drama familiar continuado
7 de febrero de 2009
En su libro, dado a conocer a mediados del año pasado, el diseñador Piazza se preguntaba por qué su madre, ya fallecida, nunca se hizo cargo de lo que hacía con él su hermano Ricardo. "Mamá lo sabía. Sospechaba. Pero nunca se animó a decir nada. No podía defenderme. Estaba tan paralizada como yo (...) ¿Nunca, durante años, nadie vio nada en una casa que sólo tenía tres dormitorios? (...) ¿Mis maestras no percibieron que yo tenía un comportamiento diferente en la escuela, que era un chico que dibujaba árboles secos y que no hablaba?"
En el libro, como en cada reportaje periodístico, Roberto Piazza reivindica su homosexualidad, a la vez que condena el abuso sexual de niños y niñas. "A partir de mi libro, de lo que yo cuento allí, mi sobrino se animó a contar lo que le estuvo pasando durante muchos años, de los 5 a los 14 años", contó ayer. Sobre su hermano Ricardo, además de considerar "vomitivo" lo que hizo con su propio hijo, opinó que "es una persona que nunca va a cambiar, que nunca va a reconocer lo que hizo. Esas personas no se curan jamás, no sirven para nada".
Si bien la causa contra Ricardo Piazza, por la denuncia de su hijo, fue investigada por el juez Jorge Patrizzi, ahora se encuentra en manos del juez subrogante Pedro Guevara. El titular del juzgado se encuentra de licencia. La primera medida procesal tomada por Guevara, tras la detención, fue realizar un careo entre el padre y el hijo denunciante. Según trascendió, el imputado negó la imputación. De todos modos, se le abrió una causa por "abuso sexual infantil y violación", en su caso agravada por el vínculo.
Roberto Piazza advirtió que no parará hasta que su hermano "pague por lo que hizo". Sobre su caso personal, recordó que con su libro "destapó una olla de una familia en la que nadie quiso hablar". Más benévolo con su madre, el diseñador, en el libro, carga duro contra su padre, también fallecido: "Me decía ‘sos un puto de mierda’ y lo defendía a él (por Ricardo) porque era el mayor, el nene bien de la familia".
Para difundir su historia, el diseñador tuvo que esperar "que mi vieja haya fallecido y esperar que mi papá muera hace siete años". Dijo que pudo romper el silencio "tratamiento psicoanalítico de por medio porque ya no bancaba más seguir callado". Ahora, por su libro, "mi sobrino se animó y otros chicos y chicas, abusados, me escriben para pedir que los ayude".
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