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miedo en bagdad


[Sudarsan Raghavan] Pese a la campaña de seguridad, las familias todavía huyen de sus casas en Bagdad a medida que la violencia y las rivalidades superan a un paralizado gobierno iraquí.
Bagdad, Iraq. Empujados por el temor y la desesperación, los padres de Um Abdullah, que son sunníes, cambiaron casa con una familia chií a la que conocían de muchos años. Sus padres se mudaron a una sección del barrio de Saidiya en Bagdad controlada por rebeldes sunníes. Y sus amigos se mudaron a su casa en el área de Risala, controlada por milicias chiíes. Cada familia dejó atrás los muebles, de modo que pudieran desplazarme más rápidamente y en secreto.
Parecía una solución perfecta en una capital cuya polarización a lo largo de divisiones sectarias se ha profundizado este año, pese al influjo de treinta mil refuerzos militares norteamericanos. Pero en días de la llegada de los padres de Um Abdullah hace dos meses, las milicias chiíes entraron más profundamente en Saidiya, expulsando a cientos de familias sunníes. El temor de los padres volvió.
"Si dejan su casa en Saidiya, querrá decir que perderán su casa en Risala porque hicieron un trueque", dijo Um Abdullah, que sólo permite que se mencione su apodo por razones de seguridad. "Mis padres se sienten atrapados".
La ofensiva de seguridad que lleva ya siete meses, tenía que apaciguar Bagdad y otras áreas para resucitar a Iraq social, política y físicamente. Alcanzar esas metas ha sido elusivo.
Aunque las estadísticas sobre la guerra en Iraq son turbias, un grupo -fuentes oficiosas del ministerio del Interior y datos de la morgue proporcionados al Washington Post- indica que el número de iraquíes que murieron violentamente en agosto fue menos que la mitad en enero. Las estadísticas repiten las afirmaciones de oficiales norteamericanos de que esas muertes están descendiendo, aunque un informe de la Oficina de Contraloría del gobierno sobre Iraq dado a conocer el martes dice que no está "claro si se ha reducido la violencia sectaria".
Al mismo tiempo, el número de cadáveres iraquíes encontrados arrojados en las calles fue mayor en agosto que antes del inicio de la campaña de seguridad y el número de iraquíes que abandonan sus casas ha aumentado considerablemente en los últimos meses.
Para algunos no hay dónde marcharse. "¿Adónde podríamos irnos? En todo Iraq es lo mismo ahora', dijo Um Abullah, 33, madre de cuatro niños que vive en Dora, otro barrio peligroso. Hoy, en una capital salpicada de puestos de control y zonas sectarias prohibidas, Um Abdullah está más aislada que nunca de sus padres, con quienes habla sólo por teléfono. "Nunca volveré a Saidiya", dijo. "Me pueden venir a visitar, si quieren".
La violencia continúa dividiendo Iraq, paralizando su sistema político y esfuerzos de reconciliación nacional. La región kurda semi-autónoma está avanzando con su propia ley del petróleo cuando la legislación nacional para compartir los ingresos iraquíes por el petróleo -un requisito clave exigido por el gobierno de Bush- sigue estancada en una ciénaga política y nacionalista.
En áreas controladas por las tropas norteamericanas, oficiales norteamericanos están inadvertidamente creando dependencia en su intento de fomentar la reconstrucción. Oficiales norteamericanos dicen que se sienten frustrados de que el gobierno chií no gaste diez billones de dólares de sus ingresos por el petróleo para entregar servicios básicos y reconstruir la infraestructura, especialmente en las comunidades sunníes.
Hace dos meses, Adeeb Fahad al-Azzawo, también huyó de Saidiya. Había presenciado demasiados tiroteos, había visto demasiados cadáveres abandonados en la calle donde vivió durante quince años. Alto, con su pelo plateado muy corto y ojos grisáceos, el sunní de 75 años envió a su hija a casa de sus parientes políticos en Mosul. Él y su mujer se mudaron a casa de familiares en Zafraniya, una zona cercana. Abbas, su hijo de 25, se quedó para cuidar la casa.
Hace un mes, un grupo de milicianos chiíes hicieron parar a una camioneta y separaron a los pasajeros sunníes. Abbas estaba entre ellos. Los pistoleros, contó el padre de Abbas, le golpearon el cuerpo y la cara con las culatas de sus armas y lo dejaron por muerto. Sobrevivió y dejó Saidiya al día siguiente.
"De momento, su mente no es estable", dijo Azzawi, su voz teñida de indignación y pesar.
De enero a julio casi cien mil iraquíes al mes han abandonado sus casas, según la Organización del Creciente Rojo iraquí. En su revisión semestral, la Organización Mundial para las Migraciones, una organización de Naciones Unidas, también informó un aumento de los desplazamientos, diciendo que el 63 por ciento de los casos implicaba una amenaza de muerte directa.
