angustia en darfur
[Robyn Dixon] Aldeanos sudaneses hablan sobre los ataques de la milicia árabe contra las escuelas de los africanos negros. Dicen que su objetivo es privar a los niños de educación. Las milicias árabes asesinan sistemáticamente a los maestros.
Campamento de Kalma, Sudán. Las paredes de la escuela de la aldea de Kailek eran de paja y ramas, de modo que las balas las atravesaban derechamente.
Un día que los niños estaban estudiando, hace unos seis meses, árabes armados montados en camellos y caballos atacaron la aldea en la región de Darfur, Sudán, y rodearon la escuela. Apuntaron sus armas y dispararon una y otra vez, matando a los niños y maestros atrapados.
El recuerdo más espeluznante de ese terrible día es el sonido de los niños gritando y llorando.
"Vi a los janjaweed disparándole a los niños con rifles Kalashnikovs y a los alumnos gritando y llorando", recordó Ibrahim Abdullah, 37, refiriéndose a las milicias árabes. Tres de sus hijos estaban en la escuela.
Trató de correr hacia la escuela, junto a los otros padres, pero había demasiados milicianos a caballo, demasiadas balas. "No pudimos ayudarlos. Nos paramos a una distancia, y miramos, y luego nos echamos a correr".
Su hijo Adam Ibrahim Abdullah, 9, y un sobrino adoptado, Haroun Sherif, 13, murieron bajo la lluvia de balas. Dos de sus hijas, de 8 y 12, escaparon. Seis maestros y 36 niños fueron asesinados, dijo Abdullah.
Después, los agresores quemaron los libros de texto.
Era la tercera vez en dos años que la escuela de Kailek era atacada. Dos meses antes del ataque final, las milicias habían asesinado a dos maestros y siete alumnos, dijo Abdullah.
Los ataques contra Kailek no fueron incidentes aislados. En muchas aldeas en todo Darfur, las escuelas han sido blanco de las milicias merodeadoras. Algunas han sido incluso bombardeadas.
La opinión pública mundial está dividida sobre si la campaña de ataques contra las tribus indígenas africanas que llevan a cabo las milicias árabes en Darfur constituyen o no genocidio. El secretario de Defensa estadounidense Colin L. Powell, acusó este mes de genocidio al gobierno sudanés y a las milicias árabes que apoyan al gobierno. Las autoridades sudanesas -rechazando la acusación como un intento de ganar los votos de los afro-americanos en las elecciones presidenciales norteamericanas- caracterizaron la crisis de Darfur como parte de un conflicto tribal sobre tierras entre pastores árabes y agricultores africanos que empezó hace una década.
Pero para muchas víctimas, los ataques contra las escuelas y los asesinatos de maestros están lejos de ser casuales. En las aldeas de Shataya y Bindis, los vecinos dijeron que tienen evidencias de que los ataques son premeditados, afirmando que los maestros árabes abandonaron las aldeas varios días antes de la carnicería.
"No quieren que nuestra gente y nuestros niños aprendan algo", dijo Abdullah, que vive ahora en este campo de refugiados cerca de la ciudad de Nyala.
Aunque es imposible determinar si ha habido una política de exterminio de la gente educada en la campaña que ha causado la muerte de al menos 50.000 personas, los líderes de las tribus africanas negras de Darfur dicen que los ataques se ajustan a una política permanente de discriminación de parte de las autoridades en la capital Kartum.
Ese intenso sentimiento de injusticia condujo a la rebelión a dos grupos de africanos negros, el Ejército Sudanés de Liberación ESL y el Movimiento Justicia e Igualdad MJI, que se alzaron en armas el año pasado pidiendo una mayor participación en los recursos del país. Y subraya la honda reserva de desconfianza y odio étnicos que deben ser superados antes de que la paz sea posible.
