caras sin nombre
[Carey Goldberg] Una enfermedad genética dificulta que los pacientes reconozcan a otros.
Nuevos hallazgos de investigadores de Harvard y otros lugares sugieren que un sorprendente número de personas sufren de ceguera de caras, y son tan malos en reconocer caras que ofenden frecuentemente a sus conocidos y tienen problemas en seguir la trama de películas. En casos extremos, pueden confundir a hermanos con desconocidos y tienen problemas en identificar a sus hijos a la hora de recogerlos en la escuela.
Se pensó durante largo tiempo que el síndrome, conocido médicamente como prosopagnosia, era una rara curiosidad neurológica que era consecuencia de daños cerebrales.
Las investigaciones han empezado a sugerir que la mayor parte de la incapacidad de reconocer rostros es de origen genético, antes de que lesiones cerebrales, y que está mucho más extendida de lo que se pensaba previamente. Casi el dos por ciento de la población está afectada en alguna medida.
Los investigadores alemanes Thomas y Martina Grüter han publicado un informe en una importante revista estadounidense de genética. Investigadores de Harvard anunciaron que, utilizando métodos diferentes, habían llegado a cifras similares.
"Posiblemente es una condición encubierta", dijo Ken Nakayama, profesor de psicología de Harvard, que dirigió la investigación. "No existen análisis de esto cuando vas a la escuela".
Personas que nacen con prosopagnosia, cuyos cerebros son normales en otros respectos, a menudo sospechan que algo funciona mal, pero no saben identificar su origen. A menudo el mal no es detectado debido a que los que nacen con prosopagnosia nunca han visto las caras de otro modo, así que para ellos eso es normal, dijo Nakayama.
Pero a veces el problema "golpea a los prosopagnósicos en la cara, y se dan cuenta de que hay algo terriblemente mal", dijo Bradley Duchaine, ex investigador en Harvard ahora en el University College London. "Me han contado padres que han ido a la guardería a recoger a los niños y estos por alguna razón se han cambiado de muda y los padres no tenían la menor idea de quiénes eran sus hijos, y la gente que trabaja allá se empezaba a preguntar si acaso pasaba algo con los padres.
Personas con ceguera de caras ve perfectamente -los ojos, la nariz, la boca-, pero tienen problemas a la hora de procesar lo que ven y colocar esos datos en una memoria de la que pueden ser recogidos. En su forma extrema más rara, los prosopagnósicos describen experiencias como mirarse al espejo y ser incapaces de reconocerse a sí mismos.
Más a menudo, tienen problemas a la hora de reconocer a sus conocidos y colegas, un handicap social que puede perjudicar sus carreras y sus vidas privadas. Tienden a utilizar toda una gama de estrategias para distinguir a la gente, basándose en el reconocimiento de la voz, en el estilo de vestir, o en su modo de caminar. O "se adaptan sonriendo y siendo amistosos con todo el mundo", dijo Richard Russell, otro investigador de Harvard.
Investigadores dicen que la atención pública por la prosopagnosia puede ayudar a la gente a reconocerla, simplemente haciendo que su falta de reconocimiento sea más comprensible para otros.
Los prosopagnósicos están debatiendo si los niños en edad escolar deberían algún día pasar por un análisis para detectar si tienen problemas de reconocimiento.
"Muchos niños sufren de dislexia", dijo Thomas Grüter, "y realmente no se puede decir que estos niños tengan un handicap serio, pero sin embargo se pueden convertir en extraños, y esto es algo que se podría evitar fácilmente, diciendo a los maestros de escuelas básicas y guarderías qué hacer y cómo ayudarlos".
No hay una cura conocida para este mal, pero investigadores están experimentando con un tipo de adiestramiento que podría, por lo menos, ayudar a aquellos que sufren de ceguera de caras a reconocer mejor a sus familiares, amigos, jefes, y otra gente clave en sus vidas.
