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quiénes son los usurpadores


columna de lísperguer
Arrecian críticas contra senador Girardi por no permitir el desalojo violento de manifestantes en el Senado.

El senador Girardi simplemente impidió un mal mayor. De haber intervenido la policía, hoy tendríamos mujeres y hombres apaleados, quizás uno o dos niños asesinados a balazos por la espalda y niñas manoseadas y ultrajadas por carabineros en los buses policiales. Con esto, Girardi se gana el respeto y el respaldo de la ciudadanía.
Pero la intervención de los manifestantes en el Senado en Santiago tiene también una dimensión simbólica que no se debe desdeñar. El gobierno quiere eludir su responsabilidad, y justificar de manera encubierta su intención de proteger el lucro en la educación y seguir protegiendo el despojo de nuestros recursos naturales y destruyendo el típico paisaje chileno, enviando proyectos de ley al Congreso, pese a que las organizaciones ciudadanas le habían pedido que las escuchara primero. Vale decir, el gobierno quería arreglarse los bigotes con los políticos por encima de la ciudadanía. Los manifestantes se apersonaron para decirles precisamente eso, e insistir en que fueran tomados en cuenta. Los ciudadanos no tienen muchas oportunidades de hacerse oír y esa era una ocasión. Quizás no es la mejor estrategia, pero es efectiva en cuanto deja en claro para todo el mundo, también para el extranjero, que este conflicto se deriva sobre todo de la falta de legitimidad de la clase política chilena, fundamentalmente porque nadie elige a esos políticos, que se eligen a sí mismos (como Escalona o Larraín, por ejemplo) o se hacen nombrar candidatos (los otros, lo que asegura su elección o reelección). Ningún senador o político chileno es realmente elegido, ni siquiera los que reciben los votos como primeras mayorías. (Esto porque fueron candidatos nombrados por las directivas de sus partidos y no en primarias abiertas y democráticas. El voto ciudadano sólo ratifica una decisión tomada a espaldas de la ciudadanía.)
Chile no es una democracia y los ciudadanos están hartos. El único modo de recuperar la paz social y que los ciudadanos acepten decisiones tomadas por el Congreso es que este Congreso sea elegido democráticamente, de modo que sus decisiones sean aceptadas aun si no nos gustan. En las condiciones actuales, eso es imposible. Por eso la única solución a corto y largo plazo es derogar el sistema binominal y rescribir la Constitución, para lo cual se hace indispensable convocar a una asamblea constituyente. Recuperar la democracia es la única solución, y sería bueno que todos, izquierda y derecha, se comprometiesen en ello sin trampas ni engaños.
Porque lo que dejó claro la arremetida ciudadana en el Senado es que no son los ciudadanos los usurpadores, sino los políticos que estaban en el edificio, que vienen usurpando la voluntad y representación ciudadana desde 1990. A los dirigentes ecologistas y estudiantiles los eligen al menos sus propias plataformas. A los senadores y diputados no los elige nadie. El edificio del Senado, si pertenece a alguien, es al pueblo, no a una clase política autocrática que carece de toda legitimidad.
lísperguer

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