casadas con extranjeros
Novias vietnamitas llevan vidas coreanas.
[Norimitsu Onishi] Kwangmyong, Corea del Sur. Las bebitas de las dos parejas nacieron el mes pasado con sólo dos días de diferencia, la menor en la mañana del Nuevo Año Lunar. Las chicas, decían todos luego, tenían la frente de sus padres coreanos y la nariz de sus madres vietnamitas.
Los padres de las niñas habían llegado a Vietnam hace un año, y en las primeras dos horas de un tour matrimonial de cinco días, escogierom a sus madres de entre dos docenas de novias potenciales en el bar de karaoke Lucky Star en Hanoi.
Unidas por el destino y los ritmos de las oficinas de inmigración, las esposas, Bui Thi Thuy y To Thi Vien, habían aterrizado juntas en Corea del Sur preguntándose qué tipo de lugar era y cómo las tratarían sus maridos.
"Creo que tenemos un vínculo especial porque nos casamos el mismo día y estamos las dos casadas con hombres coreanos", dijo Vien. "Tenemos la misma edad y fuimos madres casi al mismo tiempo".
Y así las dos nuevas madres observan la costumbre coreana tomando sopa de algas marinas para recuperar fuerzas. Aquí en Kwangmyong, una ciudad cerca de Seúl con una concentración de trabajadores extranjeros y mujeres extranjeras casadas con coreanos, Vien, 23, vive en la casa de la familia de su marido, Kim Wan-su, obrero. Thuy, 23, se instaló con su marido Kim Rae-goo, 56, en Yongju, una ciudad rural al sudeste de Seúl, donde cultivan manzanas.
Las dos parejas, cuyo cortejo, boda y luna de miel de cinco días en Vietnam fueron descritos hace un año en un artículo en el New York Times, son parte de un fenómeno social en Corea del Sur. Una combinación de factores -incluyendo el creciente estatus social de las mujeres coreanas y el excedente de solteros que resulta de la tradicional preferencia por los hijos- está obligando a muchos hombres coreanos a buscar novias en el sudeste asiático, en Asia Central y en China.
En un país que se define a sí mismo como étnicamente homogéneo, los matrimonios con extranjeros fueron 2006 uno de cada ocho matrimonios, más que el triple de la tasa en el 2000. En zonas de clase trabajadora en Seúl, como Kwamgmyong, centros comunitarios ofrecen ahora servicios para esposas extranjeras: clases de idiomas, ayuda para el parto y para víctimas de violencia doméstica, asesoría sobre la vida en Corea del Sur y con los parientes políticos.
Pero a veces las brechas culturales hacen difícil hacerse con esas esposas.
"Las esposas chinas tienen sus propias redes externas, así que tienden a ser más asertivas , y las mujeres de Filipinas hablan inglés, de modo que son más seguras de sí mismas, pero otras mujeres, como las vietnamitas, no se atreven a pedir ayuda ni a contar sus problemas", dijo Kim Myung, asistente social en el Centro de Bienestar Social Yeongeungpo cerca de aquí. "Tienden a ser sumisas y a sonreír a los parientes políticos, incluso si tienen problemas. Y desaparecen de repente".
Han Kuk-yeom, presidente del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres Inmigrantes de Corea, una organización privada, dijo que el gobierno no ha hecho lo suficiente para garantizar el respeto de los derechos de las esposas extranjeras o para protegerlas contra maltratos.
Algunos hombres creen que pueden maltratar a las mujeres debido a que pagaron por el tour matrimonial y la boda, y tienden a menospreciar a las mujeres de países más pobres, dijo Han. Y la próspera industria internacional del matrimonio ha traído aquí a mujeres pobres y vulnerables.
"Hasta hace unos tres años, a Corea llegaban mujeres más educadas, pero ahora que hay matrimonios internacionales, están llegando mujeres menos educadas y más pobres", dijo Han. "Y parecen adaptarse con más dificultad a la vida en Cora, aprendiendo el idioma y esas cosas".
El divorcio ha aumentado entre los hombres coreanos casados con extranjeras, de acuerdo a cifras del gobierno. Pero es demasiado prematuro hacer comparaciones significativas con la tasa de divorcio de matrimonios entre coreanos, que también ha aumentado agudamente en los últimos años.