Un paciente de Cambridge, que pidió no ser identificada debido a que trabaja en relaciones públicas y teme que su carrera se vea perjudicada si se descubre su condición, dijo que había aprendido a no decir nunca: ‘Encantada de conocerlo', sino: ‘Encantada de verlo'. Sin embargo, puede ser embarazoso y cómico para sus amigos cuando, por ejemplo, no logra reconocer a la persona con la que se ha citado.
En la investigación de Harvard, la cifra de dos por ciento es de momento simplemente una suposición informada, dice Nakayama, que surgió cuando sus colegas de Harvard sometieron a cerca de 1.600 voluntarios a una serie de pruebas psicológicas, entre ellas el ‘Test de Memoria de Caras de Cambridge' con el que Nakayama ha estado trabajando durante años y que publicó en el otoño pasado.
(No está disponible públicamente porque los investigadores no quieren que sujetos potenciales se familiaricen con él. Duchaine ofreció un enlace para lectores que quieran profundizar en el tema: www.icn.ucl.ac.uk/facetests/).
Thomas y Martina Grüter, los investigadores alemanes, se interesaron en la prosopagnosia cuando, después de ver un documental sobre el tema en la televisión, Martina se dio cuenta de que las rarezas de Thomas -que le pedía que identificara a la gente en las fiestas, por ejemplo- se derivaban de la ceguera de caras. Su padre también la sufría.
Investigaron más familias y Martina escribió su disertación sobre la genética de la ceguera de caras, que parece simple: parece implicar a un solo gen dominante, de modo que un niño puede heredar la prosopagnosia incluso si sólo la tiene uno de los padres.
Los Grüter trataron de determinar lo común que era la enfermedad. Entregaron cuestionarios a más de ochocientos alumnos de la secundaria y de la facultad de medicina, preguntándoles sobre experiencias que pudieran sugerir prosopagnosia, y entrevistaron a estudiantes que parecían candidatos probables.
De los ochocientos sujetos, confirmaron que diecisiete tenían un nivel significativo de ceguera de caras, hasta el punto de que les causaba problemas en su vida cotidiana.
El artículo de los Grüter, escrito con Ingo Kennerknecht, fue aceptado por el American Journal of Medical Genetics y ya puede ser consultado online, dijo Thomas Grüter.
Ahora los Grüter están interesados en encontrar modos de detectar la prosopagnosia en los niños y luego ayudar a los que identifiquen, sin dar a conocer públicamente su condición.
Qué es lo que no funciona en el cerebro de la gente con ceguera de caras es un misterio, dijo la doctora Marlene Behrmann, neuróloga en la Univerisdad Carnegie Mellon.
El fenómeno está siendo debatido en la neurología, dijo, para determinar si el cerebro está formado por racimos de pequeños módulos separados que realizan, cada uno, funciones diferentes, o si todas las partes del cerebro son potencialmente capaces de realizar cualquier función. "La verdad estará probablemente en el medio, que es porqué es un debate tan dinámico", dijo.
Si las personas con ceguera de caras tuvieran problemas sólo con las caras, eso daría apoyo a la teoría de que el cerebro está formado por módulos de tareas específicas, dijo. Pero si, como sugieren algunos investigadores, el problema es que no sólo implica la ceguera de caras sino también de objetos parecidos, entonces respaldaría la idea de que el cerebro utiliza procesos visuales más generales.
Entretanto, prosopagnósicos como Glenn, una cajera de Brookline, dijo que sus vidas se complican tanto por su ceguera de caras como por el hecho de que nadie ha oído hablar nunca de esa enfermedad.
"Sería formidable si yo pudiera caminar en la Plaza de Harvard y pudiera decir a alguien: ‘Sabes, tengo prosopagnosia' y que me dijeran: ‘Oh, sí, sé de qué hablas', pero ahora no puedo hacer eso", dijo Glenn, que pidió que no mencionáramos su apellido por temor a que alguien abuse de ella sabiendo que nunca podría volver a identificarlo.
