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tropas renegadas saquean el congo 5


No se puede entender los problemas y conflictos en el Congo sin considerar la maldición de sus riquezas naturales. Quinta y última entrega. Buscando una solución.
[Lydia Polgreen] Bisie, Congo. El estaño representa una tajada relativamente pequeña del mercado mundial, pero en los últimos años la oferta ha estado tan ajustada que los intentos de parar la minería en Bisie han causado alzas de precios. Este año el gobierno trató de cerrar la mina, pero fue abierta rápidamente por las autoridades locales que temen los costes políticos y económicos de dejar desempleados a miles de mineros y cortar el flujo de dinero hacia un comandante militar renegado y volátil.
En realidad, muchos temen que prohibir las importaciones de estaño del Congo causaría más problemas de los que resolvería.
"Una prohibición general del estaño del Congo es un sin sentido, porque penaliza a millones de personas que dependen del sector", dijo Nicholas Garrett, un experto en minería que ha escrito informes sobre el Congo para el Banco Mundial y otras instituciones. Dejar a esa gente sin trabajo simplemente sería incitarlos a la rebelión, dijo Garrett.
El gobierno ha pedido repetidas veces, a los hombres del coronel Matumo, que dejen la mina. En una orden escrita de agosto de 2007, el coronel Delphin Kahimbi, sub-comandante del ejército en Kivu del Norte, esta provincia, admite que elementos de las fuerzas armadas estaban sacando beneficios de la mina y diseñaron un plan para reemplazar a la brigada renegada por soldados leales. Pero las órdenes no fueron obedecidas nunca, y el control de la mina por parte de la milicia es más fuerte que nunca.
Julien Paluku, gobernador de Kivu del Norte, dijo que el gobierno debe actuar con cautela. Haciendo frente a un general tutsi renegado que tiene bajo sitio grandes tramos de la región, el gobierno podría difícilmente combatir a otra organización armada más, dijo.
"La solución de los problemas toma tiempo", dijo el gobernador Paluku.
Algunos analistas dicen que la situación en Bisie es tan descarada que su misma persistencia es evidencia de la colusión entre la milicia y poderosos políticos.
"A menos que se actúe de inmediato para sacar a estos soldados de la mina de Bisie y procesar a los responsables del saqueo a gran escala de los minerales, sólo podemos concluir que estas actividades son aprobadas por los más altos niveles", dijo en una declaración Patrick Alley sobre la organización anticorrupción de Global Witness, con sede en Londres.
En mayo los senadores Sam Brownback, de Kansas, y Richard J. Durbin, de Illinois, presentaron un proyecto de ley para exigir la certificación de minerales del Congo. "Sin saberlo, decenas de millones de personas en Estados Unidos pueden estar metiendo dinero en los bolsillos de algunos de los peores violadores de derechos humanos del mundo, simplemente por usar un celular o un portátil, dijo en ese momento el senador Durbin, demócrata.
Aquí en Bisie, la vida cotidiana ofrece pocos indicios de que vivamos en la era de la tecnología. Aislados y endeudados, casi ninguno de los trabajadores de la ciudad sabe para qué se usa el estaño.
"Para armas", sugirió Djumas Assualani, 21. "Kalashnikov, bombas. Hacen guerras".
"Es oro", gritó Makami Kimima, 18, que vino a la mina a ganar dinero para volver a la escuela, pero en lugar de eso terminó endeudado. Sus colegas mineros  se burlaron de su ignorancia.
"Es como el oro", dijo, escarmentado. "Va a Estados Unidos. Y China. Y hace rica a la gente".

5 de diciembre de 2008
16 de noviembre de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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