EL NIÑO QUE SE QUIERE DIVORCIAR DE SU PADRE - patti hartigan
Se vive una intensa polémica en Estados Unidos por el caso de un niño que ha pedido cortar los lazos parentales con su padre. Si se acepta, su única familia será la de adopción. Es la historia de Patrick Holland, que tenía ocho años cuando su padre mató a su madre.
Esta es la historia de un hijo y su padre.
Los padres del niño se peleaban cuando él era un niño. Su padre se había puesto violento. Su madre había pedido el divorcio. Y le impusieron al padre una orden de alejamiento. Ella llamó a la policía. Pero había un niño. Eso hacía que la separación fuera más complicada. Cuando el niño tenía ocho años, su padre asesinó a su madre en la casa de la familia, en Quincy. Le disparó ocho veces en el dormitorio principal cuando el niño dormía. A la mañana siguiente, el niño encontró su cadáver en un charco de sangre. "¡Pasa algo malo con mi mamá!", gritó, y se echó a correr hacia la calle, en calzoncillos, buscando ayuda, pero en realidad en búsqueda de una nueva vida.
La encontró en los brazos de los mejores amigos de su madre. Lo recogieron y lo vieron crecer como si fuera su propio hijo, y cuando se hizo adolescente, pensaron que al fin estaba recuperando su vida. Pero entonces llegó la petición.
Su padre, en la cárcel, quería saber cómo estaba su hijo, quería ver sus cartillas de notas.
Es ahí que Patrick Holland se hizo hombre. A los 14, estaba tratando de hacer lo que su madre hubiera esperado que hiciera, lo que le pudo haber salvado la vida: separarse de Daniel Holland.
Si estornudas, seguro que pasas de largo por el centro de Sandown, New Hampshire, 5,381 habitantes. En la carretera hacia la ciudad, uno pasa frente a varios garajes y Sandown Materials, que vende rocas, gravilla y marga. La Iglesia Metodista Unificada de San Matías está más abajo, cerca de los bomberos, de la comisaría de policía y del ayuntamiento.
Esta es la ciudad que Patrick Holland ha llamado su casa desde febrero de 1999, cuando se mudó a vivir con los que se transformarían en sus tutores legales, Ron y Rita Lazisky. Su casa victoriana tiene un techo de hojalata en el salón de recibo, y la moldura original de metal todavía adorna la chimenea. Los Lazisky han vivido en esta casa desde hace unos siete años. Es su segundo matrimonio para ambos, y tiene cada uno dos niños ya grandes de sus primeros matrimonios.
Patrick se un poco cansado la primera vez que nos vemos, un frío día de marzo. Hace unas semanas un juez del Norfolk County Probate y del Tribunal de Relaciones Familiares rechazó su petición de cortar lazos con los derechos de su padre. El caso se había estado estirando silenciosamente durante un año y medio, pero después de la resolución del juez Robert W. Langlois, Patrick se transformó en una causa célebre. Cuando nos reunimos la primera vez, Patrick acababa de volver de Nueva York, donde había contado su historia a Court TV, a CNN, y en el programa Good Morning America'. Luego, en abril, Langlois se corrigió a sí mismo, desencadenando otra ronda de apariciones en televisión de Patrick.
Como otros chicos de 14, se relaja lentamente. Le pregunto sobre la escuela y me habla de los macarrones de poliestireno y del queso de la cafetería, pero no de las clases. Ron Lazisky es quien mantiene la conversación al principio. Hay una relación fácil entre los dos, aunque admiten que pelean como cualquier otro padre e hijo adolescente.
Lazisky dice que poco después de que el niño llegara a vivir con ellos, Patrick se preguntaba abiertamente sobre su violento padre. "¿Por qué no me mató a mí?", se preguntaba. Patrick juguetea con los cordones rojos de sus zapatillas Converse Chuck Taylors cuando Ron Lazisky cuenta la historia. "Yo lo miré -diciéndome a mí mismo que no estaba capacitado para hacerlo- y lo único que pude decir fue que él no estaba enojado contigo, estaba enojado con su madre".
Suena el teléfono. Es el Departamento de Servicios Sociales DSS de Massachusetts. El departamento no estuvo originalmente involucrado en el caso de terminación parental de Patrick. El comisario del DSS Harry Spence accedió a subirse a bordo y a Patrick le plació. El teléfono volvió a sonar. Es un productor del programa Chronicle', de la WCVB-TV. También The National Enquirer' quería cubrir la historia, y Oprah' ha mostrado interés.
El humo está llenando la habitación. Ron Lazisky había dejado de fumar, pero dice que empezó de nuevo desde que comenzó a verse el caso en los tribunales. Patrick se preocupa cuando yo empiezo a toser. "¿Quieres un té?", me pregunta. "¿Puedo abrir las ventanas?" Me ofrece un té medicinal cuando rechazo la cafeína, porque estoy amamantando. Lleva una camisa planchada pulcramente y tejanos tiesos, pero se suelta un poco cuando asume su papel de anfitrión atento. Quiere mostrarme las fotografías de su madre, y también los videos de sus apariciones en la televisión. Ya se habla de un documental y de una película de televisión. Lazisky, un ingeniero químico que dice que está tomando libre para concentrarse en el caso, ha contratado a un abogado del mundo del espectáculo para estudiar las ofertas. ¿Quién le gustaría a Patrick que lo representara en la televisión? "George Clooney", dice Patrick. No ríe, pero sus ojos parecen decir: "Tanto me da".
Elizabeth Peral McCrocklin nació el 28 de noviembre de 1066, en Concord, Massachusetts, la hija del medio. Su padre, Robert A. McCrocklin, era militar, y estuvo destacado en la Base Aérea de Hanscom. La familia vivió en Florida y Okinawa antes de asentarse en el Virginia del Norte. Después de que sus padres se divorciaran cuando era todavía muy pequeña, Elizabeth vivió con su padre en Virginia, mientras su madre, Peggy Leonard, se mudó a Las Vegas. Liz' era menuda, pero no endeble. Cuando quería dar más fuerza a sus argumentos ante su padre, se subía a una silla para poder miraralo directamente a los ojos.
Conoció a Daniel Leo Holland en Virginia después de terminar la secundaria, cuando estaba trabajando como azafata en un hotel de la localidad. Él era un barman que se había criado en Massachusetts. Su madre recuerda que Liz estaba loca por Danny, pero a su padre no le gustaba. "Nunca me dio una respuesta directa", recuerda Robert McCroncklin. "Le podías hacer una pregunta para que respondiera con un sí o un no, y quizás te decía: A lo mejor'. Nunca pudo explicar cómo había llegado hasta aquí desde Massachusetts".
Pero finalmente McCronklin se enteraría del pasado de Daniel Holland. Nació en el seno de una familia de South Shore el 13 de diciembre de 1964. De acuerdos a informes publicados, comenzó a beber y a fumar marihuana cuando tenía alrededor de trece años, abandonó la escuela y tuvo problemas con el Departamento de Servicios Juveniles del estado. Vivió durante un tiempo con su abuela, luego con amigos, acumulando un largo historial policial que incluía cargos por posesión de drogas, por conducir bajo los efectos del alcohol, por alteración del orden público, y por agresión sexual y lesiones a un agente de policía. Vivía con una tía en Virginia cuando conoció a su futura esposa.
Liza esperó a cumplir los 21 antes de dejar la casa de su padre. Ella y su padre habían peleado acerca del préstamo para un coche, y su relación se echó a perder. Ella y Danny se mudaron a Massachusetts para estar más cerca de la familia, y se instalaron en un edificio de tres pisos, sin ascensor, en el sur de Boston. Se casaron en Portland, Maine, en julio de 1989. Patrick nació en diciembre. El embarazo fue complicado; una ecografía reveló que Patrick tenía sólo un riñón. Pero Liz tuvo un parto natural, Danny grabó el nacimiento en video, y el bebé nació perfecto. Peggy Leonard viajó desde el este de Las Vegas para ayudar a su nieto. "Nadie se excitaba tanto con ellos al ver mear al bebé", recuerda Leonard. Como toda madre primeriza, Liz era aprehensiva. "Se volvía loca con el bebé", recuerda su madre.
