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querían que otan se quedara


Nuevo presidente interino libio pide a la OTAN que se queda hasta fines de 2011.
[David D. Kirckpatrick y Rick Gladstone] Trípoli, Libia. El presidente interino libio declaró el miércoles que había pedido a la OTAN que prolongue el patrullaje aéreo en diciembre y envíe más asesores militares, pese a su declaración oficial el domingo de que tras el asesinato del coronel Muamar al-Gadafi el país había sido liberado.
Mustafa Abdel-Jalil, presidente del Consejo Nacional de Transición de Libia, hizo estas declaraciones en la reunión del grupo ‘Amigos de Libia’ el miércoles, que contó con la presencia del príncipe heredero de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani.
"Hemos pedido a la OTAN que se quede hasta fin de año, y ciertamente cuenta con la legitimidad internacional para permanecer en Libia para proteger a los civiles contra los partidarios de Gadafi", dijo en una entrevista con el canal de televisión pan-árabe Al Yazira el presidente interino, Mustafa Abdel-Jalil, que encabeza el Consejo Nacional de Transición.
"Gadafi todavía tiene partidarios en los países vecinos y tememos que sus seguidores pueden lanzar ataques contra nosotros e infiltrar nuestras fronteras", dijo. "Necesitamos apoyo técnico y adiestramiento para nuestras tropas en el terreno. También necesitamos equipos de comunicaciones y inteligencia aérea para vigilar nuestras fronteras".
Abdel-Jalil fue entrevistado mientras asistía a una conferencia sobre ayuda a Libia en Doha, Qatar. Sus declaraciones se producen en momentos en que la OTAN se prepara para poner un fin formal, en unos días, a sus operaciones en Libia y el país entra en una peligrosa nueva fase tras el derrocamiento de Gadafi.
Los bombardeos aéreos de la OTAN permitieron una disparatada alianza de milicias paramilitares indisciplinadas y apenas organizadas derrotara a las fuerzas de gobierno libio en una sangrienta guerra civil que duró ocho meses. Pero los líderes civiles de los ex rebeldes todavía no han unificado sus heterogéneas milicias bajo un mando único, y la petición de Abdel-Jalil de que la OTAN envíe asesores militares puede tener como objetivo hacer frente a ese reto.
La credibilidad del Consejo Nacional de Transición se ha visto debilitada por sus inverosímiles explicaciones por el aparente asesinato del coronel Gadafi después de su captura la semana pasada. Y las facciones ideológicas y geográficas entre los rebeldes todavía tienen que ponerse de acuerdo en la formación de un nuevo gabinete interino, incluso mientras el primer ministro Mahmoud Jibril se prepara para dimitir en un mes.
"Debo decir que será difícil para todos los libios ponernos de acuerdo en una persona para el cargo de primer ministro", reconoció Abdel-Jalil en la entrevista, aunque agregó que el consejo de transición disponía de "varias opciones".
"Espero que podamos dar con alguien que cuente con el respaldo de la mayoría de los libios", dijo.
La semana pasada los ministros de la OTAN fijaron tentativamente el lunes como el fin de sus operaciones militares en Libia, que fueron ejecutadas bajo los auspicios de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para proteger a los civiles libios de las represalias de las fuerzas militares del coronel Gadafi durante el conflicto.
Los ministros de la OTAN habían programado encontrarse el miércoles en Bruselas para fijar la fecha final, pero pospusieron abruptamente esa reunión hasta el viernes, presumiblemente para considerar la petición de Abdel-Jalil.
Qatar, uno de los primeros países árabes en reconocer a la coalición de los paramilitares anti-gubernamentales, también revelaron por primera vez el miércoles que habían desplegado cientos de sus propios soldados en Libia para ayudarlos.
En una entrevista durante la conferencia sobre la ayuda en Doga, el jefe del estado mayor de Qatar, el general Hamad bin Ali al-Atiya, dijo que Qatar había "dirigido el adiestramiento y operaciones de comunicación" de los paramilitares anti-Gadafi en Libia, informó la Agence France-Presse.
Anteriormente, Qatar había declarado que sólo estaba proporcionando apoyo aéreo, agua, armas y cientos de millones de dólares en otro tipo de ayuda para los milicianos. La disposición de Qatar a jugar un rol agresivo en el conflicto interno libio constituye una inusual desviación de la política exterior qatarí.
Muchos rebeldes mostraron una especial gratitud a Qatar, incluso ondeando banderas qataríes junto con su propia bandera rebelde en algunas ciudades en las montañas de Nafusah al occidente del país. Algunos liberales libios, sin embargo, han albergado sospechas, sugiriendo que los conservadores en el gobierno qatarí pueden haber orientado su adiestramiento y recursos hacia los fundamentalistas entre los rebeldes, como Abdel Hakim Belhaj, un combatiente rebelde adiestrado en Qatar que emergió como el jefe del consejo militar en Trípoli.
Entretanto, el gobierno interino libio continuó el miércoles la persecución de Seif al-Islam el-Qaddafi, uno de los hijos del coronel y heredero aparente que ahora es el último miembro de la ex familia gobernante todavía prófugo. Entre los otros hijos del coronel Gadafi, Mohammed, Saadi y Aisha han huido a países africanos vecinos. Dos de sus hijos, que dirigían milicias del gobierno, Khamis y Muatassim, fueron asesinados.
Circularon el miércoles informaciones no confirmadas de un funcionario del gobierno interino libio de que Seif al-Islam podría entregarse a la Corte Penal Internacional, que lo ha acusado de crímenes de guerra. Pero otros funcionarios y la corte dijeron que no disponían de esa información.
Hablando a condición de permanecer en el anonimato por temor a represalias de las fuerzas anti-gadafistas, una persona próxima a la familia de Gadafi dijo que era muy improbable que Seif al-Islam se entregara en estos momentos.
[David D. Kirkpatrick informó desde Trípoli; Rick Gladstone desde Nueva York. Adam Nossiter contribuyó desde Trípoli.]
29 de octubre de 2011
26 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

