debates en bolivia
22 de febrero de 2009
Viven como han vivido siempre. Todavía trabajan la tierra con herramientas con mangos de madera, seis días a la semana para cultivar su propio alimento. Ocasionalmente venden en el mercado un cerdo o una oveja, pero rara vez salen de sus casas de adobe junto al solitario camino de tierra a lo largo de las fangosas riberas del Lago Titicaca.
Pero con el presidente Evo Morales, dijo Freddy Callisaya Mamani, 18, ahora se siente diferente ser indio en Bolivia.
"Ahora podemos ser iguales a los otros", dijo. "Ahora no habrá más discriminación".
En tres años, Morales ha realizado asombrosas proezas políticas en este país andino, donde pasó de ser un dirigente del sindicato cocalero a primer presidente indígena de Bolivia. Se apoderó de las compañías de petróleo, minas y de telecomunicaciones. Expulsó al embajador de Estados Unidos. Ganó un referéndum revocatorio con dos tercios de los votos. El mes pasado, logró hacer aprobar una nueva constitución que reforzará sus atribuciones y le permitirán otro período de cinco años.
Pero hay un furioso debate en Bolivia sobre si el país está mejor con Morales, especialmente en términos de los problemas indígenas, la economía y la política del gobierno con respecto a la coca.
Los partidarios del presidente dicen que se ha embarcado en un intento histórico de enderezar desigualdades de toda la vida y exaltar a los pobres. Sus rivales, incluyendo a los de las regiones orientales más prósperas que son el hogar de gente de descendencia mezclada o europea, no quieren saber nada ni de su gobierno ni de su programa socialista. Consideran a Morales una réplica del presidente Hugo Chávez o Fidel Castro en Cuba, y lo ven como a un líder autoritario cuyo erróneo plan económico está llevando al país hacia la pobreza.
El alegato dentro de Bolivia refleja las alternativas políticas que ahora compiten por influencia en toda Sudamérica. Presidentes de izquierda de varios países lideran el malestar popular para retar a las elites tradicionales. La crisis financiera internacional ha hecho más urgente el debate, ya que estos presidentes utilizan el derrumbe de las economías del primer mundo para justificar sus medidas.
"La miseria, la pobreza y el desempleo están creciendo, y el capitalismo global es el que tiene, en gran parte, la culpa", dijo Chávez a una multitud de varios miles de personas en un reciente foro social en Brasil al que asistió Morales.
Respeto por los Indios Pobres
Uno de los efectos más claros de los tres años de Morales en el poder ha sido el cambio en la atención del gobierno, aunque sea a veces más de palabra que de hechos, hacia las masas de los indígenas pobres de Bolivia. Para casi el sesenta por ciento de los bolivianos que se describen a sí mismos como miembros de un grupo indígena, su gobierno ha ofrecido algo nuevo: jugarse por el gobierno y confiar en el futuro. Muchos de ellos, incluyendo a los aimaraes, el grupo al que pertenece el presidente, pueden votar sólo desde 1952. Durante su campaña presidencial de 2005, sus partidarios realizaron sesiones de votaciones para enseñar a los campesinos analfabetos a marcar su nombre.
"Este es un país que ha existido en un estado de apartheid de facto durante décadas, siglos, milenios, depende de cómo quieras contarlo", dijo Jim Shultz,
director del Centro Democracia, una organización de derechos humanos con sede en Bolivia. "Para gente acostumbrada a ser marginada, aunque sea la mayoría, ver a alguien que se ve como ellos, que se viste como ellos, que habla como ellos, convertirse en presidente de su país es algo increíble. No puedes subestimar el simbolismo emocional de eso".
Rufo Yanirico, dirigente aimara en el pueblo de Achacachi y miembro de una organización militar indígena conocida como los Ponchos Rojos, recordó que sus maestros en la escuela primaria eran castigados por hablar con los alumnos en aimara. En el pasado, los oficiales militares bolivianos no le daban nunca la mano a un indio, dijo, pero en un festival en Achacachi en diciembre los soldados estaban bebiendo y celebrando con la gente del pueblo.
"Están conscientes de que los movimientos sociales tienen ahora mucha fortaleza", dijo. "Los españoles, que llegaron desde el oeste, nos han gobernado durante quinientos años. Ahora les toca a los aimaraes y quechuas".
La nueva constitución de Bolivia describe varios derechos de los 36 grupos indígenas en el país, incluyendo reservar escaños en el Congreso Nacional y aceptando sistemas judiciales tradicionales separados de los tribunales del país. Mientras que hubo un amplio apoyo a la constitución, algunos dirigentes indígenas dijeron que el documento no incluía lo que ellos querían, especialmente un artículo sobre la reforma agraria.
"No es nuestra causa", dijo Felipe Quispe Huanca, dirigente aimara que criticó a Morales, con un ejemplar de la constitución en la mano. "Queremos nuestro propio estado aimara, totalmente independiente", agregó, describiendo a Morales como "un neoliberal con cara de indio".
