dictador hondureño da largas
15 de octubre de 2009
"El diálogo sobre este punto ha sido cordial y ambas partes hemos alcanzado importantes avances", señaló un comunicado oficial.
Según adelantó el mismo Micheletti, una de las diferencias que aún separa a los zelayistas y los golpistas es qué órgano estatal debe autorizar la restitución de Zelaya. "Están pidiendo que sea el Congreso el que determine si puede regresar o no, pero éste es un asunto legal, definitivamente es de la Corte Suprema de Justicia", comentó ante las cámaras de televisión el dictador.
Si ése fuera el único punto en discordia, significaría que las dos partes aceptaron, al menos como principio, la vuelta de Zelaya a la presidencia hondureña. Pero al caer la noche los golpistas también destruyeron esa ilusión. "Micheletti dijo que él no estaría de acuerdo con que fuera el Congreso el que restituyera a Mel, pero eso no importa porque no es lo que se está discutiendo. En la mesa de diálogo todavía no se acordó la restitución de Zelaya", le explicó a este diario el vocero del Palacio de Gobierno, César Cáceres.
Más allá de los rumores y las versiones periodísticas, lo único que se sabía con certeza anoche era que los dos equipos de negociadores habían llegado a un acuerdo, después de una semana de discutir. El texto incluye los puntos ya consensuados –gobierno de unidad nacional, renuncia a la amnistía general y a una eventual Asamblea Constituyente, respeto a las elecciones generales de noviembre y una comisión verificadora internacional, que investigue lo sucedido en Honduras y haga cumplir el acuerdo– y agregaron la frutilla de la torta: la restitución del presidente constitucional.
El texto fue bautizado como el Plan Tegucigalpa y los detalles quedaron solamente entre los seis negociadores y los círculos íntimos de Zelaya y Micheletti. Sin embargo, dentro de la resistencia zelayista ya comenzaron a recolectar los votos de los diputados nacionales para garantizar la aprobación en el Congreso, si el acuerdo sale hoy, cuando vence el plazo impuesto por Zelaya la semana pasada. Necesitan que 65 diputados levanten la mano y anulen la resolución que aprobó ese mismo pleno hace más de tres meses. La madrugada que los militares echaron a Zelaya del país en piyamas, la mayoría de los diputados aprobó su destitución y nombró como su reemplazante a Micheletti.
Según una fuente zelayista que se encarga de negociar con los diputados, al cierre de esta edición contaban con el apoyo seguro de 27 legisladores y habían empezado a hablar con la segunda bancada, la del Partido Nacionalista. Esa fuerza política es la favorita para quedarse con la presidencia en las próximas elecciones y, por eso, están tan interesados como los zelayistas en encontrar una solución. "Si se logra la restitución de Zelaya, se pueden realizar las elecciones y las respetaremos", recordó Tomé, uno de los asesores que acompaña al presidente derrocado en la embajada brasileña, en el corazón de Tegucigalpa.
Pero mientras algunos sectores golpistas están coqueteando con la idea de cerrar un acuerdo y normalizar la situación para dar luz verde a las elecciones, los políticos y militares que ocupan el Palacio de Gobierno no muestran fisuras ni dudas. "Hasta este momento no hay ningún acuerdo final en torno de este punto y en el día de mañana (jueves) los equipos de negociaciones retomaremos el diálogo", sentenció Micheletti a la tarde, destruyendo las esperanzas de un acuerdo inmediato.
A tal punto la intransigencia de la dictadura era palpable ayer, que el presidente Zelaya salió a repetir que está dispuesto a renegociar el texto que había sido consensuado hacía apenas unas horas. "Si hay cambio en el texto se vuelve a la mesa y se vuelve a discutir", reiteró el hombre que hace más de cien días intenta recuperar su cargo.
Hacia la noche ya era evidente que no había un acuerdo cerrado. Hoy los dos equipos de negociadores se volverán a reunir frente a la mesa de diálogo en un céntrico hotel en Tegucigalpa.
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