en áfrica lloran muerte de gadafi


Mientras Occidente celebra el brutal fin de Gadafi, en África sub-sahariana lloran su muerte.
[Josh Kron] Nairobi, Kenia. Para ellos, su violento fin fue otro triste capítulo en la prolongada historia de la intervención de las potencias occidentales en asuntos africanos.
"Somos el uno por ciento que no está celebrando", dijo Salim Abdul, que ayuda en la administración de una importante mezquita en la capital de Uganda bautizada en honor del ex líder libio, que proporcionó el dinero para construirla.
"Él adoraba a Uganda", dijo Abdul en una entrevista en la mezquita, en Kampala. Observó que el coronel Gadafi se había comprometido a pagar los salarios de los veinte empleados durante los próximos veinte años. "Su muerte significa que todo esto acabó", dijo Abdul.
El viernes alrededor de treinta mil personas se agolparon en la mezquita para rendir tributo al líder asesinado, de acuerdo a medios locales en Uganda.
El diario Daily Monitor, un importante periódico independiente de Uganda, informó que el jeque Amir Mutyaba, ex embajador ante Libia, lloró mientras contaba a seguidores que el coronel Gadafi había "muerto como héroe". Agregó que "Alá lo bendecirá" y "los excavadores de petróleo extranjeros serán castigados", una probable alusión a la extendida idea de que las potencias occidentales intervinieron en Libia debido principalmente a sus recursos petrolíferos.
En Nigeria, el país más poblado de África y con la mitad de su población musulmana, un senador declaró en medios locales que el coronel Gadafi "fue uno de los más brillantes líderes africanos que hemos tenido". Y un ex líder de una milicia nigeriana, que dijo que en el pasado había sido financiado por el coronel Gadafi, dijo a la Agence France-Presse que la muerte del ex líder libio "será vengada".
El corone "derramó su sangre como un mártir para volver a encender el fuego de la revolución en todo el mundo", dijo Mujahid Dokubo-Asari, el jefe miliciano. "Todo el planeta se levantará contra esto".
El coronel Gadafi asumió el poder en 1969 como un ideólogo de veintisiete años, que emuló al presidente Gamal Abdel Nasser, de Egipto, y concentró su energía en dirigir el renacimiento del pan-arabismo. Para el cambio de siglo, sintiéndose rechazado por sus colegas árabes, volcó su atención hacia el África sub-sahariana en el sur. Usó su propio dinero, así como el de financieras estatales, para construir mezquitas, hoteles y compañías de telecomunicaciones.
También intervino en la política de otros países africanos -al menos una docena de golpes o de intentos de golpe en el continente se atribuyen a su apoyo.
Uno de los numerosos y presuntuosos títulos que se otorgó a sí mismo fue el "rey de reyes de África".
Con el tiempo, sus esfuerzos le ganaron muchos aliados africanos, y cuando estalló la rebelión contra él este año, la Unión Africana demoró meses en reconocer al consejo rebelde como la autoridad política del país.
Hubo informes al principio de la rebelión de que el coronel Gadafi había introducido a combatientes de países africanos [en el conflicto] y los había utilizado como mercenarios, pero los periodistas encontraron pocas evidencias de que hubiera mercenarios en la revuelta.
Mientras los enemigos del coronel Gadafi empiezan sus esfuerzos por reconstruir el país [arrasado por los bombardeos de la OTAN], muchos en el continente siguen enfurecidos por el traspaso de poder, en gran parte debido al apoyo militar que prestó la OTAN a los ex paramilitares.
En Zimbabue, donde el presidente Robert Mugabe digirió una guerra de liberación contra el régimen de la minoría blanca que terminó en 1980, un portavoz de la presidencia dijo que el coronel Gadafi sería recordado allá por su apoyo a la lucha por la independencia de Zimbabue y despotricó contra la intervención extranjera en asuntos africanos.
"El gobierno no puede aceptar el derramamiento de sangre como modelo para el cambio político en el continente", dijo George Charamba, el portavoz. "Más todavía cuando esa sangre se derrama por instigación de potencias extranjeras".
Zimbabue, por supuesto, ha tenido sus propios enfrentamientos con Occidente, debiendo soportar intensas críticas por las sangrientas y desacreditadas elecciones de 2008. "Como una cuestión de principios", dijo Charamba, "Zimbabue no cree que sea el deber de Occidente decirnos quiénes son nuestros amigos y quiénes nuestros enemigos, quiénes los guapos y quiénes los feos".
Incluso algunos africanos que dijeron que no apoyaban necesariamente al coronel Gadafi mostraron su consternación por el modo en que fue asesinado y dijeron que había dejado un importante legado.
"Nunca fui partidario de Gadafi, pero me emociona el modo en que murió", dijo Manny Ansar, director de un popular festival musical anual en Mali. "Lo queramos o no, tenemos que reconocer que fue uno de los más grandes líderes africanos que influyeron en varias generaciones, incluyendo la mía, y que encontraron en la constancia y coraje de sus posiciones lo que buscamos en un héroe: orgullo".
28 de octubre de 2011
22 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

libia en manos del terror islámico


En Libia encuentran decenas de cadáveres con tiros en la cabeza. Mientras el mundo observó las imágenes de las muertes de Muammar Khadafi y su hijo Mutassim, poco se dijo del destino de los leales al coronel. En un hotel que estuvo en manos rebeldes se pudo ver una escena dantesca.
[Kim Sengupta] Misrata, Libia. Los muertos habían sido tirados en los jardines de un hotel abandonado. Muchos de los asesinatos habían sido llevados a cabo con tiros a la cabeza; algunos ya estaban heridos cuando tuvieron lugar las ejecuciones: algunos tenían las manos atadas en la espalda. Casquillos de balas y de bombas y charcos de agua de las cañerías rotas completaban la escena de venganza contra los leales al régimen.
Mientras el foco internacional se situó en las muertes de Muammar Khadafi y su hijo Mutassim y el despliegue de sus cadáveres, poco se sabe del destino de aquellos que estaban con el dictador libio en su último refugio, su ciudad natal de Sirte. El descubrimiento de 53 cadáveres en el hotel Mahari y otros diez tirados en una represa cerca revelan una idea de lo sangriento de la situación.
No ha sido posible asegurar quién fue responsable de las muertes en la represa. Pero el hotel había estado en manos de los rebeldes, para entonces las fuerzas del nuevo gobierno, cuando se cree que tuvo lugar la masacre entre el 14 y el 19 de octubre. Los charcos de sangre habían manchado el suelo debajo de los cuerpos, había cartuchos usados desparramados alrededor sugiriendo que un escuadrón de fusilamiento había estado trabajando.
Ayer, Mustafa Abdul Jali, el jefe actuante del gobierno del país, el Consejo Nacional de Transición (CNT), cedió a la creciente presión desde el exterior y ordenó una investigación de los disparos de Muammar y Mutassim Khadafi después de que se hubieran rendido. Las autoridades en Misrata, donde sus restos fueron exhibidos durante cuatro días, anunciaron ayer que el show finalmente había terminado.
Human Rights Watch, que descubrió la evidencia de la masacre del hotel en Sirte, ayer pidió una investigación más amplia. El director, Peter Bouckaert, dijo: "Lo que sucedió fue bastante malo. Si el CNT no examina a fondo este crimen incitará a creer que aquellos que lucharon contra Khadafi pueden hacer cualquier cosa sin temor a ser procesados. Existe la evidencia para sugerir que algunos de los fusilados eran prisioneros".
El CNT pudo sacar a Khadafi del poder, en gran parte con la ayuda de las fuerzas extranjeras, incluyendo Gran Bretaña. Una vocera de la cancillería británica dijo anoche de las matanzas de Mahari: "Condenamos las violaciones a los derechos humanos perpetrados por cualquiera de los lados y esperamos que el CNT investigue a fondo todas las acusaciones de abuso cometidas por sus fuerzas, y que lleva a los responsables a que den cuenta de sus actos".
Los rebeldes que estuvieron en el Mahari querían ser recordados. En la entrada, en las habitaciones y en las paredes exteriores estaban escritos los nombres de muchos de ellos. No se sabe si los combatientes de esos grupos estaban presentes cuando tuvieron lugar las matanzas.
[Traducción de Celita Doyhambéhère.]
25 de octubre de 2011
©the independent
©página 12

