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padre revela a su hija su pasado en vietnam


[Candice Reed] Las guerras provocan y descubren dramas humanos que de otro modo no ocurrirían nunca. En otros reportajes en mQh se pueden dramas espantosos, como el de aquel padre iraquí que debió asesinar a su hijo. Aquí, Candice Reed, de Los Angeles Times, cuenta cómo se enteró del oscuro pasado de su padre soldado.
Pensé que conocía a mi padre. Pero hace poco estábamos hablando por teléfono un domingo por la tarde y me di cuenta de que no lo conocía en absoluto. Estábamos hablando de la guerra y cuando mencioné los abusos de los prisioneros de la cárcel de Abu Ghraib en Iraq me di cuenta de que estaba hablando con un extraño.
"Sabes, están tratando de hacer lo mismo que hicieran con nosotros", dijo. "Deberías escribir sobre eso".
No era la primera vez que me pedía que escribiera sobre su vida como soldado. Normalmente yo me disculpaba diciendo que estaba muy ocupada tratando de sobrevivir como escritora por cuenta propia como para escribir sobre sus aventuras. Esta fue la primera vez que cautivó mi atención.
"¿De qué hablas?"
Mi padre, el capitán del ejército norteamericano Fred Ferguson sirvió tres veces en Vietnam y se jubiló hace quince años después de pasar 29 en el ejército. Dijo algo sobre la ‘Tiger Force'.
"Nos hicieron lo mismo, trataron de echar la culpa a los reclutas", dijo. "Los oficiales lo taparon todo. Todo el mundo se libró, pero es lo mismo".
Escuchando a medias encendí mi ordenador. Tipeé "Tiger Force" en un buscador de la red y di de inmediato con algo: una serie de artículos publicados el año pasado en el Toledo Blade, un diario de Ohio, sobre una unidad de operaciones especiales de 45 miembros llamada Tiger Force. Mi padre, entonces un sargento, dijo que se había presentado voluntariamente al famoso grupo y enlistado en el pelotón en mayo de 1967, justo cuando según los artículos las cosas empezaron a ponerse feas. Fue trasladado tres meses después, en julio, después de una disputa con el líder del pelotón. Lo que leí me puso los pelos de punta.
"Déjame que entienda bien", dije, mi voz insegura. "Aquí dice que los tipos de tu unidad violaron, asesinaron y mutilaron a civiles. ¿Es verdad?"
Hizo una pausa. "Oí algo sobre eso".
Yo seguí leyendo. "Aquí dice que tu unidad mató a mujeres y niños inocentes, y que les cortaron las orejas para usarlas como collares. Y que ustedes les habían arrancado el cuero cabelludo. ¿Los escalpaban? ¿Qué significa esto?"
Comencé a llorar. "¿Por qué me estás contando todo eso?"
Trató de explicarme, pero yo lo corté, le dije que tenía que hacer. Horas más tarde todavía estaba temblando. ¿Quién era el hombre que había olvidado contarme esa experiencia y que ahora dejaba caer gota a gota en mi vida? No podía dormir y volví a mi oficina a re-leer los artículos.
El año pasado, el diario Toledo Blade publicó una serie de reportajes sobre las actividades de una unidad de elite de reconocimiento de la División Aerotransportada del ejército norteamericano. La unidad asoló las tierras altas centrales de Vietnam del Sur haciéndose camino salvajemente por las áreas civiles desde mayo a noviembre de 1967. Ninguna de esas atrocidades eran conocidas, y nadie fue acusado formalmente de ningún crimen, a pesar de las pruebas de que la unidad estaba completamente fuera de control. Mi padre estaba allí. Me dijo que se había presentado voluntariamente "porque nos adiestraron como una unidad de reconocimiento. Era como poner a los Dirty Dozen juntos. Se suponía que éramos especiales".
La historia continuó enterrada hasta que tres periodistas -Michael D. Sallah, Mitch Weiss y Joe Mahr- la descubrieron y comenzaron a entrevistar a los antiguos soldados y sus víctimas. Este año ganaron un Premio Pulitzer por su reportaje.
Cuando terminé de leer me sentía enferma. Llamé a mi padre en su casa, cerca de Carmel. "¿Tuviste algo que ver con todo eso?"
Suspiró profundamente. "Lo recuerdo como si fuera ayer. Era mayo, y había luna llena. Yo estaba de guardia y vi correr a una figura a través del campo. La luz de la luna lo iluminaba. Le disparé y cayó. Pensé que ahí había terminado todo, pero comenzó a quejarse, realmente a quejarse, porque supongo que sólo le había herido. El capitán estaba enojado porque yo no quería ir a la selva a rematarlo. Me llevó, con otros dos, a la mañana siguiente a buscarlo. Todavía estaba vivo".
Mi padre hizo una pausa. Yo esperé. Mi capitán nos preguntó que quién quería cortarle la garganta al tipo. Los otros comenzaron a discutir sobre quién se llevaría los honores. En realidad no vi cómo lo mataban, pero sí vi el cuerpo del tipo. Quedé horrorizado".
Después de eso dijo que su capitán había comenzado a perseguirlo. Entonces tenía 29 años, y no era fácil de influir como los otros miembros jóvenes de Tiger Force. Al poco tiempo lo trasladaron a otra compañía. Me consoló diciéndome: "Yo todavía puedo dormir por la noche".
Me habría sentido consolada si no supiera otra cosa. Pero la mayoría de las noches las pasa en el sofá y duerme a menudo en su coche.
¿Me está contando la verdad, o lo que cree que quiero o necesito oír? Quería preguntárselo, pero no pude. Por primera vez en nuestra relación mi papá compartía algo conmigo que era profundo y oscuro. Yo no estaba preparada para la revelación, y ciertamente no estaba preparada para juzgarlo.
Le hice una última pregunta: "¿Por qué no se lo dijiste a nadie?"
"¿A quién?", dijo. "Los oficiales sabían lo que estaba pasando. Toda la cadena de comando. Además, a menos que hubieras estado allá, tú no sabes lo que era. Era matar o ser matado". Refiriéndose a los soldados norteamericanos en la cárcel de Abu Ghraib, dijo: "Esos tipos fueron demasiado lejos". Incluso si son procesados, dijo: "Tú sabes que a los mandamases no les pasará nada. Alguien debería decir algo".
Estaba exhausta cuando colgué el auricular. Me tomó algunos días, pero en un momento comencé a entender por qué me había contado mi padre su historia. Quiere que la escriba. Me la pasó a mí, su hija, por razones demasiado complicadas para entender ahora. Pero contar su historia es lo menos que puedo hacer. Las otras cuestiones, incluso la del perdón, vendrán luego.

6 de julio de 2004

©los angeles times ©traducción mQh"

1 comentario

Pedro Malo -

Querido Hermano.

Como bien sabras, usos de la guerra son el vencer y ser vencidos.

El Emperador Atahualpa, a su hermano Huascar, cuando el se quejaba amargamente de las atrocidades que habian ciometido los antiguos quitenos con con antiguos cuzquenos. Aproximadamente en 1530.
Pedro Malo.