El gobierno, por su parte, distribuyó un folleto entre periodistas extranjeros diciendo que había aumentado servicios tales como escuelas y clínicas médicas en Darfur desde que se hiciera con el poder mediante un golpe de estado de 1989.
El jefe de los fur en Nyala, Ahmed Abdul Rahman Rijal, dijo en una entrevista en su casa que el gobierno no había proporcionado nunca protección a los africanos ante los ataques de los árabes.
"El gobierno sigue aplicando su política de genocidio y de limpieza étnica, y ha usado aviones para bombardear las aldeas", dijo Rijal. Describió a los rebeldes como "nuestros chicos. Tomaron las armas para proteger a nuestro pueblo".
Rijal, que contó que en 1956 se transformó en la primera persona de Darfur en obtener un diploma de la Universidad de Kartum, dijo que desde entonces el nivel de educación entre su gente ha disminuido.
"Las políticas del gobierno desde la independencia [en 1956] han sido pro-árabes", dijo. "Pensábamos que el gobierno estaba apoyando a las tribus árabes en contra de las africanas, que les daban más oportunidades de educarse mientras que las tribus africanas eran mantenidas como eran. Este sentimiento de segregación entre tribus africanas y árabes se hicieron más evidentes con el régimen actual".
Dijo que la mayoría de los puestos en el gobierno, en la policía y en los organismos de seguridad son ocupados por árabes, mientras que el nivel de educación de las tribus africanas es muy bajo.
Un informe del departamento de Estado publicado este mes, y que se basa en más de 1.100 entrevistas con refugiados de Darfur en el Chad, constata que el gobierno sudanés ha promovido una alianza árabe en Darfur para mantener a raya a los grupos no árabes. Desarmó a los no árabes, pero permitió que los árabes conservaran sus armas. A comienzos de los años noventa, las milicias árabes destruyeron 600 aldeas no árabes y mataron a 3.000 personas, dice el informe.
El informe detectó un patrón consistente de atrocidades, asesinatos y violaciones en Darfur. Dice que más de 400 aldeas han sido destruidas y al menos 100 han sido bombardeadas, y que las acciones militares de las milicias árabes y del gobierno han sido coordinadas cuidadosamente.
Jemera Rone, una investigadora de Human Rights Watch que visitó recientemente el oeste de Darfur, cree que las milicias árabes destruyen todos los servicios de infraestructura que hallan en las aldeas, incluyendo escuelas, mezquitas, clínicas y depósitos de agua.
"Vimos que varias escuelas habían sido destruidos, completamente destrozadas y saqueadas. Algunas fueron quemadas", dijo. Las víctimas observaron que las milicias destruían "todo lo que tenían en buen estado, todo lo que les pertenecía".
Aunque muchos aldeanos ven los ataques a las escuelas como parte de un plan más amplio para matar a tanta gente como posible, otros creen que las escuelas fueron escogidas especialmente.
Abdulkarim Juma Hamiz, 40, dijo que cinco maestros no árabes de la escuela secundaria de Shataya fueron matados a balazos en sus camas cuando las milicias atacaron la escuela la mañana del 6 de septiembre. Los maestros árabes habían abandonado la aldea algunos días antes.
"Encontramos los cinco cadáveres", dijo. "Ninguno de ellos pudo escapar".
Considera los ataques como un intento de impedir que la gente indígena negra pueda educarse. "Creo que los maestros fueron asesinados por orden del gobierno. Es el gobierno el que está tratando de impedir el aprendizaje y la educación".
En un ataque contra la aldea de Bindis en agosto del año pasado, los milicianos árabes ocuparon la escuela secundaria y mataron a cuatro maestros, incluyendo al director Hassan Mohammed Nour, 56. Cuando moría, rechazó el agua que alguien le había ofrecido. Le rogó a su hijo, un maestro llamado Khalid Hassan Mohammed, que lo dejara morir y que huyera.