la masacre de abu salim


La cárcel de Abu Salim en Trípoli, donde hacer quince años fueron masacrados mil doscientos reos fundamentalistas, se está convirtiendo en un símbolo de la crueldad de Gadafi y en un memorial a las víctimas.
[Patrick J. McDonnell] Trípoli, Libia. El alcaide no dejó lugar a dudas: pasara lo que pasara fuera de las murallas de la prisión donde las balaceras y explosiones de la creciente insurgencia destrozaban regularmente la tranquilidad de la noche,  la libertad no era una opción.
"Si ganamos, se quedarán por el resto de sus días", dijo el hombre, un funcionario del gobierno de Moamar Gadafi al que los reos sólo conocían por el nombre de Khalifa. "Si perdemos, los mataremos."
Parecía indiferente ante cualquiera de las dos posibilidades.
Khaled Abu Harber, un doctor de veintisiete años capturado transportando medicinas para los rebeldes, pensaba que era un hombre condenado. "No pensaba que alguno de nosotros fuera a quedar con vida", recordó.
Entre los últimos sitios en Trípoli en caer en agosto en manos de los rebeldes que pondrían fin al régimen de Gadafi después de 42 años, se encontraba la cárcel de Abu Salim, una ominosa ciudadela en el borde sudoeste de la ciudad.
Abu Salim era más que una cárcel: era una personificación en ladrillo y mortero del caprichoso poder de un dictador sobre sus súbditos. Los conductores evitaban acercarse a ella, como si pudiera atraerlos hacia su malévolo campo gravitacional.
Pero la notoria cárcel también jugó un papel en la rebelión que finalmente derrocó a Gadafi. Y mientras los libios empiezan a reconstruir su sociedad, está asumiendo un nuevo rol como una suerte de memorial a las víctimas de Gadafi y un cauto recordatorio de cómo puede torcerse una revolución.
"Todo el mundo aplaudió cuando la revolución de Gadafi derrocó al rey", dijo Abdul Rahman Shengheer, abogado y ex reo de Abu Salim, refiriéndose al golpe militar que expulsó al rey Idris. "Todos pensábamos que Gadafi nos haría libres. Pero mira lo que pasó. Tenemos que asegurarnos de que no se vuelva a repetir."
Mucho antes de que el tambaleante régimen libio lanzara una desesperada redada de sospechosos de ser rebeldes y simpatizantes, abultando la población de Abu Salim, la penitenciaría era conocida como un infame depósito de humanidad y patio de ejecuciones.
En junio de 1996, según organizaciones de derechos humanos y sobrevivientes, cerca de mil doscientos reos fueron asesinados después de un motín que enfureció a Abdullah Senussi, cuñado de Gadafi y durante largo tiempo el jefe de seguridad de Libia. Senussi está todavía prófugo.

