crimen de la impunidad
A dos años de la muerte de Ariel Malvino en Brasil. El joven correntino fue asesinado en Ferrugem el 19 de enero de 2006. Hay tres acusados, todos "chicos bien" de la misma provincia.
Argentina. "Sobrevivir al asesinato de Ariel es, para su familia, un entierro que se repite a diario. La única forma de que termine esa rutina es el dictamen de una sentencia en el marco de un juicio justo." Así definió el abogado de la familia Malvino la situación actual de Alberto y Patricia, los padres del joven argentino que murió luego de recibir una golpiza en una playa cercana a Ferrugem, en Brasil, durante las primeras horas del 19 de enero de 2006. A dos años de esa madrugada, la familia vive una actualidad "agridulce", según el abogado Juan García Dietze. Luca, un nene de un año por el que tramitan una adopción, recuperó el sentido de las palabras "familia", "papá" y "mamá" para los Malvino. Pero el amor a ese pequeño se sazona con la angustia de la dilación del juicio a los tres acusados del crimen de Ariel Malvino. De entre cuatro y veinte años son las penas que corresponderían a Andrés Gallino, acusado de darle la primera trompada, Horacio Pozo, de propiciarle la que lo tumbó y provocó su muerte al chocar su nuca contra el piso, y Eduardo Braun, de arrojarle una piedra de 16,5 kilogramos en el pecho cuando yacía tendido. "En 2007 se avanzó poco, el abogado que llevaba la causa en Brasil renunció y cambiaron la fiscal y la jueza de la causa –indicó García Dietze a Página/12–, no obstante, cabe la posibilidad de solicitar una sentencia por parte del nuevo tribunal."
El pedido de la familia se basaría en la figura penal del "indicio de oportunidad", es decir: la confluencia espaciotemporal de los acusados y el damnificado. Se trata de un principio de adjudicación de cargo que debe acompañarse con pruebas directas. Y los Malvino lo hicieron: presentaron a cinco testigos argentinas, una de las cuales se había tomado una foto con los acusados el día anterior. "En procedimiento normal, la jueza debería llamar a juicio oral por jurado popular –el ‘homicidio doloso' es uno de los dos delitos que en Brasil se resuelven por ese tipo de tribunales– y dictar una sentencia efectiva", explicó García Dietze. Si el nuevo tribunal se expide por el pedido de prisión preventiva "es probable que Pozo, Gallino y Braun no quieran ir a Brasil". De ser así, se abriría un pedido de captura internacional y la habitual solicitud de extradición.
Sería una acción que agitaría las aguas de una causa aletargada. "En 2007 se logró muy poco. Se hizo un exhorto que se tradujo en Brasil, pero la jueza –que en octubre fue reemplazada, al igual que la fiscal– denegó la colaboración de Cancillería argentina porque consideró que eso era no ser parcial y ayudar a la familia. Como consecuencia, el último escrito está demorado desde noviembre del año pasado", actualizó García Dietze a Página/12. En octubre, tomaron oficio en el caso la jueza Claudia Rivas y la fiscal Roberta Mesquita. "Textualmente, Mesquita expresó que llevará adelante la causa para que no quede impune ‘el brutal crimen' de Ariel", dijo el abogado de la familia Malvino a este diario. Como contrapartida, el representante de la familia en Brasil renunció a su cargo por estar "estresado", aunque "sólo redactó un escrito", según su par argentino.
En 2006, la actividad judicial había sido "lógica y razonable", al parecer de García Dietze. Ese año se encontraron ocho testigos del hecho, tres brasileños y cinco argentinas, que identificaron a los tres acusados, quienes se fugaron en una camioneta del hermano de Braun. La por entonces jueza de la causa dispuso el llamado a indagatoria de Pozo, Gallino y Braun, a quien por el delito de "tentativa de homicidio doblemente agravada por ensañamiento y alevosía" le corresponderían entre diez y veinte años de prisión. A los otros dos se le imputaron delitos menores.
Frente a las dificultades de contactar al matrimonio Malvino, su abogado comentó a Página/12 cómo es el estado de ánimo de la familia al respecto de la causa: "El panorama de ellos es agridulce. Lo dulce viene por el hecho de que Alberto y Patricia están felices de haber establecido una relación con Luca, que les hizo volver a usar palabras que habían perdido, como ‘familia', ‘papá' y ‘mamá'. Y a la vez, tienen una honda preocupación por el año perdido, por la inesperada actitud del abogado brasileño, que ante el pedido de que pusiera dinamismo optó por renunciar a la causa".
