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trágico fin de david reimer


[David Usborne] David Reimer fue saludado por los científicos como un triunfo de la cultura sobre la naturaleza. Pero como muestra su suicidio, fue una terrible equivocación. Hace dos fines de semana, David Reimer, 38, le dijo a sus padres en la casa que compartían en Winipeg, Canadá, que aunque estaba pasando por una mala racha -recuperándose de la muerte de su hermano gemelo hace dos años y de la separación de su esposa-, las cosas se pondrían mejor muy pronto. No explicó cómo.

Ahora su familia lo sabe. El 4 de mayo, Reimer se quitó la vida. Mientras sus enfermedades recientes seguramente contribuyeron a su desesperación, su madre sabe que había más que eso. Su muerte fue el último colofón de una vida que se transformó en un estudio de caso de renombre mundial sobre los peligros de entrometerse con el género. Durante su vida fue niño, luego niña y otra vez un chico. "Pensé que yo no era más que un pronombre neutro", dijo una vez.
La desgarradora historia de David (bautizado Brian) Reimer comenzó con una espantosa tormenta de nieve en 1966. Sus padres, gente trabajadora de las praderas de Manitoba, lo llevaron al hospital de la localidad para una circuncisión de rutina. Tenía ocho meses de edad. Pero el cirujano encargado no había llegado y una asistente lo remplazó. Y lo estropeó todo. Quemó el pene de David con un instrumento para cauterizar; su pene se cayó. Un testigo dijo más tarde que cuando se cometió el error hubo un sonido siseante, como un bife que se chamusca.
Con un niño con testículos, pero sin pene, sus padres no sabían qué hacer. Luego, un día, cuando el niño tenía más de un año, se enteraron de la existencia de un doctor en Baltimore que se había hecho famoso ayudando a la gente con género ambiguo. Se llamaba John Money y fueron a verle.
Fue Money, un nativo de Nueva Zelanda y autor de alrededor de cuatrocientos libros sobre la sexualidad humana, quien les persuadió que lo mejor que se podía hacer era cambiar a su hijo en una niña. Recomendó una cirugía, incluyendo la castración clínica, y un tratamiento hormonal para transformar al joven Brian en una niña. Sus padres lo aprobaron y comenzaron el tratamiento. Brian se transformó en Brenda, que remplazó los pantalones largos por las faldas.
Para Money, un pionero de los estudios en sexualidad de la prestigiosa Universidad John Hopkins, de Baltimore, era un reto irresistible. Él era el principal proponente en su época de una teoría que fue durante un corto tiempo popular en los años de 1960 y 1970, de que la identidad de género no se determinaba necesariamente en el vientre. Tenía más que ver con la crianza. En la polémica que todavía hace furor hoy sobre el balance entre la cultura y la naturaleza en la determinación de nuestras identidades sexuales, Money fue uno de los héroes del campo de los que favorecían la cultura.
Mejor aún para Money, el caso de Reimer ofrecía una oportunidad sin parangón de probar su teoría. El paciente tenía un hermano gemelo idéntico, que era indiscutiblemente un varón. Por eso, tenía un experimento con un sujeto de control ya incorporado. Dos seres humanos concebidos en el mismo vientre con el mismo perfil genético. Pero la cultura, con la ayuda del cuchillo y de algunas píldoras, demostraría cómo sus identidades genéticas podían ser diferenciadas para siempre.
Todo parecía marchar bien. Todos los residuos de los genitales masculinos de Brenda habían desaparecido y sus padres hicieron todo lo que pudieron por criarlo como una niña. Al mismo tiempo, el llamado caso de John/Joan, expuesto con orgullo por Money, un refinado escritor y carismático conferencista, fue aclamado por la ciencia y los sociólogos en todas partes. El método para fijar el género fue adoptado en los hospitales en todo el mundo. Y la teoría de Money fue acogida por el floreciente movimiento feminista como prueba de que las expectativas sociales sobre el género eran erróneas. El eje masculino-femenino, declararon, no estaba escrito en roca. Era fluido y dinámico.