Anwar Haraga, 49, un informático que vive ahora en Manchester, Inglaterra, dice que sobrevivió por suerte. Cuando estalló el motín, llevaba siete años en Abu Salim, probablemente debido a que usaba barba y se vestía como islamita, dijo. Los que dirigieron la revuelta en la cárcel, dijo, eran libios que habían luchado contra la Unión Soviética en Afganistán [en la rebelión anti-soviética dirigida por Osama bin Laden]. En la época, Gadafi consideraba a los fundamentalistas como su más grande amenaza.
Los reos, que estaban indignados por las limitadas visitas familiares, malas condiciones de vida y por el hecho de que estaban encarcelados sin juicio y otras quejas, tomaron de rehén a varios gendarmes, se hicieron con las llaves y abrieron las puertas de las celdas, de acuerdo a testigos.
Senussi se apresuró para llegar a Abu Salim y prometió atender las quejas de los reos, logrando que volvieran a las celdas, contaron testigos.
Haraga era uno de más de doscientos reos de un pabellón que no pudieron abrir las celdas, y cree que es la razón por la que todavía están vivos. Fueron trasladados a un ala separada y a la mañana siguiente les sirvieron un opíparo desayuno. Entonces empezaron a oír tiros -múltiples al principio, y separados luego, los que según Haraga fueron interpretados por los sobrevivientes como tiros de gracia de los otros reos. El tiroteo duró más de dos horas, dijo.
"Tus hermanos están muertos", le dijo a Haraga un gendarme.
Finalmente fue dejado en libertad en 2000, se reunió con su novia que lo había esperado durante once años y reanudó sus estudios en Inglaterra. Ahora tiene cinco hijos.
Versiones de testigos compiladas más tarde por Human Rights Watch y una organización de la oposición libia, dicen que los reos fueron agrupados en varios patios interiores y que los gendarmes les dispararon desde los tejados.
El gobierno de Gadafi no reconoció nunca completamente esas muertes. Durante años, la desaparición de los reos fue una tema tabú. Pero las familias exigieron aclaraciones, llegando incluso a realizar protestas públicas, lo que era una iniciativa peligrosa en la Libia de Gadafi.
En febrero, la policía libia detuvo a un abogado de Bengasi, Fathi Terbil, que trabajaba para familiares de Abu Salim. La indignación por la detención del abogado, combinada con el ejemplo de las rebeliones de la Primavera Árabe en los vecinos Túnez y Egipto, contribuyeron a espolonear el movimiento de protesta del 17 de febrero de 2011, que más tarde se convirtió en una revuelta armada.
Abu Harber, el doctor capturado transportando medicinas; Shengheer, el abogado calvo detenido por brindar asistencia material a los rebeldes; y Haraga participaron en la lucha de diferentes maneras.
El doctor y el abogado se encuentran entre los miles de sospechosos detenidos en los últimos y caóticos días del régimen. Entretanto, Haraga volvió clandestinamente a Libia y se unió a los rebeldes.
Cuando Haraga finalmente volvió a su ciudad natal, lo hizo con los rebeldes que entraron a la capital desde las montañas occidentales de Libia. Después de meses de lucha, las defensas libias se derrumbaron con sorpresiva rapidez.
Sin embargo, en esas semanas finales los reos de Abu Salim no sabían cuándo ni si serían liberados. La prisión era un mundo en sí mismo.
El aislamiento empezaba cuando los detenidos eran introducidos con una capucha cubriéndoles el rostro, desnudos y esposados, contó Shengheer. Un "comité de recepción" los golpeaba metódicamente y eran obligados a repetir lemas a favor de Gadafi.
"¡Moamar es tu amo!", gritaban los gendarmes en una avalancha de abusos verbales. "¡Perros! ¡Ratas! ¡Traidores de la OTAN!"
Finalmente, contó Shengheer, fue desatado, le pasaron un uniforme de presidiario y fue alojado en una celda de cinco por cuatro metros con otros nueve presos, muchos de ellos también profesionales, miembros de las clases educadas y empresarios de los que Gadafi desconfiaba. Muchos de ellos se habían desconectado de la retórica revolucionaria del líder.
Cada día, dijo Shengheer, los reos eran alimentados con una comida, normalmente un plato de cuscús y una botella de un litro y medio de agua. El abogado dijo que durante sus setenta días en Abu Salim, nunca salió de la celda infestada de ratas, y nunca vio la luz del día. Esperaba nerviosamente el temido interrogatorio.
"Sabíamos que el único modo de salir era en una bolsa de cadáveres o liberados por los rebeldes", dijo Shengheer durante una entrevista en su casa en un barrio de clase media en Trípoli.
Durante los interrogatorios, los reos eran coaccionados con golpizas, descargas eléctricas y otras formas de tortura para que revelaran los nombres de sus contactos con los rebeldes, dijeron sobrevivientes. Algunos entregaban nombres de personas que había salido del país o que ya se encontraban con los rebeldes.
Abu Harber dijo que después de que fuera detenido, fue llevado a una comisaría donde un interrogador disparó con un rifle Kalashnikov hasta que el cañón empezó a quemar y luego lo apretó contra su piel. El doctor dice que entregó a los interrogadores el nombre de un rebelde que se encontraba en Túnez y lejos del alcance de la policía libia.
Sin embargo, Abu Harber dice que los policías hicieron algo inesperado: llevaron al padre del hombre, un ex coronel de ejército de 75 años. Los agentes colgaron al viejo por sus pulgares frente a Abu Harber, lo golpearon y aplicaron descargas eléctricas en sus manos y orejas.
El doctor contó que la víctima fue finalmente liberada y que huyó del país. Espera encontrarlo y ofrecerle sus disculpas.
Pero Shengheer no fue interrogado nunca. Incluso la notoriamente efectiva policía secreta libia fue superada por los acontecimientos. Con detenidos en todas partes, la policía no tuvo tiempo para interrogar a todos los que se hacinaban en Abu Salim y otras cárceles.
El 24 de agosto algunos reos temían que los rebeldes que irrumpían en Abu Salim fueran gendarmes que se disponían a asesinarlos. Pero los gendarmes habían huido. Los últimos reos de Abu Salim de la era de Gadafi fueron liberados.
Desde entonces la ahora desierta prisión ha asumido un nuevo rol como monumento a la injusticia vivida durante las décadas del régimen de Gadafi y un sitio de peregrinación para los ex reos y familiares de los que fueron asesinados en 1996.
La semana pasada el gobierno provisional del país declaró que había encontrado la fosa en la que fueron enterradas las víctimas de la masacre de 1996 en un árido tramo del desierto fuera de las murallas de la cárcel. Tomará meses, probablemente años, para excavar los restos y completar los análisis de ADN.
"Sabemos que nuestros hermanos están enterrados en alguna parte", dijo Haraga, que visitó la prisión hace poco para pensar en los acontecimientos de hace quince años y en el milagro de los últimos meses.
"Me siento como un hombre nuevo en un país nuevo", dijo.
24 de octubre de 2011
1 de octubre de 2011
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer

