discuten impuesto a la prostitución
10 de abril de 2009
Este es el pequeño secreto de Nevada: muchos legisladores quieren que los burdeles legales del estado sigan siendo su secreto.
Qué importa la historia del Estado de la Plata [Silver State] en cuanto a sacar provecho de los tabúes o el dinero potencial que podría aportar un impuesto a la prostitución en el estado. Los legisladores han considerado ocho veces un impuesto semejante, y han reaccionado siempre con la aprensión de un adolescente cuyos padres quieren hablar sobre cómo se hacen los niños.
Pero ahora que Nevada tienen un agujero de casi tres mil millones de dólares en su presupuesto y probablemente importantes recortes en educación y servicios sociales, el senador del estado, Bob Coffin, convocó a una audiencia el martes en Carson City para discutir un impuesto estatal a la prostitución. (Los burdeles ya pagan un impuesto a los ayuntamientos locales).
Aunque sólo por una tarde, los legisladores fueron obligados a reconciliar la Nevada de las madamas y pistoleros con la Nevada de las corporaciones multinacionales.
"¿Hasta dónde llega el orgullo, que nos hace rechazar dinero que nos ofrece un negocio legal?", preguntó Coffin, un demócrata, al iniciarse el debate.
En las siguientes horas, los dueños de burdeles agradecieron a los legisladores que los hubiesen dejado entrar al edificio. Usaron un montón de veces la palabra "respetabilidad". Tres trabajadoras sexuales legales defendieron la propuesta, mientras que la investigadora de la prostitución, Melissa Farley, ridiculizó el asunto como un "acto de proxenitismo legislativo".
Durante el debate algunos legisladores miraron el suelo y se retorcieron en sus escaños. El senador demócrata dijo a la atiborrada sala que su silencio no debía ser interpretado como aprobación.
"No creo que sea algo respetable, y no creo que sea aceptable", dijo. "Pero es legal".
Los burdeles, prohibidos en los condados que incluyen a Reno y Las Vegas, son una dudosa bendición para el estado. Su mera existencia ayuda a Las Vegas a promocionarse como la Ciudad del Pecado [Sin City], y el programa de HBO, ‘Cathouse’, que se rueda en el Moonlite BunnyRanch, en lo esencial publicita las ofertas ilícitas de Nevada. Pero, por ejemplo, cuando el representante Trent Franks (republicano de Arizona) quiso aguijonear al senador Harry Reid (demócrata de Nevada), afirmó erróneamente que Reid apoyaba el proyecto de un ‘tren expreso hacia el barrio rojo’, financiado por los contribuyentes, de BunnyRach a Disneyland.
El deseo de ser reconocidos como respetables lo tienen los dueños de burdeles desde hace tiempo.
Hace una década, dijo George Flint, el legendario cabildero de la Asociación de Burdeles de Nevada, el famoso Mustang Ranch ofreció a los legisladores una fiesta con asado y langostas. Sólo tres legisladores se aparecieron por el lugar.
Aunque muchos dueños de burdeles han apoyado el impuesto -Flint lo llama un "maravilloso seguro de vida"-, nunca pudieron conseguir los votos. Probablemente tampoco ayudó, dijo Flint, que haya bromeado diciendo que los burdeles agradecidos debían colgar en sus paredes una foto del gobernador de entonces.
"La legislatura de Nevada es como un avestruz, y quieren solucionar los problemas metiendo la cabeza en la arena", dijo Eric Herzik, presidente del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Nevada en Reno.
La propuesta de Coffin, Proyecto del Senado 369, impone un impuesto de cinco dólares a los servicios de las prostitutas. La asociación de burdeles calculó que, incluso si los negocios cayeran en picado durante la recesión, los burdeles recibirán unos 365 mil clientes al año. El proyecto también establecería un defensor del pueblo del estado que ayudaría, en parte, a orientar a las trabajadoras sexuales hacia otras profesiones.
La audiencia terminó sin votación, y el proyecto probablemente morirá en el Comité Fiscal del Senado, a menos que los legisladores hagan algo esta semana.
El plan ha provocado toda suerte de desdenes, y algo de interesante lógica.
El gobernador republicano Jim Gibbons dijo a Las Vegas Review-Journal: "No soy partidario de legalizar la prostitución en Nevada. Si pagan impuestos, se les reconocerá su legalidad".
En los años setenta, Nevada permitió que algunos condados admitieran los burdeles, manteniendo su tradición de tolerancia de actividades como el boxeo profesional y las apuestas, que otros estados calificaban como pecados.
Pero desde que se establecieron los burdeles con letreros de neón, la gente ha presionado para volverlos a poner fuera de la ley. (En 2004 el condado de Churchill votó tanto por el presidente George W. Bush como por mantener la prostitución legal -lo último por un margen de dos a uno).
El martes, la audiencia a menudo se desvió al tema de si los burdeles eran un negocio legítimo. Flint contó que era la segunda vez en veinticinco años que sus clientes habían aparecido ante la legislatura.
"Mi cliente es una industria legal, respetable y autorizada", dijo, y otros trataron de convencer de lo mismo a la comisión.
Dennis Hof, dueño de BunnyRanch, dijo: "Somos la profesión más antigua del mundo, y las chicas son profesionales".
Deanne Salinger, que trabaja en el BunnyRanch como ‘Air Force Amy’, dijo: "Si con cinco dólares por persona se pueden recoger dos millones de dólares al año, yo soy partidaria de eso".
Pero Ken Green, que gestiona el Chicken Ranch, reconoció que, pese a los testimonios, el negocio de los burdeles no era exactamente como los otros. Dijo al comité que si se aprobaba el impuesto a la prostitución, preferiría en el recibo de la tarjeta de crédito apareciera con un nombre más sutil.
©los angeles times
cc traducción mQh
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