"Le dispararon en la cabeza y en el estómago", dijo Mohammed, 26. "Cuando cayó al suelo, yo me acerqué a él. Me dijo: ‘Huye y salva tu vida, porque voy a morir’. A mi hermano, Abdul Gadir, lo mataron cuando trataba de ayudar a mi padre". El último recuerdo que tiene de su padre es su esfuerzo final por hablar, y el último ademán, con su mano, de que huyera.
"Después de unos minutos, los janjaweed volvieron, atacando por todos lados, y yo escapé hacia las montañas al otro lado de la aldea", recordó Mohammed.
"Mataron a todos los maestros negros. El objetivo era eliminar a los africanos negros con estudios". Dijo que los negros que trabajaban en oficinas del gobierno también fueron asesinados.
En Mershing, al sur de Darfur, Zubaida Abdullah, de 15, vio cómo su hermano Jamar Abdul Ibrahim, 50, un maestro, fue ultimado a balazos por los milicianos. Dijo que otros cuatro maestros fueron matados por pistoleros de la milicia en el despacho de la escuela.
Decenas de alumnos y maestros han perdido la vida durante los bombardeos de las escuelas en Shataya, Bindis, Kailek, Kaitinyara y Mershing, según testigos.
El resentimiento de las tribus africanas contra los árabes en Darfur es tan grande que los árabes son vistos indiscriminadamente como posibles agresores. Un jeque en el campo de refugiados de Otash, Abdulkarim Adam Eeka, 37, dijo que su gente no confiaba en los doctores ni en las medicinas de la clínica porque el doctor era árabe.
"No creemos ni en sus medicinas ni en su ayuda", dijo. "Quizás muramos de enfermedades, o de hambre, o de cualquier cosa, pero no necesitamos ninguna ayuda de los árabes".
Un estudiante y ex tendero de Kuja, Hafiz Arabi Mohammado, dijo que desde 2000 las milicias árabes habían asesinado a 27 miembros de su familia, incluyendo a su padre y un hermano.
Los agresores "llegaron a matar gente en este área porque el objetivo era eliminar a todos los negros", dijo.
"Dios no los perdonará. Ni los perros pueden causar tanto mal como ellos".
30 de septiembre de 2004
©losangelestimes
cc traducción mQh
Un día que los niños estaban estudiando, hace unos seis meses, árabes armados montados en camellos y caballos atacaron la aldea en la región de Darfur, Sudán, y rodearon la escuela. Apuntaron sus armas y dispararon una y otra vez, matando a los niños y maestros atrapados.
El recuerdo más espeluznante de ese terrible día es el sonido de los niños gritando y llorando.
"Vi a los janjaweed disparándole a los niños con rifles Kalashnikovs y a los alumnos gritando y llorando", recordó Ibrahim Abdullah, 37, refiriéndose a las milicias árabes. Tres de sus hijos estaban en la escuela.
Trató de correr hacia la escuela, junto a los otros padres, pero había demasiados milicianos a caballo, demasiadas balas. "No pudimos ayudarlos. Nos paramos a una distancia, y miramos, y luego nos echamos a correr".
Su hijo Adam Ibrahim Abdullah, 9, y un sobrino adoptado, Haroun Sherif, 13, murieron bajo la lluvia de balas. Dos de sus hijas, de 8 y 12, escaparon. Seis maestros y 36 niños fueron asesinados, dijo Abdullah.
Después, los agresores quemaron los libros de texto.
Era la tercera vez en dos años que la escuela de Kailek era atacada. Dos meses antes del ataque final, las milicias habían asesinado a dos maestros y siete alumnos, dijo Abdullah.
Los ataques contra Kailek no fueron incidentes aislados. En muchas aldeas en todo Darfur, las escuelas han sido blanco de las milicias merodeadoras. Algunas han sido incluso bombardeadas.
