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horrores de villa baviera


Los horrores que siguen vivos en Villa Baviera. Por primera vez, Georg Laube cuenta las torturas contra niños alemanes al interior de Colonia Dignidad y la impunidad de los victimarios que hoy deambulan libres. Acá una crónica sobre la lucha de él y Heinz Kuhn para que alguien los oiga, en español o alemán. Hasta ahora, ni la justicia chilena ni en Berlín quiere enfrentar esta realidad.
[Luis Narváez] Noche de verano en Parral, 1970. Al interior, el campo se prepara para las cosechas. Hombres y mujeres, familias de campesinos, descansan para enfrentar la dura jornada. Aki tiene 8 años. A diferencia del resto de los niños que viven en el sector, no logra conciliar el sueño. Tiene miedo. Está desnudo y acostado de espaldas, dibujando con la mirada los detalles de un techo que no puede ver. Una lámpara que cuelga de una viga ilumina la sala común. Sus amigos y otros niños -unos 12- yacen tendidos en la misma posición que él, petrificados, con las manos pegadas al cuerpo sin poder moverse ni decir nada. Algunos se han orinado y sólo el olor interrumpe la lectura bíblica de la celadora. La mujer -de falda larga, pelo en moño, manos rudas y zapatos bajos- cierra el libro negro, deja los anteojos sobre el escritorio y se para en dirección a ellos. De un solo tirón hace saltar del catre al pequeño, que en sollozos le anuncia al resto lo que ninguno de ellos quiere oír.
La ‘Neukra’ (anexo del hospital) era una instalación ubicada a un costado del Hospital de Villa Baviera. Poco se sabe de lo que allí ocurrió. Como casi todo lo relacionado con los horrores sufridos por los alemanes que allí vivieron, ha pasado inadvertido dado el interés por esclarecer los crímenes cometidos contra chilenos durante la dictadura.
Estos hechos no se han investigado en 40 años. Los torturadores conviven hoy con sus víctimas dentro de un régimen que, en el papel, aparece como integrado a la legislación chilena.
Heinz Kuhn (78), un ex colono que se fugó de la Colonia Dignidad en 1968, durante los últimos 25 años se ha dedicado a denunciar los horrores que padecieron sus compatriotas y enfrentó personalmente a Schaefer.
"No es posible que en plena democracia no se le haya dado justicia ni reparación a mis compatriotas que hasta hoy viven con miedo y con los traumas que les dejó el tiempo que vivieron esclavizados por Paul Schaefer. Nadie responde por ellos", denuncia Kuhn.

Horrores
Pese a las ofertas de su gobierno para irse a Europa tras su fuga, Kuhn decidió quedarse. A él se debe el éxito de los escapes más emblemáticos registrados en la década de 1980. Pero los costos han sido altos: dos de sus hijos murieron. Posteriormente, estando integrado a la comunidad de Los Ángeles, donde reside, la sociedad local le dio vuelta la espalda debido a la influencia que el jerarca de la colonia tenía entre el empresariado y las autoridades dictatoriales locales de la época. Sólo hace algunos días, después de todo este tiempo, el Club Aéreo de la ciudad le rindió un homenaje por su aporte a la organización, a la que pertenecía en aquellos tiempos.
Para Heinz, los horrores que vivieron los alemanes en la colonia no son tan diferentes de los que padecieron millones de judíos en la Alemania nazi.
"Esta semana se conmemoraron los 65 años de la liberación de (el campo de concentración) Auschwitz y todas las potencias mantienen su rechazo respecto a los crímenes cometidos allá. Pero no se han preocupado de que en Chile, ciudadanos alemanes fueron esclavizados, abusados, torturados y asesinados con experimentos durante más de 45 años y nadie hace nada por repararnos", dice con rabia el viejo alemán, a quien le han negado una pensión de gracia.
Con actitud de padre, Kuhn ha ido y venido clandestinamente desde la Villa Baviera, para mantener contacto con algunos de los cerca de 130 alemanes que aún viven allá.
Kuhn organizó diferentes fugas y por ello acumuló antecedentes de la participación de la DINA en este recinto, bajo el mando de Manuel Contreras y otros. Entre los datos inéditos que recopiló, existe una lista de los autos de los prisioneros desaparecidos, 14 en total, entregada por uno de los fugados y que finalmente fueron encontrados en 2004.
Tras colaborar con publicaciones en revistas nacionales, donde dio a conocer los atropellos contra chilenos y colonos alemanes y los abusos contra niños, fue hostilizado al punto de tener que ser protegido por policías. Su labor secreta, incluso, lo llevó a trabajar mucho tiempo con el Departamento V de Asuntos Internos, que investigaba violaciones de los derechos humanos, y con el FBI.
Durante los ’90, desfilaron autoridades por su casa buscando información sobre desaparecidos en la colonia.
Un hijo suyo ayudó a financiar pasajes para colonos fugados y también trabajó con senadores y diputados, ayudando a las familias chilenas que tenían hijos abusados sexualmente por Schaefer.
Kuhn sostiene que "con la dilatación de los diferentes procesos judiciales hasta hoy, estas familias aún no reciben indemnización y ningún ayudante activo del depravado Schaefer está tras las rejas". Pese a su avanzada edad, Kuhn hasta hoy busca que el gobierno alemán ayude a los alemanes que fueron víctimas de abusos sexuales y torturas. "Yo quiero que muchos de ellos sean escuchados, al menos una vez en su vida, ante un grupo de alemanes encargados de los derechos humanos. Escribí muchas cartas a diferentes autoridades en Berlín. Pero nada pasa hasta hoy. Qué lástima", concluye Kuhn.

