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santuario para inmigrantes


[Héctor Tobar] El alcalde de Ecatepec dice que los que viajan en dirección al norte son bienvenidos y estarán seguros en su ciudad.
Ecatepec, México. José Luis Gutiérrez es alcalde de la ciudad más grande del mundo de la que nunca has oído hablar, una extensa barriada de Ciudad de México levantada por gente en movimiento.
Y el carismático Gutiérrez ha hecho algo casi increíble: Ha declarado que esta ciudad de casi tres millones de personas es un "santuario" para los inmigrantes ilegales de América Central que pasan por ahí todos los días.
Ha ordenado que sus agentes de policía y funcionarios del ayuntamiento no arresten, extorsionen o acosen de otro modo a los inmigrantes. También les ha ordenado no cooperar con los agentes del servicio de inmigración mexicano.
"Que vayan ellos a resguardar las fronteras", dijo. "Para Ecatepec, emigrar no es un delito. Es un derecho universal: el derecho a buscar trabajo y el derecho a desplazarse libremente de un lugar a otro".
Ecatepec es el lugar donde hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y otros empiezan la larga y última fase de su viaje a través de México, hacia la frontera norteamericana en el norte, a bordo de un tren de carga nocturno conocido como ‘la Bestia'.
Miles de inmigrantes sin papeles pasan por aquí todos los años, pero los vecinos de Ecatepec no les llaman ‘ilegales'.
"Un montón de gente les ayuda", dice Guadalupe Ambriz, 33, vecina de Xalostoc, un empobrecido barrio de Ecatepec al otro lado de la línea férrea. Ambriz, como muchos vecinos a lo largo de los rieles, vive en un viejo boxcar* que ha sido convertido en casa.
"Pueden dejar que se bañen, o les dan comida, o ropa vieja", dijo Ambriz.
Dada la historia de Ecatepec, la decisión del alcalde no es polémica. Esta ciudad está compuesta por inmigrantes, personas que se asentaron aquí provenientes de otros rincones empobrecidos de México, entre ellos los estados aledaños de Oaxaca, Hidalgo y Puebla.
Y todos los años Ecatepec envía al norte a muchos de sus hijos e hijas. Allá hay grandes comunidades de nativos de Ecatepec -en California, en Texas y en otros estados norteamericanos.
"Para nosotros, las personas más valientes de Ecatepec son los que corren el riesgo de marcharse hacia el norte, pese a los abusos y al odio que existen allá", dijo Gutiérrez. "Para nosotros, son personas heroicas".
Gutiérrez, 42, ha sido un activista toda la vida con el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, que ganó aquí las elecciones municipales de 2006.
Para él, dice Gutiérrez, la inmigración es un asunto profundamente personal. Uno de sus primos ha vivido en el área de Los Angeles, "sin papeles", durante diez años.
"Fuimos criados juntos por nuestra abuela", dice Gutiérrez. Debido a que su primo vive ilegalmente en Estados Unidos, no ha podido volver a México y no se han visto en toda una década. "Toda esa gente que se ha marchado al norte, son parientes nuestros", dice el alcalde.
Los inmigrantes centroamericanos vienen pasando por Ecatepec hace más de una década. Su viaje está fraguado de peligros. Incontables inmigrantes han muerto en el camino, o sufrido terribles lesiones al caer del tren. A lo largo de toda la ruta, desde la frontera guatemalteca hasta Río Grande, agentes de policía y funcionarios de inmigración exigen sobornos, o simplemente despojan a los inmigrantes.
"Durante años, la policía protegió a los extorsionistas", dijo Gutiérrez hablando sobre los agentes de Ecatepec. "Los inmigrantes no se quejaban, pero sí los vecinos. Y eso agregaba un clima de excesiva violencia a un barrio que ya era peligroso".
En los últimos meses han ocurrido cambios en la ruta de los emigrantes. La última línea férrea hacia los estados del sur de México fue cerrada en julio, por lo que muchos emigrantes deben caminar durante días hacia los puestos de control fronterizos o pagar a contrabandistas para que los lleven al otro lado de la frontera.
Los trenes que atraviesan el centro y norte de México hacia la frontera norteamericana todavía funcionan, pero las vías que pasan por Ecatepec no muestran movimiento. La gente que vive a lo largo de las vías dicen que ahora sólo unos pocos emigrantes pasan por ahí.
Es más difícil que nunca cruzar la frontera norteamericana, un hecho bien conocido por muchos vecinos de Ecatepec.
"Es un viaje difícil", dijo Armando Peña, 40, un operador de taxi-bicicletas en el barrio de Xalostoc. El año pasado pagó a un coyote el equivalente de mil dólares para que lo llevara a Los Angeles. "Pero si quieres seguir el viaje, es la única manera".
Peña dijo que el contrabandista lo entró a Estados Unidos por San Ysidro en un cajón amarrado en la parte de abajo del coche. "Pensé que me iba a asfixiar", dijo.
Recordando sus propias penurias, ayuda a los emigrantes que pasan por ahí.
Pasó tres meses en California, vendiendo helados en la calle, pero luego le dio nostalgia y se volvió a casa, sólo para descubrir que su esposa tenía una aventura. Y con uno de sus amigos.
Cualquiera de estos días, podría unirse al flujo de emigrantes que cruzan Ecatepec y vuelven a Estados Unidos, dijo.
Sólo que esta vez cree que el coyote le costará dos mil dólares, o más.
"Debería haberme quedado en California", dijo.

hector.tobar@latimes.com

6 de marzo de 2008
31 de enero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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1 comentario

KARLA MARTINEZ -

hola tengo familiares salvadoreños, y emigraran a estados unidos ustedes me podrìan enviar la direcciòn completa de este "santuario para migrantes" queda muy cerca de mi casa pero tambien con mi familia llegan paisanos salvadoreños y luego no caben en casa.

les agradecerìa mucho su ayuda.

gracias