POCOS EXTRANJEROS ENTRE LOS INSURGENTES EN FALUYA - john hendren
A juzgar por los combatientes capturados en Faluya, sólo un cinco por ciento son extranjeros, dijeron oficiales norteamericanos.
ampamento Faluya, Iraq. La batalla por la ciudad de Faluya está proporcionando a los comandantes norteamericanos una imagen de la resistencia de este país como una insurrección hecha en casa, dominada por los iraquíes, no por combatientes extranjeros.
De los más de mil hombres de edades entre los 15 y 55 años que han sido capturados en intensos combates en el centro de la resistencia la semana pasada, sólo quince son combatientes extranjeros confirmados, dijo el lunes el general George W. Casey, el más importante comandante de operaciones en Iraq.
Se tenía evidencias de que había una fuerza organizada de combatientes extranjeros. Un guerrillero muerto tenía una tarjeta de identidad siria. Varios insurgentes de los que se cree que son extranjeros llevaban "uniformes" negros, con chalecos antibala negros, ropa tejida y armas superiores a las de sus aliados iraquíes.
Pero a pesar de la intensa concentración de funcionarios norteamericanos e iraquíes en la red del militante jordano Abu Musab Zarqawi, los que han insistido en que la mayoría de los iraquíes apoyan al gobierno interino del país, los comandantes norteamericanos dijeron que según sus mejores cálculos la proporción de extranjeros entre los combatientes no supera el cinco por ciento.
La gran mayoría de los insurgentes, dijeron varios comandantes, está compuesta por las decenas de miles de antiguos funcionarios iraquíes que simpatizaban con el derrocado régimen de Saddam Hussein -"delincuentes" desempleados que encontraron trabajo plantando bombas en las calles a razón de 500 dólares cada una y extremistas religiosos iraquíes.
"Ahora sabemos que la amenaza son los elementos del antiguo régimen", dijo el general Richard B. Myers, presidente del Comando Conjunto de Jefes del Estado Mayor, que acompañaron a Casey durante una visita a bases en Bagdad y en las afueras de Faluya antes de reunirse con el primer ministro interino iraquí, Iyad Allawi.
Antes de la batalla, funcionarios norteamericanos enfatizaron la participación de los combatientes extranjeros en Faluya. La semana pasada, cuando comenzaba el asalto, Myers dijo a periodistas que la ciudad era "un importante refugio de elementos del antiguo régimen y combatientes extranjeros, en particular Zarqawi y sus partidarios".
No está claro cuántos combatientes extranjeros pueden haber salido de Faluya antes de que los militares norteamericanos comenzaran su asalto de la ciudad la semana pasada ni cuántos pueden estar todavía combatiendo en los barrios del sur, donde continúan los enfrentamientos.
Una floja coalición de combatientes extranjeros y nacionales ha mostrado pocos signos de que cuenten con un comando centralizado, dijeron funcionarios norteamericanos del ministerio de Defensa. El gobierno iraquí y los militares norteamericanos anunciaron la ofensiva de Faluya con llamados a los civiles a que abandonaran el bastión de la guerrilla. Pero a pesar de esos llamados, los insurgentes no lograron interrumpir las rutas de aprovisionamiento militar y llevar refuerzos a los combatientes aislados, dijo Myers.
"No había nadie a cargo", dijo Casey. "Hay colaboración entre los extremistas musulmanes, entre los combatientes extranjeros y entre elementos del antiguo régimen. Y es un matrimonio de conveniencia".
Las tropas norteamericanas han encontrado importantes alijos de armas en Faluya con una amplia variedad de ellas, incluyendo bombas improvisadas listas para ser colocadas, talleres de bombas y armas pesadas, dispersos entre las casas, negocios y otros edificios.
Los comandantes advirtieron que identificar a los militantes extranjeros no es una ciencia exacta. De los tres mil combatientes que según algunos oficiales estaban atrincherados en la ciudad en vísperas del asalto, al menos 1.600 han muerto, de acuerdo a cálculos norteamericanos. Sin embargo, estimaciones del número de bajas entre los insurgentes varían ampliamente; muchos cadáveres siguen ocultos entre los escombros o no han sido todavía retirados de las calles.
La mayoría de los insurgentes de "limpiaron", dijeron oficiales, destruyendo sus identificaciones y otras claves que delataran su nacionalidad.
"Es difícil identificarlos", dijo Casey. Tropas norteamericanas, iraquíes y británicas "recurren a examinar sus libros del Corán en sus bolsillos para saber dónde fueron publicados y determinar así su nacionalidad".
Allawi reconoció en una entrevista el lunes que los insurgentes eran en gran parte sus propios compatriotas, pero dijo de todos modos que a menudo los combatientes extranjeros son los responsables de los atentados con coches-bomba y otros ataques espectaculares que, dijo, tenían por objeto descarrilar las elecciones convocadas para enero.