La opinión pública mundial está dividida sobre si la campaña de ataques contra las tribus indígenas africanas que llevan a cabo las milicias árabes en Darfur constituyen o no genocidio. El secretario de Defensa estadounidense Colin L. Powell, acusó este mes de genocidio al gobierno sudanés y a las milicias árabes que apoyan al gobierno. Las autoridades sudanesas -rechazando la acusación como un intento de ganar los votos de los afro-americanos en las elecciones presidenciales norteamericanas- caracterizaron la crisis de Darfur como parte de un conflicto tribal sobre tierras entre pastores árabes y agricultores africanos que empezó hace una década.
Pero para muchas víctimas, los ataques contra las escuelas y los asesinatos de maestros están lejos de ser casuales. En las aldeas de Shataya y Bindis, los vecinos dijeron que tienen evidencias de que los ataques son premeditados, afirmando que los maestros árabes abandonaron las aldeas varios días antes de la carnicería.
"No quieren que nuestra gente y nuestros niños aprendan algo", dijo Abdullah, que vive ahora en este campo de refugiados cerca de la ciudad de Nyala.
Aunque es imposible determinar si ha habido una política de exterminio de la gente educada en la campaña que ha causado la muerte de al menos 50.000 personas, los líderes de las tribus africanas negras de Darfur dicen que los ataques se ajustan a una política permanente de discriminación de parte de las autoridades en la capital Kartum.
Ese intenso sentimiento de injusticia condujo a la rebelión a dos grupos de africanos negros, el Ejército Sudanés de Liberación ESL y el Movimiento Justicia e Igualdad MJI, que se alzaron en armas el año pasado pidiendo una mayor participación en los recursos del país. Y subraya la honda reserva de desconfianza y odio étnicos que deben ser superados antes de que la paz sea posible.
El gobierno, por su parte, distribuyó un folleto entre periodistas extranjeros diciendo que había aumentado servicios tales como escuelas y clínicas médicas en Darfur desde que se hiciera con el poder mediante un golpe de estado de 1989.
El jefe de los fur en Nyala, Ahmed Abdul Rahman Rijal, dijo en una entrevista en su casa que el gobierno no había proporcionado nunca protección a los africanos ante los ataques de los árabes.
"El gobierno sigue aplicando su política de genocidio y de limpieza étnica, y ha usado aviones para bombardear las aldeas", dijo Rijal. Describió a los rebeldes como "nuestros chicos. Tomaron las armas para proteger a nuestro pueblo".
Rijal, que contó que en 1956 se transformó en la primera persona de Darfur en obtener un diploma de la Universidad de Kartum, dijo que desde entonces el nivel de educación entre su gente ha disminuido.
"Las políticas del gobierno desde la independencia [en 1956] han sido pro-árabes", dijo. "Pensábamos que el gobierno estaba apoyando a las tribus árabes en contra de las africanas, que les daban más oportunidades de educarse mientras que las tribus africanas eran mantenidas como eran. Este sentimiento de segregación entre tribus africanas y árabes se hicieron más evidentes con el régimen actual".
Dijo que la mayoría de los puestos en el gobierno, en la policía y en los organismos de seguridad son ocupados por árabes, mientras que el nivel de educación de las tribus africanas es muy bajo.
Un informe del departamento de Estado publicado este mes, y que se basa en más de 1.100 entrevistas con refugiados de Darfur en el Chad, constata que el gobierno sudanés ha promovido una alianza árabe en Darfur para mantener a raya a los grupos no árabes. Desarmó a los no árabes, pero permitió que los árabes conservaran sus armas. A comienzos de los años noventa, las milicias árabes destruyeron 600 aldeas no árabes y mataron a 3.000 personas, dice el informe.
El informe detectó un patrón consistente de atrocidades, asesinatos y violaciones en Darfur. Dice que más de 400 aldeas han sido destruidas y al menos 100 han sido bombardeadas, y que las acciones militares de las milicias árabes y del gobierno han sido coordinadas cuidadosamente.