Sin embargo, las cosas eran diferentes cuando Leonard volvió a visitarlos dos años más tarde. La pareja había comprado recién una casa en la calle de Dysart, en Quincy, y la relación parecía tensa. Leonard dice que Liz se ocupaba de Patrick mientras su marido miraba televisión.
Liz trabajaba como ayudante de enfermería en el Centro de Rehabilitación y Hogar de Ancianos Colonial, de Weymouth, ocupándose de las bacinillas y los baños. Rita Lazisky empezó a trabajar ahí pocos meses después de Liz. "Me puso bajo su protección de inmediato, y dijo: Ven, amiga, vamos a trabajar juntas'", dice Lazisky. Los dos se hicieron amigas íntimas. Patrick estaba en la guardería en el mismo edificio, así que las mujeres almorzaban con él la mayor parte de los días. Entretanto, Daniel Holland había comenzado a trabajar en la compañía de teléfonos, ahora Verizon, en Burlington.
Si estaba siendo maltratada en casa, Liz no lo mostró en el trabajo, dice Rita Lazisky. Liz parecía siempre segura y fuerte, y poco después de que empezara a trabajar se inscribió en unos cursos universitarios, mientras que todavía trabajaba a jornada completa.
Lazisky dice que ella empezó a tener dudas sobre el matrimonio de su amiga cuando Liz se cortó su larga y rizada cabellera. "Una de las cosas que le gustaba hacer a Daniel", dice Lazisky que ella se enteraría más tarde, "era agarrarla y jalarla por el pelo".
Entonces, un día de febrero de 1993, Liz se rezagó en el trabajo después de que su turno hubiera terminado. Le dijo a Lazisky: "No puedo volver a casa. Si voy, me matará".
No estaba siendo melodramática. Los maltratos se habían hecho peores. Ron y Rita Lazisky convencieron a Liz de que pidiera una orden de alejamiento, y la policía de Quincy sacó a Daniel Holland de su casa en la calle de Dysart. Liz y Patrick alojaron con los Lazisky las tres semanas siguientes. Entretanto, Daniel Holland trató de ganar el control en los tribunales. Pidió el divorcio, acusando a su mujer de "conducta cruel y abusiva". También pidió la tutoría de Patrick, diciendo que su familia le ayudaría a cuidar del niño, mientras que Liz no tenía una familia extensa en la región. Finalmente la pareja se reconcilió y buscó asistencia psicológica, pero sólo duró hasta que Daniel Holland dejó de asistir.
Patrick no recuerda mucho de este período. Como otros muchos adolescentes, ve su infancia a través del prisma de la cultura pop. Recuerda ser "bueno en Power Rangers y Tortugas Ninya". Dice que su primer recuerdo es el de su padre encerrándolo en el armario cuando tenía cuatro o cinco años. Daniel Holland grabó en video la puerta del armario, registrando también el sordo sonido de su hijo gritando. Patrick no recuerda mucho más de su padre. "Cuando no estaba, todo marchaba bien; cuando estaba, todo era un caos", dice Patrick.
Finalmente, Liz se cansó. Pidió una segunda orden de alejamiento en febrero de 1998. En la orden escribió que su marido "me arrojó al suelo, me arrastró por el pelo cuando traté de levantarme, me gritó obscenidades y amenazó con matarme si acaso hacía algo estúpido'". El maltrato ocurrió, escribió, en presencia de Patrick.
Pidió el divorcio. Daniel Holland no apareció a tiempo en los tribunales y presentó una serie de denuncias sin fundamento contra Liz y su padre. Liz dijo a las autoridades que Daniel, después de las visitas, volvía desnutrido. Había rapado al niño contra su voluntad, dijo. Dejó un arma en la casa de la calle de Dysart. En la primavera de 1998 fue acusado de violar la orden de alejamiento y perdió los derechos de visita en agosto de ese año. Para entonces, Liz hacía planes para volver con Patrick a Virginia, pero quería terminar los trámites del divorcio antes de marcharse. "Patrick era su vida", me dice su abogado Edward J. Fleming. "Las razones que tuvo para hacer lo que hizo, fueron asegurar que Patrick llevara una buena vida".
Pero parecía haber intuido su propio destino. "Pronto estaré en los titulares", le dijo a sus amigos. La violación de la orden de alejamiento de Holland continuó arrastrándose en tribunales durante el verano de 1998, el juez Charles E. Black, del Tribunal de Distrito de Quincy, ahora jubilado, lo dejó en libertad y fijó la fecha del juicio para el 7 de diciembre. Liz Holland fue asesinada el 13 de octubre.
Vamos en dirección a un restaurante italiano en Salem, New Hampshire, y Patrick se acomoda amablemente entre los juguetes en el asiento de pasajeros del coche. Admira la colección, diciéndome que espera adoptar a un niño algún día.
En el restaurante, Ron Lazisky presenta a Patrick al anfitrión como "el niño que se quiere divorciar de su padre". El hombre lo mira lelo, pero termina mostrándose complaciente. Más tarde, nos ofrecerá café gratuito. Rita Lazisky hizo una entrada impresionante. Como una representante de servicios al cliente de una compañía de seguros, es una mujer tímida de hablar tan suave como agresivo y gregario su marido. Seis años después del asesinato de su amiga, todavía está tratando de superar la pérdida y dice que se sentía culpable de remplazar a la madre de Patrick, especialmente en las prácticas de béisbol. "Me sentaba en el coche", recuerda. "Y me ponía a llorar pensando que no era yo quien debía estar aquí. Liz debía estar ahí".
Patrick nunca escuchó esta historia antes. Recuerda una época en que culpó a los Lazisky por no haber salvado a su madre. También se culpaba a sí mismo; a veces todavía lo hacen. "Me digo que yo no podía haber hecho nada", dice. "Pero siempre me siento culpable".
Se extiende en ser amable durante la cena, diciendo "lo siento" tantas veces que se transforma en un chiste, y recordándoles a sus tutores que lo más fuerte que bebo yo es agua de seltz. Se queda tranquilo cuando Rita cuenta la historia. Es una entrevista rara para ella, y él quiere que ella diga lo que tiene que decir. Pero también trata de consolarla cuando ella se agita. "La gente dice: Tu padre nunca te enseñó nada'", le dice Patrick. "Lo hizo. Me enseñó qué no ser".
Cuando finalmente hablamos sobre el asesinato, Patrick se refiere a un episodio' en sus clases extra-curriculares antes de que madre fuera matada. Por alguna razón, dice, "se asustó", porque otro chico lo había asustado. "Me puse a llorar y a gritar. Pensé que me iba a pegar o algo así. No sé por qué pensé eso. Fue raro".
Esa noche se calmó y miró uno de sus programas de televisión favoritos, Hey Arnold!', antes de darle un beso de buenas noches a su madre por última vez. Recuerda un sueño largo y confuso. Primero, un oso polar perseguía a un hombre a través de un laberinto gigante. Luego un caballero custodiaba un paso elevado, sacando su espada y mirando río abajo. El resto es borroso, hay gritos, sirenas, y lágrimas.
El Departamento de Policía de Quincy tiene un programa contra la violencia intra-familiar reconocido nacionalmente, pero no puede parar a cualquiera ni en todas partes. "Este es uno de los casos en que el departamento no funcionó", admite el comisario del distrito Anthony DiBona. "Fracasó. Nada es cien por ciento".