"La estabilidad que se anticipó como resultado de los varios planes de seguridad no se ha materializado, y la violencia continúa en Iraq, lo mismo que las expulsiones", dijo la agencia.
En los últimos meses, el agente inmobiliario Alla Thabit ha canalizado a decenas de familias desplazadas a casas en el elegante barrio de Karrada en Bagdad. Casi todas provenían de áreas mixtas. Al principio de la ofensiva de seguridad en febrero, entraban a su oficina en promedio al día cinco familias. Ahora ese número se ha triplicado.
"El plan de seguridad ha fracasado en los barrios. Es por eso que se están mudando", dijo Thabit. "No he visto a nadie volviendo a sus casas".
La afluencia ha elevado los alquileres en Karrada, considerado como uno de los enclaves más seguros y más tolerantes de Bagdad, pero de manera creciente el escenario de coches bomba y fuego de morteros. Sin embargo, iraquíes desplazados todavía entran a la austera oficina de Thabit. Hoy, la mayoría de sus clientes vienen de Saidiya.
Algunos huyeron después de ser amenazados, otros simplemente por miedo. A una familia, dijo, le dejaron un cadáver frente a su casa. Otro empacó después de que asesinaran a su vecino. Una madre observó como milicianos chiíes asesinaban a su marido e hijo. Después, los pistoleros le ordenaron, a ella y su nuera que abandonaran Saidiya.
"Llegaron aquí el mismo día. Estaban llorando", contó Thabit, que les encontró un apartamento. "Si se hubiesen quedado, habrían sido asesinados".
El teniente general Aboud Qanbar, comandante iraquí de la ofensiva de seguridad, concedió en una entrevista que en Bagdad están "ocurriendo desplazamientos". Lo que está pasando en Saidiya, dijo, se debe a las campañas represivas en áreas adyacentes, que están empujando a los extremistas chiíes y sunníes hacia el enclave. Agregó que las fuerzas iraquíes y norteamericanas tenía la situación "bajo control".
Las tensiones en Saidiya están agregando obstáculos a la reconciliación política. Los líderes sunníes, ya decepcionados con el gobierno dirigido por chiíes, culpan a las fuerzas de seguridad iraquíes controladas ese mismo grupo de permitir que milicias chiíes infiltren la zona.
"Lo que estamos viendo en el terreno es que la policía y el ejército protegen a las milicias y facilitan su acceso a áreas sunníes", dijo Adnan al-Dulaimi, un importante político sunní. "Lo que está pasando en Saidiya es el mayor ejemplo de que están atacando a vecinos sunníes para expulsarlos y obligarlos a marcharse, abandonando sus casas para ser saqueadas por las milicias".
Los vecinos dijeron que militantes sunníes y elementos del Ejército Mahdi, la milicia aliada con el clérigo chií Moqtada al-Sáder, estaban luchando por el control de su barrio, como parte de una lucha más amplia por el predominio que también se está librando en otras comunas de la capital.
Los vecinos describen una brutal topografía en la que se han incendiado casas y donde los extremistas de los dos lados han ocupado casas, dividiendo el área entre zonas sunníes y chiíes. Francotiradores y balaceras en las calles son ahora comunes. Las tiendas han cerrado. Las familias se ocultan en sus casas, muchas de ellas agujereadas por impactos de bala. Algunos ni siquiera responden cuando llaman a la puerta.
"Nunca sabes quién te va a disparar", dijo Azzawi.
El enclave ilustra los límites del plan de seguridad. Incluso con los refuerzos y decenas de comisarías conjuntas en todo Bagdad, para las tropas norteamericanas es imposible estar en todas partes. En Saidiya hay una pequeña avanzada de combate norteamericana, pero los extremistas dominan el barrio.
"De vez en vez pasa una patrulla. ¿Para qué nos sirve?", dijo Abu Yousef, 60, empleado del ministerio de Transporte. "No pueden mantener la seguridad. Eso es un hecho en Saidiya. Hay un montón de áreas parecidas en Bagdad".
Abu Yousef, que pidió que no se mencionara su nombre, por temor, no puede marcharse de Saidiya con su familia, dijo. Cada vez que él y sus familiares oyen disparos, se encierran en su casa, esperando que vuelva el silencio. Decenas de vecinos se han marchado, dijo.
"Cuando colocan sus cosas en el coche y se marchan, eso es lo peor que puedes ver", dijo Abu Yousef. "Me he convertido en un extranjero en mi propio barrio".

Megan Greenwell y K.I. Ibrahim, Saad al-Izzi and Naseer Nouri contribuyeron a este reportaje.

6 de septiembre de 2007
4 de septiembre de 2007
©washington post
©traducción mQh
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