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estrella de tv no quiere ser padre


[Neil MacFarquhar] El programa normal de tres etapas que cualquier chica soltera egipcia de clase alta debe pasar consiste en un aborto, una operación para restaurar su virginidad con un nuevo himen y luego el matrimonio con el primer pretendiente desprevenido que la familia haga caer en la trampa.
El Cairo, Egipto. Pero Hind el-Hinnawy, una animada modista de 27 años, decidió que no iba a simular el espectáculo de casarse virgen. En lugar de eso, hizo lo impensable: tuvo a su hijo y luego entabló una demanda por paternidad, desencadenando un escándalo mayúsculo y originando un debate nacional sobre los acuerdos matrimoniales clandestinos que usan las parejas jóvenes para tener relaciones sexuales en esta conservadora y religiosa sociedad.
"Toda la sociedad dice: ‘No! No! No! No lo digas. Es una vergüenza. Es un escándalo. Ten un aborto. Esa chica no fue bien educada. Es una suelta de cascos'", dice Attiyat el-Abnoudi, una renombrada directora de películas documentales egipcia que después de oír el caso se involucró tanto que se ha transformado en la madrina del bebé.
"Lo importante de este caso es que se hizo público", dice. "Toda la sociedad tiene que cuestionarse sobre si es sólo ella, o toda la sociedad la que está cambiando. La gente joven quiere hacer el amor sin tener que casarse".
Este caso ha cautivado al país, especialmente porque Hinnawy dice que el padre de su hija es Ahmed el-Fishwy, un famoso actor de 24 años. Es el vástago de una familia de estrellas de cine y conocido como el presentador de un show de televisión ahora suspendido dedicado a dar consejos a la devota juventud musulmana.
Él dice que nunca tuvieron relaciones sexuales o incluso que se hayan reunido fuera del plató de televisión durante el rodaje preliminar de una comedia, titulada ‘Cuando volvió papá', donde ella colaboró en el diseño del vestuario.
Al presentar la denuncia, Hinnawy hizo más que sacudir un tabú social. Puede haber sentado un precedente jurídico en Egipto al exigir que el tribunal obligue a Fishawy a someterse a un test de DNA para determinar si es el padre de la bebita Leena, que nació en octubre con un mechón de liso pelo negro. El test de DNA es aquí relativamente novedoso, y no se ha usado nunca ante un tribunal para determinar la paternidad.
En Egipto y a través del mundo árabe, el sexo respetable requiere el matrimonio, especialmente para una mujer, y especialmente si es la primera vez.
Hinawy afirma que los dos tenían lo que se llama aquí un matrimonio urfi, una práctica en el islam sunní que permite que las parejas se casen en privado con un contrato que redactan ellos mismos.
Los matrimonios urfi se han hecho comunes en los últimos años debido que la combinación de la difícil situación económica y el renovado énfasis en las mores musulmanas significa que los matrimonios normales siguen siendo un elusivo sueño para muchos.
La tradición dicta que un joven que se quiera casar debe primer comprar un apartamento, amoblarlo y enchapar a su novia con joyas de oro, un gasto inalcanzable para muchos solteros. Los magnates y los políticos que están casados han encontrado en el matrimonio urfi un medio conveniente para continuar sus aventuras amorosas con todo el mundo, desde secretarias hasta bailarinas de vientre, con el sello de aprobación del islam.
Pero la naturaleza clandestina de esos matrimonios hace que no se disponga de estadísticas fiables. Hecha pública, la historia de Hinnawy se transformó en la comidilla de Egipto.
Los comentaristas conservadores denunciaron el fin de la familia egipcia tradicional. Las revistas del corazón cubrieron sus portadas con el escándalo. Los mufti, las más altas autoridades religiosas del país, emitieron un edito recordando a todos que, con o sin matrimonio secreto, lo más importante era el bienestar del bebé.
Hinnawy dijo que ella a propósito no contó a sus padres, que habían ya habían rechazado como inaceptables a cuatro pretendientes, que estaba embarazada sino hasta que fue demasiado tarde para abortar.
"Estoy tratando de decir a los demás, no sólo a las chicas, que tengan el coraje de hacerse responsables de lo que hacen", dijo en una entrevista en su casa, con su familia. Su hijita, a la que no permite que se le hagan fotografías, daba brincos en su regazo.
Se quejó de que los egipcios prefieran la hipocresía ante lo que consideran una desgracia pública.
"Hice lo correcto: No lo oculté y al final de todo él tendrá que dar su nombre a la bebita", dijo ella. "La gente prefiere que una mujer viva con problemas psicológicos toda la vida, que no importa siempre que no se monte un escándalo".
En general, el aborto es ilegal en Egipto, pero a los doctores se les da amplia libertad de interpretación de los principios musulmanes básicos: que es aceptable en casos en los que el embarazo pueda poner en peligro la salud de la madre, y que el feto sólo tiene alma a partir de los tres meses. Sin embargo, es sólo una opción para mujeres con dinero.
Para las mujeres en los barrios pobres de El Cairo o en las tierras altas del Nilo, los embarazos fuera del matrimonio terminan a menudo con la muerte: la chica es asesinada por su padre o hermanos para evitar la vergüenza pública y purificar el honor familiar.
