Viven hoy en el campo, pobres, muchos de ellos sin agua potable ni calefacción, acercándose al final de sus vidas. Así que Patrick Desbois empezó a rastrearlos discretamente, recorriendo caminos secundarios y olvidados campos de Ucrania, oyendo sus historias y buscando tumbas comunes anónimas. Sabe que son una fuente sin paralelos para documentar el asesinato de los 1.5 millones de judíos de Ucrania, matados a balazos y enterrados en todo el país.
No es ni historiador ni arqueólogo, sino un sacerdote católico francés. Y sus herramientas más poderosas son su estilo práctico, y su alzacuello.
Los nazis mataron en Ucrania a cerca de 1.5 millones de judíos después de invadir la Unión Soviética en junio de 1941. Pero excepto algunas escasas excepciones, más notablemente la matanza de casi 34 mil judíos en el barranco de Babi Yar en Kiev en 1941, gran parte de esa historia es desconocida.
Llamando a puertas, sin anunciarse, el padre Desbois, 52, trata de desbloquear los recuerdos de los campesinos ucranianos del modo en que podría estar tomando la confesión en una iglesia.
"Al principio, a veces, la gente no cree que soy sacerdote", dijo el Padre Desbois en una entrevista esta semana. "Tengo que usar palabras simples y escuchar esos horrores -sin hacer juicios. No puedo reaccionar ante los horrores que emergen. Si reacciono, no me cuentan nada".
En cuatro años el Padre Desbois ha grabado en video más de setecientas entrevistas con testigos y espectadores y ha identificado más de seiscientas tumbas comunes de judíos, la mayoría de ellas previamente desconocidas. También ha reunido evidencias materiales de la ejecución de judíos entre 1941 y 1944, el ‘Holocausto de balas'.
A menudo sus entrevistados piden al Padre Desbois que se quede a cenar y a orar, como para bendecir de algún modo sus recuerdos. Él no juzga a los que hicieron esas cosas por los nazis, y estudiosos del Holocausto dicen que esa es la razón de su efectividad.
"Si llegara un judío a pedir sus testimonios, la gente pensaría que vienen acá para acusarlos", dijo Paul Shapiro, director del Centro de Estudios Avanzados del Holocausto del Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos, en Washington. "Cuando viene un sacerdote, la gente se sincera. Un sacerdote da a los entrevistados un cierto tipo de legitimidad, una sensación de que está bien hablar sobre el pasado. Existe la absolución a través de la confesión".
A diferencia de Polonia y Alemania, donde el Holocausto sigue visible en los abrasadores símbolos de los campos de exterminio, en Ucrania el horror ha sido ocultado, primero por los nazis, luego por los soviéticos.
"En Ucrania no hay nada que ver porque la gente fue asesinada con armas de fuego", dijo Thomas Eymond-Laritaz, presidente de la Fundación Victor Pinchuk, la más grande organización filantrópica de Ucrania. "Es por eso que el Padre Desbois es tan importante".
La fundación contribuyó a subvencionar una conferencia sobre el tema en la Sorbona esta semana -la primera en reunir a estudiosos occidentales y ucranianos- y ha comenzado a contribuir fondos al proyecto del Padre Desbois.
Algunos de los resultados de la investigación del Padre Desbois -incluyendo entrevistas en video, documentos de tiempos de guerra, fotografías de fosas comunes descubierta hace poco, oxidadas balas y cartuchos y posesiones personales de las víctimas- se exhiben por primera vez en una exposición en el Memorial de la Shoah en el barrio del Marais en París.
La exposición muestra, por ejemplo, imágenes de quince fosas comunes de varios miles de judíos en una comuna llamada Busk que tras ser descubiertas, el Padre Desbois y su equipo empezaron a excavar después de entrevistas con varios testigos. Entre los cientos de objetos en la exposición hay un álbum de fotografías en blanco y negro, de 1942, que muestra a un agente de policía alemán disparando contra mujeres judías desnudas que yacen en un barranco en la región de Rivne.
Viajando con un equipo formado por dos intérpretes, un fotógrafo, un camarógrafo, un especialista en balística, un experto en cartografía y un secretario, el Padre Desbois documenta todas las historias en video, sujetando a veces el micrófono él mismo y haciendo preguntas usando palabras simples y un tono monótono.