Glenn dice que reconoce a la gente por sus ropa y atavíos y contexto. Ha contado a algunas personas su problema, advirtiéndoles que podría no reconocerlas en otra ocasión.
Se pensó durante largo tiempo que el síndrome, conocido médicamente como prosopagnosia, era una rara curiosidad neurológica que era consecuencia de daños cerebrales.
Las investigaciones han empezado a sugerir que la mayor parte de la incapacidad de reconocer rostros es de origen genético, antes de que lesiones cerebrales, y que está mucho más extendida de lo que se pensaba previamente. Casi el dos por ciento de la población está afectada en alguna medida.
Los investigadores alemanes Thomas y Martina Grüter han publicado un informe en una importante revista estadounidense de genética. Investigadores de Harvard anunciaron que, utilizando métodos diferentes, habían llegado a cifras similares.
"Posiblemente es una condición encubierta", dijo Ken Nakayama, profesor de psicología de Harvard, que dirigió la investigación. "No existen análisis de esto cuando vas a la escuela".
Personas que nacen con prosopagnosia, cuyos cerebros son normales en otros respectos, a menudo sospechan que algo funciona mal, pero no saben identificar su origen. A menudo el mal no es detectado debido a que los que nacen con prosopagnosia nunca han visto las caras de otro modo, así que para ellos eso es normal, dijo Nakayama.
Pero a veces el problema "golpea a los prosopagnósicos en la cara, y se dan cuenta de que hay algo terriblemente mal", dijo Bradley Duchaine, ex investigador en Harvard ahora en el University College London. "Me han contado padres que han ido a la guardería a recoger a los niños y estos por alguna razón se han cambiado de muda y los padres no tenían la menor idea de quiénes eran sus hijos, y la gente que trabaja allá se empezaba a preguntar si acaso pasaba algo con los padres.
Personas con ceguera de caras ve perfectamente -los ojos, la nariz, la boca-, pero tienen problemas a la hora de procesar lo que ven y colocar esos datos en una memoria de la que pueden ser recogidos. En su forma extrema más rara, los prosopagnósicos describen experiencias como mirarse al espejo y ser incapaces de reconocerse a sí mismos.
Más a menudo, tienen problemas a la hora de reconocer a sus conocidos y colegas, un handicap social que puede perjudicar sus carreras y sus vidas privadas. Tienden a utilizar toda una gama de estrategias para distinguir a la gente, basándose en el reconocimiento de la voz, en el estilo de vestir, o en su modo de caminar. O "se adaptan sonriendo y siendo amistosos con todo el mundo", dijo Richard Russell, otro investigador de Harvard.
Investigadores dicen que la atención pública por la prosopagnosia puede ayudar a la gente a reconocerla, simplemente haciendo que su falta de reconocimiento sea más comprensible para otros.
Los prosopagnósicos están debatiendo si los niños en edad escolar deberían algún día pasar por un análisis para detectar si tienen problemas de reconocimiento.
"Muchos niños sufren de dislexia", dijo Thomas Grüter, "y realmente no se puede decir que estos niños tengan un handicap serio, pero sin embargo se pueden convertir en extraños, y esto es algo que se podría evitar fácilmente, diciendo a los maestros de escuelas básicas y guarderías qué hacer y cómo ayudarlos".
No hay una cura conocida para este mal, pero investigadores están experimentando con un tipo de adiestramiento que podría, por lo menos, ayudar a aquellos que sufren de ceguera de caras a reconocer mejor a sus familiares, amigos, jefes, y otra gente clave en sus vidas.
Un paciente de Cambridge, que pidió no ser identificada debido a que trabaja en relaciones públicas y teme que su carrera se vea perjudicada si se descubre su condición, dijo que había aprendido a no decir nunca: ‘Encantada de conocerlo', sino: ‘Encantada de verlo'. Sin embargo, puede ser embarazoso y cómico para sus amigos cuando, por ejemplo, no logra reconocer a la persona con la que se ha citado.