Pero para muchos indios, Morales ha dado los primeros pasos. Mamani, de la aldea junto al Lago Titicaca, dijo que los magros ingresos de su familia fueron aumentados por subsidios del gobierno. Han llegado al pueblo excavadoras y retroexcavadoras para allanar el camino de tierra de la comunidad. Aparentemente, alguien está prestando atención.
"Recibimos mucho más ayuda gracias al presidente Evo Morales", dijo.
Incertidumbre Económica
Según algunos medidores, la economía boliviana ha marchado bien en los primeros tres años de Morales. Sobre la base de los entonces altos precios del petróleo y minerales, el valor de las exportaciones bolivianas, que rondaron los mil millones de dólares durante los diez años previos a Morales, subieron agudamente hasta cerca de los cinco mil millones en 2007. Ahora más de siete mil millones de dólares protegen a la economía.
"Creo que Morales ha gobernado estos tres años en una época de extraordinaria prosperidad de una clase que Bolivia no ha visto nunca antes", dijo Carlos Toranzo, economista en La Paz.
El quid del plan económico de Morales, de acuerdo al viceministro de presupuesto del presidente, Emilio Pinto Marín, es distribuir con más equidad los pocos recursos que posee el país y mantener los intereses extranjeros como "socios, no como amos". Con ese fin, Morales nacionalizó la industria petrolera -Bolivia tiene las segundas reservas mundiales de gas natural, después de Venezuela- y empezó a extraer más ingresos de parte de las compañías extranjeras. Y ha dado dinero a los pobres: unos treinta dólares al mes para los ciudadanos de la tercera edad y cerca de treinta dólares al año a jóvenes estudiantes, basándose en programas de gobiernos anteriores.
Pero economistas externos al gobierno predicen que ninguna de esas políticas beneficiará a Bolivia en el largo plazo. La industria petrolera está temblando, los precios de las materias primas se han hundido, y la pobreza -calculada en Bolivia en un sesenta por ciento- no parece estar reduciéndose.
Con las nuevas condiciones del gobierno, las compañías petroleras tienen que entregar en regalías e impuestos entre el setenta y el ochenta por ciento de sus ingresos, dicen expertos de la industria, un tremendo estímulo en dinero para el gobierno. Pero la decisión, junto con estallidos de violencia política y un marco legal fluido, ha ahogado la inversión extranjera.
"Las perspectivas que tenía Bolivia en 2005 para convertirse en un centro energético en el Cono Sur, ahora, algunos años después, ni siquiera existen", dijo Carlos Alberto López, ex ministro de energía e hidrocarburos e investigador en Cambridge Energy Research Associates. "Bolivia se ha convertido en un hoyo negro de energía".
Polémica por la Hoja de Coca
Desde que Morales asumiera la presidencia, la política gubernamental sobre la hoja de coca, la materia prima de la cocaína, ha resultado ser igualmente controvertida y ha estado en el centro de las tensas relaciones de Bolivia con Estados Unidos.
Morales adquirió notoriedad como organizador de los campesinos cocaleros durante la lucha contra los programas de erradicación impulsados por Estados Unidos en los años ochenta y noventa. Bolivia es uno de los principales productores de cocaína del mundo, y ese hecho ha definido la política exterior estadounidense hacia el país durante años.
Morales y otros defendieron su derecho a cultivar coca para sus usos tradicionales -mascarla y hacer una infusión- y lucharon contra la intervención extranjera. El conflicto dejó a miles de civiles, soldados y agentes de policía bolivianos muertos, y Morales mismo fue encarcelado y maltratado.
"De cierto modo, y no lo digo para minimizar la propia capacidad de Evo Morales, pero tenemos que agradecer a Estados Unidos por la presidencia de Evo Morales", dijo Kathryn Ledebur, directora de la Red de Información Andina. "Porque mientras más presionaba o atacaba Estados Unidos, verbalmente o de otro modo, más aumentaba la popularidad de Evo Morales".
Como presidente, Morales convirtió la hoja de coca en un símbolo nacional. La nueva constitución la consagra como un recurso cultural que promueve la "cohesión social". Morales ha aumentado en casi ocho mil hectáreas el terreno que los bolivianos pueden utilizar legalmente para cultivar coca, una medida que los funcionarios del gobierno de Bush consideraron que fomentaba el tráfico de drogas.
El año pasado, Bolivia expulsó al embajador estadounidense, acusado de que estaba conspirando con los opositores a Morales. Morales también expulsó a los agentes de la Autoridad Antinarcóticos (DEA), tras acusarlos de espionaje. El gobierno de Bush dijo que Bolivia no había estado a la altura de sus responsabilidades en la lucha contra las drogas y suspendió las preferencias arancelarias.
Funcionarios de antinarcóticos bolivianos reconocen que la cantidad de cocaína requisada ha aumentado con Morales, de catorce toneladas en 2006 a veintinueve toneladas en 2008. Pero no parece haber la intención de volver a la vieja estrategia de la erradicación.
"Con este gobierno, el cocalero no pelea contra nosotros", dijo el coronel René Sanabria Oropeza, director general de la policía antinarcóticos de Bolivia. Nos dejan hacer nuestro trabajo. Ahora tenemos acceso a todo el país".
15 de febrero de 2009
©washington post
cc traducción mQh
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