una rata en apuros
20 de abril de 2009
Más gordo y sin el bigote con que aparecía en las múltiples entrevistas que concedió en la década del ’80, Vallejos tiene hoy el estatus de un forajido. Casi nadie recuerda su antiguo prontuario: legajo Conadep 3157, ex integrante del Batallón 3 de Infantería de Marina (BIM 3) y del servicio de inteligencia naval. En Brasil, apenas debe responder por fraudes en los estados de Santa Catarina y Mato Grosso. El diario Catarinense, citando a fuentes de la Policía Civil, publicó que "se hacía pasar por periodista y vendía anuncios para una revista llamada ‘Municipios’, que no existe".
Cuando lo arrestaron por pedido de un juez del municipio de Quilombo (conocido por sus aguas termales y un paisaje repleto de cerros), en el oeste de Santa Catarina, el represor portaba dos documentos de identidad, uno expedido por las autoridades de aquel estado y otro por las de Río de Janeiro. El nombre de su madre, según el periódico brasileño, figuraba de diferente manera en ambos. Transferido a la cárcel regional de Xanxere, consiguió la libertad rápidamente gracias al juez suplente André Luiz Bianchi y a que el estelionato es considerado un delito menor. En una alvará de soltura (orden para liberar a un detenido) concedida por el magistrado en enero, figuran sus datos personales actualizados: Claudio Vallejos, soltero, periodista, nacido en Buenos Aires, Argentina, el 29 de mayo de 1958, hijo de Antonio María Vallejos y María Bonfilho.
En su raid delictivo dejó víctimas en los municipios de Sao Miguel do Oeste, Xaxim, Abelardo Luz, Faxinal dos Guedes, Dionisio Cerqueira, Aguas Frías, Bom Jesús, Iguazú y Ouro Verde. Su trayectoria como estafador se acerca a los veintisiete años de vigencia, seis menos que el tiempo transcurrido desde que participaba en operativos clandestinos para secuestrar, torturar y hacer desaparecer personas. A Vallejos lo detuvieron por primera vez el 29 de agosto de 1982 y permaneció encarcelado por estafa hasta el 14 de junio de 1984 en la Unidad 16, la vieja cárcel de Caseros destinada al personal de las fuerzas de seguridad. Integrante de un puñado de represores que dijeron arrepentirse sólo para obtener recompensas (Néstor Cendón y Orestes Estanislao Vaello también integran esa lista), el ahora falso periodista y productor publicitario abandonó la Armada en 1979, aunque fue reclutado nuevamente para "cumplir tareas de infiltración en empresas del Estado o que trabajaban para el Estado: Dar Financiera, Darón Argentina... Mi tarea específica era determinar el pensamiento, la ideología de la gente que trabajaba allí, ya fuesen ejecutivos, empleados jerárquicos, ingenieros", según confesó en un extenso reportaje que salió desdoblado el 26 de julio y el 2 de agosto de 1984 en la desaparecida revista La Semana. Acababa de salir de prisión.
Tras cumplir la condena por estafa, denunció que en el Departamento Central de Policía lo había agredido un oficial de la Federal que le reprochó su condición de "quebrado" y lo amenazó con que pagaría las consecuencias afuera. Mostró como prueba de ello un escrito judicial firmado por él y Rafael Alejandro Oliden, el secretario de un Juzgado Federal donde constaban sus dichos.
Vallejos buscó refugio en Brasil a mediados de los ‘80. Allí concedió entrevistas a medios gráficos como las revistas Fatos (Hechos) y Senhor que lo presentaron bajo los títulos "Claudio Vallejos, profesión torturador" y "La historia oficial", respectivamente. Estos artículos son de 1986 y forman parte del archivo del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil. También se prodigó en un largo reportaje que le concedió a la televisión francesa y sus declaraciones recorrieron el mundo.
En la redacción de Senhor, en Río de Janeiro, agentes de la Policía Federal brasileña lo detuvieron mientras concedía un segundo reportaje a ese medio. Tenía 28 años y cuando lo entrevistaba el periodista Mauricio Dias sobre los brasileños secuestrados, torturados y desaparecidos en la Argentina, lo atraparon en un operativo relámpago por la denuncia del abogado de una de las víctimas: Sydney Marques dos Santos.
Beneficiado por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida aprobadas sucesivamente en 1986 y 1987, el represor se procuró una nueva actividad en Argentina. El 1º de mayo de 1988 –así figura en un banco de datos comercial– abrió un bar con servicio de mesas y mostrador en la avenida Libertador 3366, de Bernardo de Irigoyen, en la provincia de Misiones.
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