Patrick no recuerda haber oído nada en casa esa noche del 13 de octubre de 1998. Los terapeutas han dicho que está probablemente bloqueado. La calle de Dysart está en un barrio tranquilo, con casas juntas. Después del asesinato, algunos vecinos dijeron que habían oído ruidos de cristales rotos y estallidos. Pero nadie llamó a la policía. Patrick pasó la mayor parte del día siguiente en la comisaría de policía, respondiendo las mismas preguntas una y otra vez. Lo subieron a la parte de atrás de un patrullero y dio indicaciones para llegar al apartamento de su padre en Dorchester. Daniel Holland fue detenido esa noche en Lawrence.
El hijo de Ron Lazisky, Joshua, entonces de 17, estaba solo en casa el día después del asesinato cuando recibió una llamada de Sandown, New Hampshire, de la policía, que andaban buscando a sus padres. Localizaron a Rita en la consulta de su doctor y a Ron en Massachusetts. La familia fue trasladada a un hotel de Salem, New Hampshire, y colocada bajo protección policial hasta la captura de Holland.
Fue entonces que comenzó una nueva discusión sobre quién se quedaría con Patrick.
En Virginia, Robert McCrocklin recibió una llamada de la policía de Quincy sobre el asesinato de su hija. Comenzó inmediatamente a tratar de obtener la custodia. Los padres de Daniel Holland, Joseph y Edna Holland, también pidieron la custodia. En los papeles que presentaron los Holland, Edna escribió: "Me gustaría que el niño estuviera conmigo para poder consolarlo y asegurar que se satisfacen sus necesidades emocionales. Tengo los recursos financieros y el espacio para él en mi casa de Hingham". Los Holland rechazaron varias peticiones de una entrevista.
La madre de Liz, Peggy Leonard, también pidió la custodia, aunque sus circunstancias se empeoraron en los meses que siguieron al asesinato. Leonard dice que murió su segundo marido y que un nieto fue asesinado.
Los Lazisky fueron los primeros, aparte de los policías y abogados en ver a Patrick después del asesinato de su madre. Patrick dice que pidió inmediatamente vivir con ellos. "No quería decir sí o no porque yo pensaba que le darían la custodia al abuelo", recuerda Rita Lazisky. "El pobrecillo ha tenido que vivir un montón de cosas. No quería decir: Sí, puedes venirte con nosotros'".
Finalmente se unieron al caso de custodia. Ron Lazisky no es un extraño en tribunales de relaciones familiares. Pasó por un divorcio engorroso él mismo, con acusaciones de maltratos de lado y lado. Después de diez años, obtuvo en 1991 la tutoría única de sus dos hijos biológicos.
Mientras los adultos se peleaban por la tutoría de Patrick, el niño siguió en un internado. DSS finalmente optó por ponerlo en una casa de acogida, época en que se mudó a casa de los Lazisky. Era por el Día de San Valentín, en 1999. Finalmente se transformarían en sus tutores legales.
Pero las malas relaciones persisten. Patrick está cercano a su abuela materna, aunque dejó de visitar a los Holland hace tres años. No ha hablado con su abuelo materno, McCroncklin, desde que pelearon cuando él estaba en el internado. Patrick dice que estaba enfadado porque McCrocklin había hecho quemar el cuerpo de su madre y conservaba las cenizas. Patrick quiere una parte de los restos para el monumento que está construyendo. McCroncklin encuentra de mal gusto la idea de dividir las cenizas.
Y también está Daniel Hollad. Como parte del acuerdo sobre la tutoría, se le permitió contratar a un árbitro de un tribunal familiar dos veces al año para solicitar una actualización escrita de los avances de su hijo. Lo hizo una vez, desencadenando la batalla en los tribunales. Un amigo de prisión de Holland, dice que cuando se enteró de los deseos de su hijo, nunca volvió a pedir los informes.
Busqué a Holland para entrevistarlo, pero se negó a concederme una entrevista por consejo de su abogado. Sin embargo, sí me envió una carta. "Independientemente de todo lo que se diga y contrariamente a lo que se cree, yo quiero a Patrick más de lo que soy capaz de expresar", escribió. "Mi única preocupación es su salud física y su recuperación psicológica. Lo llevo en mi corazón y en mi mente en todo momento, y eso no cambiará nunca".
El domingo de Ramos, temprano por la mañana, el reverendo Steve Murray empieza a despertar a los fieles en la Iglesia Metodista Unificada de San Matías, en Sandown. "¡Jesucristo vive!", grita. La sala retumba con el coro de amenes'. Patrick llega después del servicio; se olvidó del cambio de horario. Abraza y saluda a todo el mundo.
No es demasiado tarde como para asistir a la catequesis de Lee Elliot. Elliot es un activo hombre que es como el tío favorito de todos. La materia de hoy es el trabajo misional. Un fornido joven llamado Bubba quiere ir a Corea. No quiere quedarse toda la vida en Sandown. Elliot pide al grupo que explique porqué es tan importante el trabajo de las misiones. "Estuve buscando la palabra humildad'", dice Patrick. "Yo quiero ser humilde".
Después de la catequesis (y de unos abrazos más), se marcha a casa de su amiga Ronnie Guitard, donde están patinando en las ramblas de la entrada y tienen bocadillos en la nevera. Otro amigo, Andrew Ryan, se encuentra ahí también. Los niños todavía ríen de las bromas del Día de los Inocentes que hicieron en la escuela. A un maestro le dejaron una nota del ayuntamiento diciéndole que su coche se lo había llevado la grúa.
Ronnie quiere ser director de cine. Dice que me mostraría el video que hizo de su equipo de monopatinadores, el Federal Offense, pero su padre no le deja entrar a su cuarto si no lo asea. Patrick y Andrew empezaron un grupo de música, con Patrick a la guitarra y Andrew en los tambores. Lo llamarán Good Question.
Estos dos niños acogieron a Patrick cuando era el chico nuevo del barrio seis años atrás. Les contó su secreto. "Pensé que era terrible", dice Andrew. Patrick cree que sus amigos, que se ríen de películas de terror "estúpidas", como Dawn of the Dead', se sienten incómodos al tratar un asesinato de verdad. Cambia de tema. "No quiero aburrirlos", dice.
El caso de la Comunidad contra Daniel Holland parecía que iba a ser tan abierto como cerrado. El asesinato fue descrito como "salvaje, bestial, y atroz" por el fiscal Jeffrey Locke. Holland, se dice, compró un rifle calibre 22 en un Wal-Mart y planificó el asesinato durante semanas. Hizo declaraciones inculpatorias ante su novia, Brenda Hewey.
Pero pasaron dos años antes de que Holland fuera sentenciado a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad provisional. Rechazó a dos abogados nombrados por el tribunal.
Trató de casarse con Hewey mientras estaba en prisión, pero resultó que ella estaba ya casada con otra persona. Rechazó someterse a un test psicológico, pero más tarde pidió exámenes para probar que tenía el cerebro dañado. Insultó al juez Thomas E. Connelly del Tribunal Superior de Norfolk, y a la fiscal Julie Lavin, se negó a abandonar su celda para asistir a las audiencias, arremetió con su cabeza contra las paredes de la celda y tuvo que ser arrastrado una vez más por las escalinatas del tribunal.
El juicio comenzó en mayo de 2001. Patrick no asistió, pero me dice que quería estar ahí. "Todo este asunto del juicio fue muy estresante", dice. "Realmente quería testificar, realmente".
Holland tuvo que llevar grilletes en los tobillos. El testimonio fue interrumpido dos veces cuando dijo que estaba enfermo. Su defensa arguyó que Holland no tenía responsabilidad penal por el asesinato debido al abuso de alcohol y drogas. Después de un juicio de tres semanas, el 1 de junio de 2001 le tomó al jurado seis horas para condenarlo por asesinato en primer grado y allanamiento de morada con violencia.
