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la muerte de imad mughniyah


El señor de la guerra de Hezbollah era un enigma. Imad Mughniyah, el cerebro detrás de infames atentados terroristas, era uno de los hombres más buscados del mundo. Su muerte es tan misteriosa como su vida.
[Borzou Daragahi y Sebastian Rotella] Beirut, El Líbano. En el círculo íntimo de Hezbollah lo llamaban ‘el hombre que no duerme nunca’. Imad Mughniyah era uno de los hombres más buscados del mundo. Las fuerzas de seguridad occidentales pasaron veinticinco años persiguiendo al señor de la guerra de Hezbollah, el presunto cerebro de infames atentados a fines del siglo veinte y pionero de brutales ataques que fueron posteriormente emulados por al Qaeda. De hecho, puede haber sido un maestro todavía más disciplinado y efectivo de la guerra asimétrica que Osama bin Laden.
Mughniyah sobrevivía gracias al anonimato: mudándose frecuentemente de escondite, trasladándose sin guardaespaldas ni choferes, siempre con una pistola al cinto. La tarde del 12 de febrero salió de una casa de seguridad en el barrio de Kfar Soussa en Damasco, un laberinto de torres prácticamente idénticas que hospedan a los empleados y al cuartel general del enorme aparato de seguridad de Siria.
Acababa de reunirse con el jefe del espionaje sirio y se estaba preparando para una reunión secreta esa noche con el presidente Bashar Assad, dijeron funcionarios antiterroristas occidentales.
Segundos después de que Mughniyah se pusiera detrás del volante de su todoterrenos, una explosión lo incineró. El asesinato en el corazón de un estado autoritario terminó su sangrienta odisea en la historia moderna del terrorismo.
Su muerte a los 45 años es tan misteriosa como su vida. Entrevistas con funcionarios antiterroristas, diplomáticos y colegas revelan nuevos detalles sobre las proezas de este personaje y sobre un asesinato que puede ser un trabajo desde dentro.
El papel de Mughniyah en el centro de una turbia alianza entre Hezbollah, Siria e Irán lo hicieron a la vez poderoso y vulnerable, dicen los funcionarios. La trama más probable es que lo haya eliminado Israel. Pero las secuelas de su muerte han reforzado los signos de una posible intervención siria y expuesto las tensiones por las que atraviesa la alianza entre Siria, Irán y Hezbollah, dicen funcionarios occidentales.
"Lo más problemático es que incluso si fueron los israelíes, ocurrió en Damasco en una zona controlada por la seguridad a metros de la oficina del jefe de la inteligencia siria, Assef Shawkat", dijo un diplomático occidental en la capital siria.
Irán y Hezbollah han jurado vengarse, colocando a Israel en estado de alerta mundial contra el tipo de atentados que fueron antes el sello característico de Mughniyah.
Mughniyah pareció modesto en una rara entrevista que concedió a un diario pro-Hezbollah poco antes de su muerte y publicada después.
"Los norteamericanos están inventando historias sobre mí y me hacen responsable de un montón de atentados contra ellos que han ocurrido en todo el mundo", dijo a Ibrahim al Amine, de Al Akhbar, del Líbano. "A veces me creen la llave del universo. Para ellos es difícil entender que sólo soy parte de una institución que prepara y diseña sus acciones con paciencia".
Mughniyah había engordado, y su barba canosa le llegaba hasta por debajo de sus gafas de marco redondo. Vivía como fugitivo entre Irán, Siria y El Líbano. Tenía dos esposas: una libanesa en el sur del Líbano, y una iraní, en Damasco. Conducía él mismo su coche, hacía las compras solo y acostumbraba a dormir la siesta cuando trabajaba, dicen sus colegas. Un colega en Damasco recordó que, durante una acalorada discusión en un grupo, se acurrucó en un sillón y se echó a dormir.