El caso de John/Joan también ayudó a formular un tratamiento para hermafroditas, que nacen con genitales tan ambiguos que los hospitales no pueden determinar al nacer si son niños o niñas. En la gran mayoría de los casos se les aconseja a los padres criar a sus hijos como niñas. Entretanto, la reputación de Money continuó creciendo. Considerado uno de los sexólogos más importantes del mundo, sus libros incluyen ´The Breathless Orgasm´ (1991), ´Venuses Penuses´ (1986) y ´Gay, Straight and Inbetween´ (1988).
Pero las cosas en casa de los Reimer no eran lo que la gente imaginaba. Fue solo en el 2000 que la verdadera historia de la experiencia de Reimer fue conocida por el público. Pero entonces, dejando vestidos y sujetadores y de vuelta en el mundo como chico, Brian -que para entonces se había puesto el nuevo nombre de David Reimer- decidió que ya tenía suficiente. Tenía que decir la verdad. Asistió al programa de Oprah Winfrey, colaboró en un libro con un conocido periodista de Nueva York y reveló que Money había lo destinado a una infancia de llena de humillaciones, confusión y miseria.
"David era un héroe", dijo Milton Diamond, que colaboró en el primer artículo científico que expuso el desastre del caso de John/Joan. Comentando su muerte, dijo: "David no dio permiso para que le hicieran lo que le hicieron. Incluso aunque no tuviera pene, él seguía sabiendo que era un hombre".
Fue cuando Reimer tenía 13 años y estaba en terapia con un asesor pagado por el sistema escolar de Winnipeg, que se enteró por primera vez de lo que le había pasado. En la escuela ya era aislado por sus compañeros de clase. Habían observado su porte desgarbado, los músculos que, a pesar de la extracción de sus testículos, habían comenzado a desarrollarse en su cuello y brazos, y su falta de interés en los chicos. "No le dejaban usar los servicios de los chicos, ni de las niñas", recordó su madre, Janet Reimer. "Tenía que ir al callejón".
Fue entonces que se rebeló, exigiendo que se le permitiera hacerse más cirugía para recuperar su masculinidad. Fue una transición que sería traumática para cualquiera, para no decir nada de una persona que comienza a ser adolescente. Los senos que había desarrollado a causa de las inyecciones de hormona les fueron retirados con mastectomía. Y él optó por la cirugía reconstructiva para reconstruir el pene del que le despojaron después de nacer.
El desbaratamiento de lo que Money había forjado empezó primero con la publicación de un artículo escrito en colaboración con Diamond y también con el doctor Keith Sigmundson, que fue el psiquiatra supervisor de Reimer desde los ocho hasta los 20 años. Publicado en los relativamente oscuros Archives of Pediatric and Adolescent Medicine en 1997, explicaba el rechazo de Reimer a ser una chica.
"Para cuando Reimer tenía 11 años, todo el experimento se estaba desplomando", observó Sigmundson. "A partir de ese momento él recorrió toda la cirugía. Cambió totalmente su manera de presentarse a sí mismo y sufrió un sinnúmero de operaciones. Y finalmente vivió su vida de hombre".
Sigmundson agregó que el caso debería servir de advertencia para los que todavía se sienten atraídos hacia la cultura por sobre la idea de naturaleza. "Hay ciertas cosas que son inmutables que ocurren en tus cromosomas e in utero que desarrollan las gónadas y que tienen un impacto. Reimer no se ajustó bien al hecho de ser una niña y comenzó a tener dificultades en la escuela".
Hoy la mayoría de los expertos contienden que no hay determinantes decisivos de género en una persona antes de nacer. Pero eso no significa que el ambiente no tenga nada que decir. "El caso de Reimer ha enseñado a un montón de gente en ese campo que cuando se trata del género las cosas son un poco más complejas que como se pensaban hace 30 años", dijo Ken Zucker, director de psiquiatría del Centro para la Adicción y la Salud Mental de Toronto.
"Donde hemos tenido muchos avances es en reconocer que la biología tiene una influencia sobre la predisposición de la identidad y los roles de género. Pero la crianza también es importante".
