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página roja

sentencia escandalosa


Duro cruce entre la fiscal Colalongo y el Tribunal Federal Nº 1 de Rosario. La investigación judicial sobre venta de estupefacientes que determinó la condena de un vendedor por el asesinato de policía está plagada de puntos oscuros según la fiscal.
[José Maggi] Rosario, Argentina. La sentencia aplicada por el Tribunal Oral Federal Nº1 condenando a Raúl Omar José, alias ‘Raulo’, un vendedor de drogas de Pérez a prisión perpetua por el asesinato del policía federal Claudio Álvarez, disparó una fuerte polémica con la fiscal Mabel Colalongo, quien había pedido nueve años de prisión entendiendo que el federal no estaba en una misión oficial, sino esperando el cobro de una coima. También solicitó la absolución de Marcos López, quien al ir a comprar estupefacientes quedó involucrado en el crimen y estuvo detenido dos años. Tras una investigación plagada de puntos oscuros -que Colalongo revela en esta nota- López llegó a los tribunales como partícipe necesario del asesinato y se retiró en libertad. La disputa terminó con una denuncia contra la fiscal presentada por el tribunal formado por Laura Cosidoy, Ricardo Vázquez y Otmar Paulucci, y la réplica de Colalongo quien decidió recurrir a la Cámara de Casación Penal para defender su postura. La polémica estalló este lunes cuando se conocieron los argumentos de la sentencia, en los que deliberadamente se obviaron pruebas aportadas en el debate o literalmente se apuntaron pericias en un sentido opuesto. "Pocas veces vi un fallo tan arbitrario. Esta no es una cuestión de interpretación personal, en la propia audiencia el jefe del operativo Ricardo Alessi reconoce que el 4 de abril de 2008 el suboficial Alvarez se trasladó a Pérez a bordo de su auto particular, y cuando le pregunto por qué no lo había consignado en el acta, contestó que no le parecía relevante. Finalmente y ante la repregunta de la doctora Cosidoy, Alessi dijo que no lo había hecho porque Alvarez no iba a hacer ninguna tarea. Obviamente su propio jefe reconoció que no estaba allí cumpliendo una función de policía, que es el agravante necesario para condenar a José a prisión perpetua".
Colalongo se pregunta "cuál es la tarea que estaba realizando Alvarez en la esquina de la casa de José, sentado en una piedra, si no estaba cumpliendo ninguna tarea de investigación. Alvarez estaba vestido de civil, en su auto particular. Por eso no me queda para nada claro de dónde saca el TOF Nº 1 que el policía estaba cumpliendo una función oficial". La fiscal está convencida de que "Alvarez estaba esperando los 20.000 mil pesos para no armarle una causa judicial".
La fiscal fue denunciada ante la Procuración por no haber acusado a López como partícipe de la muerte del policía, con lo cual el TOF no pudo condenarlo, ante la falta de acusación de la fiscal. Colalongo ratificó su postura: "López fue causado del crimen, y detenido a dos cuadras del lugar, en un taller mecánico donde en verdad se entregó. Ahora el tribunal me reprocha que no lo haya acusado por resistencia a la autoridad, tenencia de arma de guerra, y privación ilegal de la libertad. Primero: para resistir a una autoridad tengo que reconocerla como una autoridad legítima pero el policía Elías, que lo persiguió estaba vestido de civil y le disparaba. López no podía reconocerlo como una autoridad legítima".
"El segundo punto es que el arma secuestrada en una zanja frente al taller mecánico, era el arma con la se mató a Alvarez, y que según la policía fue la que tenía López. Pero el crimen lo asumió José, así que cómo se explica la tenencia de un arma", profundizó Colalongo. Sobre el tercer punto de los testigos directos en el taller, un cliente y el propietario, tampoco surge claramente que hayan sido privados de la libertad por López.
Pero el punto más conflictivo de la sentencia es el haber dado vuelta el resultado de una pericia: según Colalongo para argumentar que López cubrió su huida a los tiros, el policía Elías dijo que hubo un disparo que impactó en una camioneta frente al taller. "Pero la primera inspección ocular luego del crimen no la halló. La pericia hecha por el alférez Maldonado de la Gendarmería tampoco pudo encontrarla y fue el propietario del vehículo quien la halló y la entregó a la policía. Esa bala nunca se sumó al expediente, pero lo más increíble de todo es que la sentencia hace referencia a la pericia del gendarme señalando que había sido hallado el plomo por él mismo cuando Maldonado declaró no haber hallado ningún plomo. En la sentencia le hicieron decir lo contrario. Dieron vuelta una pericia, esto es escandaloso", concluyó.

