en georgia adoran a stalin
13 de octubre de 2008
Pero el señor Ziyadaliev, 64, un padre de dos hijos que se viste como Stalin incluso en sus días libres, insiste en que su negocio nunca ha estado mejor. Es un frecuente invitado pagado en bodas, donde baila al son de música soviética katyusha de la Segunda Guerra Mundial.
Se jacta de que los beneficios de parecerse increíblemente al antiguo dictador incluyen comidas gratis, reparaciones de su coche gratis -y salvoconducto para pasar por los puestos de control rusos.
"En Georgia, parecerse a Stalin es como tener visa", dijo Ziyadaliev, un musulmán de Azerbaiyán, que fue taxista, verdulero y contable antes de decidirse por su carrera como la moderna encarnación del brillante, brutal y diabólico tirano soviético.
"Todos los georgianos respetan a Stalin, porque fue un gran presidente que creó un gran imperio, y, por supuesto, es el georgiano más famoso de la historia", dijo Ziyadaliev.
No todo el mundo está de acuerdo. Nika Jabanashvili, un obrero de la construcción georgiano cuyos abuelos fueron deportados por Stalin desde Tiflis a Asia Central en el marco de la represión de las minorías étnicas, ve a Stalin como poco más que un asesino.
"Stalin era un demonio", dijo. "Mató a más gente que el faraón. No me importa si era georgiano. Era un hombre malo".
Cualquiera sea el rango de opiniones, el culto a Stalin persiste en este pequeño pero orgulloso país de 4.6 millones de habitantes, donde el hijo georgiano de un zapatero remendón se convirtió en un titán del siglo veinte sigue siendo un personaje destacado, aunque polémico. Un reciente estudio del Foro de Tiflis, una popular página web política, preguntó a la gente si se sentían orgullosos de que Stalin fuera georgiano; una ruidosa minoría de 37 por ciento de varios cientos de encuestados dijo sí, mientras que el 52 por ciento dijo no y el once por ciento dijo que no le interesaba.
Vakhtang Guruli, un historiador de Georgia que trabaja en los archivos de la KGB en Tiflis, dijo que la mayoría de los georgianos consideraba a Stalin como "más que hombre, más que humano y menos que Dios".
Dijo que los libros de historia de Georgia contemporáneos todavía ensalzan a Stalin por vencer al fascismo de Hitler y transformar a la Unión Soviética en una superpotencia industrial, aunque le critican por montar la invasión del Ejército Rojo que puso fin a la breve independencia de Georgia en 1921.
El ansia de poder de Stalin, agregó Guruli, fue decididamente de carácter georgiano, como consecuencia de tener un ego agigantado en un pequeño país machista consumido por el bandolerismo.
"Los rusos tienden a olvidar que Stalin tenía un apellido georgiano, Dzhugashvili, que fue eclipsado cuando adoptó el nombre de guerra Stalin, que quiere decir hombre de acero, cuando estaba en sus treinta", dijo Guruli. "Pero todos los georgianos saben que Stalin es de aquí. Puede haber dado sus órdenes de ejecución en ruso, pero lo hacía con un pesado acento georgiano" -un linaje, dijo Guruli, que aprovechó Kruschef después al denunciar el régimen de Stalin en1956, burlándose de él y sus matones, diciendo que eran burdos campesinos georgianos.
Simon Sebag Montefiore, autor de ‘Young Stalin’, que hace la crónica de la violenta educación de Stalin como un seminarista que se convirtió en marxista revolucionario en Tiflis, dijo que incluso cuando Stalin se convirtió en el líder supremo soviético, conservó un profundo vínculo con Georgia.
Escribía frecuentemente a su madre aquí, pasaba sus vacaciones en balnearios costeros en Abjazian y conservó una leal predilección por los vinos, las comidas, la poesía y la música popular georgiana.
"Hay dos Stalin: el Stalin ruso y el Stalin georgiano", dijo Sebag Montefiore. "En la versión georgiana, Stalin sigue siendo el marxista callejero, el niño georgiano de Gori. En la versión rusa, Stalin es el presidente más importante del siglo viente y su identidad georgiana ha sido blanqueada y rusificada".
Liana Imanidze, 71, cuya magnífica casa en Tiflis alberga en el patio una estatua de Stalin y está decorada con una réplica de su máscara mortuoria colocada en un pedestal, lamentó que los jóvenes georgianos ignoraran todo sobre Stalin, incluyendo a sus propios biznietos, de los que se quejó que estaban más interesados en Paris Hilton que en la Segunda Guerra Mundial.
Lamentó que su marido, que adora a Stalin, "estaba más enamorado de Stalin que de mí", pero sin embargo elogió a Stalin como un genio.
Los sociólogos aquí dicen que el residual atractivo proviene de la falta de un ajuste de cuentas histórico con el lado oscuro de Stalin después de que Georgia ganara su independencia de la Unión Soviética en 1991.