Diamond se horrorizó con la noticia de la muerte de Reimer. Pero esperaba que se había aprendido la lección. "Su vida fue muy difícil. Creo que su legado es todo el tema de cómo la gente se identifica y se ve a sí misma como hombre o mujer. No es tan simple como meter a unos en una habitación azul y a otros en una rosada. Ciertamente nuestro ambiente hace una diferencia y cómo nos hemos criado también hace una diferencia. Pero hemos entrado al juego con nuestras propias naturalezas inherentes y no se puede predecir cómo se interconectan esas cosas".
Fue el libro, escrito con el periodista de Rolling Stone, John Colapinto, titulado ‘As Nature Made Him: the Boy who was Raised as a Girl' [Como Lo Hizo La Naturaleza: El Niño Que Fue Criado Como Chica], que mostró al mundo lo catastrófico de la situación de Reimer. Se animó a escribirlo después de leer un comentario sobre el artículo de Diamond-Sigmundson en The New York Times. Colapinto retrató a Money como el malo de la película, aunque el doctor, ahora de 83, nunca se defendió públicamente. La presentación en el programa de Oprah Winfrey coincidió con su publicación. "Yo pensaba que los Reimer era gente digna y fantástica", dijo Colapinto en una entrevista de esa época. "Creo que esa maravillosa gente trabajadora de Winnipeg subió al escenario del mundo de Oprah y fue una lección para todos nosotros en dignidad y en empuje y en tolerancia y en coraje".
"Los científicos habían descansado en este caso como un precedente del hecho de que tú puedes asignar el sexo y el género de los niños", agregó Colapinto. Y su libro tuvo un gran impacto. "Los que creían eso y lo enseñaban y basaban su práctica clínica en eso y quienes realizaban en realidad procedimientos similares estaban escandalizados".
Ese mismo sentimiento de lo escandaloso es lo que llevó a Reimer a colaborar con el periodista y mostrar su dolor al mundo. Estaba enojado por lo que le había pasado y por el descubrimiento de que las manipulaciones de Money estaban siendo utilizadas en clínicas y en hospitales en todo el mundo. Quería parar.
"Me sorprendió que otra gente pasara por lo que pasé yo, porque la ‘historia de un éxito' que era yo no era realmente un éxito", dijo. "Se esperaba que llevara ropa de niña y que me comportara de cierta manera y que jugara con juguetes de niña". Pero nunca creyó que fuese una niña. "Pensé que eran unos ignorantes por pensar que yo no era un hombre porque me habían quemado el pene. Una mujer que pierde sus senos debido al cáncer no deja por eso de ser mujer".
Su familia ahora deberá llorar a un ser querido que fue sometido a demasiadas humillaciones sin su consentimiento. Durante un tiempo se guardó la esperanza de que su vida se enmendaría. Aunque los años de tratamiento le habían dado unos finos rasgos femeninos, en Winnipeg fue una vez más ampliamente aceptado como hombre. Encontró trabajos menores y una esposa. Se transformó en padrastro de los tres hijos de su mujer.
La pérdida de su hermano, dijo su familia, lo golpeó duramente. Su hermano también se quitó la vida y durante los dos últimos años David hizo todos los días el peregrinaje hacia la tumba de su hermano a ponerle flores frescas. Luego, la mujer con la que había establecido su tradicional papel masculino, lo abandonó, llevándose a sus hijos. Cayó en una depresión. Y las cosas se pusieron peores cuando perdió su trabajo. Su madre, Janet, en el funeral el domingo pasado, estuvo cerca de acusar a Money de lo que le había pasado a su hijo.
"Él era un héroe", le susurró a un reportero. "Guiaba a los médicos, era un héroe en todo el mundo". Cuando le pregunté por qué pensaba ella que se había suicidado su hijo, respondió: "Creo que pensaba que no tenía opciones. Se le hacía cada vez más difícil". Su padre, Ron, sacudió la cabeza cuando fue aproximado por reporteros y dijo que no tenía nada que agregar.
Janet, sin embargo, trató de rendirle tributo. "Era la persona más generosa y cariñosa que había. Le gustaba la música. Le gustaban los chistes. Era un tipo muy divertido. Y era muy generoso. Daba todo lo que tenía".

12 mayo 204
©independent ©traducción mQh

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