30 de junio de 2010
©rosario 12
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pandillero convertido en informante


Sin mostrar ninguna emoción, el ex cabecilla de la pandilla de Avenues declaró sobre asesinatos, chantajes y drogas. Enfermo y detenido, es denigrado por su familia, que en el pasado aterrorizó a todo un barrio. Reportaje ofrece retrato de una sociedad violenta y descarrilada.
[Sam Quinones] Un domingo de 2006, Pancho Real estaba en la iglesia Nuestra Señora Reina de los Ángeles con su mujer e hija cuando sonó su celular.
Lo mandaron a aparcar cerca de su casa en Drew Street,
un refugio de dealers y pandillas en Los Ángeles Nordeste, y matar a un hombre que no conocía. La mafia mexicana quería muerto a un pandillero de Avenues que había salido en libertad condicional. Se llamaba Frank ‘Kiko’ Córdova.
Real salió de la iglesia con su familia y llamó a otro pandillero, Carlos Rentería.
Esa noche en el parque, identificaron a Córdova, pero estaba rodeado de niños.
Fuera del parque, contó Real, informó a los enviados de la mafia, que consultaron con otros por teléfono. Le dijeron a Real que matara a Córdova de todos modos.
Rela y Rentería volvieron y vieron a Córdova alejándose de los niños.
"Dijimos: ‘Allá va. Vamos’", declaró Real.
Real dijo que había disparado al aire para asustar a los mirones mientras seguía a Rentería en el parque. Luego le disparó. (El verano pasado, Real fue acusado por el asesinato de Córdova).
De vuelta en Drew Street minutos después, Real se cambió de sudadera, recogió a su mujer e hija en casa de su padrastro y siguió con su domingo.
Esa escena, descrita fríamente paso a paso, captó la vida de los contradictorios impulsos de Francisco ‘Pancho’ Real, ex cabecilla de la pandilla de Avenues, de Drew Street, y miembro de una notoria familia de delincuentes.
Organizaba chantajes y robos y cobraba a los dealers, pero dijo que él no usaba drogas, iba a misa todos los domingos e intentaba, como lo dijo un abogado escépticamente en un interrogatorio cruzado, ser "un jefe más amable y cortés".
En una declaración ante la Corte Superior del condado de Los Angeles, Real, 28, ofreció una descripción de primera mano de una de las más notorias pandillas latinas de California del Sur. La pandilla de Avenues ha estado en las calles de Los Ángeles Nordeste desde los años cincuenta. Su camarilla de Drew Street, de una cosecha más reciente, data de los años noventa.

Chico, vestido con mono blanco, con grilletes y con el cabello hacia atrás cayendo sobre los hombros, Real habló lentamente, inclinándose hacia el micrófono en el estrado de los testigos, junto al juez Lance Ito.
Estaba ahí ostensiblemente para declarar, inimputable, en una audiencia preliminar para los tres acusados de Drew Street por el asesinato de un miembro de una pandilla rival el 21 de febrero de 2008.
Minutos después del homicidio, un cuarto sospechoso de la ejecución -el hermanastro de Real, Daniel ‘Clever’ León- murió en una balacera en Drew Street con un grupo de detectives de la policía de Los Ángeles, supuestamente por haberles disparado con un rifle de asalto.
La muerte de León fue declarada un homicidio justificable. En la época, según todas las versiones, Drew Street era controlada por Pancho Real. Se arrodilló junto al cuerpo de hermano, y retó a los agentes a matarlo a él también. Cuatro meses después, fue detenido y acusado de chantaje. Ahora es un informante y está en tratamiento por cáncer. Así que Ito permitió a los fiscales y abogados de la defensa amplia libertad para interrogarlo.
"En caso de que este testigo no esté disponible en el futuro, esta es su oportunidad", dijo Ito en la audiencia, que concluyó hace dos semanas.
Real declaró durante días. Los niños de Drew Street, dijo, eran utilizados para vender drogas en medio de un remolino de hermanastros, mamás niñas, tías, primos segundos y padrastros. Ocultaban armas, drogas y dinero en un laberinto de departamentos mientras los vigilantes avisaban a Real si se acercaban patrulleros; un garaje del barrio reparaba la mayoría de sus coches dañados en tiroteos, dijo.
Los caprichos de pandilleros encarcelados, expresados en notas sacadas de la cárcel en el recto, se traducían en asesinatos o golpizas en Drew Street. Los pandilleros se conocían entre ellos por apodos que parecían reflejar una cruza entre ‘La naranja mecánica’ [The Clockwork Orange] y los Siete Enanitos: Droopy, Nasty, Tricky, Flappy, Creeper, Menace, Pest.
No todo lo que dijo Real pudo ser confirmado. Pero a medida que se alargaba su declaración, la galería de Ito se llenaba lentamente de representantes de la ley: cuatro detectives de homicidios, dos agentes uniformados, seis, y luego ocho alguaciles.
Desde el estrado, clínicamente, Real entregaba escalofriantes detalles:

