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interrogatorios norteamericanos


[Walter Pincus] Mientras la administración estadounidense insiste en el carácter supuestamente circunstancial de las torturas en prisiones iraquíes y otras instalaciones penitenciarias estadounidense en todo el mundo, documentos manejados por interrogadores del servicio secreto indican que este tiene una larga historia en el uso ilegal de métodos coercitivos.
Un manual de la CIA sobre métodos coercitivos de interrogatorio, publicado hace más de cuarenta años durante la guerra de Vietnam muestra que técnicas como las aplicadas en Iraq, Afganistán y bahía Guantánamo, Cuba, tienen una larga historia en el servicio secreto estadounidense y se basaban en investigaciones y en experiencia de terreno.
Desclasificado hace diez años, el manual de adiestramiento lleva en su título la palabra clave usada por la CIA en Vietnam: ‘KUBARK Interrogatorios de contra-espionaje - julio 1963'. Utilizado para adiestrar a nuevos interrogadores, el manual presenta "información básica sobre técnicas coercitivas disponibles para ser aplicadas durante interrogatorios".
Los métodos coercitivos específicos que describe repiten las historias de hoy sobre Guantánamo y la prisión de Abu Ghraib en Iraq. En Abu Ghraib, por ejemplo, fotografías y documentos han demostrado que los detenidos eran encapuchados, sus ojos vendados, vestidos con ropas chapuceras y obligados a desnudarse.
El manual KUBARK propone que para prisioneros "resistentes" el "modo de detención debe prepararse de tal modo que aumente en el sujeto el sentimiento de estar cercenado de lo conocido y fiable, y el de ser arrojado a lo desconocido".
El manual de 1963 describe las ventajas y desventajas de técnicas similares a las autorizadas en Abu Ghraib, tales como obligar a los detenidos a sentarse o estar de pie en "posturas incómodas", mantenerlos en la oscuridad, manipular sus hábitos de sueño y su dieta.
Y entre las conclusiones del manual se lee: La amenaza del dolor es mucho más efectiva como técnica de interrogatorio que causando dolor de verdad, pues las amenazas de muerte no sirven. Como las listas de métodos de interrogatorio aprobados para Iraq y Guantánamo, el manual KUBARK ofrece un menú de opciones para confundir y debilitar a los prisioneros. A un individuo pulcro u orgulloso debía proveérsele de un uniforme una o dos tallas más grande y sin cinturón "de modo que tenga que sujetarse los pantalones", se lee en el manual. Deben aplicarse cambios forzados de dieta y de esquemas de sueño "para que el sujeto se desoriente y muy probablemente desarrolle sentimientos de temor y de impotencia".
Tácticas que implican la privación de sensaciones visuales, auditivas, gustativas, olfativas y táctiles eran presentadas como los principales métodos para provocar ansiedad, y reflejan técnicas conocidas en Abu Ghraib. El teniente general Ricardo S. Sánchez, el más alto oficial norteamericano en Iraq, aprobó en septiembre una lista de métodos que incluían la "privación sensorial", "pan y agua en raciones mínimas", "control de la luz", imponer el silencio y gritar a los prisioneros. Desde entonces esos métodos han sido prohibidos en Iraq.
El manual KUBARK cita investigaciones que apoyan la efectividad de las privaciones. "Los resultados obtenidos solo después de semanas o meses de encarcelamiento en una celda corriente se pueden obtener en horas o días en una celda sin luz o con una luz artificial tenue que nunca varía, que está a prueba de sonido y en la que no hay olores", dice el manual.
Un experimento mencionado en el manual fue realizado en los años de 1950 e implicaron condiciones diseñadas para provocar ansiedad antes de un interrogatorio -similares a las aplicadas a John Walker Lindh después de su captura en Afganistán. Lindh fue atado desnudo a una camilla y más tarde encerrado durante largos períodos de tiempo en un enorme contenedor de metal.
En un experimento llevado a cabo cincuenta años antes, los voluntarios fueron "colocados en un respirador de tipo tanque" que se abre de modo que los sujetos pueden respirar, con sus brazos y piernas metidos en "cilindros rígidos para impedir el movimiento y el contacto táctil". Tendidos de espaldas con un mínimo de luz artificial, los sujetos no podían ver sus propios cuerpos y el motor del respirador era lo único que oían.
Sólo seis de los diecisiete voluntarios completaron las treinta y seis horas del experimento; los otros once pidieron ser relevados: cuatro por ansiedad y pánico, y los otros a causa de la incomodidad corporal.
La conclusión alcanzada, se lee en el manual, fue que "el efecto temprano de un entorno semejante es la ansiedad" y que "la fatiga nerviosa se hace insoportable para la mayoría de los sujetos", algunos de los cuales "pierden contacto con la realidad y se ensimisman". El resultado final de esas técnicas, dice el manual, es que cuando aparece el interrogador, él o ella aparece como la "recompensa de una menor ansiedad... que otorga alivio ante la creciente desazón", y que a veces como resultado "el interrogador asume un rol benévolo".
Cuando se trata de la tortura, sin embargo, el manual aconseja que "la amenaza de causar dolor... puede desencadenar temores más devastadores que la sensación inmediata de dolor".
En general, la brutalidad física directa sólo crea resentimiento, hostilidad y más desconfianza", dice el manual.
El dolor intenso, se les enseñaba a los interrogadores, "es muy probable que produzca confesiones falsas inventadas como una manera de escapar de la angustia".
Mientras el dolor infligido por otros tiende a crear resistencia en un sujeto, dice el manual, "es más probable que su resistencia sea socavada por el dolor, que le parece que se inflige a sí mismo".
Informes de Iraq y Afganistán indican que los detenidos han sido obligados a estar parados en posición firme o sentados en "posturas incómodas" durante largos períodos de tiempo. En una de las fotografías de Abu Ghraib, se muestra a un prisionero encapuchado que es obligado a estar parado sobre una caja con cables conectados a su cuerpo. Le dijeron entonces que recibiría una descarga eléctrica si se movía. Siete soldados de la policía militar han sido acusados en relación con los maltratos en esa y otras fotografías. Todavía continúan las investigaciones sobre el papel que jugaron los interrogadores militares en esos incidentes.
En tales situaciones, se lee en el manual, la fuente del dolor "no es el interrogador sino la víctima misma". Y mientras el sujeto permanece en esa posición incómoda o dolorosa, debe pensar que su aprehensor le podría hacer algo peor, creando en él la desazón y ansiedad que busca el interrogador.
Las amenazas de muerte, sin embargo, son descritas como "peor que inútiles" porque llevan al prisionero a pensar "que es probable que lo maten incluso después de que acceda a hablar".
Los experimentos de esa época también muestran que provocar debilidad física por medio de trabajos excesivos, extremos de calor, frío o humedad, o por medio de una reducción drástica del alimento o del sueño no rinden frutos.
"La evidencia disponible indica que la resistencia del prisionero es quebrada principalmente por presiones psicológicas antes que físicas", se lee en el manual.

13 junio 2004
©washington post ©traducción mQh"

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