Blogia
mQh

al yasira y la libertad de prensa


[Megan K. Stack] Aunque ha debido soportar y sobrevivir la oposición de Estados Unidos, que incluso ha bombardeado sus oficinas, la estación de televisión Al Yasira sigue en pie y extendiéndose.

Bagdad, Iraq. Las cintas de video llegan por correo a la recepción del oscuro vestíbulo del Lago Swan, un desteñido hotel en el derruido centro de Bagdad que hace ahora las veces de sede iraquí del canal de televisión Al Yasira.
Espantosamente similar, los borrosos videos de rehenes atemorizados se han transformado en una imagen definitoria de la nueva violencia iraquí: desesperados gritos de clemencia por la vida y secuestradores enmascarados, las espadas levantadas en el aire, explicando sus demandas.
Para los periodistas de Al Yasira, que se debaten ahora en cómo usar el metraje exclusivo y a menudo sangriento, las cintas plantean el no va más de los tests de credibilidad. Las reglas corrientes son: Mostrar a los rehenes. No mostrar las decapitaciones. El asesinato de dos rehenes paquistaníes esta semana, por ejemplo, fue considerado demasiado sangriento -Al Yasira dio la noticia, pero se guardó las imágenes para sí misma.
"Me da dolor de cabeza cada día que recibimos una cinta", dijo Ahmed Sheikh, el editor jefe de la organización.
Funcionarios iraquíes acusan a Al Yasira de colaborar con los secuestradores al darles una plataforma internacional. La crítica no es nueva: funcionarios estadounidenses, incluyendo al secretario de estado Colin L. Powell, se han quejado de que la estación ha incitado a la violencia contra las tropas norteamericanas al acusar erróneamente a los soldados de ataques contra civiles. Y los periodistas de Al Yasira han sido acusados de recibir datos antes de los atentados y de estar demasiado cerca de los insurgentes.
Junto al conflicto en Iraq, los espectadores de Al Yasira están presenciando un segundo drama. El canal árabe está madurando y luchando por respeto mientras cubre una guerra a la que se opone el mundo árabe -y repeliendo una campaña de 24 horas al día de apasionadas críticas de todos lados.
En medio del caos, la joven, influyente y polémica organización de noticias basada en Qatar está poniendo sus ojos más allá de Oriente Medio, introduciéndose en las noticias de habla inglesa y luchando por un lugar entre las organizaciones internacionales, como la BBC y CNN.
"Mi país se está derrumbando y mi trabajo es observar el derrumbe", dijo el corresponsal Audday Katib. Un ingeniero de gobierno durante el régimen de Saddam Hussein, Katib obtuvo un trabajo con Al Yasira meses después de la invasión encabezada por Estados Unidos.
"¿Cree que Estados Unidos vino a Iraq a traer libertad? Yo no, pero decir lo que pienso no hace parte de nuestro trabajo", dijo Katib, sentado en un sofá en la oficina de Bagdad en un día de 46 grados Celsius, un aire acondicionado zumbando detrás y una película de Cameron Diaz en la televisión. "Dejamos que la gente diga lo que tiene que decir, pero nosotros no, porque somos neutrales".
La apuesta es alta para Al Yasira porque su alcance es extenso. Washington está observando, junto con el gobierno interino iraquí, que amenaza con prohibir el canal. Se calcula que es sintonizado por unos 35 millones de telespectadores, incluyendo a casi a todo el mundo en Iraq, desde las montañas kurdas hasta el Triángulo Sunní y el Golfo Pérsico. Los telespectadores incluyen extranjeros que no entienden las transmisiones, e incluso gente que la odia.
Sabah Kadim, un funcionario del ministerio del interior, estaba esta semana en su oficina de Bagdad, con traje y corbata, y atacó a la estación. "Deberían estar con el pueblo iraquí en estos momentos de necesidad, y no contra él", dijo. "Y si no lo ven [sus prejuicios], es que son ciegos".
El aparato de televisión en la oficina contigua transmitía a Al Yasira. "Por supuesto, estamos siempre mirándola", dijo Kadim con una sacudida. "Tengo que ver qué hacen".
La creación de Al Yasira por el gobierno de Katar en 1996 fue un acto revolucionario: Una región en la que los gobernantes han controlado durante mucho tiempo el flujo de información hacia el público fue repentinamente tratado como un experimento en una cobertura noticiosa con pocas restricciones, aunque financiada por el gobierno.
De un grupo de oficinas okupadas y caravanas en Doha, la capital de este país bañado por sol del Golfo Pérsico, Al Yasira ha revolucionado el discurso árabe con vigorosos debates políticos, disposición para criticar algunas políticas árabes y la insistencia en incluir a invitados israelíes y norteamericanos en el mix.