Daniel León se sometió a una cirugía láser de ojos para ser un mejor asesino a sueldo. La pandilla contaba con un núcleo duro -conocido como el A Team o Killer Squad, incluyendo a León- que ejecutaba las ‘misiones’ contra bandas rivales. Un miembro de la mafia mexicana en la cárcel, detenido en una prisión de alta seguridad, tenía un ‘secretario’ que se encargaba de sus negocios en Drew Street.
Real admitió haber introducido a inmigrantes ilegales y haber vendido drogas durante años. Pero se definió a sí mismo como un capo reluctante -no quería ser un miembro de la pandilla de Drew Streeet cuando lo obligaron a golpes a convertirse en uno de ellos en 2004.
Representantes de la mafia mexicana lo nombraron jefe en el otoño de 2007, cuando le pidieron que reemplazara al jefe que había sido arrestado.
Dijo que su principal responsabilidad era cobrar el "impuesto" que los cerca de cuarenta dealers en el vecindario de doce cuadras en torno a Drew Street debían a la mafia mexicana -un total de 150 mil a 200 mil dólares en sus nueve meses como jefe de la pandilla. Dijo que entregaba el dinero a sus socios de la mafia una vez a la semana los jueves.
Nunca portaba armas, ni cuando cruzaba territorio de bandas rivales, porque un pandillero "tendría que estar loco" para matar al recaudador de impuestos de la mafia, dijo.
Real también mencionó a abogados que, dijo, les proporcionaban direcciones de testigos para que él y los otros pudieran amenazarlos. Sandi Gibbons, portavoz del fiscal del distrito del condado de Los Ángeles, se negó a hacer comentarios.
Una red de familias relacionadas por nacimiento y matrimonio cimentaba a la pandilla. Provenían de Tlalchapa, Guerrero, una ciudad en una violenta región a varias horas al oeste de Ciudad de México.
La madre de Real, María León, una inmigrante ilegal de Tlalchapa, tuvo catorce hijos en Drew Street, incluyendo diez hijos con cuatro hombres, dijo. Había vendido drogas allí desde fines de los años ochenta, contó Real, lo mismo que sus tíos, tías, primos y padrastros. Él y sus hermanos ingresaron a la banda en la adolescencia.
Real trató de romper con su familia y enderezarse después de su Primera Comunión a los diecisiete, dijo. Pero "cada vez que lo intentaba, me volvían a meter dentro".
El 30 de abril de 2008, con varios miembros de la banda en la cárcel, contó Real, se contactó con el FBI -pidió el número de teléfono al 411. Dijo que los agentes lo entrevistaron, pero nunca lo llamaron de vuelta. Dos meses después, su nombre condujo a un proceso federal contra más de setenta pandilleros de Drew Street.
Preso, Real empezó a cooperar con los detectives. A cambio, su madre le dijo que le odiaba, sus hermanas y tíos dejaron de responder sus llamadas, y se pidió a sus hermanos que lo mataran.
"Nunca pensé que mi familia se volvería contra mí", dijo.
La saga de la familia Real-León parece haber terminado. Su casa, que estuvo alguna vez protegida con rayos láser y cámaras, ha desaparecido y la propiedad es ahora un sitio eriazo. Los hermanos y madre de Real se han declarado culpables de cargos por tráfico de drogas y de inmigración ilegal.
Hay menos delincuencia en Drew Street. Los árboles ya no están pintados con rociadores. En Drew y Estara Avenue, un optimista propietario ofrece una casa en venta, algo impensable hace dos años.
Después de años de vivir en el centro de la acción en Drew Street, Francisco Real debió ser internado en una celda de aislamiento en el Centro de Detención Metropolitano en el centro de Los Ángeles. No puede salir fuera a hacer ejercicios ni ir a la iglesia, y pandilleros en pabellones cercanos lo insultan hasta entrada la noche.
"No tengo amigos", declaró.
Miró el cielo raso y luchó contra la emoción cuando describió cómo golpearon a su hermano menor y hermana y tuvieron que mudarse.
Sin embargo, cuando el abogado defensor Jim Hallett le preguntó si lamentaba haber colaborado con la policía, Real sacudió la cabeza.
Dijo que debía haberlo hecho "hace mucho tiempo".

6 de abril de 2010
8 de febrero de 2010
©los angeles times 
cc traducción mQh
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otro suicidio en una comisaría