En Massachusetts hay un recurso automático para los condenados por asesinato en primer grado. Sin embargo, Holland no ha recurrido. Pero sí ha estado activo en terminar el caso de Patrick. "Pelear está en su naturaleza", dice Robert George, el abogado de Boston que representó a Holland en el juicio por el asesinato. "No dejará de luchar hasta que crea que eso pueda perjudicar a su hijo".
Patrick, al contrario, parece crecer con el combate. Ha escrito una carta a su padre que fue publicada en la red (lizhollandmemorial.com). "Preferiría tener a cualquier vago de la calle como padre que a ti", le escribió en enero.
Patrick Holland está haciéndose camino a través de los atiborrados pasillos de la Escuela Secundaria Regional de Timberlane, Plaistow, New Hampshire. A la velocidad con que va, no aprobará matemáticas. Le gusta dar esos grandes y amistosos abrazos, pero sus maestros le recuerdan constantemente que semejantes demostraciones de afecto en público están prohibidas en la escuela. Este es un chico que nunca entra al aula tranquilamente. Pasa por los pasillos como un político en un desfile de vacaciones. Quizás es por eso que lo eligieron para representar el papel de alcalde en la última producción teatral del año, The Music Man'. Puede que no tenga la pinta para el papel protagónico de Harold Hill, pero es conocido por sus maestros y amigotes como un cabecilla con un espíritu pícaro y un sentido anticuado de la moda.
En el otoño, los maestros de la última clase de Patrick fueron informados del asesinato de su madre. Pero Patrick parecía bien adaptado, incluso feliz. Era un estudiante que siempre tenía una palabra amable para el chico solo en la cafetería. Era un estudiante atento, que sabía todas las respuestas a las preguntas cuando hacía sus deberes, el tipo de niño que se libra con bromas de buena fe porque es tan condenadamente honesto.
Al principio, en noviembre, los maestros se alarmaron cuando se pegaron unas octavillas en la escuela anunciando la puesta de la primera piedra del Liz Holland Memorial de San Matías, Sandown. Patrick no había mencionado nunca su madre a los maestros. Se descubrió que Patrick había colocado los anuncios. "A la mayoría de los chicos en la escuela usualmente no les gusta hablar de cosas como el divorcio y de lo mal que están las cosas", dice la profesora de arte e idiomas Tina Johnson. "Fue un choque para nosotros descubrir lo que le pasaba".
Sus maestros, que no pueden dejar de reír cuando hablan de este chico brillante, dicen que obtiene notas buenas con un mínimo de trabajo externo, pero podía sacar dieces con algo más de esfuerzo. Cuando no saca buenas notas, "se siente como si te defraudara", dice su profesor de ciencias sociales, Vin Lombard.
Y es difícil de olvidar. "Todos los años, cuando llega una nueva camada estudiantes, hay una tendencia en ese grupo de cien o ciento diez niños a recordar a un puñado de ellos por algo", dice Lombard. "Incluso si no fuera por las circunstancias que lo trajeron aquí al centro del candelero, Patrick sería uno de esos chicos que recuerdas. Tiene sentido del humor, y es un personaje del que no te olvidas".
En un caso histórico de 1992, Gregory Kingsley, entonces de 11 años, se presentó a un tribunal en Florida para cortar los vínculos con su madre biológica y ser adoptado por George y Lizabeth Russ, sus padres adoptivos. George Russ, abogado, presentó la primera petición a nombre de Gregory. Ganaron, pero la decisión fue anulada durante el recurso. Los derechos de la madre fueron terminados, pero la adopción fue considerada prematura. (Fue aprobada más tarde).
Todavía es inusual para un niño iniciar un caso de terminación [de derechos parentales], pero ha habido otros casos publicitados modelados en el de Kingsley. Para nombrar sólo uno, en 1993 Russ defendió a Kimberly Mays, un niña de Florida, de 15 años, que quería quedarse con el hombre que la había criado como padre antes que volver a sus padres biológicos. Ganó, pero más tarde se marchó a vivir con ellos.
Hoy, George Russ participa activamente en un grupo pro derechos de los niños que ha redactado una enmienda constitucional que garantizará a los niños el derecho a un proceso debido. Los jefes del movimiento pro derechos de los niños han oído montones de historias terribles, pero ¿un asesino con derechos parentales? "Charlie Manson tendría los mismos derechos", dice el juez del Tribunal Superior de Connecticut, Charles D. Gill, el co-fundador del Destacamento Nacional para los Derechos Constitucionales de los Niños. "¿Te puedes imaginar eso? Podría decir: Quiero tener derecho de visita. Quiero ver su cartilla de notas'".
Cinco estados -Florida, Luisiana, New Hampshire, Tennessee y Virginia- terminan los derechos parentales cuando un padre es condenado por el asesinato de otro. Patrick Holland y los Lazisky no sabían nada de las leyes de New Hampshire cuando comenzaron su batalla en la corte. Pero ahora sí lo saben. Ron Lazisky dice que ganar el caso de terminación de Patrick en Massachusetts podría conducir a que se aprobara aquí una ley similar. Quiere llamarla "la Ley de Patrick".
Pero muchos juristas y profesionales de servicios psicológicos sostienen que dar un estatuto jurídico a los niños no es la mejor manera de protegerlos. Algunos dicen que tales casos desvían la atención de los problemas más urgentes de violencia doméstica y servicios sociales insuficientes. También se preguntan si un niño se está comportando autónomamente o si está siendo manipulado por adultos con objetivos propios.
Otros sostienen que la atención sensacionalista de los medios de comunicación pueden causar más mal que bien a un niño. Uno de los jueces del tribunal de apelación en el caso de Kingsley acusó a los abogados de Gregory Kingsley de buscar "taquilla", diciendo que "una terminación normal de terminación de derechos parentales fue transformada en una causa célebre por su representación artificiosa y el brillo de los focos". La historia fue llevada a una película de televisión. Los medios de comunicación ciertamente han tenido un papel clave en esta historia. Cada vez que hablo con Patrick o Ron Lazisky, me cuenta de alguna entrevista.
El joven se desenvuelve en todo esto con soltura. Cuando está rodeado de cinco reporteras en un encuentro rutinario en Sandown, habla con cariño sobre su madre y devora atención. "Obviamente, yo debo ser la persona más atractiva aquí", dice con una sonrisa.
Los camarógrafos bajaron cuando el 27 de abril el juez Robert Langlois revisó su decisión y fijó el 26 de julio como la fecha para el juicio. Patrick no estará presente en las vistas, pero Ron Lazisky agradece a los abogados y al juez, y a los media. Más tarde, Patrick me dice: "Es terrible. Tengo bastante optimismo". Hará otra ronda de entrevistas y apariciones en televisión. La historia fue primera plana en Australia. Otros tres productores de Hollywood llamaron por teléfono. La historia del "niño que se quiere divorciar de su padre" ha adquirido vida propia.
Patrick acepta el apodo, aunque no es legalmente correcto y apenas si describe la ruta para un superviviente tan joven. De momento, se está preparando para la escuela, que comienza en otoño. Y para el juicio. Si gana, dice, podrá tener lo que quiere.
Pero también hay que terminar el monumento, pensar en la película, y en el libro que está siendo escrito por la hermana de Ron Lazisky. Surge una pregunta: ¿Es este un modo de canalizar -o de evitar- la tristeza? Ron Lazisky se sorprende con mi pregunta. Nunca se le ocurrió la idea. "Supongo que es mi manera de enfrentarme al asunto", dice. "Ella está viva en nuestros corazones".
Patrick no duda. "Creo que es terapéutico", dice. "Me alivia".
Lazisky está hablando con políticos de Massachusetts sobre la Ley de Patrick, y le gustaría presentar una ley que fije la fianza de alguien acusado de violar una orden de alejamiento en diez mil dólares.