Al Yasira se ganó rápidamente el cólera de los gobiernos árabes y la preocupación de los funcionarios estadounidenses que acusaron a la estación de excitar rabia contra el Occidente y sirviendo de portavoz de Osama Bin Laden, que se ha comunicado con el resto del mundo a través de casetes enviados al canal.
En Iraq, la organización fue obligada a aprender a volar. Después de que Al Yasira citara a supuestos testigos que reclamaban haber visto a soldados norteamericanos atar a iraquíes y matarles a sangre fría, un portavoz militar norteamericano telefoneó a la oficina de Al Yasira, dijo Katib.
"Dijo: ‘Lo están confundiendo todo. Ustedes nos han acusado de un crimen de guerra, y nunca ocurrió'", dijo Katib, sacudiendo la cabeza. "Así aprendimos una lección: No prestar atención a los testigos. A menos que tengas imágenes, mantén la boca cerrada".
También proviene del otro lado. Después de una batalla esta semana en el caserío iraquí de Buhriz, los militares norteamericanos anunciaron que habían muerto trece insurgentes. Katib llegó a la ciudad, donde los residentes le contaron que sólo habían muerto dos hombres: un policía y un pescadero. Visitó el cementerio y encontró efectivamente sólo dos tumbas frescas. La verdad era elusiva, así que Katib trató de quedarse un terreno neutral.
"Cuando salimos al aire, dije: ‘Los norteamericanos dicen trece, pero yo sólo vi dos", dijo. "Y luego la gente me atacó: ‘Te oímos. Dijiste trece".
La constante presión y la capacidad de reprimirse han dejado su huella en los reporteros jóvenes: "Cuando voy a los hospitales y veo a niños muriendo, peleo conmigo mismo para ser objetivo", dijo Atwar Bahjat, un popular corresponsal de Bagdad que fue reportero en la televisión iraquí antes de la guerra. "Me afecta mental y psicológicamente, pero si no eres neutral aquí, puedes perder tu trabajo".
Las presiones han engendrado el auto-examen y la evolución rápida el Al Yasira.
"He tratado de bajar el tono con que decimos las cosas", dijo Sheikh, el editor en jefe en una entrevista reciente en Doha. "Tú puedes decir algo llorando y emocionalmente, y lo puedes decir de manera más tranquila".
Arrancado del departamento de documentales, Sheikh hace parte del equipo de gestión que tomó el control en una reorganización en noviembre. Con la nueva dirección, los periodistas han asistido a reuniones de formación con portavoces del gobierno norteamericano.
Doha ordena regularmente nuevas reglas de uso de la lengua: los periodistas hablan ahora de "fuerzas multinacionales", por ejemplo, y no de "ejército invasor". Este mes, la organización redactó su primer código ético. Y, dicen los empleados, los funcionarios norteamericanos tomaron nota.
El portavoz militar estadounidense, el general de brigada Mark Kimmit, llamó "diciendo: ‘¿Qué les pasó?'", dijo Sheikh. "Pero tenemos que hacerlo. Si te enfrentas a la tormenta de frente, te arrancará de raíz. Tienes que encontrar refugio".
Esto no significa que Al Yasira haya despojado de su gusto por la controversia. Los periodistas todavía causan la rabia de muchos telespectadores occidentales cuando llaman ‘mártires' a los militantes palestinos muertos -y molestan a algunos iraquíes refiriéndose a los insurgentes como simplemente "matados". Y uno de sus corresponsales, el antiguo reportero de Afganistán e Iraq, Tayseer Allouni, está bajo arresto domiciliario en España por sospechas de vínculos con Al Qaeda.
Pero las quejas más comunes son también las más vagas: que Al Yasira tiene preferencias, que es emocional o distorsiona la verdad. "Entre líneas", llama Katib a esas quejas. Tienen que ver con el hecho de que Al Yasira es una leal estación árabe, un grupo de periodistas que inevitablemente y sin pedir excusas ve la "guerra contra el terrorismo" de Estados Unidos a través de ojos árabes, habitualmente musulmanes.
En Al Yasira Iraq nunca fue "liberado" por una "coalición"; era una "guerra contra Iraq" hecha por "tropas invasoras". Las bajas civiles eran lo más importante. Desenmarañar los crueles hechos de guerra era impensable.
Es desde esta perspectiva que Al Yasira mira al Occidente. Una página en la red en lengua inglesa fue lanzada justo cuando comenzaba la guerra, y una estación en inglés emitirá por primera vez el próximo año.
Satisfaciendo un vivo interés árabe en la política norteamericana, la estación dedicó horas de cobertura a la convención nacional de los demócratas, transmitiendo discursos y entrevistas con figuras periodísticas occidentales, como Wolf Blitzer y Peter Jennings.