Apareció muerto en la 2ª de Lanus y hay muchos puntos oscuros. Matías Pena tenía 29 años. Estaba en pareja con una joven con la que tuvo tres hijos. Curiosamente, era hija de un ex comisario de la Federal, con el que no se llevaba bien. Lo detuvieron el 4 de marzo y menos de una hora después apareció muerto.
Argentina. Un joven que fue detenido por bonaerenses de la comisaría 2ª de Lanús, el 4 de marzo pasado, ese mismo día apareció muerto, ahorcado con su remera, en el calabozo. Según la versión policial, se suicidó. Los familiares sostienen que existen demasiadas dudas y puntos oscuros. El joven estaba en pareja y tenía tres hijos con la hija de un comisario retirado de la Federal. Fue ese mismo comisario el que recibió a los familiares del joven en la misma comisaría en que apareció "suicidada" la víctima. Todo ocurrió entre las 3 y las 3.40 del jueves 4 de marzo. El joven se llamaba Matías Pena, de 29 años. Entre los puntos oscuros que sostienen los familiares, el hecho de que se colgara de una altura de 1,60 metro, cuando la víctima medía 1,90 resulta sugerente al menos para la investigación de la autopsia. "Cómo se mata, por qué llaman a la familia en último lugar cuando sabían que estaba muerto. Queremos que nos respondan esas dudas", sentenció Pablo López, amigo de Matías. La causa quedó abierta en la UFI Nº 9 de Lomas de Zamora por "averiguación de causales de muerte", mientras los familiares y amigos marchan pidiendo "Justicia por Matías".
"Era una de las personas más fuertes que conocí. Tuvo cinco mil problemas, pero siempre le dio para adelante. Últimamente, tenía problemas con su mujer, pero para él sus tres hijos eran todo y nunca los hubiese dejado solos", graficó el amigo de Pena. En su última noche, los problemas de pareja de Matías habrían sido el detonante que lo llevó a quedar detenido. En la madrugada del 4 de marzo, el joven llegó por primera vez a la comisaría 2ª, luego de pelearse con otro muchacho al que vio junto a su novia –madre de sus tres hijos– caminando a la salida del local New Bar, ubicado en el centro de Lanús, pero ambos quedaron rápidamente liberados.
Según la versión policial, lo que provocó la detención de Pena fue que luego se dirigió hasta el mismo bar y rompió los vidrios del local gritando contra algunas de las personas que estaban adentro –aunque los dueños del local dijeron no reconocerlo en el momento del hecho–. La detención se produjo minutos después, en un kiosco a la vuelta de la casa de Matías, cuando él hablaba por teléfono.
"Estaba hablando con su mujer por teléfono y se peleó. Después el padre de ella le cortó la comunicación", contó Nelson Pena, hermano de Matías. Las personas cercanas a Matías aseguran que la relación con el padre de su novia –un policía retirado de la Federal– no era buena. El hermano de Matías denunció que su hermano, hace poco más de un año, le comentó sobre una amenaza de muerte que había recibido por parte del abuelo de sus hijos.
Desde la detención en el kiosco hasta que el joven murió en una celda de la comisaría 2ª pasó menos de media hora. "El personal de guardia dice que no vio nada porque no llegaba a divisar el calabozo donde estaba Matías. Mientras que los detenidos aseguran que estaban durmiendo y uno solo dijo haber escuchado una respiración agitada", explicó el abogado de la familia Pena, Sergio Smietniansky.
Los primeros en llegar a la comisaría fueron los dueños del bar atacado, que tuvieron que reconocer el cuerpo de Matías. Detrás de ellos llegaron la novia de Matías y su padre. "Me llamaron recién a las 7 de la mañana cuando estaba camino al trabajo. ‘Su hermano está en un problema grave’ fue lo único que me dijeron", contó Nelson.
Cuatro horas estuvo Nelson en la comisaría 2ª sin que le contaran qué pasaba. Hasta que el padre de la novia de su hermano le confesó "que no se llevaban bien, pero que lo quiso ayudar, me habló de cosas malas como que mi hermano era falopero y, en un momento, al pasar me dice que se suicidó. Salí corriendo hacia adentro de la comisaría, pero no me dejaban pasar. Es todo raro, no entiendo".
Por lo pronto, la causa tramita en la UFI Nº 9 de Lomas de Zamora y en la próxima semana se ordenará una pericia para probar la resistencia de la remera y comprobar si la tela pudo aguantar los 90 kilos que pesaba Matías. Smietniansky agregó que deberá probarse cómo pudo ahorcarse si el lugar de donde colgaba la tela lo obligaba a estar de cuclillas. Mientras, familiares y amigos continuarán marchando cada jueves a las 19 desde Illia y Salta a la comisaría hasta que se resuelvan todas las preguntas sobre la muerte del joven.

Informe de Nahuel Lag.

16 de marzo de 2010
©página 12 
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le robaron bebé mediante cesárea


Habló con El Tiempo la mujer a la que le practicaron una cesárea para robarle a su hija. Dos niñas, de 14 y 16 años, al parecer sin la ayuda de nadie, realizaron el procedimiento. Le hicieron una cesárea a una joven de 18 para robarle su bebé.
Colombia. Cuatro días después de que le practicaran una ’cesárea casera’, Mará Amparo Rivera Giratá habló sobre el espantoso episodio ocurrido el pasado lunes en el barrio El Libertador, en Duitama (Boyacá).
La mujer relata el episodio según el cual cuando ella regresaba de cumplir una cita control prenatal las dos mujeres la montaron a un taxi con la excusa de que fuera a firmar el contrato de trabajo que un día antes le habían ofrecido para cuidar un niño.
"Ya eran las 5:30 de la tarde cuando yo les dije a las jóvenes que me iba porque ya era muy tarde y ellas me dijeron que sólo salía de esa bodega pero muerta", cuenta.
Agrega que las dos mujeres le insistían en que a ella no la necesitaban sino al bebé que llevaba en su vientre.
"Luego me taparon la boca y no me dejaron gritar, me amarraron las manos y los pies, enseguida me llevaron a un cuarto, me metieron una puñalada en el cuello, luego me abrieron el estómago, me sacaron a mi bebé y no se qué lo harían", explicó la mujer en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Duitama, donde se recupera desde el pasado 15 de febrero.
Esta joven de 19 años que trabaja a diario en la plaza de mercado de Duitama vendiendo frutas y verduras asegura que cuando escuchó llorar a su hijo se desmayó pero que minutos después volvió a recuperar el sentido y les pedía que le soltaran las manos.
"Empecé a recogerme todos los órganos que me habían sacado y me volví boca abajo para tratar de levantarme pero no fui capaz, momentos después llegaron los de la Defensa Civil y les dije que esa vieja me había robado a mi bebé", señala la mujer que es la tercera de seis hermanos e integrante de una familia humilde y que desde hace dos años convive con Pedro Albeiro Rincón.

