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UN CAPÍTULO DESCONOCIDO EN LA VIDA DE CELIA CRUZ - carol rosenberg


Era el año 1955. Dwight D. Eisenhower era presidente y Celia Cruz, 29, era una estrella en las marquesinas y ondas radiales con la célebre banda cubana Sonora Matancera. Y la embajada norteamericana en La Habana le había prohibido visitar Estados Unidos por sospechar que era comunista.
De hecho, a la cantante conocida cariñosamente como Celia por generaciones de exiliados cubanos le negaron al menos dos veces un visado de entrada a Estados Unidos en los años cincuenta, de acuerdo a un documento norteamericano desclasificado hace poco que la describe como una "conocida cantante comunista y estrella del espectáculo".
Era la época de antes de Fidel Castro, una época en que el mccarthysmo y la amenaza roja dieron origen a una lista negra de Hollywood. El Congreso norteamericano estaba poseído por el anticomunismo y los agentes federales andaban a la caza de comunistas, reales e imaginarios, en el gobierno y en el mundo del espectáculo.
El Herald descubrió un capítulo hasta ahora desconocido de la vida de Celia Cruz, de su lucha de casi diez años por limpiar su hombre, después de obtener el historial del FBI, antes clasificado, por medio de la Ley de Libertad de Información.
Sus biografías no mencionan el episodio, y la gente que se ocupa de su herencia, incluyendo a su marido de 41 años, dijeron que ella nunca lo mencionó.
"Nunca me dijo nada sobre esto. Nunca hablaba de política", dijo su viudo Pedro Knight. Las supuestas actividades son anteriores a su relación, en una época en que ella era adolescente y luego veinteañera.
"Habría sido difícil porque, especialmente después, a ella se la identificó mucho como un símbolo del anti-castrismo", dijo Alejandro de la Fuente, un profesor de historia de la Universidad de Pittburgh que se especializa en las relaciones raciales en Cuba.
En esa época "no era raro que los artistas e intelectuales tuvieran algún tipo de contacto con el Partido Comunista", dijo. "Era una fuerza progresistas, liberal de la época. No había nada de que avergonzarse. Eso cambió a fines de los cuarenta, después de la Segunda Guerra Mundial".

Documento De La Embajada Informaba Sobre Celia Cruz
A su muerte hace un año, Celia Cruz, 77, era un icono anti-comunista de la comunidad cubano-americana en el exilio.
Pero incluso mientras miles de admiradores lloraban su muerte en Nueva York y Miami, su ficha de Contraespionaje se guardaba todavía en el FBI. En la ficha había 32 páginas de la era de la Guerra Fría, cuando John Foster Dulles era secretario de estado, J. Edgar Hoover era director del FBI y sus agentes llevaban fichas de casi todo el mundo, desde Lucille Ball y Desi Arnaz a Marilyn Monroe
El dossier de la Criz conseguido por el Herald no está completo. Pero las dieciocho páginas dadas a conocer hasta ahora comienzan el 23 de julio de 1955. Marcada con ‘SECRETO', el memorándum de operaciones de la embajada norteamericana en La Habana dice que se le negó la entrada a Estados Unidos haciendo uso de una disposición de la Ley de Inmigración y Naturalización que excluye a los sospechosos de ser subversivos.
El memorándum también dice que a la Cruz ya se le había negado un visado en mayo de 1952. Cita informes que afirman que ella estuvo en un grupo que en 1951 firmó una carta que fue publicada en el diario del Partido Comunista, ‘Hoy', que apoyaba un Congreso Pro Paz, y estaba afiliada al movimiento Juventud Socialista de Cuba a los veinte años.
También dice que ella se reunión, a los 27 años, secretamente con el secretario general del Partido Socialista cubano, Blas Roca Calderío, y había utilizado un concierto de octubre de 1953 como tapadera para reunirse clandestinamente con comunistas en Caracas, Venezuela.
Ninguno de los informes, sin embargo, proporciona prueba de las acusaciones.
También preocupaba, según más de un memorándum, su trabajo en la emisora comunista Radio Mil Diez, donde había actuado una década antes, en 1944.
Mil Diez enfatizaba los espectáculos por sobre la política, tenía la cuarta mayor audiencia de La Habana y realizaba diariamente programas de concursos sobre teoría y práctica marxistas. La estación era también popular en los años cuarenta como un podio para músicos emergentes.
En esa época, esas actividades eran legales en Cuba. Pero la ley de inmigración prohibía la entrada a extranjeros con afiliaciones comunistas o simpatías anti-gubernamentales.
Tanto la CIA como el FBI tenían agentes en La Habana y era política de la embajada someter a cada solicitante de una visa a un control de sus actividades políticas.
De acuerdo a los documentos, el cuartel general del FBI en Washington realizó al menos nueve controles durante varios años -revisando los archivos a la búsqueda de referencias a Celia Cruz, algunas explícitamente buscando vínculos con subversivos.
Un norteamericano que trabajaba entonces en la embajada, y que habló con el Herald a condición de conservar el anonimato, dijo que la petición de visa de la Cruz en 1955 habría sido rechazada automáticamente debido a las directrices del gobierno y al hecho de que ya había sido rechazada en 1952.
Pocos años más tarde el antiguo funcionario de la embajada dijo que la política de Estados Unidos cambió a medida que los cubanos comenzaron a abandonar la isla. A gente que había coqueteado con el comunismo se le dio pasaje libre a Estados Unidos.
Pero, dadas las regulaciones norteamericanas y un informe interno que llamó a la artista una "conocida cantante y artista comunista" en 1955 Estados Unidos se hizo terreno vedado a la Cruz.
Sin embargo, la Cruz era también una celebridad entre las 400 a 500 personas que hacían cola cada día en la embajada norteamericana. Así, la vice-cónsul norteamericano George Thigpen explicó por qué se rechazó su petición de un visado, en un memorándum de dos páginas que llegó a Washington por valija diplomática.
Era parte de una pista de papel entre La Habana, el departamento de Estado y el FBI de Hoover. Hoy, a los 81, Thigpen vive jubilado en Virginia y dice no recordar el episodio.
"Soy un gran admirador de Celia Cruz, por su música", dijo. "Era muy simpática".
Thigpen dijo que pensaba que sólo había visto a la Cruz por televisión, hasta que un periodista del Hereld le leyó el memorándum por teléfono.