"No tenemos cifras exactas, pero los elementos extranjeros, los terroristas, son siempre usados para otras cosas" que para las tareas asignadas a los insurgentes iraquíes, dijo Allawi, refiriéndose en particular a los atentados con coches-bomba. "Los terroristas están tratando de debilitar a las fuerzas multinacionales y a nosotros, de golpear a la policía, al ejército, a la guardia nacional". Calificó esos ataques como una "campaña nacional de intimidación".
Allawi tiene informaciones de primera mano sobre esa campaña. Tres miembros de su familia fueron secuestrados hace poco por los insurgentes. Dos mujeres de su familia fueron liberadas el domingo, confirmaron funcionarios iraqués, aunque un primo del primer ministro continúa en poder de los insurgentes.
"Los insurgentes secuestrarán a familiares, asesinarán a funcionarios de gobierno, asesinarán a policías. Están matando a algunos de los líderes más efectivos de la guardia nacional y de la policía", dijo el general de división Richard F. Natonski, comandante de la Primera División de Infantería de Marina. "Creo que lo que estamos viendo ahora es la última acción de la línea dura".
El objetivo de los insurgentes, agregó Casey, es impedir que la minoría de musulmanes sunníes -muchos de los cuales simpatizaban con Saddam Hussein, el antiguo presidente sunní- participe en el proceso electoral de enero, para socavar su legitimidad.
"Tuvieron que recurrir a la intimidación para impedir que los sunníes participen en el proceso político, porque están perdiendo", dijo Casey.
Estrategas norteamericanos e iraquíes piensan responder complementando la policía iraquí con guardias nacionales y tropas del Ejército, posiblemente apoyadas por tropas norteamericanas.
Los combatientes extranjeros que se han incorporado a la resistencia parecen haber entrado por la frontera siria, dijeron oficiales norteamericanos. Se capturó a un pequeño número de sirios, junto con dos marroquíes, la primera noche de la ofensiva la semana pasada. La campaña de intimidación ha logrado que los guardias fronterizos iraquíes abandonen sus puestos, dijeron funcionarios norteamericanos.
El gobierno iraquí y las autoridades norteamericanas por igual responsabilizan al gobierno sirio.
"Es difícil creer que Siria no sepa lo que está pasando", dijo Myers.
"Que los estén apoyando o no, es otra cosa. Dicho eso, si Siria quisiera impedirlo, lo impediría, al menos parcialmente".
A instancias de las tropas norteamericanas, el gobierno iraquí cerró los cruces de frontera con Siria en la occidental ciudad iraquí de Qusaybah y sólo permite que vehículos comerciales atraviesen la frontera siria y la frontera jordana, dijo Natonski. No se permite entrar a los hombres en edad de combatir, agregó.
16 de noviembre de 2004
©los angeles times
©traducción mQh
De los más de mil hombres de edades entre los 15 y 55 años que han sido capturados en intensos combates en el centro de la resistencia la semana pasada, sólo quince son combatientes extranjeros confirmados, dijo el lunes el general George W. Casey, el más importante comandante de operaciones en Iraq.
Se tenía evidencias de que había una fuerza organizada de combatientes extranjeros. Un guerrillero muerto tenía una tarjeta de identidad siria. Varios insurgentes de los que se cree que son extranjeros llevaban "uniformes" negros, con chalecos antibala negros, ropa tejida y armas superiores a las de sus aliados iraquíes.
Pero a pesar de la intensa concentración de funcionarios norteamericanos e iraquíes en la red del militante jordano Abu Musab Zarqawi, los que han insistido en que la mayoría de los iraquíes apoyan al gobierno interino del país, los comandantes norteamericanos dijeron que según sus mejores cálculos la proporción de extranjeros entre los combatientes no supera el cinco por ciento.
La gran mayoría de los insurgentes, dijeron varios comandantes, está compuesta por las decenas de miles de antiguos funcionarios iraquíes que simpatizaban con el derrocado régimen de Saddam Hussein -"delincuentes" desempleados que encontraron trabajo plantando bombas en las calles a razón de 500 dólares cada una y extremistas religiosos iraquíes.
"Ahora sabemos que la amenaza son los elementos del antiguo régimen", dijo el general Richard B. Myers, presidente del Comando Conjunto de Jefes del Estado Mayor, que acompañaron a Casey durante una visita a bases en Bagdad y en las afueras de Faluya antes de reunirse con el primer ministro interino iraquí, Iyad Allawi.
Antes de la batalla, funcionarios norteamericanos enfatizaron la participación de los combatientes extranjeros en Faluya. La semana pasada, cuando comenzaba el asalto, Myers dijo a periodistas que la ciudad era "un importante refugio de elementos del antiguo régimen y combatientes extranjeros, en particular Zarqawi y sus partidarios".
No está claro cuántos combatientes extranjeros pueden haber salido de Faluya antes de que los militares norteamericanos comenzaran su asalto de la ciudad la semana pasada ni cuántos pueden estar todavía combatiendo en los barrios del sur, donde continúan los enfrentamientos.