Rita Lazisky, entretanto, se contentaría con no tener que entrar nunca más a un tribunal. "No termina nunca", dice. "Ese es el problema. Mientras no termine para Patrick, no terminará para ninguno de nosotros".
11 de julio de 2004
24 de julio de 2004
©traducción mQh
©bostonnews
Los padres del niño se peleaban cuando él era un niño. Su padre se había puesto violento. Su madre había pedido el divorcio. Y le impusieron al padre una orden de alejamiento. Ella llamó a la policía. Pero había un niño. Eso hacía que la separación fuera más complicada. Cuando el niño tenía ocho años, su padre asesinó a su madre en la casa de la familia, en Quincy. Le disparó ocho veces en el dormitorio principal cuando el niño dormía. A la mañana siguiente, el niño encontró su cadáver en un charco de sangre. "¡Pasa algo malo con mi mamá!", gritó, y se echó a correr hacia la calle, en calzoncillos, buscando ayuda, pero en realidad en búsqueda de una nueva vida.
La encontró en los brazos de los mejores amigos de su madre. Lo recogieron y lo vieron crecer como si fuera su propio hijo, y cuando se hizo adolescente, pensaron que al fin estaba recuperando su vida. Pero entonces llegó la petición.
Su padre, en la cárcel, quería saber cómo estaba su hijo, quería ver sus cartillas de notas.
Es ahí que Patrick Holland se hizo hombre. A los 14, estaba tratando de hacer lo que su madre hubiera esperado que hiciera, lo que le pudo haber salvado la vida: separarse de Daniel Holland.
Si estornudas, seguro que pasas de largo por el centro de Sandown, New Hampshire, 5,381 habitantes. En la carretera hacia la ciudad, uno pasa frente a varios garajes y Sandown Materials, que vende rocas, gravilla y marga. La Iglesia Metodista Unificada de San Matías está más abajo, cerca de los bomberos, de la comisaría de policía y del ayuntamiento.
Esta es la ciudad que Patrick Holland ha llamado su casa desde febrero de 1999, cuando se mudó a vivir con los que se transformarían en sus tutores legales, Ron y Rita Lazisky. Su casa victoriana tiene un techo de hojalata en el salón de recibo, y la moldura original de metal todavía adorna la chimenea. Los Lazisky han vivido en esta casa desde hace unos siete años. Es su segundo matrimonio para ambos, y tiene cada uno dos niños ya grandes de sus primeros matrimonios.
Patrick se un poco cansado la primera vez que nos vemos, un frío día de marzo. Hace unas semanas un juez del Norfolk County Probate y del Tribunal de Relaciones Familiares rechazó su petición de cortar lazos con los derechos de su padre. El caso se había estado estirando silenciosamente durante un año y medio, pero después de la resolución del juez Robert W. Langlois, Patrick se transformó en una causa célebre. Cuando nos reunimos la primera vez, Patrick acababa de volver de Nueva York, donde había contado su historia a Court TV, a CNN, y en el programa Good Morning America'. Luego, en abril, Langlois se corrigió a sí mismo, desencadenando otra ronda de apariciones en televisión de Patrick.
Como otros chicos de 14, se relaja lentamente. Le pregunto sobre la escuela y me habla de los macarrones de poliestireno y del queso de la cafetería, pero no de las clases. Ron Lazisky es quien mantiene la conversación al principio. Hay una relación fácil entre los dos, aunque admiten que pelean como cualquier otro padre e hijo adolescente.
Lazisky dice que poco después de que el niño llegara a vivir con ellos, Patrick se preguntaba abiertamente sobre su violento padre. "¿Por qué no me mató a mí?", se preguntaba. Patrick juguetea con los cordones rojos de sus zapatillas Converse Chuck Taylors cuando Ron Lazisky cuenta la historia. "Yo lo miré -diciéndome a mí mismo que no estaba capacitado para hacerlo- y lo único que pude decir fue que él no estaba enojado contigo, estaba enojado con su madre".
Suena el teléfono. Es el Departamento de Servicios Sociales DSS de Massachusetts. El departamento no estuvo originalmente involucrado en el caso de terminación parental de Patrick. El comisario del DSS Harry Spence accedió a subirse a bordo y a Patrick le plació. El teléfono volvió a sonar. Es un productor del programa Chronicle', de la WCVB-TV. También The National Enquirer' quería cubrir la historia, y Oprah' ha mostrado interés.
El humo está llenando la habitación. Ron Lazisky había dejado de fumar, pero dice que empezó de nuevo desde que comenzó a verse el caso en los tribunales. Patrick se preocupa cuando yo empiezo a toser. "¿Quieres un té?", me pregunta. "¿Puedo abrir las ventanas?" Me ofrece un té medicinal cuando rechazo la cafeína, porque estoy amamantando. Lleva una camisa planchada pulcramente y tejanos tiesos, pero se suelta un poco cuando asume su papel de anfitrión atento. Quiere mostrarme las fotografías de su madre, y también los videos de sus apariciones en la televisión. Ya se habla de un documental y de una película de televisión. Lazisky, un ingeniero químico que dice que está tomando libre para concentrarse en el caso, ha contratado a un abogado del mundo del espectáculo para estudiar las ofertas. ¿Quién le gustaría a Patrick que lo representara en la televisión? "George Clooney", dice Patrick. No ríe, pero sus ojos parecen decir: "Tanto me da".
Elizabeth Peral McCrocklin nació el 28 de noviembre de 1066, en Concord, Massachusetts, la hija del medio. Su padre, Robert A. McCrocklin, era militar, y estuvo destacado en la Base Aérea de Hanscom. La familia vivió en Florida y Okinawa antes de asentarse en el Virginia del Norte. Después de que sus padres se divorciaran cuando era todavía muy pequeña, Elizabeth vivió con su padre en Virginia, mientras su madre, Peggy Leonard, se mudó a Las Vegas. Liz' era menuda, pero no endeble. Cuando quería dar más fuerza a sus argumentos ante su padre, se subía a una silla para poder miraralo directamente a los ojos.
Conoció a Daniel Leo Holland en Virginia después de terminar la secundaria, cuando estaba trabajando como azafata en un hotel de la localidad. Él era un barman que se había criado en Massachusetts. Su madre recuerda que Liz estaba loca por Danny, pero a su padre no le gustaba. "Nunca me dio una respuesta directa", recuerda Robert McCroncklin. "Le podías hacer una pregunta para que respondiera con un sí o un no, y quizás te decía: A lo mejor'. Nunca pudo explicar cómo había llegado hasta aquí desde Massachusetts".
Pero finalmente McCronklin se enteraría del pasado de Daniel Holland. Nació en el seno de una familia de South Shore el 13 de diciembre de 1964. De acuerdos a informes publicados, comenzó a beber y a fumar marihuana cuando tenía alrededor de trece años, abandonó la escuela y tuvo problemas con el Departamento de Servicios Juveniles del estado. Vivió durante un tiempo con su abuela, luego con amigos, acumulando un largo historial policial que incluía cargos por posesión de drogas, por conducir bajo los efectos del alcohol, por alteración del orden público, y por agresión sexual y lesiones a un agente de policía. Vivía con una tía en Virginia cuando conoció a su futura esposa.
Liza esperó a cumplir los 21 antes de dejar la casa de su padre. Ella y su padre habían peleado acerca del préstamo para un coche, y su relación se echó a perder. Ella y Danny se mudaron a Massachusetts para estar más cerca de la familia, y se instalaron en un edificio de tres pisos, sin ascensor, en el sur de Boston. Se casaron en Portland, Maine, en julio de 1989. Patrick nació en diciembre. El embarazo fue complicado; una ecografía reveló que Patrick tenía sólo un riñón. Pero Liz tuvo un parto natural, Danny grabó el nacimiento en video, y el bebé nació perfecto. Peggy Leonard viajó desde el este de Las Vegas para ayudar a su nieto. "Nadie se excitaba tanto con ellos al ver mear al bebé", recuerda Leonard. Como toda madre primeriza, Liz era aprehensiva. "Se volvía loca con el bebé", recuerda su madre.