A La Artista Le Dan Permiso Para Visitar Estados Unidos
Cruz obtuvo un permiso para visitar Estados Unidos dos años más tarde, en 1957. Viajó a Nueva York nuevamente a actuar en 1960.
Pero documentos desclasificados muestran la lucha de casi una década para desmentir las sospechas del gobierno de que era comunista, hasta que finalmente le otorgaron asilo político en 1961.
En Estados Unidos, la Cruz era en gran parte apolítica, aparte de codazos muy personales a Castro, al que ella culpaba que haber hecho imposible que volviera a Cuba después de 1962 para el funeral de su madre.
"Era anti-castrista. En todas las entrevistas que dio en su vida, le dijo a todo el mundo que no volvería a Cuba mientras Castro estuviera", dijo Cristóbal Díaz Ayala, 74, historiador de la música cubana que vive en Puerto Rico y creció cerca de la familia de Cruz.
Sin embargo, nunca mencionó el hecho de que estuviera en una lista negra. Al contrario, dice Díaz Ayala, optó por contar un historia dulce de su vida, dulce como el azúcar que tomaba en el café. Creció en un solar, una casa comunal para gente pobre, dijo Díaz Ayala. "En Cuba, los artistas negros no tenían las mismas oportunidades que los artistas blancos. Pero nunca mencionón eso. No en Cuba. No en el exilio. Era una dama. Tenía su propio mundo de las cosas que quería olvidar y de las que no".
En sus memorias, escritas después de su muerte sobre la base de entrevistas grabadas, la Cruz describe los años cincuenta como días felices de choferes y cabarets, relucientes éxitos que la hicieron parecer importante, una estrella tan grande que su raza no importaba.
Pero en la embajada norteamericana en Cuba los diplomáticos apuntaron su raza -con interés.
En un telegrama urgente de abril de 1957 de La Habana al cuartel general, que caracterizaba a Cruz como una "artista cubana de color", un funcionario de la embajada defendió su petición de visa para actuar en Nueva York una primera vez.
El telegrama se preguntaba si acaso la Cruz había sido miembro del Partido Popular Socialista PSP: "Contrato firmado de siete días con el Theater Bronx, de Puerto Rico. Recibirá disco de oro como artista discográfica de Sidney Siegel, presidente de la Compañía Discográfica SEECO. Solicitiante continúa negando afiliación al PSP. Dice que probablemente hubo afiliación involuntaria durante su empleo en Radio Diez Mil".
El telegrama pedía urgentemente reconsiderar su petición de visa, terminando con "ha pedido respuesta con cobro revertido".
Estaba firmado por el embajador norteamericano Arthur Gardner y dirigido al secretario de estado. Gardner era un decidido enviado anti-comunista que acusó a los arrivistas del departamento de Estado de la caída del presidente cubano Fulgencio Batista en 1959.
El telegrama también ofrece una curiosa incentiva para aprobar su visado: "Además del interés del público y de la prensa, el caso es también de interés racial".
La Habana de los cincuenta era una cultura consciente de la raza, con un sistema de segregación no oficial ampliamente aplicado, dice De la Fuente, autor de ‘A Nation for All: Race, Inequality and Politics in Twentieth-Century Cuba' [Un País para Todos: Raza, Desigualdad y Política en la Cuba del Siglo Veinte].
En esa época los negros eran "de color" y cuando la Cruz era una estrella, dijo, probablemente tocó en sitios donde no entraban los negros.
En la embajada norteamericana, en los años antes de Castro, los funcionarios norteamericanos que vigilaban el movimiento comunista de la isla veían al Partido Popular Socialista como particularmente atractivo para los negros debido a que hablaba de dar poder a las clases inferiores.
Así, hacia los cuarenta, diplomáticos norteamericanos estaban tratando de seducir a la comunidad cubana negra, invitando a afro-cubanos a recepciones en la embajada y visitando clubes negros. Otorgar por una visa a Cruz hacía sentido.
"Estaban tratando de romper ese vínculo estrecho entre el comunismo y los afro-americanos", dijo. "Si concluyeron que no era comunista, me doy cuenta de por qué vieron una ventaja en darle una visa. Sería visto un intento de conseguir algún apoyo en la comunidad afro-cubana".