En Gori, el lugar de nacimiento de Stalin, una polvorienta ciudad provincial donde una estatua de Stalin en mármol domina la plaza mayor, los brindis a "nuestro gran camarada", siguen siendo habituales en bautizos y bodas. Avergonzados georgianos en el ministerio del Interior dijeron en privado que lamentaban que una bomba rusa no hubiera reventado encima de la estatua durante la guerra de agosto.
Un día hace poco, en el Museo Stalin de aquí, un grupo de jóvenes empleados georgianos, ataviados con uniformes militares soviéticos, vendieron camisetas con Stalin, libros de poesía sobre Stalin y botellas de vino tinto con la imagen repujada de Stalin, en los momentos mismos en que los limpiadores barrían los restos de proyectiles que quedaron después del último bombardeo ruso.
Olga Topchishvili, la encargada de visitas guiadas en el museo, dijo que ella había ensalzado los logros de Stalin durante casi treinta años, hasta hace tres meses, cuando el museo agregó una ‘sección gulag’. La sección consiste en un trozo de papel laminado, del tamaño de una carta, con tres frases de un número de Pravda, el diario ruso, de 1997: "Entre 1921 y 1954 fueron procesadas 3.8 millones de personas", dice el diario. "Cerca de 643 mil fueron condenadas a muerte. Y esto ocurrió en un país que vivió tres revoluciones, dos guerras mundiales, una guerra civil y varias guerras locales".
Se desconocen cifras exactas, pero los historiadores dicen que la realidad fue mucho peor: que durante el régimen de Stalin cerca de dieciocho millones de personas fueron sentenciadas al gulag, mientras que murieron cerca de diez millones de campesinos, asesinados durante la colectivización de principio de los años treinta, y casi un millón de personas fueron ejecutadas en las purgas de los años 37 y 38.
Pero Topchishvili dijo que la nueva exposición estaba avanzando: "Hasta hace tres meses, nadie quería saber nada sobre esta parte de la historia".
Jacob Jugashvili, 36, biznieto del dictador y artista de Tiflis, dijo que los georgianos sentían nostalgia por Stalin, era porque él había convertido en una superpotencia a un país pequeño. Jugashvili, que creció en Moscú, dijo que cuando los georgianos oyen su famoso apellido, casi siempre dicen: "Stalin era georgiano; por eso era uno de los grandes".
Jugashvili, que prefiere la transcripción occidental de su nombre, dijo que crecer como biznieto de Stalin en la Rusia de los años ochenta fue emocionalmente difícil, porque el liderazgo de Stalin fue atacado por Mijaíl Gorbachov. En esa época, dijo, los georgianos mostraban mucho más respeto por su legado, aunque en la Rusia de Vladimir P. Putin, dijo Jugashvili, la estatura de Stalin había vuelto a subir.
En 1989 estaba en la escuela secundaria "y la perestroika había llegado a su punto máximo", dijo, agregando que "los diarios de Moscú publicaban historias con titulares como ‘Dzhugashvili Es un Asesino’. Yo tenía dieciséis años, estaba indignado y no sabía cómo defenderme".
En estos días, el respeto por Stalin puede unir a georgianos y rusos.
Nodari Baliashvili, 72, un nativo de Gori que exhibe un enorme tatuaje de Stalin en su espalda y otro de Stalin y Lenin en su pecho, dijo que después de que estallara la guerra a principios de agosto, estaba trabajando como guardia de seguridad en una terminal de buses cuando entró violentamente un coronel ruso y le apuntó con una pistola.
Baliashvili dijo que se sacó la camiseta y el coronel "bajo su arma, me besó en la mejilla, me dio una botella de vodka y chocolates, y me dijo: ‘Abuelo, váyase a casa’".
Baliashvili, que se hizo tatuar cuando era un joven soldado en el ejército soviético, dijo que su propio abuelo, un pobre huérfano de Gori, había sido adoptado por el padre de Stalin, que le enseñó a trabajar como zapatero.
"Estoy orgulloso de que Stalin fuera de Gori", dijo Baliashvili said. "Construyó la Unión Soviética. Trajo orden donde había caos. Hoy todo está a la venta".
1 de octubre de 2008
©new york times
cc traducción mQh
3 comentarios
Andrej -
Para todos los países que no han sido manipulados por el capitalismo y su falsa democracia, es un auténtico héroe.
Además, tranformó a la URSS en una potencia industrial, lo cual tiene un inmenso mérito, sbiendo que la Rudsia y el resto de los países de la URSS vivían en la edad media y el 90 % de la población era analfabeta.
Tras la apertura de los archivos del KGB en 1993 se demostró que Stalin no mató ni a una vigésima parte de lo que los propagandistas dijeron.
¡Qué vivan la URSS y el camarada Stalin!
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