Dado el modo en que se conocen, tanto los maridos coreanos como sus esposas extranjeras tienen sus temores, como explicó Kim Wan-su, sacándose los audífonos durante la pausa de almuerzo en su trabajo en una importante planta automotriz.
Mientras que las esposas extranjeras se preocupan sobre cómo las tratarán sus maridos, los hombres coreanos sospechan de que las mujeres se casaron con ellos solamente para acceder a trabajos aquí y enviar dinero a sus padres. Cuando los padres de Vien en Vietnam se enteraron de que una novia vietnamita se había suicidado en Corea, llamaron muertos de miedo. y Kim se inquietó después de oír que tres novias que habían llegado a Corea del Sur a través de la agencia de su esposa habían abandonado a sus maridos pocos después de llegar.
"Tenía miedo de que mi esposa pudiera escapar, pero ya no más", dijo Kim. "Tenemos un hijo, y somos una familia. Mi esposa no se vino aquí para hacer dinero".
Mientras Kim estaba en el trabajo, la señora Vien se ocupaba de su recién nacido en casa. Con el nacimiento de su hija, Dan-bi, Vien dejó de ir dos veces a la semana al centro comunitario local donde había trabado amistad con una mujer de su comarca, la isla de Van Don, en el nordeste de Vietnam. Vien había abandonado la escuela donde estudiaba administración, porque su padre, un campesino, no podía pagar la matrícula.
En Kwangmyong, la pareja vive con la madre de Kim y la familia de su hermana mayor -un total de nueve personas- en una planta de un edificio de tres pisos en una calle estrecha. La hermana mayor, Kim Ho-sook, había acogido a Vien y la había ayudado a evitar a la madre de Kim de 88 años, que no estaba contenta con la llegada de una novia extranjera y dijo repetidas veces que provocaría la desgracia de la familia.
En el otoño pasado, el día antes de que la pareja celebrara una elaborada ceremonial matrimonial aquí después de su rápida boda en Hanoi, el hermano mayor -cuya infelicidad se agravaba con su Alzheimer- desapareció de casa durante doce horas. La familia trató de ocultar su desaparición a Vien y sus padres, que llegaron a Corea del Sur para la boda. "Pero de algún modo Vien se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y se echó a llorar", dijo la cuñada.
El mes pasado, el día antes de la salida de Vien del hospital, su suegra volvió a desaparecer, enfadada porque el bebé no era un niño.
"Mi madre ni siquiera quiere mirar al bebé", dijo la cuñada. "Me dice que no me prende del bebé porque no es un niño".
Para complicar las cosas, los médicos diagnosticaron hace poco un hoyo en el corazón del bebé y no están seguros de que se cierre por sí solo.
"Echo mucho de menos a mi madre, especialmente en estos días", dijo Vien. "Yo soy vietnamita y todos los que me rodean son coreanos, así que me siento más cómoda hablando con mi madre. Podemos estar horas al teléfono".
Una tarde de un sábado reciente, mientras el bebé dormía plácidamente, Vien parecía estar de mejor humor. Ella y su marido estaban sentados en el sofá de la salita, a menudo cogidos de la mano y mostrando el tipo de cariño que se habían exhibido durante la primera semana de su encuentro.
Ambos dijeron que se sentían más comprometidos que nunca a construir una vida juntos, aunque reconocieron las brechas culturales y el idioma. Sus principales peleas han ocurrido después de que él se hubiera marchado a beber con sus colegas y roto la promesa de volver a casa a la hora acordada.
"Yo soy un trabajador y no entiende que salir a beber con tus colegas es un elemento de la cultura coreana", dijo Kim. "Yo creo que Vien piensa que no cumplí mi promesa porque ella es extranjera y lo miro para abajo".
Vien dijo que no era así. "Yo soy tu esposa, y no me gusta que vuelvas tan tarde; a nadie en la familia le gusta eso", dijo. "Me frustra y me preocupa. Si yo fuera coreana, me importaría menos, porque entiendo exactamente qué está pasando. Pero no soy coreana".
Thuy dijo, mientras entraba con su hija Hyo-min en una casa de ladrillos rojos de una planta que su marido Kim Tae-goo había construido hace poco en Yongju, a dos horas de Seúl: "Me vuelvo loca de no poder comunicarme con mi marido".