conmoción por asesinato de gadafi


La ONU, Amnistía Internacional y el gobierno ruso exigen una investigación. La organización de DD.HH. dijo que el asesinato de Khadafi podría constituir un crimen de guerra. La ONU pidió que se determine si Khadafi fue muerto en combate o si fue ajusticiado. Rusia dice que se violó el tratado de Ginebra.
Mientras la muerte de Muammar Khadafi hizo las delicias de algunos líderes occidentales, otros se manifestaron contra lo que tildaron de una expresa violación a los derechos humanos. La voz cantante la llevaron Naciones Unidas, Amnesty International y Rusia. La organización pro derechos humanos dijo que el asesinato de Khadafi podría constituir un crimen de guerra. En ese sentido, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, dijo ayer que la ejecución del fundador de la Jamahiriya (República de Masas) constituyó una violación al tratado de Ginebra. Por su parte, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU pidió ayer a través de su vocero que se determine si Khadafi fue muerto en combate o si fue ajusticiado.
"Nosotros creemos que hay necesidad de una investigación. Se necesitan más detalles para determinar si murió en alguna forma de enfrentamiento o si fue ejecutado tras su captura", dijo el vocero del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Rupert Colville. En ese mismo consejo se había conformado un panel independiente para investigar abusos en Libia durante la revuelta contra Khadafi, que incluye al presidente de la Corte Penal Internacional (CPI), Phillipe Kirsch. En las últimas horas un alto funcionario del Consejo Nacional de Transición (CNT) confirmó la llegada a Trípoli de una delegación de la CPI para investigar la muerte del coronel. Este organismo había pedido la detención del segundo hijo del coronel, Saif al Islam, por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la represión de las tempranas protestas. Cuando Trípoli cayó ante el asedio de los rebeldes, el vocero del régimen mandó al diablo a la CPI al ser consultado sobre su pedido de captura. En Ginebra, Colville no confirmó si el panel recomendará una investigación formal a nivel nacional o internacional.
El cadáver de Khadafi, exhibido en un frigorífico de Misrata como trofeo de guerra, aún no recibió sepultura. Los peritos quieren determinar qué ocurrió en el momento intermedio entre que las imágenes de su captura lo muestran vivo y luego muerto. "Los dos videos de teléfono celular que aparecieron, uno de él vivo y otro de él muerto, son, juntos, muy perturbadores", dijo Colville.
En los primeros videos caseros que registran el momento en que Khadafi está con vida, se ve a los rebeldes llevándolo a la rastra, golpeando e insultándolo. Un ensangrentado Khadafi forcejeaba con ellos, tropezando, gritando y resistiéndose, mientras los combatientes lo subían por la fuerza a la caja de una camioneta, con la aparente intención de pasearlo como trofeo tras su captura a las afueras de Sirte. El otro material del que se dispone es del coronel ya sin vida sobre el pavimento. El cadáver fue paseado sobre el capot de un auto por Misrata.
"Si el coronel Khadafi fue asesinado después de su captura, constituiría un crimen de guerra y sus responsables deberían ser juzgados por ello", dijo ayer Claudio Cordone, uno de los directores de AI. La organización advirtió al CNT que se necesita llevar a cabo una investigación transparente sobre la muerte de Khadafi, y respaldó a la ONU y la CPI. "Si las nuevas autoridades libias son incapaces de garantizar una investigación imparcial e independiente, ésta debería ser llevada a cabo por organismos internacionales como la CPI o la ONU", dijo AI en el comunicado. El primer ministro libio, Mahmud Jibril, había informado en un primer momento que Khadafi había sido herido gravemente en la cabeza durante un tiroteo, mientras que otras fuentes del CNT dijeron que se desangró camino al hospital o que fue asesinado por soldados después de su captura. A la luz de las desinformaciones, AI le pidió al CNT una investigación transparente. "La nueva Libia debe construirse sobre el respeto a los derechos humanos y la justicia, no en la venganza por los errores del pasado", aseveró Cordone.
Mientras tanto el canciller ruso también pidió una investigación exhaustiva. "Debemos apoyarnos en los hechos y los tratados internacionales", dijo Lavrov. "Aquéllos establecen que un actor capturado en un conflicto armado debería ser tratado de cierta manera. Sea como fuere, un prisionero de guerra no debería ser ultimado", aseguró el alto funcionario. Moscú ya venía anticipando su postura al vetar en el Consejo de Seguridad un paquete de sanciones contra Siria. En aquella oportunidad, el presidente Dimitri Medvedev aclaró que no quería en Damasco un escenario similar al de Libia, en donde las facultades de la OTAN para proteger vidas civiles se tornaron en una incursión bélica para derrocar al declarado enemigo de Occidente.
El interés de Rusia también es comercial. Una de las preocupaciones pasa por saber si las nuevas autoridades respetarán los acuerdos rubricados durante el período de Khadafi. Además del intercambio de armamento y petróleo, el Ferrocarril Ruso se había asegurado un contrato de 2000 millones de libras esterlinas para construir una ruta que conectara Sirte con Benghazi.
El otro Brics que vetó el paquete de sanciones contra el presidente sirio Bashir al Assad había adoptado con el caso libio una postura similar durante los meses que duró el conflicto. China rehusó apoyar a los rebeldes y fue muy crítico con la incursión bélica de la OTAN.
"Una nueva página se escribirá en Libia", arriesgó ayer la vocera del Ministerio de Exteriores, Jiang Yu. Una actitud más morigerada comenzó a hacerse ostensible hacia el final del conflicto, que se vio reflejada en los medios estatales, que al comienzo se referían a Khadafi como el hombre fuerte del mundo árabe y finalmente terminaron tildándolo de demente.
El mandatario de Venezuela siempre mantuvo su apoyo al régimen y no tardó en decir que a Khadafi se lo recordará como un mártir y recordó la amistad de larga data que los unía. El líder bolivariano dijo que mientras se encontraba en Cuba, Fidel Castro le había anticipado la suerte de Khadafi. Otro país latinoamericano en repudiar su muerte fue Ecuador. El vicecanciller, Kintto Lucas, dijo se trata de un caso de asesinato extrajudicial. "El gobierno de Ecuador repudia toda violación de los derechos humanos que se siga cometiendo por una parte o por la otra y a los bombardeos de la OTAN", aseveró.
22 de octubre de 2011
©página 12