27 de febrero de 2010
©el tiempo 
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mañana sangrienta en recoleta


Degolló a su esposa, apuñaló a un policía y luego se cortó el cuello. Fue el final de otra historia de violencia doméstica. La mujer del encargado de un edificio fue a buscar sus pertenencias acompañada por dos policías. Su marido la atacó con un cuchillo de cazador, agredió a un policía y luego se suicidó.
[Carlos Rodríguez] Argentina. La mujer, recién separada de su marido, había tomado recaudos para ir a retirar sus efectos personales del hogar en el que habían convivido, habida cuenta del carácter del hombre, al que había denunciado ante la Justicia por violencia familiar. Todo fue en vano porque, aunque se presentó en la casa, en el barrio porteño de Recoleta, acompañada por dos policías y una hermana suya, el drama igual se desató. Al principio, el hombre, que trabajaba como portero en el edificio de Arenales 1594, se mostró amable y dejó que entraran en la casa su ex mujer y uno de los policías, pero una vez en el altillo del pequeño departamento, empuñó un cuchillo de caza y primero degolló a su ex compañera, y luego hirió en el pecho al policía que la acompañaba. El otro agente, que había quedado en la puerta, subió y disparó contra el agresor, hiriéndolo en la cadera. Al verse perdido, el hombre, con el mismo cuchillo, se hizo un corte en el cuello y murió, igual que su mujer, mientras que el primer policía está internado, grave, en el Hospital Churruca.
"Fue una carnicería", le dijo a Página/12 una fuente policial que no hizo más que describir lo ocurrido. Munida de una orden judicial, la mujer se había presentado en la Comisaría 17ª para solicitar que la acompañaran hasta el departamento en el que habían vivido la pareja y las dos hijas del matrimonio. Las chicas se habían ido con su madre, hace varios meses, luego de una de las habituales agresiones del esposo. Para justificar la solicitud, la mujer llevó una orden extendida por el Juzgado Civil número 9 de la ciudad de Buenos Aires, donde había hecho la denuncia.
Cerca de las 11 de ayer, la mujer, su hermana y los dos policías se presentaron en el edificio de Arenales. El portero los hizo pasar a la casa y en los primeros minutos todo se iba desarrollando sin sobresaltos. "La mujer y uno de los policías entraron al departamento, mientras que el otro policía y la hermana se quedaban en la puerta", relató el comisario Sebastián Seggio, que se hizo presente en el lugar de los hechos. "Cuando estaban en la habitación, a la que se accede por una escalera de caracol, el hombre tomó un cuchillo grande y degolló a su esposa, que murió en el acto", precisó una fuente policial consultada por Página/12.
El policía que había acompañado a la mujer y a su ex marido hasta el piso superior "no tuvo tiempo de reaccionar y de sacar el arma reglamentaria. El hombre se le tiró encima y le aplicó un puntazo, con el mismo cuchillo, que entró a la altura del pecho, casi abajo del brazo, porque el agresor quiso evitar el choque del arma con el chaleco antibalas del policía". La herida fue profunda. "La puñalada, sobre el lado izquierdo del pecho, tiene orificio de entrada y de salida", graficó la fuente consultada por este diario.
El policía que se había quedado en la puerta escuchó los gritos y el ruido de los cuerpos, que cayeron casi en forma simultánea. Subió las escaleras con el arma en la mano y disparó contra el hombre, que estaba por darle otra puñalada al uniformado herido. "El hombre estaba por rematar al suboficial y su compañero le hizo un disparo que le rozó la cadera al hombre, que retrocedió y haciendo un movimiento rápido, se cortó el cuello", precisó el comisario José Potocar, jefe de la Comisaría 17ª.
Potocar confirmó que el arma utilizada es "un cuchillo de cazador que fue encontrado tirado en el piso, al lado del cuerpo del encargado del edificio". En pocos minutos, el inmueble de la calle Arenales se conmocionó porque los vecinos, luego de escuchar los gritos, salieron de sus departamentos y comenzaron a comentar lo sucedido. Personal del SAME llevó al policía herido hasta la esquina de Avenida del Libertador y Callao, donde descendió un helicóptero de la Federal que lo llevó, en grave estado, al Hospital Churruca.
El director del SAME, Alberto Crescenti, dijo que el estado del suboficial era "delicado". Anoche seguía internado con "pronóstico reservado", informaron fuentes de la Federal. Crescenti confirmó que el paciente tiene "una herida punzante con entrada en el costado izquierdo, con salida en la región dorsal".
Fuentes policiales corroboraron que "la mujer había abandonado la casa que compartía con su marido por las constantes agresiones. Se había llevado a sus hijas, que no presenciaron lo que pasó". En la puerta del edificio hubo llantos entre allegados a las dos personas que murieron y sorpresa entre los que viven en el edificio.
"Es increíble, no lo podemos creer. El portero y su mujer parecían una pareja feliz y el hombre aparentaba ser muy amable", comentó una vecina que –dijo– recién había regresado de sus vacaciones. El portero y su ex mujer eran oriundos de la provincia de Misiones. Era una pareja joven, de entre 30 y 35 años, con dos hijas de 8 y 11.