Pero cuando la estación, que había alquilado una skybox en el FleetCenter de Boston, izó una pancarta con su logo para anunciar su presencia, estalló una pequeña polémica.
Los organizadores de la convención ordenaron de inmediato que la pancarta fuera retirada. Al Yasira se ofendió, pero no se desanimó: también planea estar presente en la convención republicana.
Al Yasira nunca ha tenido el lujo de un exceso de sensibilidad: Le han prohibido operar en Arabia Saudí, Kuwait, Bahrain y Túnez. Jordania se ha ablandado y le ha permitido volver, pero en Sudán sus corresponsales están encarcelados y en Argelia opera con restricciones.
Las relaciones entre el equipo de Al Yasira y los militares norteamericanos no es fácil. En ataques aéreos, que el gobierno norteamericano insiste que fueron accidentes, aviones de guerra bombardearon las oficinas de Al Yasira en Kabul, la capital afgana, y dispararon contra la sede de la estación en Bagdad. El bombardeo de Bagdad, en el punto más álgido de la invasión norteamericana comenzada el año pasado, mató a Tariq Ayyoub, uno de los corresponsales más populares del canal.
Muchos empleados siguen mostrando sospechas sobre esos ataques; la estación dice que dieron sus coordinadas del despacho de Bagdad a los norteamericanos mucho antes de la guerra para prevenir justamente una tragedia semejante.
Más recientemente, los periodistas de Al Yasira que cubren la violencia en Iraq han sido detenidos por soldados norteamericanos. El camarógrafo Samir Hamza estaba cruzando las calles de Bagdad en octubre cuando sus colegas le llamaron al celular para darle la noticia: Un kamikaze se había hecho estallar en una comisaría de policía.
Hamza llegó doce minutos después de la explosión y apuntó su cámara a los destrozos. Se acercaron unos soldados norteamericanos, sospechosos de que hubiera llegado tan rápido. "Dijeron: ‘Ah, eres de Al Yasira, eso está malo'", contó Hamza.
Los soldados lo acusaron de saber sobre el ataque de antemano, dijo Hamza. Lo revisaron, lo llevaron al aeropuerto y lo encerraron; estuvo dos días detenidos mientras analizaban sus filmaciones. Finalmente, satisfechos de que había efectivamente llegado después de la explosión, lo dejaron en libertad.
De algún modo, Al Yasira es criticada por que alcance -tiene una extensa cobertura de Iraq gracias a sus cientos de corresponsales en todo el país. Muchos son residentes -iraquíes con ideas novedosas y lazos tribales en lugares que los periodistas occidentales no pueden penetrar. "Este es nuestro país, este es nuestro trabajo", dijo Bahjat, un reportero iraquí. "No tenemos otras opciones".
Bahjat, 27, vive con sus padres en Bagdad. Se ríe con facilidad y se viste con brillantes pantalones y blusas que hacen juego con su lápiz labial y la sombra de sus ojos. Recorre todo Iraq a la búsqueda de historias. Sus reportajes la han transformado en una estrella emergente.
Pero tuvo que superar su vanidad, dijo con una risa, cuando comenzó a cubrir su cabeza con una colorida hijab, o pañoleta, hace unos seis meses. Cuando le pregunté por qué, explicó titubeando que el tumulto emocional de la guerra le dio un nuevo sentido de religiosidad.
"No puedo decir que sea religión cien por ciento, pero es un sentimiento de respeto ante Dios", dijo.
Una vez su coche pisó una bomba y fue destruido, pero a ella no le pasó nada. Otra tarde, se marchó del despacho de Al Yasira justo momentos antes de que un coche bomba estallara fuera.
También ella ha sido detenida por soldados norteamericanos, y ha visto morir a otros iraquíes.
"Ahora he visto la muerte, he sido tocada por ella", dijo. Las quejas oficiales vienen y se van, dijo encogiéndose de hombros -lo importante es contar la historia de Iraq.
Quizás es una indicación del poder de Al Yasira que algunos funcionarios la han escogido como el foro para quejarse sobre la estación.
Hace poco en una entrevista con un corresponsal en Moscú, el ministro del asuntos exteriores interino de Iraq, Hoshyar Zebari acusó a la estación de incitar a la violencia con su cobertura "distorsionada" y "prejuiciada" de la guerra en Iraq.
Al Yasira emitió sus quejas, junto con un desmentido que acusaba al ministro de asuntos exteriores de poner en peligro la libertad de prensa y de expresión. "Hemos oído antes esa crítica", dijo Bahjat con un suspiro. "Y la seguiremos oyendo muchas veces más".

Nick Anderson contribuyó a este reportaje.
3 de agosto de 2004
©traducción mQh
©losangelestimes

1 comentario

j.m.m. -

Mi felicitacion y admiracion por todos los trabajadores que haceis esta agencia de noticias,ADELANTE CON LA VERDAD.