En 2005, en Buchach, Regina Skora contó al Padre Desbois que cuando era niña había presenciado ejecuciones.
"¿Sabía la gente que iban a ser asesinados?", le preguntó el Padre Desbois.
"Sí".
"¿Cómo reaccionaban?"
"Seguían caminando, eso es todo. Si alguien no podía caminar, le decían que se tendiera en el suelo y le disparaban en la nuca".
Vera Filonok contó que tenía dieciséis años cuando presenció desde el zaguán de su cabaña de adobe en Konstantinovka en 1941 la ejecución de miles de judíos, que eran arrojados a un pozo y quemados. Los que caían todavía vivos se retorcían "como moscas y gusanos", dijo.
Hay historias sobre cómo los nazis golpeaban sobre cubos vacíos para no tener que oír los gritos de sus víctimas, de cómo las mujeres judías eran convertidas en esclavas sexuales de los nazis para ser luego ejecutadas. Un testigo dijo que se había ocultado -tenía entonces seis años- cuando mataron a balazos a su mejor amigo.
Otros testigos describen que los nazis sólo tenían una bala por víctima y que a veces enterraban vivos a los judíos. "Un testigo me contó que el pozo se estuvo moviendo durante tres días, respirando", dijo el Padre Desbois.
El Padre Desbois se obsesionó con la historia de los nazis en Ucrania cuando era niño en la granja de su familia en la región de Bresse al este de Francia. Su abuelo paterno, que fue deportado a un campo de prisioneros para soldados franceses en Rava-Ruska, en el lado ucraniano de la frontera polaca, no contó nada a la familia sobre su experiencia. Pero confesó a un nieto implacablemente curioso que "fue malo para nosotros, pero para otros fue peor".
Había otros lazos familiares con la ocupación alemana de Francia. Un primo por el lado materno, que era correo de la resistencia, murió en un campo de concentración nazi. La madre del Padre Desbois le contó sólo hace poco que la familia había acogido a decenas de miembros de la resistencia en su granja.
Después de enseñar matemáticas como empleado del gobierno francés en África occidental y de trabajar en Calcuta durante tres meses con la Madre Teresa, se hizo sacerdote. Su familia laica se mostró horrorizada.
Empezó como párroco, estudiando el judaísmo y aprendiendo hebreo durante un período en Israel. Pidió que le dejaran trabajar con gitanos, ex prisioneros y judíos, y fue nombrado para la función de puente con la comunidad judía francesa.
Fue en un viaje de grupo en 2002 que, cuando visitaba Rava-Ruska, preguntó al alcalde donde estaban enterrados los judíos. El alcalde le dijo que no lo sabía.
"Yo sabía que allá habían asesinado a diez mil judíos, así que era imposible que no lo supiera", dijo el Padre Desbois.
Al año siguiente, un nuevo alcalde llevó al sacerdote a un bosque donde se habían reunido unos cien campesinos, formando un semicírculo, para contar sus historias y ayudar a descubrir las fosas de los judíos en su región.
Se reunió con otros alcaldes y párrocos que le ayudaron a encontrar más testigos. En 2004, el Padre Desbois fundó la organización Yahad-In Unum, dedicada al diálogo cristiano-judío dirigida desde un pequeño despacho en un barrio obrero al nordeste de París, respaldada y financiada en gran parte por una fundación del Holocausto en Francia y la iglesia católica.
Para verificar los testimonios de los testigos, el Padre Desbois descansa sobre todo en un enorme archivo de documentos de la época soviética en el Museo del Holocausto en Washington, así como en archivos de los juicios en Alemania. Inscribe un sitio de ejecución o una fosa sólo después de obtener tres relatos independientes de testigos.
Sólo un tercio del territorio ucraniano ha sido cubierto hasta el momento, y terminar el proyecto tomará varios años más. Una nota a la salida de la exposición de París pide a los visitantes que tengan información sobre víctimas de atrocidades nazis en Ucrania que dejen una nota o envíen un e-mail.
"La gente habla como si estas cosas hubiesen ocurrido ayer, como si no hubieran pasado sesenta años", dijo el Padre Desbois. "Algunos preguntan: ‘¿Por qué demoró tanto en llegar? Le hemos estado esperando'".