Dirigía redes en el extranjero que había construido después de su campaña terrorista en El Líbano, incluyendo los atentados con bomba contra la embajada norteamericana y las barracas de los marines en 1983. Se dice que sus células realizaron operaciones en Francia y Argentina, donde dos coches bomba atacaron objetivos judíos que causaron más de cien muertes. A principio de los años noventa se reunió en Sudán con Osama bin Laden, cuyos militantes eran adiestrados en explosivos por expertos de Hezbollah.
Perseguido por fuerzas israelíes y norteamericanas, Mughniyah sobrevivió varios intentos de asesinato. Su hermano murió en uno de esos atentados, en 1994. En otra emboscada, el chaleco antibalas de Mughniyah recibió varios impactos de bala.
A fines de los noventa, Hezbollah redujo los ataques fuera de Oriente Medio. Mughniyah fue el arquitecto de un cambio para concentrarse en actividades políticas y militares en El Líbano. Sirvió en la shura, el consejo de la dirección de la milicia, después de ser elegido en 2001 con el alias de Jawad Nur A-Din, dicen funcionarios occidentales.
Su posición era secreta, dicen los funcionarios, porque Hezbollah dice que separa sus actividades políticas de las de su ala militar, que es considerada como un grupo terrorista por Estados Unidos e Israel.
Los deberes de Mughniyah incluían ayudar a organizaciones militantes palestinas con adiestramiento y la adquisición de armas, y de encargarse de la seguridad del líder Hebzollah, el jeque Hassan Nasrallah, con quien guardaba una estrecha relación, dicen expertos y colegas.
El 13 de mayo de 2006 se reunió en El Líbano con Hassan Zarkani, representante del caudillo chií iraquí Muqtada Sáder, y aceptó proporcionar misiles antitanque introducidos clandestinamente a combatientes iraquíes y a adiestrarlos en su uso, dicen funcionarios antiterroristas occidentales.
Pero su principal obsesión era la destrucción de Israel. Miembros de Hezbollah y funcionarios israelíes dicen que durante la guerra del Líbano de 1006, dirigió las tácticas en el campo de batalla que sorprendieron a las tropas israelíes por su ferocidad y efectividad.
"Vimos la muerte en sus ojos", dijo Mughniyah sobre los israelíes, de acuerdo al periodista libanés Amine.
Aunque fatigado hasta el punto de estar al borde de caer enfermo, Mughniyah trabajó con Irán y Siria para rearmar a Hezbollah, dicen funcionarios antiterroristas occidentales y colegas. Estaba en una posición única en ese triunvirato debido a sus estrechos lazos con Irán, en particular con la Guardia Revolucionaria. Pero el hecho de que tuviera que responder a varios jefes puede haber sido su desgracia.
Pese a afirmaciones oficiales, los líderes sirios sabía que estaba en Damasco en febrero, dicen funcionarios occidentales. Durante sus visitas a la capital siria, alojó en un edificio de propiedad de un socio comercial de Rami Makhlouf, primo de Assad, dicen funcionarios. El encuentro con Kfar Soussa tomó lugar en una casa de seguridad utilizada por la inteligencia siria cerca de una bien protegida escuela iraní, una zona donde viven y trabajan los espías sirios, según funcionarios.
Mughniyah se reunió con Shawkat, el jefe de la seguridad militar, y con Mohammed Nasif Kheirbek, asistente especial del vicepresidente, dicen funcionarios. La discusión se centró en el conflicto político en El Líbano, que era el preludio para una cita clandestina tarde por la noche con Assad en el palacio presidencial, dicen funcionarios basándose en datos de una fuente siria.
"Mughniyah había tenido un día ajetreado", dijo un funcionario antiterrorista occidental. "Y se dirigía a una reunión con Assad cuando fue asesinado".