Sin embargo, las cosas eran diferentes cuando Leonard volvió a visitarlos dos años más tarde. La pareja había comprado recién una casa en la calle de Dysart, en Quincy, y la relación parecía tensa. Leonard dice que Liz se ocupaba de Patrick mientras su marido miraba televisión.
Liz trabajaba como ayudante de enfermería en el Centro de Rehabilitación y Hogar de Ancianos Colonial, de Weymouth, ocupándose de las bacinillas y los baños. Rita Lazisky empezó a trabajar ahí pocos meses después de Liz. "Me puso bajo su protección de inmediato, y dijo: Ven, amiga, vamos a trabajar juntas'", dice Lazisky. Los dos se hicieron amigas íntimas. Patrick estaba en la guardería en el mismo edificio, así que las mujeres almorzaban con él la mayor parte de los días. Entretanto, Daniel Holland había comenzado a trabajar en la compañía de teléfonos, ahora Verizon, en Burlington.
Si estaba siendo maltratada en casa, Liz no lo mostró en el trabajo, dice Rita Lazisky. Liz parecía siempre segura y fuerte, y poco después de que empezara a trabajar se inscribió en unos cursos universitarios, mientras que todavía trabajaba a jornada completa.
Lazisky dice que ella empezó a tener dudas sobre el matrimonio de su amiga cuando Liz se cortó su larga y rizada cabellera. "Una de las cosas que le gustaba hacer a Daniel", dice Lazisky que ella se enteraría más tarde, "era agarrarla y jalarla por el pelo".
Entonces, un día de febrero de 1993, Liz se rezagó en el trabajo después de que su turno hubiera terminado. Le dijo a Lazisky: "No puedo volver a casa. Si voy, me matará".
No estaba siendo melodramática. Los maltratos se habían hecho peores. Ron y Rita Lazisky convencieron a Liz de que pidiera una orden de alejamiento, y la policía de Quincy sacó a Daniel Holland de su casa en la calle de Dysart. Liz y Patrick alojaron con los Lazisky las tres semanas siguientes. Entretanto, Daniel Holland trató de ganar el control en los tribunales. Pidió el divorcio, acusando a su mujer de "conducta cruel y abusiva". También pidió la tutoría de Patrick, diciendo que su familia le ayudaría a cuidar del niño, mientras que Liz no tenía una familia extensa en la región. Finalmente la pareja se reconcilió y buscó asistencia psicológica, pero sólo duró hasta que Daniel Holland dejó de asistir.
Patrick no recuerda mucho de este período. Como otros muchos adolescentes, ve su infancia a través del prisma de la cultura pop. Recuerda ser "bueno en Power Rangers y Tortugas Ninya". Dice que su primer recuerdo es el de su padre encerrándolo en el armario cuando tenía cuatro o cinco años. Daniel Holland grabó en video la puerta del armario, registrando también el sordo sonido de su hijo gritando. Patrick no recuerda mucho más de su padre. "Cuando no estaba, todo marchaba bien; cuando estaba, todo era un caos", dice Patrick.
Finalmente, Liz se cansó. Pidió una segunda orden de alejamiento en febrero de 1998. En la orden escribió que su marido "me arrojó al suelo, me arrastró por el pelo cuando traté de levantarme, me gritó obscenidades y amenazó con matarme si acaso hacía algo estúpido'". El maltrato ocurrió, escribió, en presencia de Patrick.
Pidió el divorcio. Daniel Holland no apareció a tiempo en los tribunales y presentó una serie de denuncias sin fundamento contra Liz y su padre. Liz dijo a las autoridades que Daniel, después de las visitas, volvía desnutrido. Había rapado al niño contra su voluntad, dijo. Dejó un arma en la casa de la calle de Dysart. En la primavera de 1998 fue acusado de violar la orden de alejamiento y perdió los derechos de visita en agosto de ese año. Para entonces, Liz hacía planes para volver con Patrick a Virginia, pero quería terminar los trámites del divorcio antes de marcharse. "Patrick era su vida", me dice su abogado Edward J. Fleming. "Las razones que tuvo para hacer lo que hizo, fueron asegurar que Patrick llevara una buena vida".
Pero parecía haber intuido su propio destino. "Pronto estaré en los titulares", le dijo a sus amigos. La violación de la orden de alejamiento de Holland continuó arrastrándose en tribunales durante el verano de 1998, el juez Charles E. Black, del Tribunal de Distrito de Quincy, ahora jubilado, lo dejó en libertad y fijó la fecha del juicio para el 7 de diciembre. Liz Holland fue asesinada el 13 de octubre.
Vamos en dirección a un restaurante italiano en Salem, New Hampshire, y Patrick se acomoda amablemente entre los juguetes en el asiento de pasajeros del coche. Admira la colección, diciéndome que espera adoptar a un niño algún día.
En el restaurante, Ron Lazisky presenta a Patrick al anfitrión como "el niño que se quiere divorciar de su padre". El hombre lo mira lelo, pero termina mostrándose complaciente. Más tarde, nos ofrecerá café gratuito. Rita Lazisky hizo una entrada impresionante. Como una representante de servicios al cliente de una compañía de seguros, es una mujer tímida de hablar tan suave como agresivo y gregario su marido. Seis años después del asesinato de su amiga, todavía está tratando de superar la pérdida y dice que se sentía culpable de remplazar a la madre de Patrick, especialmente en las prácticas de béisbol. "Me sentaba en el coche", recuerda. "Y me ponía a llorar pensando que no era yo quien debía estar aquí. Liz debía estar ahí".
Patrick nunca escuchó esta historia antes. Recuerda una época en que culpó a los Lazisky por no haber salvado a su madre. También se culpaba a sí mismo; a veces todavía lo hacen. "Me digo que yo no podía haber hecho nada", dice. "Pero siempre me siento culpable".
Se extiende en ser amable durante la cena, diciendo "lo siento" tantas veces que se transforma en un chiste, y recordándoles a sus tutores que lo más fuerte que bebo yo es agua de seltz. Se queda tranquilo cuando Rita cuenta la historia. Es una entrevista rara para ella, y él quiere que ella diga lo que tiene que decir. Pero también trata de consolarla cuando ella se agita. "La gente dice: Tu padre nunca te enseñó nada'", le dice Patrick. "Lo hizo. Me enseñó qué no ser".
Cuando finalmente hablamos sobre el asesinato, Patrick se refiere a un episodio' en sus clases extra-curriculares antes de que madre fuera matada. Por alguna razón, dice, "se asustó", porque otro chico lo había asustado. "Me puse a llorar y a gritar. Pensé que me iba a pegar o algo así. No sé por qué pensé eso. Fue raro".
Esa noche se calmó y miró uno de sus programas de televisión favoritos, Hey Arnold!', antes de darle un beso de buenas noches a su madre por última vez. Recuerda un sueño largo y confuso. Primero, un oso polar perseguía a un hombre a través de un laberinto gigante. Luego un caballero custodiaba un paso elevado, sacando su espada y mirando río abajo. El resto es borroso, hay gritos, sirenas, y lágrimas.
El Departamento de Policía de Quincy tiene un programa contra la violencia intra-familiar reconocido nacionalmente, pero no puede parar a cualquiera ni en todas partes. "Este es uno de los casos en que el departamento no funcionó", admite el comisario del distrito Anthony DiBona. "Fracasó. Nada es cien por ciento".