La familia de Hinnawy vive en las Montañas de Moqattam, un solicitado barrio nuevo de la clase rica de El Cairo en la meseta desértica al oriente con vistas a la vertiginosa metrópolis. Sus padres -Hamdi Abdo el Hinnawy, ecomista, y Selwa Mohamed Abdel Baki, profesora de psicología- reconocen que se quedaron consternados cuando su hija les contó todo. Algunos miembros de la familia estaban horrorizados.
El hecho de que los Hinnawy sean una familia aparte se advierte ya en la puerta principal, donde se pueden leer los nombres de los dos. La mayoría de esas placas llevan sólo el nombre del hombre de la casa.
"Yo no relaciono el honor con el sexo", dijo Hinnawy, un hombre chico de voz suave cuyo pelo ensortijado está salpicado de canas. "El honor es una cosa, y el sexo, otra. Un chico o una chica pueden tener sexo sin sacrificar su honor. Por supuesto, hay algunas condiciones -tiene que haber amor, por ejemplo".
Hinnawy tomó una decisión poco habitual al decidir apoyar a su hija, y la tensión se deja ver.
El 6 de enero, el primer día de los alegatos del juicio, se estaba haciendo camino en los pasillos normalmente atiborrados de la Corte de Familia de El Cairo, seguido por las cámaras de televisión, cuando una mujer con velo le gritó por sobre al alboroto: "¡Enséñale algunos valores a tu hija! ¡Es un escándalo, y encima te dejas filmar! ¡Arregla primero los líos de tu hija!"
"¡No tiene ningún lío!", respondió Hinnawy. "¡Es sólo un escándalo para gente como tú!"
El caso galvanizó a feministas de todas las variantes y una veintena de las más prominentes feministas de Egipto se han dejado ver. Antes de aplazar los alegatos hasta el 24 de febrero, el juez excluyó de la sala a los espectadores, transformando la apretada y airosa sala de espera en una especie de zoco de comentaristas.
En un banquillo, Selma Bakr, una novelista con rizado y corto pelo negro, dice que estaba emocionada porque estaba convencida de que el caso ayudaría a derrotar los conservadores valores saudíes que, dijo, habían cambiado para peor a la sociedad egipcia desde que era estudiante en los años sesenta.
"Esos valores del islam wahhabí son completamente diferentes a nuestros valores islámicos", dijo Bakr. "Esto es el islam de los petrodólares. Las mujeres son consideradas objetos para tener sexo, para fundar familias y para casarse. Pero lo que necesitamos es que las mujeres sean ciudadanas, que tengan los mismos derechos que todo otro ciudadano".
En otra banca, Safinaz Kazem, una escrita que lleva velo y con declaradas inclinaciones musulmanas, las emprendió contra los llamados nuevos jeques religiosos con los que, se dice, consultó Fishawy cuando la joven pareja estaba tratando en secreto de conseguir un aborto. Hinnawy dijo que uno de esos personajes les había dicho que tenía que sacrificar, cada uno, cinco camellos y ayudar durante 60 días, para que Dios los perdonara.
El abogado de Hinnawy, Mamduh el-Wasimy, alegó que Fishawy debe someterse a un test de DNA para garantizar el bienestar del bebé. En una entrevista, dijo que en Egipto había unas 18.000 demandas de paternidad actualmente. El test de DNA fue usado por primera vez hace apenas seis meses, en un complicado juicio por violación en el que los cargos criminales cedieron ante el tema de la paternidad.
Wasimy dijo que los jueces de la Corte de Familia estaban ansiosos de usar el test de DNA en casos de paternidad porque lo consideran mucho más científico que el método usual de citar a testigos como porteros a declarar que han visto entrando a la pareja al mismo apartamento.
Yousri Samy Sayed, abogado de Fishawy, alega que nunca hubo matrimonio y que en la ausencia de un contrato, su cliente no se someterá al análisis.
"No puedes acusar a cualquier hombre en la calle y decir: ‘Este es mi marido y es el padre de mi hijo. Quiero que se someta a un test de DNA'", dijo Sayed, un abogado popular entre actores. "Tiene que haber primero alguna prueba de que había una relación matrimonial".
Acusa a Hinnawy de ser una interesada que hizo público el caso para negociar con la fama de su cliente.
Hinnawy rechaza la acusación. Dice que había un contrato, pero que cuando ella le contó a Fihawy por primera vez la primavera pasada que estaba embarazada, él le pidió amablemente las dos copias para inscribir el matrimonio y hacerlo oficial. Dice que desde entonces no volvió a ver los documentos y que después él le contó que nunca se casaría con una mujer que no lleva velo.
Es difícil medir dónde están exactamente las simpatías del público. Entre los estudiantes entrevistados en las afueras de la Universidad de El Cairo, por ejemplo, algunos dijeron que Hinnawy era una vampiresa cuyas ambiciones no le ganarían la comprensión de la juventud.
Otros esperan que gane el juicio y rompa una lanza por unas relaciones más abiertas e igualitarias entre hombres y mujeres, que ayude a disipar la vergüenza que rodea al sexo. Algunos cientistas sociales observan que desde que el caso se hizo público, los matrimonios urfi se han transformado repentinamente en un importante sub-trama de telenovela, que terminan habitualmente cuando un matrimonio se hace oficial.
Las versiones televisivas se ven pálidas en comparación con el drama real. Escribiendo para el semi-oficial diario Al Ahran, el columnista Mohamed Shamroukh dijo: "Es como una serie de televisión en la que todo el mundo se muere por ver el último episodio, haciendo del escándalo la primera telenovela real donde los protagonistas son sus propios escritores con un final todavía indefinido".

27 de enero de 2005
©new york times
©traducción mQh

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