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conmoción tras suspensión de juez


El magistrado español fue sancionado por su investigación de la fosas comunes y los crímenes de la dictadura. Ante la decisión del cuerpo judicial, la indignación se hizo carne en miles de manifestantes que se volcaron durante la tarde en las grandes ciudades a manifestar frente a los tribunales de justicia y la sede del Partido Popular.
[Óscar Guisoni] Madrid, España."Ustedes, fascistas, son los terroristas", "Garzón, amigo, el pueblo está contigo", "Queremos justicia". Los manifestantes espontáneos que ayer acudieron a la sede madrileña de la Audiencia Nacional no se ahorraron broncas ni emociones cuando por la tarde Baltasar Garzón abandonó su puesto de trabajo, luego de que le notificaran su suspensión por parte del Consejo General del Poder Judicial. Mientras los grupos franquistas como Falange y el sindicato ultraderechista Manos Limpias valoraban positivamente la medida y hablaban con suma hipocresía de "un triunfo de la sociedad", la indignación se hacía carne en miles de manifestantes que se volcaron durante la tarde en las grandes ciudades a manifestar frente a los tribunales de justicia. El día más negro de la Justicia española estuvo plagado de tensiones.
El predecible linchamiento público al que sus propios colegas han sometido a Baltasar Garzón por haberse atrevido a abrir una investigación sobre los crímenes del franquismo tuvo su primer acto en horas de la mañana, cuando se reunión el Consejo General del Poder Judicial. La asamblea había sido convocada de urgencia durante el transcurso de la semana gracias a la movilización de los vocales conservadores, que no ahorraron prisas para llevarla a cabo antes de que se le diera el visto bueno a Garzón para marcharse al Tribunal Penal Internacional en calidad de asesor del fiscal Luis María Ocampo, una puerta de salida digna que sus enemigos no están dispuestos a concederle.
El único objetivo de la reunión del CGPJ era suspender a Garzón, por lo cual la reunión se llevó a cabo en un clima de gran tensión, sobre todo en las horas previas, ya que los vocales progresistas intentaban por todos los medios garantizar la salida del juez a La Haya, mientras que la derecha judicial no quiere ni oír hablar de ponerle semejante alfombra roja bajo los pies.
Al mismo tiempo que los vocales del CGPJ estaban reunidos, se activaban las redes sociales, que durante los últimos meses han sido las plataformas donde se desarrolló el mayor activismo a favor del magistrado de la Audiencia Nacional. En Facebook, las asociaciones de la Memoria Histórica y ciudadanos de a pie comenzaron a convocar a manifestaciones espontáneas apenas se hizo patente que el Consejo se disponía a suspender a Garzón de sus funciones. En Twitter, el tag #Garzón llegó a ser a lo largo del día uno de los diez trending topics (los temas más comentados) en todo el mundo y la mayor parte de las marchas que se hicieron a lo largo y ancho del país fueron convocadas a través de esta herramienta.
Luego de dos horas de deliberaciones, el CGPJ adoptó por unanimidad la decisión de suspender al juez de sus funciones, la única medida que según los especialistas podían tomar luego de que el juez Luciano Varela le hubiera iniciado el proceso oral el martes pasado. En medio de la reunión hubo una tentativa inútil del sector progresista para que el Consejo Permanente, el órgano que toma las decisiones del día a día dentro del CGPJ, diera su visto bueno a la marcha de Garzón a La Haya. Lo único que lograron es que esa decisión quedara aplazada, solicitando informes al Ministerio de Relaciones Exteriores, al propio Tribunal Penal Internacional, a la Fiscalía General del Estado y a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo para que den su opinión sobre si procede otorgarle a Garzón este beneficio mientras está siendo procesado.
Mientras tanto, en la Audiencia Nacional, Garzón se encontraba en su juzgado tomando declaraciones a un empresario vinculado con una trama de corrupción cuando a las 13.19 recibió una llamada del secretario general del CGPJ, Celso Rodríguez Padrón, para comunicarle que había sido suspendido. A esa hora se encontraban ya en la Audiencia muchos de sus compañeros, jueces, asistentes, simpatizantes, que habían acudido a brindarle su apoyo. Desde la calle llegaba una algarabía de manifestantes que expresaban a los gritos su indignación por lo ocurrido mientras cortaban la calle frente a la Audiencia.
Un rato más tarde, Garzón abandonó el juzgado. Se acababan de ese modo más de veintidós años de servicio en los que el juez alcanzó dimensión internacional al procesar a dictadores como Augusto Pinochet y notorios jerarcas de la dictadura argentina. Una vez en la calle, seguido por un par de custodios que no lo dejan ni a sol ni a sombra –el juez ha sido amenazado por ETA y tiene poderosos enemigos en las redes del narcotráfico y del terrorismo islámico, fruto de sus investigaciones durante las últimas dos décadas–, Garzón se encaminó a su vehículo, saludando tímidamente con su mano a los manifestantes, pero guardando la compostura y la frialdad que caracterizan sus gestos en público. Pero cuando ya parecía que se marchaba, dejó abierta la puerta de su coche y volvió hacia atrás para fundirse en un emotivo abrazo con sus compañeros. Ahí estaba los jueces Santiago Pedraz, Fernando Grande Marlaska y Fernando Andreu, de los pocos colegas de profesión que se animaron a brindarle su apoyo eludiendo las envidias y enconos del resto del mundillo judicial. Estaban también sus colaboradores más cercanos, las secretarias que no podían contener las lágrimas y los fiscales y abogados asiduos de la Audiencia que no quisieron dejar pasar este día sin estar su lado. Un grupo de enardecidos manifestantes preocuparon por su efusividad a los custodios del magistrado, pero el juez se saltó los protocolos y los miedos sin disimular su emoción. Eran las dos de la tarde de un día frío y ventoso en Madrid. El día más oscuro de la Justicia española desde la muerte del dictador Francisco Franco.
Al caer el sol se multiplicaban los manifestantes frente a los edificios del Poder Judicial y ante la sede del Partido Popular, que apoyó sin disimulos el proceso, al tiempo que voces prestigiosas en todo el mundo se pronunciaban a favor del juez y un grupo de artistas e intelectuales anunciaban la grabación de un corto publicitario que se emitirá por televisión para llamar la atención sobre lo que algunos no han dudado en llamar "un auténtico golpe de Estado judicial, un episodio oscuro que deja por los suelos la credibilidad internacional de la Justicia española. Y para que la llama de la indignación no se apague, los familiares de las víctimas del franquismo anunciaban por la noche que a partir de ahora comenzarán a manifestarse semanalmente frente a la Puerta del Sol en Madrid, emulando a las Madres de Plaza de Mayo. Como decía la cadena de SMS que arrasó en los teléfonos celulares durante la tarde, "Para que Franco no se vaya de rositas".

15 de mayo de 2010
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