"Eso no mina la fuerte convicción de los Malvino de luchar por un juicio con una sentencia justa, que es lo que sienten que le deben a Ariel –continuó García Dietze–. Es difícil, porque no se pueden empujar las cosas y del otro lado hay gente que buscará de una u otra forma defender sus intereses. Actuamos en otro país, con otra justicia y otros tiempos. Pero cuando se pierde a alguien tan entrañable, cuando se invierte el orden de la vida y los padres entierran al hijo, la familia vive una suerte de entierro permanente que no termina hasta que llegue el cierre de la ceremonia". Ese esperado dictamen de la Justicia brasileña.
El pedido de la familia se basaría en la figura penal del "indicio de oportunidad", es decir: la confluencia espaciotemporal de los acusados y el damnificado. Se trata de un principio de adjudicación de cargo que debe acompañarse con pruebas directas. Y los Malvino lo hicieron: presentaron a cinco testigos argentinas, una de las cuales se había tomado una foto con los acusados el día anterior. "En procedimiento normal, la jueza debería llamar a juicio oral por jurado popular –el ‘homicidio doloso' es uno de los dos delitos que en Brasil se resuelven por ese tipo de tribunales– y dictar una sentencia efectiva", explicó García Dietze. Si el nuevo tribunal se expide por el pedido de prisión preventiva "es probable que Pozo, Gallino y Braun no quieran ir a Brasil". De ser así, se abriría un pedido de captura internacional y la habitual solicitud de extradición.
Sería una acción que agitaría las aguas de una causa aletargada. "En 2007 se logró muy poco. Se hizo un exhorto que se tradujo en Brasil, pero la jueza –que en octubre fue reemplazada, al igual que la fiscal– denegó la colaboración de Cancillería argentina porque consideró que eso era no ser parcial y ayudar a la familia. Como consecuencia, el último escrito está demorado desde noviembre del año pasado", actualizó García Dietze a Página/12. En octubre, tomaron oficio en el caso la jueza Claudia Rivas y la fiscal Roberta Mesquita. "Textualmente, Mesquita expresó que llevará adelante la causa para que no quede impune ‘el brutal crimen' de Ariel", dijo el abogado de la familia Malvino a este diario. Como contrapartida, el representante de la familia en Brasil renunció a su cargo por estar "estresado", aunque "sólo redactó un escrito", según su par argentino.
En 2006, la actividad judicial había sido "lógica y razonable", al parecer de García Dietze. Ese año se encontraron ocho testigos del hecho, tres brasileños y cinco argentinas, que identificaron a los tres acusados, quienes se fugaron en una camioneta del hermano de Braun. La por entonces jueza de la causa dispuso el llamado a indagatoria de Pozo, Gallino y Braun, a quien por el delito de "tentativa de homicidio doblemente agravada por ensañamiento y alevosía" le corresponderían entre diez y veinte años de prisión. A los otros dos se le imputaron delitos menores.
Frente a las dificultades de contactar al matrimonio Malvino, su abogado comentó a Página/12 cómo es el estado de ánimo de la familia al respecto de la causa: "El panorama de ellos es agridulce. Lo dulce viene por el hecho de que Alberto y Patricia están felices de haber establecido una relación con Luca, que les hizo volver a usar palabras que habían perdido, como ‘familia', ‘papá' y ‘mamá'. Y a la vez, tienen una honda preocupación por el año perdido, por la inesperada actitud del abogado brasileño, que ante el pedido de que pusiera dinamismo optó por renunciar a la causa".
"Eso no mina la fuerte convicción de los Malvino de luchar por un juicio con una sentencia justa, que es lo que sienten que le deben a Ariel –continuó García Dietze–. Es difícil, porque no se pueden empujar las cosas y del otro lado hay gente que buscará de una u otra forma defender sus intereses. Actuamos en otro país, con otra justicia y otros tiempos. Pero cuando se pierde a alguien tan entrañable, cuando se invierte el orden de la vida y los padres entierran al hijo, la familia vive una suerte de entierro permanente que no termina hasta que llegue el cierre de la ceremonia". Ese esperado dictamen de la Justicia brasileña.
21 de enero de 2008
©página 12
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