Viven hoy en el campo, pobres, muchos de ellos sin agua potable ni calefacción, acercándose al final de sus vidas. Así que Patrick Desbois empezó a rastrearlos discretamente, recorriendo caminos secundarios y olvidados campos de Ucrania, oyendo sus historias y buscando tumbas comunes anónimas. Sabe que son una fuente sin paralelos para documentar el asesinato de los 1.5 millones de judíos de Ucrania, matados a balazos y enterrados en todo el país.
No es ni historiador ni arqueólogo, sino un sacerdote católico francés. Y sus herramientas más poderosas son su estilo práctico, y su alzacuello.
Los nazis mataron en Ucrania a cerca de 1.5 millones de judíos después de invadir la Unión Soviética en junio de 1941. Pero excepto algunas escasas excepciones, más notablemente la matanza de casi 34 mil judíos en el barranco de Babi Yar en Kiev en 1941, gran parte de esa historia es desconocida.
Llamando a puertas, sin anunciarse, el padre Desbois, 52, trata de desbloquear los recuerdos de los campesinos ucranianos del modo en que podría estar tomando la confesión en una iglesia.
"Al principio, a veces, la gente no cree que soy sacerdote", dijo el Padre Desbois en una entrevista esta semana. "Tengo que usar palabras simples y escuchar esos horrores -sin hacer juicios. No puedo reaccionar ante los horrores que emergen. Si reacciono, no me cuentan nada".
En cuatro años el Padre Desbois ha grabado en video más de setecientas entrevistas con testigos y espectadores y ha identificado más de seiscientas tumbas comunes de judíos, la mayoría de ellas previamente desconocidas. También ha reunido evidencias materiales de la ejecución de judíos entre 1941 y 1944, el ‘Holocausto de balas'.
A menudo sus entrevistados piden al Padre Desbois que se quede a cenar y a orar, como para bendecir de algún modo sus recuerdos. Él no juzga a los que hicieron esas cosas por los nazis, y estudiosos del Holocausto dicen que esa es la razón de su efectividad.
"Si llegara un judío a pedir sus testimonios, la gente pensaría que vienen acá para acusarlos", dijo Paul Shapiro, director del Centro de Estudios Avanzados del Holocausto del Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos, en Washington. "Cuando viene un sacerdote, la gente se sincera. Un sacerdote da a los entrevistados un cierto tipo de legitimidad, una sensación de que está bien hablar sobre el pasado. Existe la absolución a través de la confesión".
A diferencia de Polonia y Alemania, donde el Holocausto sigue visible en los abrasadores símbolos de los campos de exterminio, en Ucrania el horror ha sido ocultado, primero por los nazis, luego por los soviéticos.
"En Ucrania no hay nada que ver porque la gente fue asesinada con armas de fuego", dijo Thomas Eymond-Laritaz, presidente de la Fundación Victor Pinchuk, la más grande organización filantrópica de Ucrania. "Es por eso que el Padre Desbois es tan importante".
La fundación contribuyó a subvencionar una conferencia sobre el tema en la Sorbona esta semana -la primera en reunir a estudiosos occidentales y ucranianos- y ha comenzado a contribuir fondos al proyecto del Padre Desbois.
Algunos de los resultados de la investigación del Padre Desbois -incluyendo entrevistas en video, documentos de tiempos de guerra, fotografías de fosas comunes descubierta hace poco, oxidadas balas y cartuchos y posesiones personales de las víctimas- se exhiben por primera vez en una exposición en el Memorial de la Shoah en el barrio del Marais en París.
La exposición muestra, por ejemplo, imágenes de quince fosas comunes de varios miles de judíos en una comuna llamada Busk que tras ser descubiertas, el Padre Desbois y su equipo empezaron a excavar después de entrevistas con varios testigos. Entre los cientos de objetos en la exposición hay un álbum de fotografías en blanco y negro, de 1942, que muestra a un agente de policía alemán disparando contra mujeres judías desnudas que yacen en un barranco en la región de Rivne.
Viajando con un equipo formado por dos intérpretes, un fotógrafo, un camarógrafo, un especialista en balística, un experto en cartografía y un secretario, el Padre Desbois documenta todas las historias en video, sujetando a veces el micrófono él mismo y haciendo preguntas usando palabras simples y un tono monótono.
