ingenio cubano
Cuando no pudieron comprar un barco y querían irse de Cuba, un grupo de personas convirtió un camión del año 51 en una nave. Ese mismo ingenio cubano también se usa en tierra para hacer frente a la escasez de transporte.
La Habana, Cuba. El invento se llama 'riquimbili', y en su encarnación anterior era una simple bicicleta.
Helder Leal y su tío son los creadores de lo que algunos llaman el Frankenstein' cubano.
"Este es el tubo de escape, éste el tubo de una cama, de una cama de hospital", explica uno de los usuarios mostrando las distintas partes del vehículo.
El motor procede de un viejo tanque de guerra soviético; la bicicleta es china y como tanque de gasolina usa una botella de refresco plastica. Con un litro para cien kilómetros, su consumo de combustible es envidiable.
El riquimbili' viene en tantos estilos como los que lo utilizan.
"Pero si no hay carro, no hay transporte, ni nada, ¿cómo uno no se va a transportar en eso? Uno tiene que inventar algo como para moverse. Con eso voy para donde quiera", declara otro motorista'.
Un Problema
Pero hay un problema. Estos vehículos son ilegales. Se los considera un peligro porque con frecuencia los frenos no resisten la velocidad que alcanzan.
Aunque la policia a menudo hace la vista gorda, muchos se quejan de que sus riquimbilis' han sido confiscados.
"Lo que queremos es pasear, ir para la discoteca por la noche, para la playa, hay mucha gente que la coge para correr", dice Helder Leal.
Helder lo sabe bien. Mostrando una enorme cicatriz en el vientre, cuenta que estuvo a punto de morir en un accidente por exceso de velocidad.
Pero a pesar de los riesgos, las multas y las confiscaciones, la gente se niega a renunciar a ellos, como el caso de Hermes, un jardinero que pagó 100 dólares por su Frankenstein', hecho con un motor de fumigacion y pedazos de un viejo aparato de aire acondicionado.
"Lo arranco y así voy para el trabajo", comenta.
El riquimbili' demuestra una vez más de que la necesidad es la madre de la invención.
9 de agosto de 2004
©cnn
Helder Leal y su tío son los creadores de lo que algunos llaman el Frankenstein' cubano.
"Este es el tubo de escape, éste el tubo de una cama, de una cama de hospital", explica uno de los usuarios mostrando las distintas partes del vehículo.
El motor procede de un viejo tanque de guerra soviético; la bicicleta es china y como tanque de gasolina usa una botella de refresco plastica. Con un litro para cien kilómetros, su consumo de combustible es envidiable.
El riquimbili' viene en tantos estilos como los que lo utilizan.
"Pero si no hay carro, no hay transporte, ni nada, ¿cómo uno no se va a transportar en eso? Uno tiene que inventar algo como para moverse. Con eso voy para donde quiera", declara otro motorista'.
Un Problema
Pero hay un problema. Estos vehículos son ilegales. Se los considera un peligro porque con frecuencia los frenos no resisten la velocidad que alcanzan.
Aunque la policia a menudo hace la vista gorda, muchos se quejan de que sus riquimbilis' han sido confiscados.
"Lo que queremos es pasear, ir para la discoteca por la noche, para la playa, hay mucha gente que la coge para correr", dice Helder Leal.
Helder lo sabe bien. Mostrando una enorme cicatriz en el vientre, cuenta que estuvo a punto de morir en un accidente por exceso de velocidad.
Pero a pesar de los riesgos, las multas y las confiscaciones, la gente se niega a renunciar a ellos, como el caso de Hermes, un jardinero que pagó 100 dólares por su Frankenstein', hecho con un motor de fumigacion y pedazos de un viejo aparato de aire acondicionado.
"Lo arranco y así voy para el trabajo", comenta.
El riquimbili' demuestra una vez más de que la necesidad es la madre de la invención.
9 de agosto de 2004
©cnn
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