24 de febrero de 2010
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asaltantes eran policías


Detuvieron a cinco policías acusados de formar una banda delictiva. Dos efectivos pertenecían al Comando Radioeléctrico, otros dos a la patrulla urbana y el restante a la comisaría 17. Fueron apresados por privación ilegítima de la libertad y robo calificado cometidos en Roldán y Rosario el 8 de enero.
Argentina. Cinco policías fueron detenidos ayer en Rosario por formar una banda delictiva. La denuncia concreta que determinó la detención fue por robo calificado y privación ilegítima de la libertad, que se produjeron el pasado viernes 8 de enero. Los detenidos son Diego Machado, Germán Almirón, Guillermo Segovia, Héctor Navarro y Mario Alberto Feresin, quienes fueron denunciados por dos de las víctimas, y además, habían sido filmados en la estación de servicio Petrobras de Funes. Tras conocerse la información, el secretario de Seguridad de la provincia, Horacio Ghirardi, enfatizó: "Se trata de una investigación de la propia fuerza. Hace semanas que sabíamos de esto y creo que hay un proceso de depuración de la policía que es para destacar".
Almiron tiene 27 años, tenía cuatro años de antigüedad en la fuerza y cumplía servicios en la comisaría 17, mientras Machado -de 29 años, con once de antigüedad- y Segovia -dos años de servicio- trabajaban en el Comando Radioeléctrico, destinados a la zona céntrica. Feresin y Navarro cumplían servicios en la Patrulla Urbana.
El periplo delictivo por el que fueron detenidos los policías comenzó el viernes pasado, pocos minutos después de la medianoche. Los agentes fueron a una vivienda de Roldán, donde viven Guillermo Ramírez y Romina Sequeira. Tres de ellos llevaban ropas similares a las policiales, y uno estaba uniformado. A los dueños de casa les exigieron dinero y otros objetos de valor pero, al no encontrarlos, llevaron de rehén al hombre -de 31 años- hacia Rosario. Iban en una moto Susuki 750, mientras un Renault 12 los seguía. Y según el denunciante los ocupantes del auto le proferían amenazas de muerte. Se detuvieron a cargar combustible en la estación de servicio, donde quedaron filmados en el circuito cerrado de televisión que tiene el comercio como medida de seguridad. El destino de la banda era la vivienda de Antonio Romano, en White al 7600. Allí llegaron después de la 1 de la mañana. Como el propietario de la casa era amigo de Willy, les abrió la puerta. Willy -según su denuncia, secuestrado y amenazado de muerte- le pidió dinero a cambio de documentación de un auto y una moto, pero Romano le dijo que no tenía. Los policías le requisaron la casa, revolvieron todo y se retiraron. Cuando se fueron, Romano advirtió que le faltaban 6500 pesos.
Machado fue el más fácil de identificar, por su parecido con el jugador de Central Angel Di María. Una vez detenido, Segovia confió que tenían relación con vendedores de drogas, a quienes solicitaban dinero a cambio de protegerlos para que no fueran denunciados.
La investigación está a cargo del juez en feria, Javier Beltramone, y la carátula del expediente es robo calificado y privación ilegítima de la libertad. A los agentes les secuestraron 9.800 pesos, la moto con la que cometieron los delitos, y otros objetos que se presumen robados. Mientras tanto, se investiga si la misma banda cometió otros delitos.
La información se conoció a primera hora de ayer. A media mañana se realizó la primera reunión del Consejo Municipal de Seguridad Ciudadana, de la que participaron el intendente Miguel Lifschitz y Ghirardi, por primera vez en ese carácter. Fue el funcionario provincial quien habló sobre las detenciones. Destacó que los jefes policiales "se muestran respetuosos y dispuestos a colaborar" con el personal civil que lidera la fuerza y con las investigaciones que se realizan sobre los uniformados envueltos en ilícitos.
Por otra parte, Ghirardi sostuvo que la investigación sobre existencia de "cajas negras" provenientes del juego clandestino y la prostitución que fueron denunciadas el año pasado por el oficial de la comisaría tercera Juan José Raffo "está en curso". Pero se distanció de esas denuncias: "De eso se habla mucho pero a nosotros nos interesa ocuparnos de los hechos concretos como el que salió a la luz ahora. Tampoco queremos generalizar y hablar de una policía corrupta porque no es así, habrá algunas manzanas podridas como en cualquier institución pero hay muchos policías profesionales y honestos", afirmó.