La señora Thuy, que terminó la secundaria en su ciudad natal, Quang Yen, en el nordeste de Vietnam, dijo que aprender coreano era difícil. Pero Kim dijo que no se estaba esforzando lo suficiente.
"Repite una palabra un par de veces, y luego lo abandona", dijo Kim. "Debería apreciar el hecho de que estoy tratando de enseñarle. Las peleas más fuertes que hemos tenido, son por esto".
"Él no trata de hablar vietnamita", dijo, agregando que él sólo saber decir ‘hola' y ‘qué hubo'?"
Viven con la madre de Kim y su hija de 17 años de su primer matrimonio. (Su primera esposa era coreana). Sin embargo, en casa Thuy habla rara vez con la familia de su marido.
"Mi hija la llamó una sola vez ‘madre'"", dijo Kim. "Pero mi madre y mi hija no le tienen ojeriza".
Thuy no tiene amigas fuera de casa. Aunque en el área viven varias esposas vietnamitas, Thuy, en una demostración de persistente regionalismo que se ve en muchas esposas vietnamitas, no socializa con ellas porque son de Ciudad de Ho Chi Minh, la antigua Saigón, en el sur.
"Son de Ho Chi Minh, así que cada vez que nos vemos, nos saludamos", dijo, agregando que encontraba difícil acercarse a ellas.
El nacimiento de su hija, que coincidió con una recaída en la temporada de la manzana, ha dado una nueva significación al matrimonio, dijo la pareja. Kim, que participó poco en la crianza de su hijo de su primer matrimonio, ahora está activamente involucrado, recorriendo internet a la búsqueda de información sobre todo tipo de temas, desde la leche de pecho, el hipo y los pañales, mientras que Thuy nunca pierde de vista al bebé.
A veces recuerdan su primer encuentro en el Lucky Star de Hanoi.
Él la escogió, dijo provocadora, sólo después de que sus primeras tres lo hubiesen rechazado. Parecía rico, dijo, y le gustaba que fuera campesino, como su padre.
"En Vietnam tendría una vida mucho más difícil, porque la gente es todavía muy pobre allá", dijo.
Él dijo que estaba contento con el resultado. "No quiero sonar como si menospreciase a Thuy", dijo. "Pero si me hubiera casado con una mujer más educada o más alta, no que creo que hubiese sido feliz conmigo aquí. Creo que formamos una buena pareja".
Los padres de las niñas habían llegado a Vietnam hace un año, y en las primeras dos horas de un tour matrimonial de cinco días, escogierom a sus madres de entre dos docenas de novias potenciales en el bar de karaoke Lucky Star en Hanoi.
Unidas por el destino y los ritmos de las oficinas de inmigración, las esposas, Bui Thi Thuy y To Thi Vien, habían aterrizado juntas en Corea del Sur preguntándose qué tipo de lugar era y cómo las tratarían sus maridos.
"Creo que tenemos un vínculo especial porque nos casamos el mismo día y estamos las dos casadas con hombres coreanos", dijo Vien. "Tenemos la misma edad y fuimos madres casi al mismo tiempo".
Y así las dos nuevas madres observan la costumbre coreana tomando sopa de algas marinas para recuperar fuerzas. Aquí en Kwangmyong, una ciudad cerca de Seúl con una concentración de trabajadores extranjeros y mujeres extranjeras casadas con coreanos, Vien, 23, vive en la casa de la familia de su marido, Kim Wan-su, obrero. Thuy, 23, se instaló con su marido Kim Rae-goo, 56, en Yongju, una ciudad rural al sudeste de Seúl, donde cultivan manzanas.
Las dos parejas, cuyo cortejo, boda y luna de miel de cinco días en Vietnam fueron descritos hace un año en un artículo en el New York Times, son parte de un fenómeno social en Corea del Sur. Una combinación de factores -incluyendo el creciente estatus social de las mujeres coreanas y el excedente de solteros que resulta de la tradicional preferencia por los hijos- está obligando a muchos hombres coreanos a buscar novias en el sudeste asiático, en Asia Central y en China.
En un país que se define a sí mismo como étnicamente homogéneo, los matrimonios con extranjeros fueron 2006 uno de cada ocho matrimonios, más que el triple de la tasa en el 2000. En zonas de clase trabajadora en Seúl, como Kwamgmyong, centros comunitarios ofrecen ahora servicios para esposas extranjeras: clases de idiomas, ayuda para el parto y para víctimas de violencia doméstica, asesoría sobre la vida en Corea del Sur y con los parientes políticos.
