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justicia iraquí acusada


El juicio de Saddam Hussein provoca dudas y temores sobre si el actual gobierno iraquí y los jueces que conformarán el jurado del antiguo dictador resistirán juzgarle sin caer en el vicioso círculo de venganzas. El juicio de Saddam marcará así el inicio o el fin de una experiencia que puede ser democrática. Pero según Los Angeles Times, en uno de sus editoriales, los jueces también tendrán que vérselas con Hussein mismo, y eso asusta.
Videos de Saddam Hussein después de su captura en diciembre mostraban a un hombre con el pelo desordenado, dócil y desaliñado, justo como uno de los vagabundos de Los Angeles. Su aparición el viernes en un tribunal de Bagdad estuvo más cerca de la imagen que presentaba en los días de su despótico régimen, de las invasiones de Irán y Kuwait, de las matanzas masivas con gases de kurdos y el asesinato de musulmanes chiís: un dictador a cargo."
"Soy Saddam Hussein, presidente de Iraq", insistió, y pidió que el juez se presentara a sí mismo. Alegó con tono de seguridad que él no podía ser procesado por ningún acto de su presidencia porque la invasión que lo derrocó era ilegal.
La arrogancia y combatividad de Hussein, de continuar durante el juicio, podría aumentar su popularidad entre los disidentes iraquíes y quizás dar más ánimos a la resistencia al nuevo gobierno del país.
El antiguo presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, ha ganado terreno en la estima de su partidarios con tiradas durante el juicio que le siguen juristas internacionales con acusaciones de crímenes similares contra la humanidad. Milosevic ha estado en juicio ya por más de dos años; no se avista el fin. Los iraquíes deben asegurarse de que el juicio de Hussein sea más rápido.
Sus opositores insistieron en que fuera juzgado en Iraq, a pesar de su continuada inestabilidad. Realizar el proceso en Bagdad tiene al menos la ventaja de facilitar los testimonios de las víctimas de Hussein. La cuestión principal gira sobre si será un juicio correcto. La presencia de respetados juristas internacionales en el jurado disminuirá el riesgo de ver el juicio retratado como un tribunal desautorizado que sólo busca la venganza. Líderes alemanes y japoneses fueron juzgados en sus propios países después de la Segunda Guerra Mundial. Debido a que los juicios fueron presididos por jueces de los países victoriosos, los críticos les aplicaron la etiqueta de aplicar una "justicia de los vencedores".
El filósofo político Hannah Arendt presenció el juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén en 1961, después de que los israelíes secuestraran al jefe nazi en Argentina. Comentó sobre la "banalidad del mal" cuando Eichmann se retrató a sí mismo como un burócrata que seguía órdenes cuando enviaba a los judíos de toda Europa a las cámaras de gases. También se cree que Hussein ha ordenado la muerte de miles de personas sin el menor remordimiento de conciencia. Sin embargo, ni siquiera tiene la cobarde excusa de que sólo seguía órdenes; él estaba a cargo.
Los juicios, con la posibilidad -aunque remota- de exculpación, son arriesgados. Los iraquíes que están construyendo un sistema jurídico a base de borradores se dieron cuenta el jueves que tendrán que vérselas con Hussein. Tienen un montón de cosas que probar, y un montó de cosas que temer.

3 de julio de 2004
©los angeles times ©traducción mQh"

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