Funcionarios sirios se negaron a hacer comentarios. Pero las secuelas ofrecen una poco habitual mirada en las aparentes tensiones entre Siria, Irán y Hezbollah. El subsecretario de relaciones exteriores de Siria, se apareció por Teherán. El ministro de asuntos exteriores de Irán anunció una investigación conjunta. Una de las viudas de Mughniyah acusó a los sirios de "traidores", sugiriendo que eran responsables de su asesinato, pero luego se retractó.
Finalmente los sirios dijeron que ellos se encargarían de la investigación. Pero en abril pasó la fecha cierre de la pesquisa sin que hicieran ningún informe sobre la pesquisa. Y Shawkat, antes un poderoso aliado de Irán, fue excluido de la investigación, dicen funcionarios occidentales.
La conducta de Siria contrastó dramáticamente con las amenazas contra Israel emitidas por Irán y Hezbollah. El gobierno en Damasco ha iniciado conversaciones de paz indirectas con Israel y mantiene un cerrado control sobre la pesquisa.
Algunos creen que los líderes sirios han tenido participación en el asesinato de Mughniyah, quizás como parte de un acuerdo con Occidente. El escenario de un asesinato de los israelíes no excluye la participación siria, dijo un funcionario de seguridad occidental.
"No me sorprendería si la muerte de Mughniyah fuese parte de una lucha interna", dijo el funcionario, que pidió no ser identificado debido a que no puede hablar con la prensa.
¿Por qué querría Siria deshacerse de Mughniyah? Una teoría es que Estados Unidos e Israel ejercieron presión sobre Damasco. Tenían un motivo: la investigación pendiente de un tribunal internacional sobre la participación de los líderes sirios en el asesinato del presidente libanés Rafik Hariri en 2005. El círculo íntimo de Assad puede haber decidido aceptar el asesinato de Mughniyah a cambio de protección contra las acusaciones y para mejorar las relaciones con Occidente, dicen expertos y funcionarios.
Una teoría más simple es que Mughniyah de algún modo se puso en el camino de sus patrocinadores sirios y pagó por ello.
"Siria es muy pragmática", dijo un diplomático en Damasco. "Si tienen que eliminar a alguien, simplemente lo eliminan".
Pero otros expertos dudan que Siria sacrifique a un aliado de esa estatura. Un ataque aéreo israelí contra una supuesta instalación nuclear el año pasado sugiere que los israelíes "operan por su propia cuenta dentro de Siria y con gran efectividad", dijo un funcionario antiterrorista europeo.
Israel no confirma ni niega haber tenido que ver con su muerte. Irán y Hezbollah hacen frente a un dilema estratégico, dicen algunos expertos. Una acción impulsiva contra Israel podría acarrear una condena internacional, incluso una acción militar. E Irán debe considerar los efectos potenciales de las decisivas negociaciones sobre su programa nuclear.
"Hezbolla puede atacar todo lo que quiera", dijo un agente de la seguridad israelí. "Pero necesitan el apoyo de alguna embajada iraní. Han pasado más de diez años desde que hicieran algo parecido. Tendrán que considerar si quieren volver a esa época. Si atacan ahora, responderemos duramente".
Entretanto, en el sur de Beirut un santuario atrae a deudos a toda hora. El recinto se asemeja a un enorme restaurante al aire libre montado con materiales baratos sacados de un jardín o de una ferretería. Unas flores de plástico adornan una mausoleo en el centro de un terreno de hierba artificial que cubre las tumbas de unos cien combatientes, adornados con pequeñas cajas de cristal con fotos y otros recuerdos.
Una tarde hace poco una mujer con los cabellos descubiertos y una falta de furioso rosa, entró y se arrodilló ante una tumba. La tocó suavemente, luego se levantó y salió del lugar donde Mughniyah duerme su sueño eterno.

daragahi@latimes.com
rotella@latimes.com

Ziad Haydar, en Damasco, y Ramin Mostaghim, en Teherán, contribuyeron a este reportaje.

21 de septiembre de 2008
31 de agosto de 2008
©los angeles times 
cc traducción mQh
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