retos de la transición en libia


El cruento asesinato del coronel Gadafi subraya las dificultades que deberá enfrentar el nuevo gobierno. El país se encuentra al borde de su autodestrucción en ruta a convertirse en un estado fallido.
[David D. Kirkpatrick] Túnez. Como la huida del dictador de Túnez o el juicio del de Egipto, la captura el jueves en la tarde del coronel Moamar al-Gadafi cautivó al mundo árabe, creando una renovada sensación de poder y esperanzas. Pero las fotografías de su cadáver ensangrentado que circularon momentos después en celulares y pantallas de televisión morigeraron rápidamente esa euforia, haciendo recordar los numerosos conflictos no resueltos que ha desencadenado la Primavera Árabe.
"Esto no es justicia", dijo el activista sirio Mustafa Haid, 32, mientras miraba las transmisiones de Al Yazira en una oficina de Beirut. El coronel Gadafi debería haber sido llevado a juicio, sus delitos debiesen haber sido investigados, Libia debe reconciliarse para tener confianza en la ley, dijo, como si todavía esperara algo mejor de la rebelión regional que empezó con pacíficas demostraciones de unidad nacional en Túnez y El Cairo.
En toda la región, el sangriento fin del coronel Gadafi nos ha vuelto a recordar la creciente conciencia de los retos que deben ser superados: el equilibrio entre la venganza y la justicia, entre la impaciencia por obtener trabajo y el lento ritmo de la recuperación económica, entre la fidelidad al islam y la tolerancia de las minorías, y entre la necesidad de estabilidad y el impulso a derrumbar los pilares de los antiguos gobiernos.
"Es un camino difícil para todos nosotros porque nuestra guerra es contra nosotros mismos", dijo Ahmed Ounaies, ex embajador tunecino que fue brevemente ministro de Relaciones Exteriores después del derrocamiento del presidente Zine el-Abidine Ben Ali. "Tenemos que respetar nuestros valores, nuestras aspiraciones, nuestro presente, contra todo el pasado que hemos vivido. Es una prueba difícil, y el éxito no es seguro."
El camino de Libia es de muchos modos el más tortuoso de las revoluciones norafricanas. Cuando el coronel Gadafi llegó al poder hace 42 años, Libia estaba dividida entre tres provincias apenas confederadas y decenas de tribus insulares. Convirtió a Libia en una sola nación, construida en torno a su propio y bizarro culto a la personalidad. No levantó ninguna institución nacional; insistió en que Libia era una democracia directa de comités populares que no necesitaban ningún gobierno -que pudiera amenazar su poder.
Incluso después de que huyera de Trípoli, la persecución para capturarlo servía como un pegamento que mantenía unida a la incierta confederación de las brigadas locales que derrocaron su gobierno. El gobierno provisional en Bengasi, incapaz de resolver la lucha entre varios centros de poder por posiciones de gobierno, pospuso la redistribución prometida hasta después de la captura del último bastión y escondite del coronel Gadafi, Sirte, lo que quiere decir que ahora deberán reanudar esa tarea.
"Libia va a pasar por momentos terribles", dijo Lisa Anderson, una politóloga que estudia a Libia. "Durante largo tiempo, lo que los unió fue una especie de morbosa fascinación con Gadafi, y hasta ahora todo el mundo pensaba, hasta que vieron su cadáver, que casi podría volver, como un vampiro", dijo Anderson, que es presidente de la Universidad Americana en El Cairo. Pero cuando la euforia atempere descubrirán que "no tiene ninguna institución creíble en todo el país", dijo. "No tienen nada que los una."
Túnez, preparada para celebrar sus primeras elecciones libres el domingo, puede ser el estado árabe en mejor posición para una transición exitosa hacia una democracia liberal. Entre los factores a su favor está el hecho de que es un país con una población relativamente pequeña y homogénea de doce millones de habitantes, con niveles de educación comparativamente altos, una amplia clase media, fuerzas armadas apolíticas, un movimiento islámico moderado y una larga historia como una identidad nacional unificada.
Pero con la remoción del conservador Ben Ali, la élite tunecina se ha dividido encarnizadamente por muchas de las cosas que Libia deberá enfrentar pronto, especialmente el papel del islam en su nueva sociedad, legislación y gobierno. En los últimos días de la campaña electoral, el partido liberal laico más grande ha prometido tratar de formar una coalición de gobierno que excluya a los islámicos, mientras el líder de los islámicos dijo que los miembros de su partido "ocuparán las calles" si creen que les han robado las elecciones.
Ni Túnez ni Egipto han resuelto las frustraciones de los ejércitos de jóvenes desempleados que participaron en las revueltas por razones económicas, no para luchar por las libertades civiles. En la atribulada ciudad de Kasserine al sur de Túnez, por ejemplo, muchos dicen que se sienten tan desilusionados por la falta de cambios -el desempleo- desde la revolución, que ya no piensan votar.  "¿Quieren que yo vaya a votar para que ellos puedan obtener un escaño?", dijo Mabrouka Nbarki, 43, cuyo hijo de diecisiete fue uno de las decenas de jóvenes asesinados en Kasserine durante la revuelta.
"¿Por qué debería votar yo?", dijo, sollozando. "No tiene sentido."
Su hijo de siete años, dijo, soñaba con crecer para ser agente de policía de manera que pudiera llevar a la justicia al que mató a balazos a su hermano mayor. Pero el hijo menor murió de fiebre; su madre cree que fue la angustia.
Egipto, además de sus niveles mucho más altos de pobreza y analfabetismo, también está luchando contra profundas tensiones religiosas. Su movimiento islámico está dividido entre facciones ansiosas de incorporar los códigos morales islámicos en el código civil y otras comprometidas con la tolerancia liberal. El debate abierto sobre el futuro del país ha agregado tensiones con su minoría cristiana cóptica, que conforma cerca del diez por ciento de la población.
Luego está la contradictoria situación de las fuerzas armadas de Egipto. Aunque proporcionó el tipo de estructura nacional para un cambio de gobierno del que Libia carecía, sigue aferrándose al poder desde el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak, lo que ha llevado a muchos a preguntarse si fue una "revolución" o un "golpe". La mayoría de los actores políticos cree que los militares quieren algunas garantías de su autonomía e influencia bajo el nuevo gobierno civil.
"La gente que veía los beneficios de esto al principio, ahora están empezando a ver los costes", dijo Anderson, de la Universidad Americana de El Cairo. "Todos tendrán que decidir qué parte de esos costes podrán soportar, incluyendo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas".
Sin embargo, los militares parecían estar interesados en una negociación gradual "en un tipo de gobierno más civil", dijo, observando que "nunca renunció nadie al poder sin negociación".
Algunos en la región dicen ahora que esperan que el éxito de la rebelión libia con el derrocamiento del coronel Gadafi sin la ayuda de una institución como las fuerzas armadas egipcias, y por la fuerza de las armas antes que por persuasión moral, podría reforzar a los activistas en las violentas luchas en otros países, especialmente Siria y Yemen.
El presidente Ali Abdullah Saleh, de Yemen, con su débil estado, fragmentado ejército nacional y fuertes lealtades tribales, puede ser la analogía más cercana a Libia –menos el petróleo, dijo Paul Sullivan, politólogo de Georgetown.
"La brutalidad del régimen de Assad en Siria y el régimen de Saleh en Yemen todavía se sienten", dijo. "Pero con la muerte de Moamar al-Gadafi, la luz al final del túnel es mucho menos tenue".
O, agregó, Libia podría seguir el camino de Yemen hacia el caos. "Libia todavía puede convertirse en un estado fallido", dijo.
Sin embargo, Ounaies, el ex embajador tunecino, argumentó que, de cierto modo, el gobierno del coronel Gadafi preparó al pueblo libio para evitar ese destino. "Ahora están todos bien preparados para no aceptar el gobierno de un líder o de un partido único", dijo.
"Y esta experiencia de liberaciones desde dentro es en sí misma una experiencia de unidad e integración nacional", dijo. "A través del martirio, a través del sacrificio, a través del heroísmo, han construido una unión fuerte, una Libia fuerte, y eso es muy importante para la construcción de una nación".
[Anthony Shadid contribuyó al reportaje desde Beirut, El Líbano, y Heba Afify desde El Cairo.]
22 de octubre de 2011
20 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

de vuelta a clases en libia


Tratando de adaptarse a una realidad todavía en construcción.