Pero a veces las brechas culturales hacen difícil hacerse con esas esposas.
"Las esposas chinas tienen sus propias redes externas, así que tienden a ser más asertivas , y las mujeres de Filipinas hablan inglés, de modo que son más seguras de sí mismas, pero otras mujeres, como las vietnamitas, no se atreven a pedir ayuda ni a contar sus problemas", dijo Kim Myung, asistente social en el Centro de Bienestar Social Yeongeungpo cerca de aquí. "Tienden a ser sumisas y a sonreír a los parientes políticos, incluso si tienen problemas. Y desaparecen de repente".
Han Kuk-yeom, presidente del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres Inmigrantes de Corea, una organización privada, dijo que el gobierno no ha hecho lo suficiente para garantizar el respeto de los derechos de las esposas extranjeras o para protegerlas contra maltratos.
Algunos hombres creen que pueden maltratar a las mujeres debido a que pagaron por el tour matrimonial y la boda, y tienden a menospreciar a las mujeres de países más pobres, dijo Han. Y la próspera industria internacional del matrimonio ha traído aquí a mujeres pobres y vulnerables.
"Hasta hace unos tres años, a Corea llegaban mujeres más educadas, pero ahora que hay matrimonios internacionales, están llegando mujeres menos educadas y más pobres", dijo Han. "Y parecen adaptarse con más dificultad a la vida en Cora, aprendiendo el idioma y esas cosas".
El divorcio ha aumentado entre los hombres coreanos casados con extranjeras, de acuerdo a cifras del gobierno. Pero es demasiado prematuro hacer comparaciones significativas con la tasa de divorcio de matrimonios entre coreanos, que también ha aumentado agudamente en los últimos años.
Dado el modo en que se conocen, tanto los maridos coreanos como sus esposas extranjeras tienen sus temores, como explicó Kim Wan-su, sacándose los audífonos durante la pausa de almuerzo en su trabajo en una importante planta automotriz.
Mientras que las esposas extranjeras se preocupan sobre cómo las tratarán sus maridos, los hombres coreanos sospechan de que las mujeres se casaron con ellos solamente para acceder a trabajos aquí y enviar dinero a sus padres. Cuando los padres de Vien en Vietnam se enteraron de que una novia vietnamita se había suicidado en Corea, llamaron muertos de miedo. y Kim se inquietó después de oír que tres novias que habían llegado a Corea del Sur a través de la agencia de su esposa habían abandonado a sus maridos pocos después de llegar.
"Tenía miedo de que mi esposa pudiera escapar, pero ya no más", dijo Kim. "Tenemos un hijo, y somos una familia. Mi esposa no se vino aquí para hacer dinero".
Mientras Kim estaba en el trabajo, la señora Vien se ocupaba de su recién nacido en casa. Con el nacimiento de su hija, Dan-bi, Vien dejó de ir dos veces a la semana al centro comunitario local donde había trabado amistad con una mujer de su comarca, la isla de Van Don, en el nordeste de Vietnam. Vien había abandonado la escuela donde estudiaba administración, porque su padre, un campesino, no podía pagar la matrícula.
En Kwangmyong, la pareja vive con la madre de Kim y la familia de su hermana mayor -un total de nueve personas- en una planta de un edificio de tres pisos en una calle estrecha. La hermana mayor, Kim Ho-sook, había acogido a Vien y la había ayudado a evitar a la madre de Kim de 88 años, que no estaba contenta con la llegada de una novia extranjera y dijo repetidas veces que provocaría la desgracia de la familia.
En el otoño pasado, el día antes de que la pareja celebrara una elaborada ceremonial matrimonial aquí después de su rápida boda en Hanoi, el hermano mayor -cuya infelicidad se agravaba con su Alzheimer- desapareció de casa durante doce horas. La familia trató de ocultar su desaparición a Vien y sus padres, que llegaron a Corea del Sur para la boda. "Pero de algún modo Vien se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y se echó a llorar", dijo la cuñada.
El mes pasado, el día antes de la salida de Vien del hospital, su suegra volvió a desaparecer, enfadada porque el bebé no era un niño.
"Mi madre ni siquiera quiere mirar al bebé", dijo la cuñada. "Me dice que no me prende del bebé porque no es un niño".