En la investigación de Harvard, la cifra de dos por ciento es de momento simplemente una suposición informada, dice Nakayama, que surgió cuando sus colegas de Harvard sometieron a cerca de 1.600 voluntarios a una serie de pruebas psicológicas, entre ellas el ‘Test de Memoria de Caras de Cambridge' con el que Nakayama ha estado trabajando durante años y que publicó en el otoño pasado.
(No está disponible públicamente porque los investigadores no quieren que sujetos potenciales se familiaricen con él. Duchaine ofreció un enlace para lectores que quieran profundizar en el tema: www.icn.ucl.ac.uk/facetests/).
Thomas y Martina Grüter, los investigadores alemanes, se interesaron en la prosopagnosia cuando, después de ver un documental sobre el tema en la televisión, Martina se dio cuenta de que las rarezas de Thomas -que le pedía que identificara a la gente en las fiestas, por ejemplo- se derivaban de la ceguera de caras. Su padre también la sufría.
Investigaron más familias y Martina escribió su disertación sobre la genética de la ceguera de caras, que parece simple: parece implicar a un solo gen dominante, de modo que un niño puede heredar la prosopagnosia incluso si sólo la tiene uno de los padres.
Los Grüter trataron de determinar lo común que era la enfermedad. Entregaron cuestionarios a más de ochocientos alumnos de la secundaria y de la facultad de medicina, preguntándoles sobre experiencias que pudieran sugerir prosopagnosia, y entrevistaron a estudiantes que parecían candidatos probables.
De los ochocientos sujetos, confirmaron que diecisiete tenían un nivel significativo de ceguera de caras, hasta el punto de que les causaba problemas en su vida cotidiana.
El artículo de los Grüter, escrito con Ingo Kennerknecht, fue aceptado por el American Journal of Medical Genetics y ya puede ser consultado online, dijo Thomas Grüter.
Ahora los Grüter están interesados en encontrar modos de detectar la prosopagnosia en los niños y luego ayudar a los que identifiquen, sin dar a conocer públicamente su condición.
Qué es lo que no funciona en el cerebro de la gente con ceguera de caras es un misterio, dijo la doctora Marlene Behrmann, neuróloga en la Univerisdad Carnegie Mellon.
El fenómeno está siendo debatido en la neurología, dijo, para determinar si el cerebro está formado por racimos de pequeños módulos separados que realizan, cada uno, funciones diferentes, o si todas las partes del cerebro son potencialmente capaces de realizar cualquier función. "La verdad estará probablemente en el medio, que es porqué es un debate tan dinámico", dijo.
Si las personas con ceguera de caras tuvieran problemas sólo con las caras, eso daría apoyo a la teoría de que el cerebro está formado por módulos de tareas específicas, dijo. Pero si, como sugieren algunos investigadores, el problema es que no sólo implica la ceguera de caras sino también de objetos parecidos, entonces respaldaría la idea de que el cerebro utiliza procesos visuales más generales.
Entretanto, prosopagnósicos como Glenn, una cajera de Brookline, dijo que sus vidas se complican tanto por su ceguera de caras como por el hecho de que nadie ha oído hablar nunca de esa enfermedad.
"Sería formidable si yo pudiera caminar en la Plaza de Harvard y pudiera decir a alguien: ‘Sabes, tengo prosopagnosia' y que me dijeran: ‘Oh, sí, sé de qué hablas', pero ahora no puedo hacer eso", dijo Glenn, que pidió que no mencionáramos su apellido por temor a que alguien abuse de ella sabiendo que nunca podría volver a identificarlo.
Glenn dice que reconoce a la gente por sus ropa y atavíos y contexto. Ha contado a algunas personas su problema, advirtiéndoles que podría no reconocerlas en otra ocasión.
goldberg@globe.com
18 de febrero de 2008
©boston globe
cc traducción mQh
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