14 de enero de 2010
©rosario 12 
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capturan a macabra banda


Defienden versión sobre asesinatos para venta de grasa en Perú. Según las autoridades la banda tenía en stock 17 litros de grasa humana, que pensaba vender a 15.000 dólares cada uno.
Perú. El ministro del Interior del Perú, Octavio Salazar, defendió hoy la versión sobre la supuesta existencia de una banda dedicada a matar personas para extraerles la grasa, después de que diversos sectores dudaran de la verosimilitud de la historia.
 "Respeto mucho las opiniones, pero esto es una realidad. Esta (la operación contra la supuesta banda) es una actividad que se ha hecho con la fiscalía. Las personas que han sido detenidas es porque tienen alguna responsabilidad", dijo Salazar, general de la policía en retiro.
 "Esta es una investigación seria, que parece increíble pero es verdad. Nosotros jamás nos vamos a prestar a ese tipo de cosas de convertir las leyendas en realidad", añadió.
La Policía estremeció el jueves al Perú al anunciar la captura de cuatro presuntos miembros de "Los pishtacos", supuesta banda formada por campesinos del departamento de Huánuco que mataba personas para vender su grasa a fábricas internacionales de productos de belleza.
 Uno de los detenidos, Serapio Veramendi, confesó el modus operandi en palabras difundidas por la policía: "Utilizábamos una ’wincha’ (una herramienta mecánica) para cercenarles la cabeza. Colgábamos con ganchos los cuerpos descuartizados, luego encendíamos seis u ocho velas debajo y esperábamos dos o tres días a que gotee la grasa en un recipiente".
 Según Veramendi, la banda tenía en stock 17 litros de grasa humana, que pensaba vender a 15.000 dólares cada uno.
El descubrimiento de la supuesta banda, de acuerdo con la versión policial, se derivó de una operación de rutina en los ómnibus que llegan a Lima desde el interior del país, cuando se encontraron envases con supuesta grasa humana. Las pesquisas llevaron hasta 11 campesinos de Huánuco, de los que siete se mantienen prófugos.
La versión, ligada al mito del ‘pishtaco’, diablo mitológico que según campesinos de la zona se dedica a matar personas para quitarles la grasa, ha sido puesta en duda por entendidos, entre otras cosas por ser muy poco probable que hubiese compradores.
El decano del Colegio Médico del Perú, Julio Castro Gómez, dijo que en las clínicas estéticas se bota gran cantidad de grasa porque nadie la quiere, de forma que no se explica por qué alguien quisiera pagar 15.000 dólares por un litro. Además, aunque admitió que se puede extraer grasa humana artesanalmente, el experto explicó que se llenaría de impurezas y se tornaría inservible.
Para comentaristas, es probable que el testimonio de Veramendi esté distorsionado por un problema de mitomanía. Aún es confuso si a los campesinos les fue efectivamente decomisada grasa humana.
La Policía, empero, dice tener razones para creer. "Evidentemente no se puede confiar en un criminal, pero hemos encontrado pruebas suficientes como para estar casi cien por ciento seguros de que estamos ante un caso de ’pishtacos’", comentó el jefe de Instrucción Criminal, el general Eusebio Félix.
El asunto, por lo pronto, seguirá bajo investigación.

22 de noviembre de 2009
©la tercera
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criminal sin huellas digitales