Jemera Rone, una investigadora de Human Rights Watch que visitó recientemente el oeste de Darfur, cree que las milicias árabes destruyen todos los servicios de infraestructura que hallan en las aldeas, incluyendo escuelas, mezquitas, clínicas y depósitos de agua.
"Vimos que varias escuelas habían sido destruidos, completamente destrozadas y saqueadas. Algunas fueron quemadas", dijo. Las víctimas observaron que las milicias destruían "todo lo que tenían en buen estado, todo lo que les pertenecía".
Aunque muchos aldeanos ven los ataques a las escuelas como parte de un plan más amplio para matar a tanta gente como posible, otros creen que las escuelas fueron escogidas especialmente.
Abdulkarim Juma Hamiz, 40, dijo que cinco maestros no árabes de la escuela secundaria de Shataya fueron matados a balazos en sus camas cuando las milicias atacaron la escuela la mañana del 6 de septiembre. Los maestros árabes habían abandonado la aldea algunos días antes.
"Encontramos los cinco cadáveres", dijo. "Ninguno de ellos pudo escapar".
Considera los ataques como un intento de impedir que la gente indígena negra pueda educarse. "Creo que los maestros fueron asesinados por orden del gobierno. Es el gobierno el que está tratando de impedir el aprendizaje y la educación".
En un ataque contra la aldea de Bindis en agosto del año pasado, los milicianos árabes ocuparon la escuela secundaria y mataron a cuatro maestros, incluyendo al director Hassan Mohammed Nour, 56. Cuando moría, rechazó el agua que alguien le había ofrecido. Le rogó a su hijo, un maestro llamado Khalid Hassan Mohammed, que lo dejara morir y que huyera.
"Le dispararon en la cabeza y en el estómago", dijo Mohammed, 26. "Cuando cayó al suelo, yo me acerqué a él. Me dijo: ‘Huye y salva tu vida, porque voy a morir’. A mi hermano, Abdul Gadir, lo mataron cuando trataba de ayudar a mi padre". El último recuerdo que tiene de su padre es su esfuerzo final por hablar, y el último ademán, con su mano, de que huyera.
"Después de unos minutos, los janjaweed volvieron, atacando por todos lados, y yo escapé hacia las montañas al otro lado de la aldea", recordó Mohammed.
"Mataron a todos los maestros negros. El objetivo era eliminar a los africanos negros con estudios". Dijo que los negros que trabajaban en oficinas del gobierno también fueron asesinados.
En Mershing, al sur de Darfur, Zubaida Abdullah, de 15, vio cómo su hermano Jamar Abdul Ibrahim, 50, un maestro, fue ultimado a balazos por los milicianos. Dijo que otros cuatro maestros fueron matados por pistoleros de la milicia en el despacho de la escuela.
Decenas de alumnos y maestros han perdido la vida durante los bombardeos de las escuelas en Shataya, Bindis, Kailek, Kaitinyara y Mershing, según testigos.
El resentimiento de las tribus africanas contra los árabes en Darfur es tan grande que los árabes son vistos indiscriminadamente como posibles agresores. Un jeque en el campo de refugiados de Otash, Abdulkarim Adam Eeka, 37, dijo que su gente no confiaba en los doctores ni en las medicinas de la clínica porque el doctor era árabe.
"No creemos ni en sus medicinas ni en su ayuda", dijo. "Quizás muramos de enfermedades, o de hambre, o de cualquier cosa, pero no necesitamos ninguna ayuda de los árabes".
Un estudiante y ex tendero de Kuja, Hafiz Arabi Mohammado, dijo que desde 2000 las milicias árabes habían asesinado a 27 miembros de su familia, incluyendo a su padre y un hermano.
Los agresores "llegaron a matar gente en este área porque el objetivo era eliminar a todos los negros", dijo.
"Dios no los perdonará. Ni los perros pueden causar tanto mal como ellos".
30 de septiembre de 2004
©losangelestimes
cc traducción mQh
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