Sin Familia
Aki tiene hoy 48 años. Sólo hace unos meses decidió salir del enclave. "Me torturaron, me aplicaron electricidad por mucho tiempo siendo un niño, me encerraron. Cuando tenía siete años me hacían trabajar como animal, en pleno sol de verano, y nuestros vigilantes nos pegaban con látigos en la espalda desnuda cuando no rendíamos. Era con muy poca comida y poco agua. sufrimos mucho de sed y hambre", recuerda.
Su verdadero nombre es Georg Laube. Llegó a Chile en 1962, siendo un bebé. Sus padres eran férreos seguidores de Schaefer. La prueba de lealtad quedó inmortalizada en una imagen a la entrada del Juzgado de Parral, cuando periodistas y reporteros gráficos creían que habían fotografiado por primera, en 40 años, a Schaefer. Pero no era él, sino el padre de Georg, quien se hizo pasar por el ex cabo nazi del Ejército alemán.
Nunca vivió con sus padres ni con sus hermanas. Aún tiene tatuado en su cuerpo y su mente los años de dolor, castigos, golpes de electricidad y las lagunas de recuerdos provocadas por drogas que le inyectaron. Muchos recuerdos y traumas que se quedaron en la Neukra.

Por Primera Vez Da una Entrevista
¿Cuál es su primer recuerdo de Paul Schaefer?

Yo tenía cuatro años y estábamos jugando con amigos y unas niñas. De pronto, Schaefer apareció delante de todos los niños en calzoncillos. Eso me dio mucho asco. Con seis años me llevaron a la oficina de Schaefer y ahí estaba él. Me dijo que me parara frente a su escritorio y él fue a sacar de un cajón un bastón y me comenzó a pegar. ¡Me pegó tan fuerte! Yo me caí y él seguía pegándome. Me pegó hasta que se cansó. Después tenía que sacarme toda mi ropa y él tenía un equipo de electricidad y me puso corriente en todas partes: en los testículos, cabeza y partes blandas, fue muy cruel.

¿Qué recuerdos tiene de su familia?
Nunca tuve una familia. Yo me recuerdo que siempre estaba con los otros niños castigados y nunca nos mezclábamos con los padres ni con los hermanos. A mi hermana Edith no la he visto desde hace 15 años, aunque vivía cerca, y en 30 años no he hablado ni una palabra con ella.

¿Qué edad tenía para el golpe de 1973?
Yo tenía 12 años y escuchábamos a los más grandes hablar sobre los terroristas, de los comunistas.

En ese tiempo, ¿sabían de prisioneros políticos en la Colonia?
Sí, claro. Se veían llegar camiones militares y camionetas y vehículos de la DINA. Todos amigos de Schaefer.

¿Cómo le consta que eran prisioneros?
Después de la Neukra me mandaron a la sastrería y me obligaban a dormir encerrado en ese lugar. La sastrería estaba arriba de la Kartofelkeller (bodega de papas) y a partir de una noche comencé a escuchar mucho movimiento de personas en una especie de subterráneo que allí existe. Por las noches eran increíbles los gritos. Escuché golpes y gritos muy fuertes de personas que sufrían y era evidente que eran chilenos por cómo hablaban. En los gritos me di cuenta de que estaban torturando con corriente, porque a nosotros nos pasó lo mismo. Yo tenía mucho miedo, pensando que un día me llevarían allí.