Para complicar las cosas, los médicos diagnosticaron hace poco un hoyo en el corazón del bebé y no están seguros de que se cierre por sí solo.
"Echo mucho de menos a mi madre, especialmente en estos días", dijo Vien. "Yo soy vietnamita y todos los que me rodean son coreanos, así que me siento más cómoda hablando con mi madre. Podemos estar horas al teléfono".
Una tarde de un sábado reciente, mientras el bebé dormía plácidamente, Vien parecía estar de mejor humor. Ella y su marido estaban sentados en el sofá de la salita, a menudo cogidos de la mano y mostrando el tipo de cariño que se habían exhibido durante la primera semana de su encuentro.
Ambos dijeron que se sentían más comprometidos que nunca a construir una vida juntos, aunque reconocieron las brechas culturales y el idioma. Sus principales peleas han ocurrido después de que él se hubiera marchado a beber con sus colegas y roto la promesa de volver a casa a la hora acordada.
"Yo soy un trabajador y no entiende que salir a beber con tus colegas es un elemento de la cultura coreana", dijo Kim. "Yo creo que Vien piensa que no cumplí mi promesa porque ella es extranjera y lo miro para abajo".
Vien dijo que no era así. "Yo soy tu esposa, y no me gusta que vuelvas tan tarde; a nadie en la familia le gusta eso", dijo. "Me frustra y me preocupa. Si yo fuera coreana, me importaría menos, porque entiendo exactamente qué está pasando. Pero no soy coreana".
Thuy dijo, mientras entraba con su hija Hyo-min en una casa de ladrillos rojos de una planta que su marido Kim Tae-goo había construido hace poco en Yongju, a dos horas de Seúl: "Me vuelvo loca de no poder comunicarme con mi marido".
La señora Thuy, que terminó la secundaria en su ciudad natal, Quang Yen, en el nordeste de Vietnam, dijo que aprender coreano era difícil. Pero Kim dijo que no se estaba esforzando lo suficiente.
"Repite una palabra un par de veces, y luego lo abandona", dijo Kim. "Debería apreciar el hecho de que estoy tratando de enseñarle. Las peleas más fuertes que hemos tenido, son por esto".
"Él no trata de hablar vietnamita", dijo, agregando que él sólo saber decir ‘hola' y ‘qué hubo'?"
Viven con la madre de Kim y su hija de 17 años de su primer matrimonio. (Su primera esposa era coreana). Sin embargo, en casa Thuy habla rara vez con la familia de su marido.
"Mi hija la llamó una sola vez ‘madre'"", dijo Kim. "Pero mi madre y mi hija no le tienen ojeriza".
Thuy no tiene amigas fuera de casa. Aunque en el área viven varias esposas vietnamitas, Thuy, en una demostración de persistente regionalismo que se ve en muchas esposas vietnamitas, no socializa con ellas porque son de Ciudad de Ho Chi Minh, la antigua Saigón, en el sur.
"Son de Ho Chi Minh, así que cada vez que nos vemos, nos saludamos", dijo, agregando que encontraba difícil acercarse a ellas.
El nacimiento de su hija, que coincidió con una recaída en la temporada de la manzana, ha dado una nueva significación al matrimonio, dijo la pareja. Kim, que participó poco en la crianza de su hijo de su primer matrimonio, ahora está activamente involucrado, recorriendo internet a la búsqueda de información sobre todo tipo de temas, desde la leche de pecho, el hipo y los pañales, mientras que Thuy nunca pierde de vista al bebé.
A veces recuerdan su primer encuentro en el Lucky Star de Hanoi.
Él la escogió, dijo provocadora, sólo después de que sus primeras tres lo hubiesen rechazado. Parecía rico, dijo, y le gustaba que fuera campesino, como su padre.
"En Vietnam tendría una vida mucho más difícil, porque la gente es todavía muy pobre allá", dijo.
Él dijo que estaba contento con el resultado. "No quiero sonar como si menospreciase a Thuy", dijo. "Pero si me hubiera casado con una mujer más educada o más alta, no que creo que hubiese sido feliz conmigo aquí. Creo que formamos una buena pareja".
Su-hyun Lee contribuyó desde Seúl, Corea del Sur.
31 de marzo de 2008
©new york times
cc traducción mQh
2 comentarios
romer -
victor raul -