[Kareem Fahim] Trípoli, Libia. Las aulas de la escuela secundaria Albor de la Libertad estaban vacías. Los maestros caminaban apesadumbrados en el patio o intercambiaban chismes en los pasillos. Un pequeño grupos de aburridos adolescentes se reunieron en el teatro e incubaron un plan para convencer a sus compañeros de que volvieran a la escuela.
La revolución era el problema, pensaban. Apenas semanas después de la entrada en Trípoli de las fuerzas rebeldes, su barrio, Abu Salim, siguió siendo un bastión de apoyo al depuesto líder libio, el coronel Moamar al-Gadafi. Los hijos de los gadafistas -incluyendo a los adolescentes que fueron reclutados o que se habían presentado voluntariamente al servicio militar- tenían poco interés en aprender sobre la historia de la rebelión, o el nuevo himno nacional, dijeron sus amigos.
La solución estaba en los volantes, dijo Osama Mohamed, un chico de quince que llevaba una chaqueta marrón y dirigía el comité de adolescentes. "Dirán: ‘A los niños de Libia. Por favor vuelvan a la escuela. Queremos que Libia progrese.’"
Mientras el país se tambalea al borde del precipicio del cambio, los retos de Libia quedaron crudamente aparentes en las escuelas de Trípoli, particularmente aquí en Abu Salim. En las últimas semanas, los educadores, llenos de las habituales esperanzas y temores del nuevo año escolar, abrieron sus puertas a una confusa nueva realidad. Para deshacer la rígida y dogmática malla curricular del coronel, los maestros encontraban orientación solamente en un delgado folleto con instrucciones de funcionarios del gobierno interino.
Barrios como Abu Salim, donde las heridas de la guerra civil aún están abiertas, se enfrentaron a su prueba más dura. La semana pasada, las divisiones del barrio eran evidentes en los que volvían a las escuelas recién reabiertas y sus maestros, alertas ante inminentes problemas sociales incluso en momentos en que se concentraban en urgentes necesidades de todos los días.
A los maestros, independientemente de sus simpatías, se les pidió blanquear la propaganda del gobierno derrocado. Los consejeros cuyo único rol había sido tomar la asistencia, se preparaban para el trabajo con los jóvenes combatientes que volverían del frente. Los directores de escuela idearon modos para reparar las murallas agujereadas por proyectiles de artillería.
Y se rasgaban las vestiduras por las inscripciones de la era de Gadafi, hechas por los alumnos en decenas de pupitres: "Dios y Moamar y Libia y eso es todo", decía uno, repitiendo el lema más popular de los partidarios del coronel. "Abajo Sarkozy", escrito en un pupitre, expresaba la oposición del estudiante a los patrocinadores extranjeros de los rebeldes.
La adaptación fue más fácil en otras partes de la ciudad, como Tajoura, que era sólidamente anti-Gadafi. En esas zonas los estudiantes volvieron a las escuelas en mayores números. Pero Abu Salim fue el escenario de un feroz enfrentamiento durante la batalla por Trípoli, y los administradores de las escuelas dicen que los padres simplemente pueden estar con miedo de dejar que sus hijos salgan de casa.
Además, las escuelas en Trípoli se están concentrando hasta enero en revisar las lecciones existentes, no las nuevas mallas curriculares, para permitir que escuelas en otras partes del país que cerraron sus puertas durante la guerra, se pongan al día.
De acuerdo al director, Mohamed Melek, el primer día de escuela el sábado llegaron más de cien estudiantes para celebrar el Aniversario de la Escuela Secundaria de la Venganza, el nombre con que el coronel Gadafi reconocía la expulsión de los italianos en 1970. Fragmentos de cristales de los ventanales destruidos por un bombardeo de la OTAN alfombraban el suelo de un aula. Una bandera verde sobre el escritorio del maestro no había sido retirada.
"Estamos tratando de hacer nuestro trabajo como si las cosas fueran normales", dijo Melek.
Dijo que los maestros estaban preparando una malla curricular que incluiría instrucciones sobre una nueva Constitución, la caída del gobierno anterior y lecciones diseñadas para "elevar la moral de los alumnos."
"Tenemos que implantar en ellos el amor por el país, el espíritu de reconciliación y el olvido del pasado", dijo Melek.
Pero un alumno, Mahmoud Najem, 17, contradijo a Melek, diciendo que en realidad sólo había llegado un puñado de estudiantes. "Creo que la mayoría de los chicos están con Gadafi", dijo, hablando sobre un vecindario empobrecido donde el antiguo gobierno había tratado de comprar su lealtad con coches y donaciones de dinero. Sin embargo, la largueza no se extendió a escuelas como esta, con un patio en mal estado y pupitres rotos.
Los maestros de las escuelas básicas se mostraron más optimistas sobre el año venidero. Al borde de Abu Salim, los profesores de la escuela primaria Abdulrahman bin Aouf ignoraron las divisiones locales y se zambulleron en la historia de la revolución más reciente con notable entusiasmo.
En un patio de recreo, una pila de Libros Verdes ardían lentamente después de que los echaran al fuego. En una sala de clases, un maestro con una estridente voz daba una charla sobre la significación del 17 de febrero, el día que los rebeldes consideran la última revolución, que tiene sus raíces en las protestas frente al consulado italiano en Bengasi en 2006.
Los estudiantes más jóvenes, confundidos o aburridos, lo miraron con expresión vacía, así que el maestro optó por cantarles una canción.
Una profesora de matemáticas, Souad Abdulla, dijo: "No podemos ignorar 42 años. Tenemos que contar a los niños lo que pasó para que puedan apreciar por qué ocurrió el 17 de febrero."
Más abajo en la calle había signos de una demostración de celo revolucionario. La escuela Sayyida Zeinab estaba llena de las nuevas banderas verde, rojo y negro. Las chicas las habían colgado de las paredes y las ondeaban en los pasillos. Una profesora, Karima Ramadan, dijo que la exhibición ocultaba una realidad más compleja.
Los niños se habían negado a cantar el nuevo himno nacional y alguien había roto la nueva bandera oficial de la escuela. Algunos de sus colegas la habían abofeteado durante una discusión política, dijo Ramadan, agregando que ella se oponía al gobierno anterior.
"Son muy pobres, y todavía le tienen lealtad", dijo Ramadan, refiriéndose al coronel Gadafi. "No lo entiendo."
Abdullah al-Ashtar, un funcionario local que trabaja con las escuelas, dijo que entendía cómo los relamidos de los rebeldes podrían enfadar a otros estudiantes, pero agregó: "No queremos matar esa alegría."
En lugar de eso, dijo Ashtar, los funcionarios escolares reunirían a los estudiantes para que discutieran, y los maestros serían alentados a acercarse a niños de familias gadafistas. "Estamos tratando de reformarlos", dijo. "No de alejarlos."
De momento, dijo, los partidarios del coronel tendrán que "guardar su lealtad en su corazón."
Esperaba que hubiera algo de confusión.
"Tuvimos directores que eran en su mayoría pro-Gadafi", dijo Ashtar. "Algunos eran voluntarios en el conflicto. Las escuelas fueron transformadas en depósitos de armas. Por eso se destruyeron tantas escuelas." Incluso los nombres de las escuelas fueron un problema, pues muchas fueron bautizadas en homenaje al golpe del coronel Gadafi en 1969. Otros nombres antiguos, como Albor de la Libertad, todavía podrían usarse, dijo.
Muchos de los libros tendrán que desaparecer. Rabia Schwa, que ha enseñado historia y geografía en Sayyida Zeinab desde 1986, hojeó el libro de texto de historia mientras otros maestros recogían libros similares en bolsas de plástico para arrojarlos a la basura.
"El líder de la revolución", leyó Schwa. "La gran revolución", leyó en otra página. "No podíamos cambiar esto. Nuestros estudiantes estaban usualmente confundidos. Quizás podamos conservar los libros de geografía."
Zohra al-Tayef, consejero de la escuela Albor de la Libertad, dijo que los maestros tendrían que deshacer años de esfuerzos del gobierno previo para sembrar divisiones entre tribus y regiones. "Nadie debería decir que viene de aquí o allá", dijo. "Ahora somos libios."
Incluso mientras hablaba de orientar a los chicos, admitió sus propias dificultades para entender los cambios que estaban ocurriendo a su alrededor.
"Que Dios deje ganar al lado correcto", dijo, y agregó: "Nosotros no sabemos cuál es el lado que tiene la razón."
[Suliman Alzway contribuyó al reportaje.]
18 de octubre de 2011
5 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c.  lísperguer