Patrick no recuerda haber oído nada en casa esa noche del 13 de octubre de 1998. Los terapeutas han dicho que está probablemente bloqueado. La calle de Dysart está en un barrio tranquilo, con casas juntas. Después del asesinato, algunos vecinos dijeron que habían oído ruidos de cristales rotos y estallidos. Pero nadie llamó a la policía. Patrick pasó la mayor parte del día siguiente en la comisaría de policía, respondiendo las mismas preguntas una y otra vez. Lo subieron a la parte de atrás de un patrullero y dio indicaciones para llegar al apartamento de su padre en Dorchester. Daniel Holland fue detenido esa noche en Lawrence.
El hijo de Ron Lazisky, Joshua, entonces de 17, estaba solo en casa el día después del asesinato cuando recibió una llamada de Sandown, New Hampshire, de la policía, que andaban buscando a sus padres. Localizaron a Rita en la consulta de su doctor y a Ron en Massachusetts. La familia fue trasladada a un hotel de Salem, New Hampshire, y colocada bajo protección policial hasta la captura de Holland.
Fue entonces que comenzó una nueva discusión sobre quién se quedaría con Patrick.
En Virginia, Robert McCrocklin recibió una llamada de la policía de Quincy sobre el asesinato de su hija. Comenzó inmediatamente a tratar de obtener la custodia. Los padres de Daniel Holland, Joseph y Edna Holland, también pidieron la custodia. En los papeles que presentaron los Holland, Edna escribió: "Me gustaría que el niño estuviera conmigo para poder consolarlo y asegurar que se satisfacen sus necesidades emocionales. Tengo los recursos financieros y el espacio para él en mi casa de Hingham". Los Holland rechazaron varias peticiones de una entrevista.
La madre de Liz, Peggy Leonard, también pidió la custodia, aunque sus circunstancias se empeoraron en los meses que siguieron al asesinato. Leonard dice que murió su segundo marido y que un nieto fue asesinado.
Los Lazisky fueron los primeros, aparte de los policías y abogados en ver a Patrick después del asesinato de su madre. Patrick dice que pidió inmediatamente vivir con ellos. "No quería decir sí o no porque yo pensaba que le darían la custodia al abuelo", recuerda Rita Lazisky. "El pobrecillo ha tenido que vivir un montón de cosas. No quería decir: Sí, puedes venirte con nosotros'".
Finalmente se unieron al caso de custodia. Ron Lazisky no es un extraño en tribunales de relaciones familiares. Pasó por un divorcio engorroso él mismo, con acusaciones de maltratos de lado y lado. Después de diez años, obtuvo en 1991 la tutoría única de sus dos hijos biológicos.
Mientras los adultos se peleaban por la tutoría de Patrick, el niño siguió en un internado. DSS finalmente optó por ponerlo en una casa de acogida, época en que se mudó a casa de los Lazisky. Era por el Día de San Valentín, en 1999. Finalmente se transformarían en sus tutores legales.
Pero las malas relaciones persisten. Patrick está cercano a su abuela materna, aunque dejó de visitar a los Holland hace tres años. No ha hablado con su abuelo materno, McCroncklin, desde que pelearon cuando él estaba en el internado. Patrick dice que estaba enfadado porque McCrocklin había hecho quemar el cuerpo de su madre y conservaba las cenizas. Patrick quiere una parte de los restos para el monumento que está construyendo. McCroncklin encuentra de mal gusto la idea de dividir las cenizas.
Y también está Daniel Hollad. Como parte del acuerdo sobre la tutoría, se le permitió contratar a un árbitro de un tribunal familiar dos veces al año para solicitar una actualización escrita de los avances de su hijo. Lo hizo una vez, desencadenando la batalla en los tribunales. Un amigo de prisión de Holland, dice que cuando se enteró de los deseos de su hijo, nunca volvió a pedir los informes.
Busqué a Holland para entrevistarlo, pero se negó a concederme una entrevista por consejo de su abogado. Sin embargo, sí me envió una carta. "Independientemente de todo lo que se diga y contrariamente a lo que se cree, yo quiero a Patrick más de lo que soy capaz de expresar", escribió. "Mi única preocupación es su salud física y su recuperación psicológica. Lo llevo en mi corazón y en mi mente en todo momento, y eso no cambiará nunca".
El domingo de Ramos, temprano por la mañana, el reverendo Steve Murray empieza a despertar a los fieles en la Iglesia Metodista Unificada de San Matías, en Sandown. "¡Jesucristo vive!", grita. La sala retumba con el coro de amenes'. Patrick llega después del servicio; se olvidó del cambio de horario. Abraza y saluda a todo el mundo.
No es demasiado tarde como para asistir a la catequesis de Lee Elliot. Elliot es un activo hombre que es como el tío favorito de todos. La materia de hoy es el trabajo misional. Un fornido joven llamado Bubba quiere ir a Corea. No quiere quedarse toda la vida en Sandown. Elliot pide al grupo que explique porqué es tan importante el trabajo de las misiones. "Estuve buscando la palabra humildad'", dice Patrick. "Yo quiero ser humilde".
Después de la catequesis (y de unos abrazos más), se marcha a casa de su amiga Ronnie Guitard, donde están patinando en las ramblas de la entrada y tienen bocadillos en la nevera. Otro amigo, Andrew Ryan, se encuentra ahí también. Los niños todavía ríen de las bromas del Día de los Inocentes que hicieron en la escuela. A un maestro le dejaron una nota del ayuntamiento diciéndole que su coche se lo había llevado la grúa.
Ronnie quiere ser director de cine. Dice que me mostraría el video que hizo de su equipo de monopatinadores, el Federal Offense, pero su padre no le deja entrar a su cuarto si no lo asea. Patrick y Andrew empezaron un grupo de música, con Patrick a la guitarra y Andrew en los tambores. Lo llamarán Good Question.
Estos dos niños acogieron a Patrick cuando era el chico nuevo del barrio seis años atrás. Les contó su secreto. "Pensé que era terrible", dice Andrew. Patrick cree que sus amigos, que se ríen de películas de terror "estúpidas", como Dawn of the Dead', se sienten incómodos al tratar un asesinato de verdad. Cambia de tema. "No quiero aburrirlos", dice.
El caso de la Comunidad contra Daniel Holland parecía que iba a ser tan abierto como cerrado. El asesinato fue descrito como "salvaje, bestial, y atroz" por el fiscal Jeffrey Locke. Holland, se dice, compró un rifle calibre 22 en un Wal-Mart y planificó el asesinato durante semanas. Hizo declaraciones inculpatorias ante su novia, Brenda Hewey.
Pero pasaron dos años antes de que Holland fuera sentenciado a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad provisional. Rechazó a dos abogados nombrados por el tribunal.
Trató de casarse con Hewey mientras estaba en prisión, pero resultó que ella estaba ya casada con otra persona. Rechazó someterse a un test psicológico, pero más tarde pidió exámenes para probar que tenía el cerebro dañado. Insultó al juez Thomas E. Connelly del Tribunal Superior de Norfolk, y a la fiscal Julie Lavin, se negó a abandonar su celda para asistir a las audiencias, arremetió con su cabeza contra las paredes de la celda y tuvo que ser arrastrado una vez más por las escalinatas del tribunal.
El juicio comenzó en mayo de 2001. Patrick no asistió, pero me dice que quería estar ahí. "Todo este asunto del juicio fue muy estresante", dice. "Realmente quería testificar, realmente".
Holland tuvo que llevar grilletes en los tobillos. El testimonio fue interrumpido dos veces cuando dijo que estaba enfermo. Su defensa arguyó que Holland no tenía responsabilidad penal por el asesinato debido al abuso de alcohol y drogas. Después de un juicio de tres semanas, el 1 de junio de 2001 le tomó al jurado seis horas para condenarlo por asesinato en primer grado y allanamiento de morada con violencia.
En Massachusetts hay un recurso automático para los condenados por asesinato en primer grado. Sin embargo, Holland no ha recurrido. Pero sí ha estado activo en terminar el caso de Patrick. "Pelear está en su naturaleza", dice Robert George, el abogado de Boston que representó a Holland en el juicio por el asesinato. "No dejará de luchar hasta que crea que eso pueda perjudicar a su hijo".
