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el quijote de isla dawson


Pablo Krogh resucita a José Tohá en la película de Miguel Littin. Es la primera cinta de ficción chilena que transcurre en un centro de detención y se estrena el 10 de septiembre. En el paralelo 53 del Pacífico, los jerarcas de la Unidad Popular sobrevivieron a la tortura. Allí también se inició la agonía del que fue amigo y ministro de Defensa de Allende. Éste fue su último acto.
[Gabriela García] Santiago, Chile. En la habitación 303 del Hospital Militar, el cuerpo de José Tohá yace inerte. Pesa apenas 47 kilos y tiene quemaduras de cigarrillos en el cuerpo. Los pies flectados en el piso. Su cuello unido por un cinturón a una cañería que pasa por dentro del maletero de un clóset. Los milicos dicen que el socialista se suicidó. Pero éste es un cuento que medio Chile no se traga, entre ellos Pablo Krogh. "A mí nadie me convence de que él se ahorcó. Con el metro noventa que medía es ridículo. Es una mala ficción de los miembros de la inteligencia, que de brillantes no tienen nada. Más bien eran perros bravos que los tenían adiestrados para morder y matar. Y eso fue lo que hicieron ", sostiene sobre lo ocurrido el 15 de marzo de 1974 con el ministro de Defensa y del Interior de Salvador Allende, a quien encarna en la película ‘Dawson Isla 10’ de Miguel Littin.

Molinos y Dictadores
Más de treinta años después de esa escena macabra, sigue haciendo frío en la base naval de Dawson. Krogh está acostado en el pasto de la quebrada donde estuvo Tohá como prisionero. Gracias al dibujo del arquitecto Miguel Lawner que lleva en el bolsillo, puede imaginar la puerta del campo de concentración y distinguir las marcas de las barracas. Su personaje dormía en la segunda cama de Río Chico, el lugar donde la dictadura encerró a los jerarcas de la Unidad Popular. La piel se le eriza. Ni el hermoso cielo y ni el eterno desfile de nubes que atraviesan el Estrecho de Magallanes han podido limpiar la energía mortífera de la zona que, unos meses antes, el mismo ministro había inaugurado con medios de comunicación incluidos.
Fue justamente una de esas apariciones la que cautivó a Krogh. Con 10 años y sin saber, en ese entonces, su nombre, no pudo borrar de la memoria a quien evoca como un caballero andante. "Recuerdo que la televisión era en blanco y negro y que él estaba siendo entrevistado en inglés por la Cruz Roja. Fue muy mágico ver que este señor delgado, enorme y con esa perita, se parecía muchísimo al personaje de Cervantes que estaba leyendo con pasión", desempolva el actor que ocupó este referente de infancia como soporte de su actuación. "Traté de enfrentarlo con la misma delicadeza y amor que sentí cuando lo vi por primera vez. Puede que haya sufrido mucho, que haya estado enfermo, pero él era un Quijote que luchó por sus ideales, por su visión de país y de sociedad. Su historia es triste, pero no deja de ser la de un hombre fuerte. Él es un ser superior, mágico, intachable", dice con entusiasmo sobre la cinta que llegará a los cines el 10 de septiembre.
Basado en el libro homónimo y biográfico de Sergio Bitar, el filme relata el momento en que una treintena de líderes de la Unidad Popular llegan a la isla ubicada en el paralelo 53 del Pacífico, después del golpe militar de 1973. Allí, autoridades como Orlando Letelier, Arturo Girón, Osvaldo Puccio y Fernando Flores sufren torturas sicológicas y físicas que tenían a José Tohá con 27 kilos menos al momento de fallecer en el Hospital Militar. "Hicieron trabajo forzado, fueron hostigados y vieron morir a algunos de sus compañeros. Pero yo insisto en que la tortura comienza con el bombardeo a La Moneda y con la provocación de la muerte de Allende, sobre todo para mi personaje porque eran muy amigos", afirma sobre el ministro que sobrellevó el encierro recurriendo a lo más humano.
"Todos tenían miedo. Estaban enfrentados a la muerte y extrañaban a sus familias. Sin embargo, se afeitaban todos los días, se lavaban con agua congelada, trataban de cepillarse los dientes y lavar su ropa. Algunos conservan su corbata de principio a fin porque era su forma de mantener la cabeza alta y decir: no nos van a quebrar", cuenta Krogh.

Rey sin Corona
Representante de ese espíritu guerrero era sobre todo José Tohá. Dentro de los jerarcas de la Unidad Popular, éste fue uno de los más respetados, incluso por los opresores. De hecho, cuando el Museo de la Memoria abra sus puertas en la Quinta Normal, entre los objetos privados del ex ministro estará un plato que le regaló Pinochet. "Como él le había entregado a la Armada la Isla Dawson, había, de parte de los que estaban a cargo, un instinto de cuidarlo, incluso dándole menos trabajo que al resto. Los prisioneros se daban cuenta de esto y como sabían que era físicamente más débil, lo protegían, pero no como un enfermo sino como a una suerte de rey al que admiraban", explica el actor sobre el liderazgo innato que terminó por cavar su tumba.
"A José Tohá se lo llevaron con su qué, porque era un ‘agitador’, una amenaza para la dictadura", revela sobre el hombre que lloró en silencio el deceso de Neruda durante su cautiverio. Y que hoy, según Krogh, miraría con preocupación la política actual.
"Dudo que estaría cambiándose de partido como Flores, por ejemplo. Y es que la única forma de que este país evolucione es con verdad y justicia. No con perdón y olvido como nos han hecho creer. En ese sentido, tenemos que ser capaces de ser más generosos, más tiernos para mirar este país. No sólo mirar el bolsillo y ocultar su procedencia. ¡Son nuestros bisnietos los que tienen que ganar! Pero somos tan egoístas que pensamos en nuestros propios intereses. Candidatos presidenciales, diputados, senadores, alcaldes, Concertación, derecha, todos caen en el mismo error, así como encuentro inconcebible que los políticos se estén cambiando de partido como si fuera de casa. El caso de Flores por ejemplo", dice con ganas de que Chile abra las venas de su memoria histórica. Ese almacén de recuerdos que la mente ha desactivado por temor a que el dolor altere su funcionamiento.
"Nuestra memoria es tan frágil que tres días después de la muerte de Pinochet, salieron todos a alentar a Colo Colo. Todos se olvidaron de los asesinatos, torturas, fechorías de Pinochet, así de precarios somos. ¡Me niego a pensar que Chile sea solamente gente viendo realities o programas de farándula!", agrega sobre un país que de vez en cuando se estremece.
Como en 2003 en la misma Isla 10, cuando una delegación de ex presos políticos encabezados por Sergio Bitar revisitó su cautiverio. En representación de José Tohá estaba su hija, vocera del actual gobierno. Carolina Tohá recibió conmovida unos mitones que su padre le regaló al artesano magallánico Alfonso Mancilla cuando iba rumbo al Hospital Militar. Fue la manera en que el rey inició su despedida.

31 de agosto de 2009
©la nación
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