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hija de gángster habla sobre la mafia


[Elaine Lies] Hija de gángster arroja luz sobre los bajos fondos japoneses.
Tokio, Japón. Con su largo pelo teñido de castaño y apretados vaqueros de diseño, Shoko Tendo se ve como cualquier otra elegante joven japonesa -hasta que se quita la camiseta para mostrar los vivos tatuajes que cubren su espalda y la mayor parte de su cuerpo.
Los elaborados dragones, fénices y cortesanas medievales con un pecho desnudo y un cuchillo entre sus dientes son un símbolo de la infancia de Tendo como hija de un gángster yakuza y su juventud como pandillera drogadicta.
Autora de ‘Yakuza Moon', un libro de memorias recién publicado en inglés que es un éxito de ventas, Tendo, 39, dice que los intentos de la policía por erradicar a los gángsteres sólo los han hecho más difíciles de vigilar.
"Más se esfuerzan los policías, más clandestinas serán las actividades de los gángsteres y más difícil de controlar que antes", dijo a Reuters en una entrevista reciente.
La policía dice que la cantidad de miembros de pandillas de yakuza cayó a 41.500 el año pasado, de 43 mil en 2005, un descenso que atribuyen a las leyes más estrictas contra el crimen organizado.
El número de seguidores de yakuza, incluyendo a matones y miembros de pandillas de moteros, que están dispuestos a hacer el trabajo sucio, sin embargo, aumentó marginalmente a 43 mil 200.
Más impresionante para muchos en Japón, donde los crímenes con armas de fuego son raros, fueron una serie de mortales ataques de yakuza antes este año, incluyendo el asesinato del alcalde de Nagasaki.
Tendo dijo que los tiroteos eran el resultado de la represión policial contra los yakuza, que les ha dificultado continuar ejerciendo sus actividades tradicionales en la prostitución, las drogas y las apuestas.
"Los están arrinconando, les están quitando su humanidad", dijo. "Todo lo que hacían para ganarse la vida se ha convertido en ilegal, y la vida se ha hecho muy difícil".

Disparidad Social
Los expertos dicen que esto es especialmente así entre gángsteres de partes menos afluentes de Japón, un reflejo del mismo tipo de brechas en los ingresos que poco a poco afectan al país como un todo.
"Los yakuza necesita un montón de dinero, pero dependiendo de dónde estén, los negocios no han marchado bien", dijo Nobuo Komiya, profesor de criminología en la Universidad Rissho de Tokio. "Así que cogen las armas".
Descendientes de jugadores y forajidos medievales, los yakuza fueron retratados durante largo tiempo como los samurai de nuestros días, sujetos a las tradiciones del honor y el deber y con vidas extravagantes.
El padre de Tendo, el cabecilla de una pandilla asociada a Yamaguchi-gumi, el más grande grupo de yakuza, llevaba una clásica vida de gángster, incluyendo trajes italianos, coches importados y una moto Harley-Davidson.
Educada con estrictas ideas sobre el honor, fue a la vez mimada y regañada por los hombres tatuados que frecuentaban la casa de su familia.
Pero también debió enfrentar prejuicios y amedrentamientos por causa de su padre. En respuesta, se unió a una pandilla, usó drogas y se convirtió en la amante de varios gángsteres antes de que golpizas casi fatales y sobredosis de droga la convencieron de cambiar de vida.
Ahora escritora y madre, Tendo se ha alejado del mundo de los yakuza, que cree que está perdiendo rápidamente sus tradiciones.
Ser miembro de una pandilla no es ilegal en Japón, y hasta hace poco las bandas eran reputadas por su franqueza. En sus oficinas colgaban letreros con sus nombres y listados de miembros.
Las pandillas colaboraban con la policía, entregándoles a sospechosos a cambio de que esta hiciera la vista gorda con las actividades de los yakuza, pero este arreglo terminó cuando en 1992 se endurecieron las leyes contra el crimen organizado.

Gángsteres Viejos
La mayor parte de los ingresos de los yakuza provienen de actividades en valores, propiedad inmobiliaria y finanzas.
"Lo que empezaremos a ver es que los yakuzas se estructurarán más, como la mafia norteamericana, y se dividirán entre expertos en negocios y expertos en violencia", dijo Manabu Miyazaki, un escritor cuyo padre también fue un yakuza.
"A medida que se acaban las fronteras en el mundo, necesitarán expertos que puedan hablar chino e inglés".
Como Japón, los gángsteres están envejeciendo, y menos gente joven piensa en el crimen organizado como una opción profesional.
Cifras de la policía mostraron que menos del veinte por ciento de los yakuza tenían en 2005 menos de veinte años, una tendencia que tanto Tendo como Miyazaki atribuyen a la aversión que sienten los jóvenes por la vida ruda que implica.
"Creen que ser yakuza es como entrar a una compañía", dijo Miyazaki. "Hay un chiste sobre un joven que entra a la oficina de la banda y pregunta cuál es el salario, y si está asegurado".
Pero aunque los yakuza de hoy están evitando los tatuajes y la amputación de dedos -cortados para expiar errores cometidos- a favor de estilos de vida más convencionales, es improbable que desaparezcan completamente.
"Menos gente quiere ser yakuza", dijo Miyazaki. "Pero los que opten serlo, serán muy lógicos, más intimidantes, y mucho, mucho más peligrosos".

7 de septiembre de 2007
©reuters
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