¿Alguna vez pudo ver los rostros de estas personas?
Nos tenían prohibido salir. Pero una vez que pude salir, fui a mirar. Vi varias veces a alemanes andando con un balde de lata y una tapa de madera con un botón rojo. Yo pensaba que allí las víctimas hacían sus necesidades. Los alemanes eran Karl van den Berg, Johann Spatz y Heinrich Neufeld. Después, por curiosidad, fui a ver y me di cuenta de que el lugar (bodega de papas) estaba transformado en varias piezas con paredes de madera, igual como las de la Neukra. En una pieza estaba un dormitorio con varias camillas y duchas.

¿Este lugar fue utilizado para torturarlos a ustedes?
No, allí nunca nos llevaron. En mi caso, me torturaron en varios lugares, pero el peor de todos fue la Neukra, donde estuve dos años. Allí pasé mi peor período.

¿Qué pasaba en ese lugar?
Nos encerraban y nos hacían acostarnos en unas camas que estaban ordenadas en fila, en una gran sala iluminada por una lámpara. La guardia nos puso algodón en el oído y un paño negro sobre la cabeza. Así teníamos que dormir desnudos, de espalda y los brazos pegados al cuerpo. No nos podíamos mover, porque si no, nos pegaban fuerte. No pasé ni una noche sin corriente en el cuerpo y siempre en los genitales y tan cruel. Parece que a los torturadores les gustaba mucho ver sufrir los niños. Una vez me llevaron afuera al baño, me echaron en el suelo y dos hombres grandes con dos equipos de corriente me pusieron en todo el cuerpo diciéndome "chancho de mierda". Tenía los ojos vendados con una toalla y la boca tapada con otra. Siempre diciéndome que si gritaba me lo harían diez veces más.

¿Fueron las únicas veces? ¿Hasta cuándo duró esto?
Una vez me echaron en plena noche en una tina, en el mismo lugar, con agua fría y además me pusieron corriente en el cuerpo hasta que el cuerpo se puso azul por tanto frío. Las torturas y golpes fueron hasta 1990. Allí fue la última vez que me pegaron.

¿Y los niños-víctimas dónde están?
Todo este grupo está fuera de la colonia, en Alemania o en el sur de Chile. Ninguno ha denunciado a alguien de los victimarios. Salieron de la colonia con las manos vacías. Algunos con hijos y varios no pudieron tener hijos por las torturas. Los jerarcas han logrado que nadie se atreva a denunciarlos. Cuando se fue Schaefer, empezaron a pedir perdón y dijeron que nadie debía tocar el tema otra vez, si no, Dios nos iba a castigar fuerte. Por mala conciencia, nadie se atreve. Y ellos terminan su vida tranquilos en la misma Colonia Dignidad.

¿Quiénes eran los que torturaban a los niños?
Gert Muecke, Karl van den Berg, Irenios Nikolai, Heinrich Hempel, Manfred Skrabs, Reinhard Döring, Helmut Seelbach, Hanz-Jürgen Blank, Klaus Scholz. Y de las mujeres: Ursula Schwöll, Helene Skrabs, Gesa Kunde,Ruth Gert y varios más. Y las víctimas de la Neukra fueron Werner Schmidtke, Reinar Schmidtke, Andreas Schmidke, Karl-Heinz Schmidtge, Bernd Schaffrik, Gert Spatz, Joachim Zeitner, Hartmut Zeitner, Hrald Lindemann, Werner Schaak y Georg Laube. Rolf Schaffrik y Manfred Schaffrik los cuales que ya murieron.

La Salida
¿Nunca pensó en escapar?

Durante mucho tiempo lo pensé, pero entre el miedo y no tener a nadie afuera me hizo postergar la decisión. Y pensaba que si yo me arrancaba sería un traidor, como Judas traicionó a Jesús y me iría derecho al infierno.

¿Y finalmente por qué decidió irse?
Porque el sistema anterior sigue, pero más escondido. Los hijos de los fieles de Schaefer (jerarcas) tienen el poder ahora y no aguantan a nadie que no sea fiel a la línea antigua. Y todos los que piensan que son revolucionarios, chilenos o adoptados, los echan a un lado. Formaron un círculo muy cerrado de fieles como si fueran seleccionados de Dios. No es posible que en la nueva jerarquía haya personas procesadas por abuso sexual, como Günther Schaffrik, que hoy es director en el holding de Cerro Florido y Abratec. Yo creo que esto no debería ser.

31 de enero de 2010
©la nación 
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