Patrick, al contrario, parece crecer con el combate. Ha escrito una carta a su padre que fue publicada en la red (lizhollandmemorial.com). "Preferiría tener a cualquier vago de la calle como padre que a ti", le escribió en enero.
Patrick Holland está haciéndose camino a través de los atiborrados pasillos de la Escuela Secundaria Regional de Timberlane, Plaistow, New Hampshire. A la velocidad con que va, no aprobará matemáticas. Le gusta dar esos grandes y amistosos abrazos, pero sus maestros le recuerdan constantemente que semejantes demostraciones de afecto en público están prohibidas en la escuela. Este es un chico que nunca entra al aula tranquilamente. Pasa por los pasillos como un político en un desfile de vacaciones. Quizás es por eso que lo eligieron para representar el papel de alcalde en la última producción teatral del año, The Music Man'. Puede que no tenga la pinta para el papel protagónico de Harold Hill, pero es conocido por sus maestros y amigotes como un cabecilla con un espíritu pícaro y un sentido anticuado de la moda.
En el otoño, los maestros de la última clase de Patrick fueron informados del asesinato de su madre. Pero Patrick parecía bien adaptado, incluso feliz. Era un estudiante que siempre tenía una palabra amable para el chico solo en la cafetería. Era un estudiante atento, que sabía todas las respuestas a las preguntas cuando hacía sus deberes, el tipo de niño que se libra con bromas de buena fe porque es tan condenadamente honesto.
Al principio, en noviembre, los maestros se alarmaron cuando se pegaron unas octavillas en la escuela anunciando la puesta de la primera piedra del Liz Holland Memorial de San Matías, Sandown. Patrick no había mencionado nunca su madre a los maestros. Se descubrió que Patrick había colocado los anuncios. "A la mayoría de los chicos en la escuela usualmente no les gusta hablar de cosas como el divorcio y de lo mal que están las cosas", dice la profesora de arte e idiomas Tina Johnson. "Fue un choque para nosotros descubrir lo que le pasaba".
Sus maestros, que no pueden dejar de reír cuando hablan de este chico brillante, dicen que obtiene notas buenas con un mínimo de trabajo externo, pero podía sacar dieces con algo más de esfuerzo. Cuando no saca buenas notas, "se siente como si te defraudara", dice su profesor de ciencias sociales, Vin Lombard.
Y es difícil de olvidar. "Todos los años, cuando llega una nueva camada estudiantes, hay una tendencia en ese grupo de cien o ciento diez niños a recordar a un puñado de ellos por algo", dice Lombard. "Incluso si no fuera por las circunstancias que lo trajeron aquí al centro del candelero, Patrick sería uno de esos chicos que recuerdas. Tiene sentido del humor, y es un personaje del que no te olvidas".
En un caso histórico de 1992, Gregory Kingsley, entonces de 11 años, se presentó a un tribunal en Florida para cortar los vínculos con su madre biológica y ser adoptado por George y Lizabeth Russ, sus padres adoptivos. George Russ, abogado, presentó la primera petición a nombre de Gregory. Ganaron, pero la decisión fue anulada durante el recurso. Los derechos de la madre fueron terminados, pero la adopción fue considerada prematura. (Fue aprobada más tarde).
Todavía es inusual para un niño iniciar un caso de terminación [de derechos parentales], pero ha habido otros casos publicitados modelados en el de Kingsley. Para nombrar sólo uno, en 1993 Russ defendió a Kimberly Mays, un niña de Florida, de 15 años, que quería quedarse con el hombre que la había criado como padre antes que volver a sus padres biológicos. Ganó, pero más tarde se marchó a vivir con ellos.
Hoy, George Russ participa activamente en un grupo pro derechos de los niños que ha redactado una enmienda constitucional que garantizará a los niños el derecho a un proceso debido. Los jefes del movimiento pro derechos de los niños han oído montones de historias terribles, pero ¿un asesino con derechos parentales? "Charlie Manson tendría los mismos derechos", dice el juez del Tribunal Superior de Connecticut, Charles D. Gill, el co-fundador del Destacamento Nacional para los Derechos Constitucionales de los Niños. "¿Te puedes imaginar eso? Podría decir: Quiero tener derecho de visita. Quiero ver su cartilla de notas'".
Cinco estados -Florida, Luisiana, New Hampshire, Tennessee y Virginia- terminan los derechos parentales cuando un padre es condenado por el asesinato de otro. Patrick Holland y los Lazisky no sabían nada de las leyes de New Hampshire cuando comenzaron su batalla en la corte. Pero ahora sí lo saben. Ron Lazisky dice que ganar el caso de terminación de Patrick en Massachusetts podría conducir a que se aprobara aquí una ley similar. Quiere llamarla "la Ley de Patrick".
Pero muchos juristas y profesionales de servicios psicológicos sostienen que dar un estatuto jurídico a los niños no es la mejor manera de protegerlos. Algunos dicen que tales casos desvían la atención de los problemas más urgentes de violencia doméstica y servicios sociales insuficientes. También se preguntan si un niño se está comportando autónomamente o si está siendo manipulado por adultos con objetivos propios.
Otros sostienen que la atención sensacionalista de los medios de comunicación pueden causar más mal que bien a un niño. Uno de los jueces del tribunal de apelación en el caso de Kingsley acusó a los abogados de Gregory Kingsley de buscar "taquilla", diciendo que "una terminación normal de terminación de derechos parentales fue transformada en una causa célebre por su representación artificiosa y el brillo de los focos". La historia fue llevada a una película de televisión. Los medios de comunicación ciertamente han tenido un papel clave en esta historia. Cada vez que hablo con Patrick o Ron Lazisky, me cuenta de alguna entrevista.
El joven se desenvuelve en todo esto con soltura. Cuando está rodeado de cinco reporteras en un encuentro rutinario en Sandown, habla con cariño sobre su madre y devora atención. "Obviamente, yo debo ser la persona más atractiva aquí", dice con una sonrisa.
Los camarógrafos bajaron cuando el 27 de abril el juez Robert Langlois revisó su decisión y fijó el 26 de julio como la fecha para el juicio. Patrick no estará presente en las vistas, pero Ron Lazisky agradece a los abogados y al juez, y a los media. Más tarde, Patrick me dice: "Es terrible. Tengo bastante optimismo". Hará otra ronda de entrevistas y apariciones en televisión. La historia fue primera plana en Australia. Otros tres productores de Hollywood llamaron por teléfono. La historia del "niño que se quiere divorciar de su padre" ha adquirido vida propia.
Patrick acepta el apodo, aunque no es legalmente correcto y apenas si describe la ruta para un superviviente tan joven. De momento, se está preparando para la escuela, que comienza en otoño. Y para el juicio. Si gana, dice, podrá tener lo que quiere.
Pero también hay que terminar el monumento, pensar en la película, y en el libro que está siendo escrito por la hermana de Ron Lazisky. Surge una pregunta: ¿Es este un modo de canalizar -o de evitar- la tristeza? Ron Lazisky se sorprende con mi pregunta. Nunca se le ocurrió la idea. "Supongo que es mi manera de enfrentarme al asunto", dice. "Ella está viva en nuestros corazones".
Patrick no duda. "Creo que es terapéutico", dice. "Me alivia".
Lazisky está hablando con políticos de Massachusetts sobre la Ley de Patrick, y le gustaría presentar una ley que fije la fianza de alguien acusado de violar una orden de alejamiento en diez mil dólares.
Rita Lazisky, entretanto, se contentaría con no tener que entrar nunca más a un tribunal. "No termina nunca", dice. "Ese es el problema. Mientras no termine para Patrick, no terminará para ninguno de nosotros".
11 de julio de 2004
24 de julio de 2004
©traducción mQh
©bostonnews
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