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árabes preocupados por yihad


[Neil Macfarquhar] El Cairo, Egipto. Mientras algunos árabes que observan la escalante violencia en Iraq han expresado este jueves su temor de que Estados Unidos, antes que ayudarles a erradicar el extremismo, puede haber dado vida a un nuevo y tóxico caldo de cultivo, otros manifestaron satisfacción por las palizas que están sufriendo los americanos. Hay en el mundo árabe un sentimiento casi universal de que Washington está pagando el precio por haber entrado en Iraq sin un plan coherente más allá de derrocar a Sadam Husein, y de que la anarquía que permitió que se extendiese incontroladamente durante los primeros días de la ocupación hoy hace un año nunca fue realmente dominada.
"Iraq parece estar desintegrándose y los iraquíes no están mejor hoy que antes del colapso del régimen de Sadam Husein", dijo Mohamed Kamal, profesor de ciencias políticas en la Universidad de El Cairo. "Los americanos no tienen un plan para salirse del barullo en que se metieron".
La mayoría de los gobiernos árabes, especialmente aquellos que gozan de vínculos estrechos con Washington, han mantenido un estudiado silencio sobre Iraq, tratando de no irritar al gobierno de Bush o de estimular la repulsa en casa. Hubo un desparramo de declaraciones oficiales, incluyendo una de la Liga Árabe, pidiendo un mayor papel para Naciones Unidas en la reconstrucción de Iraq y en la protección de su población civil.
"Los acontecimientos en Iraq en los últimos días son alarmantes, y tenemos miedo de que estemos encaminándonos hacia una guerra civil en Iraq; me hace recordar lo que pasó en Afganistán y Líbano", dijo el ministro de Exteriores de Qatar, el jeque Hamad Bin Yassim al-Zani, uno de los pocos en dar su opinión. "Nos preocupan las organizaciones de resistencia y terroristas en Iraq, que se ha transformado en un suelo fértil para implementar su ideología extremista".
Los noticiosos árabes tienden a prestar más atención a los acontecimientos en Faluya que en la comunidad shií. "Faluya En Llamas", decía, con gigantescas letras rojas, el titular del diario egipcio Al Ahrar, mientras Al Wafd, de oposición, proclamaba: "Masacre de Musulmanes en Faluya".
Muchos comentadores trazaron paralelos entre la represión israelí en los territorios ocupados -y su fracaso en pacificar a los palestinos después de más de tres décadas- y las acciones estadounidenses en Iraq. En realidad, ha habido frecuentes acusaciones de que la administración de Bush está siguiendo equivocadamente el modelo israelí.
"No creo que los americanos puedan lograr lo que quieren por la fuerza, y es lo mismo en Israel", dijo Abdulwahab Badrakhan, un columnista del diario Al-Hayat, publicado en Londres. "Los americanos cometieron un error cuando dejaron fuera de este asunto a los árabes".
Hay una extendida preocupación de que la violencia seguirá inflamando las divisiones existentes en Iraq, lo que podría fácilmente causar cismas étnicos o religiosos similares en países vecinos.
Entre los críticos de Estados Unidos, y aquí hacen legión, se aprecia satisfacción de que las posibilidades se están haciendo cada vez más remotas de que Iraq pueda servir como modelo para remodelar la región, por lo que Siria e Irán dejan de estar en la mira, mientras a una escala más amplia la violencia está socavando la credibilidad de Washington y transformando a los americanos todavía en más impopulares.
"La libertad, la democracia, el imperio de la ley y otras promesas de ese tenor se han transformado en el léxico de la ocupación para violación, invasión, sitio, toque de queda, bombardeo con helicópteros Apache y para aterrorizar a la gente", se lee en un típico editorial del diario Al Jalij, de los Emiratos Árabes Unidos.
Pocos esperan mejoras. "Gracias a Dios, el gobierno americano es demasiado estúpido como para ganar la guerra", dijo Montaser Zayat, un abogado musulmán de El Cairo. "Al contrario, están creando sentimientos de frustración y cometiendo más errores, llevando a más iraquíes a levantarse contra ellos".
Ha habido algunas demostraciones en el mundo árabe, lo que algunos analistas han interpretado como un signo de general satisfacción por el hecho de que Washington esté en problemas y la resistencia sumando éxitos.
Entre la población suní, los musulmanes mayoritarios del mundo árabe, hay menos vínculos emocionales con los shiíes de Iraq, que son vistos generalmente como una extensión de Irán, dijeron analistas. Mojtada al-Sáder, el joven e incendiario clérigo que dirige la insurrección shií, es toda una incognita.
Excepción son las comunidades shiíes del Líbano y el Golfo Pérsico, que evidentemente prestan más atención a sus hermanos de Iraq.

Los más importantes clérigos shiíes del Líbano, el Gran Ayatola Mohamed Husein Fadlallaj, una de las némesis de América allá, condenó las "terribles masacres" de Estados Unidos en Iraq, diciendo que probaban que Washington miente cuando dice que su meta es llevar libertad. Al mismo tiempo, pidió moderación a los iraquíes.
En Teherán, un editorial del Tehran Times, publicado en inglés, que a menudo envía mensajes al exterior, dijo que los Estados Unidos deberían estar trabajando más estrechamente con clérigos moderados para calmar la situación.
Las poblaciones shiíes más grandes están preocupadas de que Sáder y sus seguidores, que tienen poco apoyo fuera de Iraq, divida a la comunidad y destruya la oportunidad histórica de los shiíes de tener un papel dominante. El Gran Ayatola Ali al-Sistani, que goza de amplio respeto fuera de Iraq, ha estado esperando el momento oprtuno, imaginando que un sistema democrático redundará en un control efectivo de los shiíes, dado que son mayoría.

abril 2004 ©the new york times ©traducción mQh

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