civiles huyen de sirte


Población no confía en rebeldes.  Muchos en Sirte, la ciudad natal del líder libio Moamar Gadafi, quieren recuperar la vida de antes de la rebelión.
[Ruth Sherlock] Sirte, Libia. Mientras los combatientes del gobierno rebelde libio ganan terreno en el sitio de Sirte, los residentes dejan en claro que la guerra ideológica está lejos de haber sido ganada.
El descampado que rodea la ciudad natal de Moamar Gadafi se ha convertido en un incierto retazo de lealtades. Mientras los vehículos de las fuerzas rebeldes patrullan los polvorientos pueblos en el territorio ocupado desde el domingo, muchos vecinos de la ciudad miran indignados desde sus hogares.
"Los rebeldes son peores que ratas. La OTAN es lo mismo que Osama bin Laden", dijo un padre, rodeado por sus siete hijos.
Sirte ha sido uno de los principales objetivos de la campaña de bombardeos de la OTAN que ya se prolonga por siete meses y que ha ayudado a que las fuerzas rebeldes hayan ganado el control de gran parte de Libia. La intensidad de los bombardeos, acompañados por los recientes ataques con cohetes por las fuerzas de oposición, ha convertido a Sirte en un "infierno", dijeron varias familias.
Cientos de familias huyeron el domingo de la ciudad, en anticipación de un nuevo asalto. Pero demasiado asustados, enfadados o desconfiados como para buscar refugio en territorio controlado por la oposición, muchos buscan alero en casas cercanas de leales a Gadafi.
"En este momento hay diez familias alojando aquí", dijo el enfadado padre, que, como muchos otros, se negó a dar su identificación por temor a represalias. "Los alimentos escasean, no hay suficiente agua potable y no hay gasolina. Antes, vivíamos como ricos. Yo tenía dos casas. Ahora vivimos peor que animales."
Una escuela abandonada ha sido ocupada por treinta personas que se apretujan en una sala, durmiendo en el suelo de baldosas.
Los líderes rebeldes dicen que están respaldados por el mandato de derrocar a un dictador brutal. Pero muchos vecinos de Sirte dijeron que lo que anhelan es que Libia sea "simplemente como era" antes de la rebelión en febrero.
"Con Moamar Gadafi vivíamos en democracia. No era un dictador", dijo otra residente, Susan Farjan, que contó que había trabajado como periodista online para la televisión estatal libia. "Yo vivía en libertad. Los derechos humanos de las mujeres libias eran respetados. No es que necesitemos a Moamar Gadafi de nuevo, pero queremos vivir como vivíamos antes."
Pese a las condiciones de vida y su ropa cubierta de polvo, el maquillaje de Farjan, su perfume Chanel, sus pendientes de diamantes y su collar de oro delatan una vida en mejores tiempos.
"Todo el mundo quiere a Gadafi. Mi padre lo quiere tanto que su sangre se puso verde", dijo Farjan mientras las lágrimas se abultan en sus ojos, aludiendo al uso del verde como color nacional durante el régimen de Gadafi.
Mujeres y niños reunidos en torno a Farjan estallan repentinamente en un ruidoso y quejumbroso coro: "Dios, Moamar, Libia. Eso es todo lo que necesitamos."
Sin electricidad y sólo con estaciones de noticias del estado que funcionan dentro de la ciudad, las familias en Sirte no saben demasiado sobre los acontecimientos de los últimos seis meses. Muchos creían que la ciudad de Misurata, un bastión anti-Gadafi, donde los combatientes locales expulsaron a las tropas libias, había sido ocupada por una extraña combinación de fuerzas terrestres de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y extremistas musulmanes.
Los combatientes rebeldes en las afueras de Sirte han iniciado una campaña informal de relaciones públicas, proveyendo de alimentos, combustible y medicinas a los vecinos que huyen de una ciudad de la que desconfían profundamente. "Tenemos que mostrarles que no somos la gente que Gadafi dice que somos", dijo Ahmed Zubair, 27.
Entre algunos refugiados han surgido divisiones y confusión. En la escuela abandonada, mientras unas mujeres gritaban a favor de Gadafi, otras abucheaban y expresaban su apoyo a los rebeldes.
"Somos una democracia de una familia", bromeó Mohammed Farjan, 25.
Aunque sus padres condenan la caída del régimen, Farjan dijo que había estado contra Gadafi desde antes de la rebelión. Dijo que las autoridades le habían ofrecido miles de dólares para detener una campaña en Facebook contra el líder de toda la vida.
El servicio de Internet fue interrumpido después de la erupción de protestas masivas en febrero, dijo. Entonces él y tres colegas "jugaron a las escondidas" con las fuerzas del régimen, haciendo pintadas contra Gadafi, dijo.
La inmensa mayoría de los cien mil habitantes de la ciudad no eran partidarios de Gadafi, dijo. "Pero cuando empezaron los bombardeos, la mayoría de la gente lo apoyó a él", dijo.
[Patrick J. McDonnell en El Cairo contribuyó a este reportaje.]
13 de octubre de 2011
3 de octubre de 2011
©los angeles times
cc traducción c. lísperguer