La Cantante Se Instaló En Secreto En Nueva York
Pero durante toda su vida, la Cruz mantuvo ese capítulo secreto. Incluso tan tarde como 1961, seis meses después de la fracasada invavión de Bahía Cochinos, la Cruz no sabía nada de su ficha. En México, con la Sonora Matancera, había tratado de sacar una visa para tocar en el Palladium de Hollywood.
"Sujeto expresó deseo de limpiar su nombre", dice un telegrama confidencial del 11 de octubre de 1961 de la embajada norteamericana en Ciuda de México. "Por favor enviar toda información negativa que pueda tener el departamento para que la embajada pueda iniciar los trámites de darle condición de defectora".
Una fuente de seguridad, citada por la embajada: "Cree que sujeto es completamente anti-comunista y apoya solicitud".
En el exilio, la Cruz se asentó en el área de la ciudad de Nueva York, sin mudarse nunca la políticamente volátil Miami. Se casó con su trompetista de la Sonora, Knight, y se reinventó a sí misma desde La Guarachera de Cuba a La Reina de la Salsa, simbolizando su atractivo latino más amplio.
Grababa y hacía giras sin parar. Apareció en películas norteamericanas y en teleseries mexicanas, una vez como santera, y durante 20 años hizo un peregrinaje anual para cantar en una teletón en español a beneficio de la Liga Contra el Cáncer, la enfermedad que la mató el año pasado.
Cuando estaba trabajando en sus memorias, la co-escritora Ana Cristina Reymundo dijo que ella "nunca quería hablar de política. Decía: ‘Soy una artista. Y cuando la política entra, el arte sale por la ventana. Eso lo aprendí hace mucho tiempo".

29 de julio de 2004
crosenberg@herald.com
©traducción mQh
©miamiherald

3 comentarios

daniel -

celia cruz era santera si o no

Emma -

TE AMO MI CELIA. AZÚCAR Y MÁS AZÚCAR PARA TÍ DESDE DESDE VENEZUELA.

Emma -

Quise conocer a Celia en persona y nunca tuve la oportunidad. pero puedo decir con el corazón en la mano que lloré por ella tanto durante su vida como su muerte y después de ésta. y gozo tanto escuchándola como si estuviese en vivo. Para mí era "Mi Madre Guarachera del Mundo". vivirá en mí mientras yo viva hasta la eternidad. Adoro a Celia. Azúcar!