La sorprendente historia de cómo un delincuente y paramilitar borró sus huellas digitales, asumió la identidad de otros y pagó para que le desaparecieran sus antecedentes en el DAS, la Fiscalía y la Dijín.
Colombia. La escena parece sacada de una cruel historia de terror criolla. En el pabellón de los condenados a muerte por los paramilitares esperan seis campesinos cuyo ’delito’ era no tener antecedentes penales. Antes de morir, los escogieron como los obligados donantes de sus huellas digitales, en un experimento que buscaba borrar la historia criminal de los paramilitares que las recibirían.
Los hechos ocurrieron en una vereda perdida en los Llanos Orientales, cuando el Bloque Centauros tenía cierto control del territorio. Pedro Julio Rueda Ríos, uno de los que recibió esas nuevas huellas y hoy está en una cárcel de Tolima, le contó la historia a SEMANA.
En la misma improvisada sala, uno a uno eran anestesiados los criminales que se prestaron como conejillos de Indias convencidos de que así podían limpiar su prontuario. "Se hacía el corte profundo hasta encontrar los tendones, que es debajo de la piel, luego sigue una carne. No sé cómo decirlo, no soy médico. Allí se ponían las huellas de la otra persona", cuenta sin mayor asomo de humanidad. "Como se mataban de tres a cuatro personas por día, no había mucha diferencia en decir necesitamos seis u ocho para quitarles las huellas y experimentar... Yo me ofrecí porque ya tenía tres órdenes de captura y me serviría intentarlo", comenta tratando de justificarse.
Según Rueda Ríos, colocaban las huellas recién extirpadas en un líquido y rápidamente se hacía el procedimiento. Pero el experimento fue fallido, su cuerpo las rechazó, tuvieron que hacerle quemaduras profundas en todos los dedos, aguantar que lo tuvieran que atender hasta en sus necesidades más básicas y esperar "de cinco a seis meses para volver a coger un fusil".
Corría 2003, y aunque no había cumplido su cometido, desde ese momento quedó marcada su historia. Dos años después decidió desertar, aburrido de ser sepulturero y patrullero de los paras -"no es nada lo que pagan y muchas las maldades que toca ver"-, y volvió a su actividad original de ladrón, en la cual se considera todo un profesional.
Comenzó a sus 25 años, en 1998, robando motos en Ibagué y Bogotá. Pero su habilidad y su falta de escrúpulos pronto lo llevaron a las grandes ligas de robos a bancos, casas de cambio y residencias lujosas. Así protagonizó atracos a bancos en Girardot y Barrancabermeja, de donde salieron las órdenes de captura con su fotografía -tomada de los videos de seguridad- y su identificación gracias al trabajo de los investigadores. Pero después del frustrado trasplante que lo dejó sin huellas, ahora podía ser cualquier persona. Igual nadie le podía probar plenamente su identidad, y siempre lo podía negar.
Se hizo experto en apropiarse de identidades ajenas. "Buscaba conocidos o personas pobres de más o menos la edad y les decía, présteme su nombre. Le explicaba que yo mandaba a hacer todo y les daba iniciando tres o cinco millones de pesos. Si es una persona realmente humilde, pobre, entonces no hay problema. Para ellos es un futuro completo". Así, asegura, comenzó a ’chapearse’, como se dice en el argot criminal. Con la foto de él, pero los datos de la otra persona, buscaba expertos que le hacían todo el ’kit’, como él lo llama: cédula, pasado judicial, licencia de conducción, carné de EPS, y así tramitaba la licencia de porte de armas y con algún contacto las compraba ’legalmente’ en Indumil.
"Lo más duro es en los retenes. Por eso hay que andar armado para que se concentren en los papeles del arma, que están en regla, y no le ponen mucha atención a lo demás", comenta. Fueron al menos seis identidades en esos años "porque uno no sabe la gente cuándo cambia (refiriéndose a los dueños de la identidad), lo mete a uno en problemas y termina uno pagando por el del nombre verdadero. Míreme a mí, yo venía de ser soldado profesional y luego trabajé en una empresa de vigilancia, y cambié eso para convertirme en delincuente".
Pero al buscar armas más especializadas, le exigían más requisitos. "Quería una pistola Jericó con mira infrarroja, pero como no es común que la autoricen a civiles me recomendaron usar el nombre de un policía". Y sin saberlo, un agente que hoy presta servicio en Manizales quedó por cuenta y gracia de este delincuente con un clon.
A mediados del año pasado, Rueda Ríos viajaba con esa nueva identidad. Paró en la plaza de Espinal, Tolima, y alguien que lo vio armado llamó a la Policía. Él trató de hacer el mismo show de siempre pero le falló. Los agentes lo condujeron a la estación y sospecharon aún más cuando fueron a verificar las huellas. Pidieron la información a la Registraduría de la persona que figuraba en la cédula y al poco rato llegó la foto del verdadero dueño de esa identidad.
Pese a esto, durante meses lo investigaron con el nombre falso, pues no había cómo saber quién era. "Me sacaron muestras de la lengua, del pie, una placa dental y nada concordaba", dice.
Aun así, temiendo que descubrieran su verdadera identidad mientras estaba en la cárcel, activó su red de contactos para mantener su nombre original limpio en los archivos de las autoridades. Buscó al que él llama su contacto en Paloquemao, quien es el mismo que le suministraba documentos falsos, para que le ayudara a borrar sus antecedentes. "El caso mío me valió 14 millones en el DAS, 16 millones en la Fiscalía y 14 millones en la Dijín", esto se hizo a finales del año pasado. Efectivamente, en la búsqueda hecha en la Fiscalía hasta el cierre de esta edición no había aparecido ningún registro de Rueda Ríos, y en las otras entidades no suministraron la información.
No tuvo forma de parar el proceso por falsedad en documento y porte ilegal de armas que lo tenía tras las rejas. Cuando hizo las cuentas de lo que pagaría de prisión por esos delitos con una identidad falsa y sin posibilidad de rebaja de penas, fue cuando cayó en la cuenta de que para él resultaba mejor negocio confesar los delitos de sus órdenes de captura, buscar una rebaja y limpiar su verdadera identidad. Con porfiada confianza en sus cálculos concluye "era seguro que me condenaban con mi identidad falsa y nadie me iba a dar rebajas. Tenía que pagar unos cinco años. Si confieso los delitos pasados seguro me dan una condena más alta pero con las rebajas se traduce en lo mismo y ya limpio mi verdadero nombre".

21 de septiembre de 2009
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