Una floja coalición de combatientes extranjeros y nacionales ha mostrado pocos signos de que cuenten con un comando centralizado, dijeron funcionarios norteamericanos del ministerio de Defensa. El gobierno iraquí y los militares norteamericanos anunciaron la ofensiva de Faluya con llamados a los civiles a que abandonaran el bastión de la guerrilla. Pero a pesar de esos llamados, los insurgentes no lograron interrumpir las rutas de aprovisionamiento militar y llevar refuerzos a los combatientes aislados, dijo Myers.
"No había nadie a cargo", dijo Casey. "Hay colaboración entre los extremistas musulmanes, entre los combatientes extranjeros y entre elementos del antiguo régimen. Y es un matrimonio de conveniencia".
Las tropas norteamericanas han encontrado importantes alijos de armas en Faluya con una amplia variedad de ellas, incluyendo bombas improvisadas listas para ser colocadas, talleres de bombas y armas pesadas, dispersos entre las casas, negocios y otros edificios.
Los comandantes advirtieron que identificar a los militantes extranjeros no es una ciencia exacta. De los tres mil combatientes que según algunos oficiales estaban atrincherados en la ciudad en vísperas del asalto, al menos 1.600 han muerto, de acuerdo a cálculos norteamericanos. Sin embargo, estimaciones del número de bajas entre los insurgentes varían ampliamente; muchos cadáveres siguen ocultos entre los escombros o no han sido todavía retirados de las calles.
La mayoría de los insurgentes de "limpiaron", dijeron oficiales, destruyendo sus identificaciones y otras claves que delataran su nacionalidad.
"Es difícil identificarlos", dijo Casey. Tropas norteamericanas, iraquíes y británicas "recurren a examinar sus libros del Corán en sus bolsillos para saber dónde fueron publicados y determinar así su nacionalidad".
Allawi reconoció en una entrevista el lunes que los insurgentes eran en gran parte sus propios compatriotas, pero dijo de todos modos que a menudo los combatientes extranjeros son los responsables de los atentados con coches-bomba y otros ataques espectaculares que, dijo, tenían por objeto descarrilar las elecciones convocadas para enero.
"No tenemos cifras exactas, pero los elementos extranjeros, los terroristas, son siempre usados para otras cosas" que para las tareas asignadas a los insurgentes iraquíes, dijo Allawi, refiriéndose en particular a los atentados con coches-bomba. "Los terroristas están tratando de debilitar a las fuerzas multinacionales y a nosotros, de golpear a la policía, al ejército, a la guardia nacional". Calificó esos ataques como una "campaña nacional de intimidación".
Allawi tiene informaciones de primera mano sobre esa campaña. Tres miembros de su familia fueron secuestrados hace poco por los insurgentes. Dos mujeres de su familia fueron liberadas el domingo, confirmaron funcionarios iraqués, aunque un primo del primer ministro continúa en poder de los insurgentes.
"Los insurgentes secuestrarán a familiares, asesinarán a funcionarios de gobierno, asesinarán a policías. Están matando a algunos de los líderes más efectivos de la guardia nacional y de la policía", dijo el general de división Richard F. Natonski, comandante de la Primera División de Infantería de Marina. "Creo que lo que estamos viendo ahora es la última acción de la línea dura".
El objetivo de los insurgentes, agregó Casey, es impedir que la minoría de musulmanes sunníes -muchos de los cuales simpatizaban con Saddam Hussein, el antiguo presidente sunní- participe en el proceso electoral de enero, para socavar su legitimidad.
"Tuvieron que recurrir a la intimidación para impedir que los sunníes participen en el proceso político, porque están perdiendo", dijo Casey.
Estrategas norteamericanos e iraquíes piensan responder complementando la policía iraquí con guardias nacionales y tropas del Ejército, posiblemente apoyadas por tropas norteamericanas.
Los combatientes extranjeros que se han incorporado a la resistencia parecen haber entrado por la frontera siria, dijeron oficiales norteamericanos. Se capturó a un pequeño número de sirios, junto con dos marroquíes, la primera noche de la ofensiva la semana pasada. La campaña de intimidación ha logrado que los guardias fronterizos iraquíes abandonen sus puestos, dijeron funcionarios norteamericanos.
El gobierno iraquí y las autoridades norteamericanas por igual responsabilizan al gobierno sirio.
"Es difícil creer que Siria no sepa lo que está pasando", dijo Myers.
"Que los estén apoyando o no, es otra cosa. Dicho eso, si Siria quisiera impedirlo, lo impediría, al menos parcialmente".
A instancias de las tropas norteamericanas, el gobierno iraquí cerró los cruces de frontera con Siria en la occidental ciudad iraquí de Qusaybah y sólo permite que vehículos comerciales atraviesen la frontera siria y la frontera jordana, dijo Natonski. No se permite entrar a los hombres en edad de combatir, agregó.
16 de noviembre de 2004
©los angeles times
©traducción mQh
0 comentarios