Blogia
mQh

de favorito a pesadilla


[David E. Sanger & Eric Schmitt] Washington, Estados Unidos. Antes de la guerra en Iraq, Ahmad Chalabi era el exiliado favorito del Pentágono, el hombre que apoyó las acusaciones del gobierno de Bush de que Sadam Husein estaba sentado encima de un enorme silo de armas no convencionales y que muchos en el círculo más íntimo del ministro de Defensa tenían como al futuro líder de un Iraq libre.
Un año más tarde, se ha transformado en un problema para la administración, un duro crítico del apoyo del presidente Bush a un plan de Naciones Unidas para lograr que Iraq llegue entero a las elecciones del próximo año.
En la administración, algunos funcionarios se irritaron con la caracterización que hizo Chalabi del enviado especial de Naciones Unidas para Iraq, Lakhdar Brahimi, que está ocupado de la formación de un gobierno interino que se supone gobernará Iraq a partir del 1 de julio. Bush ha felicitado a Brahimi y aclarado que la Casa Blanca apoyará cualquier cosa que conduzca a un gobierno de transición.
Chalabi, cuyo propio destino político en Iraq se ve amenazado por el plan de Naciones Unidas, apareció esta semana en el programa Fox New Sunday con otra descripción de Brahimi, que formó el gobierno afgano hace dos años.
"El señor Brahimi es un argelino con un plan nacionalista árabe", dijo Chalabi. "Es una figura controvertida en Iraq, no la figura unificadora que se supone que forme un gobierno que sea efectivo".
El representante de las Naciones Unidas "debería prestar más atención a las realidades de Iraq", declaró.
Recientemente Chalabi también se ganó el enfado de los muchos comandantes americanos, incluyendo al general John P. Abizaid, el oficial americano de más alto rango en el Medio Oriente, al rechazar vehementemente las iniciativas para aliviar una medida que excluía del servicio público a antiguos militantes del Partido Baaz.
Los comandantes americanos dijeron que esta medida había logrado excluir a muchos doctores, abogados y profesores universitarios que ingresaron al partido para proteger sus carreras, y muchos generales veteranos, a algunos de los cuales Estados Unidos quiere ahora reclutar para reconstruir el ejército iraquí, la milicia nacional y los servicios de policía.
Es notoria en Washington la cambiante fortuna de Chalabi, porque ha sido siempre un personaje polémico aquí. Funcionarios del Departamento de Estado no ocultaron su desdén por él en el período previo a la guerra, y fueron contrarios a que se encargara de la ‘debaazificación' de Iraq.
Ahora, L. Paul Bremer III, el jefe de la ocupación, ha reconocido que los americanos fueron demasiado lejos en excluir a antiguos miembros del partido de Husein del gobierno controlado por los americanos, alimentando los sentimientos de resentimiento de los suníes, que se sienten ahora privados de todo estatus.
Causando contratiempos a Chalabi, el gobierno americano acordó acelerar el retorno a posiciones de gobierno de cientos de profesores, doctores y burócratas que dijeron que sólo habían ingresado al Partido Baaz para proteger sus carreras profesionales.

El vástago de una importante familia chií, Chalabi se destacó como el iraquí más importante del exilio, y su Congreso Nacional Iraquí fue la vanguardia del movimiento para derrocar a Husein.
Los críticos de Chalabi en Washington, incluyendo a la CIA y a muchos oficiales de alto rango, lo ven como un oportunista político al que los años en el exilio hicieron perder toda base política en Iraq. Pero jugó un papel crucial antes de la guerra, suministrando información -que dijo que había obtenido de fuentes en Iraq- sobre enormes depósitos de armas no convencionales.
En marzo, declaró a la CBS en una entrevista que el problema era que la CIA no había analizado bien las informaciones entregadas por él y otros.
"La gente del servicio secreto, que se supone que hacen todo lo que pueden por su país y su gobierno, no lo hicieron bien", dijo. Sus declaraciones provocaron una agria respuesta de algunos en el gobierno que creen que Chalabi estaba, en palabras de un funcionario de alto rango, "re-escribiendo la historia" del espionaje.

Se cree que funcionarios importantes del Pentágono, incluyendo al ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld y su adjunto, Paul D. Wolfowitz, todavía reservan un papel para Chalabi, sea en el gobierno provisional propuesto o en el gobierno que se elegirá posteriormente.
Pero el lunes un funcionario de Defensa restó importancia a la idea de que el Pentágono apoyara a Chalabi o a cualquiera otra figura política iraquí, diciendo que eso era ahora responsabilidad de Bremer y Brahimi. El funcionario de Defensa dijo también que el Pentágono estaba reconsiderando si continuar pagando a esta organización, el Congreso Nacional Iraquí, los 340 mil dólares mensuales por concepto de recabamiento de datos para el servicio secreto en Iraq.
Preguntado el lunes sobre si la administración está tratando de impedir que Chalabi juegue algún rol político importante después del 30 de junio, el secretario de Estado, Colin L. Powell, dijo que las deliberaciones con Brahimi estaban todavía en curso y que era demasiado pronto como para decir cómo se conformará el gobierno de transición.
"Sería prematuro en este momento informar sobre esas conversaciones y sobre qué personalidades creemos nosotros o creen los iraquíes que podrían asumir funciones en el gobierno provisional", dijo Powell.

27 abril 2004
©
the new york times ©traducción mQh

0 comentarios