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noticias del niño perro


El Vía Crucis de un joven olvidado por la sociedad. La droga consumió al niño perro.
[Tania Merino] Talcahuano, Chile. Miguel, a quien hace siete años conocimos como Axel, volvió a vivir en la calle y rodeado de canes. Se transformó en un adicto y ahora pide ayuda para recuperar su dignidad.
Es divertido y alegre, pero a ratos, su cara toma un tono sombrío y de tristeza. Su perro Cholo lo cuida y lo acompaña todo el tiempo, es su único amigo.
Periodistas de todo el mundo viajaron a conocer a ‘Axel'. Habían escuchado de un niño de once años, que vagaba por Talcahuano. El menor se alimentaba de la leche de una perra parida y se sentía seguro junto a sus ocho escuálidos animalejos. Hasta gruñía como si fuera uno más, por lo que lo llamaron ‘el niño perro'.
Era 2001, año en que Carabineros logró salvarlo de las calles y en que un policía le cortó el pelo piojoso y lo vistió con ropas de su hijo como símbolo del fin de una etapa trágica.
Hoy, siete años después, Miguel Luengo, también conocido como ‘Axel', ‘El duende', y ‘El parafina', sigue vagando, desnutrido y consumido por las drogas.

Triste Huida
Remitido en 2001 a un centro del Sename, el ‘niño perro' terminó de vuelta en las calles, luego de huir en reiteradas oportunidades. "Me arrancaba porque me hallaba solo y echaba de menos a mis perros", confiesa Miguel, de 18 años.
Sin embargo, el reencuentro con sus amigos caninos fue breve. En 2003, la Chola, la misma perra que le dio de su leche, murió envenenada frente a sus ojos. "Temblaba y tenía las patitas tiesas. Me la mataron", recuerda con dolor.
Así como la nodriza fueron cayendo uno a uno los integrantes de su jauría, hasta que quedó completamente solo.
Después, fue cuestión de tiempo para que se hiciera adicto a la bencina, la misma que roba desde una estación de servicios del puerto. "No me puedo controlar, ya estoy metido en eso", reconoce mientras hunde la nariz en la bolsa negra que esconde bajo el polerón impregnado del combustible.

El Cholo
Miguel come de lo que le da la gente. De sus limosnas saca para comprar también marihuana y trago y 100 pesos de grasa o sobras de huesos que le da a su nuevo amigo el ‘Cholo', un quiltro negro que le sirve de compañero y frazada en las heladas noches porteñas.
"Los perros para mí son una familia, el Cholo me acompaña siempre. Es fiel a mí", dice y lo acaricia con una mano que cae torpe sobre el lomo del animal producto de la bencina inhalada.

Un Niño
También de las dádivas de los choreros, ‘El parafina' recorta algunas monedas para jugar en las máquinas del mercado central, en las que vive los mejores momentos del día. "Me encanta", admite.
En el tradicional centro comercial lo conocen como un joven tranquilo y que no le hace daño a nadie.
Lo mismo que en la bencinera donde pasa la mayor parte del tiempo a la espera de un descuido del personal que le permita sacar unas gotas de combustible.
"Él es un niño, cuando está volado es bien molestoso, se ríe, pero cuando está bien se pone serio, triste y callado", comenta Rodrigo Cartes, un empleado que conoce desde hace años a ‘Axel'.
Detalla que duerme en la calle, donde lo pille la noche y que habitualmente deambula por las cuadras que rodean el Mercado.

Semana Santa
Mientras aspira el contenido de la bolsa, Miguel expresa su culpabilidad. Sabe que es Viernes Santo, una fecha de recogimiento y reflexión. "Me gusta la Semana Santa, porque la gente anda tranquila y se siente la paz. Uno anda más seguro también, como que no pasan cosas malas porque Talcahuano es peligroso", explica y admite que más de una vez ha pasado susto en la noche porteña, aunque nunca lo han agredido.
Asegura que cree en Dios y que quiere salir de la calle y de la droga. "Quiero tratar . Que me lleven para otra parte, para estar bien, más seguro y cambiar".

Final Ilusorio
Impacto internacional causó el caso de Axel. Primero Crónica, luego las agencias internacionales como France Press o Reuters hicieron correr la noticia. Hasta nuestra zona llegaron periodistas europeos y hasta japoneses interesados en conocer esta historia que a los ojos del mundo tuvo un ilusorio final feliz. En la gráfica, el pequeño Axel, cuando lucía limpio y desparasitado, tras su rescate por Carabineros.

22 de marzo de 2008
©crónica
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