En 2005, en Buchach, Regina Skora contó al Padre Desbois que cuando era niña había presenciado ejecuciones.
"¿Sabía la gente que iban a ser asesinados?", le preguntó el Padre Desbois.
"Sí".
"¿Cómo reaccionaban?"
"Seguían caminando, eso es todo. Si alguien no podía caminar, le decían que se tendiera en el suelo y le disparaban en la nuca".
Vera Filonok contó que tenía dieciséis años cuando presenció desde el zaguán de su cabaña de adobe en Konstantinovka en 1941 la ejecución de miles de judíos, que eran arrojados a un pozo y quemados. Los que caían todavía vivos se retorcían "como moscas y gusanos", dijo.
Hay historias sobre cómo los nazis golpeaban sobre cubos vacíos para no tener que oír los gritos de sus víctimas, de cómo las mujeres judías eran convertidas en esclavas sexuales de los nazis para ser luego ejecutadas. Un testigo dijo que se había ocultado -tenía entonces seis años- cuando mataron a balazos a su mejor amigo.
Otros testigos describen que los nazis sólo tenían una bala por víctima y que a veces enterraban vivos a los judíos. "Un testigo me contó que el pozo se estuvo moviendo durante tres días, respirando", dijo el Padre Desbois.
El Padre Desbois se obsesionó con la historia de los nazis en Ucrania cuando era niño en la granja de su familia en la región de Bresse al este de Francia. Su abuelo paterno, que fue deportado a un campo de prisioneros para soldados franceses en Rava-Ruska, en el lado ucraniano de la frontera polaca, no contó nada a la familia sobre su experiencia. Pero confesó a un nieto implacablemente curioso que "fue malo para nosotros, pero para otros fue peor".
Había otros lazos familiares con la ocupación alemana de Francia. Un primo por el lado materno, que era correo de la resistencia, murió en un campo de concentración nazi. La madre del Padre Desbois le contó sólo hace poco que la familia había acogido a decenas de miembros de la resistencia en su granja.
Después de enseñar matemáticas como empleado del gobierno francés en África occidental y de trabajar en Calcuta durante tres meses con la Madre Teresa, se hizo sacerdote. Su familia laica se mostró horrorizada.
Empezó como párroco, estudiando el judaísmo y aprendiendo hebreo durante un período en Israel. Pidió que le dejaran trabajar con gitanos, ex prisioneros y judíos, y fue nombrado para la función de puente con la comunidad judía francesa.
Fue en un viaje de grupo en 2002 que, cuando visitaba Rava-Ruska, preguntó al alcalde donde estaban enterrados los judíos. El alcalde le dijo que no lo sabía.
"Yo sabía que allá habían asesinado a diez mil judíos, así que era imposible que no lo supiera", dijo el Padre Desbois.
Al año siguiente, un nuevo alcalde llevó al sacerdote a un bosque donde se habían reunido unos cien campesinos, formando un semicírculo, para contar sus historias y ayudar a descubrir las fosas de los judíos en su región.
Se reunió con otros alcaldes y párrocos que le ayudaron a encontrar más testigos. En 2004, el Padre Desbois fundó la organización Yahad-In Unum, dedicada al diálogo cristiano-judío dirigida desde un pequeño despacho en un barrio obrero al nordeste de París, respaldada y financiada en gran parte por una fundación del Holocausto en Francia y la iglesia católica.
Para verificar los testimonios de los testigos, el Padre Desbois descansa sobre todo en un enorme archivo de documentos de la época soviética en el Museo del Holocausto en Washington, así como en archivos de los juicios en Alemania. Inscribe un sitio de ejecución o una fosa sólo después de obtener tres relatos independientes de testigos.
Sólo un tercio del territorio ucraniano ha sido cubierto hasta el momento, y terminar el proyecto tomará varios años más. Una nota a la salida de la exposición de París pide a los visitantes que tengan información sobre víctimas de atrocidades nazis en Ucrania que dejen una nota o envíen un e-mail.
"La gente habla como si estas cosas hubiesen ocurrido ayer, como si no hubieran pasado sesenta años", dijo el Padre Desbois. "Algunos preguntan: ‘¿Por qué demoró tanto en llegar? Le hemos estado esperando'".
25 de diciembre de 2007
5 de octubre de 2007
©new york times
cc traducción mQh
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