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¿QUÉ FUE DE AHMAD CHALABI, EL MANIPULADOR? - jane mayer


Uno de los principales artífices de la guerra e invasión de Iraq, Ahmad Chalabi y su partido el Congreso Nacional Iraquí fue posteriormente acusado de desfalco, robo y secuestros. La mayoría de sus dirigentes escaparon de Iraq y viven ahora en el extranjero. La revista New Yorker dedicó este año una serie de reportajes a esta controvertida figura del antiguo exilio iraquí. ¿Sobrevivirá la ocupación?
Ahmad Chalabi, el millonario chií iraquí que pasó más de una década trabajando por el derrocamiento de Saddam Hussein, se enorgullece de su comprensión de Estados Unidos y su historia. "Sé un montón sobre eso", me dijo hace poco. Estábamos en Bagdad, después de medianoche, pero él seguía en su despacho en la nueva sede del Congreso Nacional Iraquí CNI, el grupo exiliado de oposición que Chalabi ayudó a fundar en 1992. De joven, dijo, pasó varios años en Estados Unidos, donde sacó su licenciatura y una maestría en matemáticas en el MIT, y se doctoró en matemáticas en la Universidad de Chicago. Chalabi empezó a estudiar el uso del poder en la política norteamericana y la materia se convirtió en un interés que le ha acompañado toda la vida. Un episodio en particular de la historia estadounidense le ha fascinado, dijo. "Estudié detenidamente cómo Roosevelt, que odiaba a los nazis, se las arregló para convencer al pueblo americano de ir a la guerra en una época en que los sentimientos aislacionistas eran dominantes en Estados Unidos,. Estudié el episodio con mucho respeto; aprendimos un montón de eso. El programa Lend-Lease permitió a Roosevelt ponerse de lado de los ingleses -del mismo modo nosotros logramos la Ley de Liberación de Iraq, que comprometía al pueblo norteamericano a liberar a Iraq de Saddan". La ley, aprobada por el Congreso en 1998, hizo del "cambio de régimen" en Iraq una prioridad oficial del gobierno norteamericano; Chalabi se movió incansablemente para que se aprobara esa ley.
Tres días después de nuestra conversación, la casa de Chalabi en Bagdad fue allanada a punta de pistola por la policía iraquí, apoyada por tropas estadounidenses. También sus oficinas fueron allanadas. Chalabi sabía que un enfrentamiento con el gobierno de Bush era inminente. Como lo dijo él: "Es conocido que cuando ocurren grandes acontecimientos, Estados Unidos castiga a sus amigos y recompensa a sus enemigos". Durante años fue el más acérrimo aliado iraquí de Estados Unidos, y ayudó al gobierno de Bush a probar sus acusaciones contra Saddam, en parte difundiendo la idea de que el régimen baazista poseía arsenales de armas biológicas y químicas y que estaba a punto de transformarse en una potencia nuclear. Aunque Chalabi se hizo de enemigos en la CIA, que cuestionaba las informaciones de inteligencia que proporcionaba y ponía en duda su ética, forjó una estrecha relación con el vice-presidente Dick Cheney y muchos civiles importantes en el Pentágono, tales como el vice-secretario de Defensa, Paul Wolfowitz, y los subsecretarios del mismo ministerio Douglas Feith y William J. Luti. Sin embargo, ahora que la ocupación de Iraq parece encaminada al desastre, dijo que muchos en el gobierno se habían conciliado para transformarlo a él en el chivo expiatorio. Según lo ve Chalabi, había entendido a Estados Unidos demasiado bien, y había tenido demasiado éxito en influir en su política exterior. "Hay una campaña de desprestigio que dice que soy responsable de la liberación de Iraq", dijo. Y agregó con una risita ahogada: "Pero ¿es eso malo?"
Entre 1992 y el allanamiento de la casa de Chalabi, el gobierno norteamericano ha canalizado más de cien millones de dólares hacia el Congreso Nacional Iraquí. El actual gobierno de Bush dio al grupo de Chalabi al menos 39 millones de dólares. Qué fue lo que el CNI entregó a cambio de este dinero debe aún ser determinado con exactitud. Chalabi definió su papel simplemente diciendo que "puse en claro lo que ocurría". Sin embargo, sus numerosos críticos creen que distorsionó los hechos. Funcionarios del cuerpo diplomático y de la inteligencia lo acusan de haber exagerado la amenaza que representaba Iraq para Estados Unidos; de haber proporcionando a Estados Unidos tránsfugas que entregaron informaciones tendenciosas o falsas sobre los planes de Saddam para hacerse con armas nucleares, biológicas y químicas; de difundir informes dudosos que conectaban a Saddam con Al Qaeda; y de haber sobreestimado la facilidad con que el régimen de Saddam podía ser remplazado por una democracia al estilo occidental.
Vincent Cannistraro, un antiguo experto en contraterrorismo que ahora asesora al gobierno, me dijo que "con Chalabi, pagamos para engañarnos a nosotros mismos. Es terrible. En otras épocas, habría sido divertido. Pero como resultado de esto ha muerto un montón de gente. Es reprensible".
El humillante allanamiento de la casa de Chalabi fue autorizado por la Casa Blanca, como también lo fue una reciente decisión del ministerio de Defensa de cancelar el estipendio de 342.000 mensuales al CNI. Los aliados de Chalabi en el Pentágono no fueron notificados de antemano sobre el allanamiento, aunque algunos sabían que se estaba considerando. El allanamiento tomó lugar entre acusaciones de que Chalabi u otros miembros del CNI estaban implicados en numerosas fechorías, incluyendo desfalco, robo y secuestros. Después de que la policía de Bagdad comenzara a investigar las acusaciones, varios de los más importantes lugartenientes de Chalabi huyeron de Iraq.
Uno de ellos, Aras Karim Habib, jefe de inteligencia del CNI, escapó justo antes de que se emitiera una orden de detención. Está siendo investigado por transmitir información clasificada del gobierno norteamericano a Irán -país que hace parte de lo que Bush ha llamado "el eje del mal". De acuerdo a un asistente de Chalabi, el CNI se ha enterado de que la organización será acusada de haber informado al servicio secreto iraní de que Estados Unidos había logrado descifrar uno de sus códigos internos. Chalabi ha negado las acusaciones, y alega que el cargo de espionaje está motivado políticamente. "Son acusaciones de George Tenet y su CIA para desprestigiarnos", le dijo a Tim Russert en el programa ‘Meet the Press', refiriéndose al [antiguo] director de la CIA. Entretanto, de acuerdo a Cannistraro, dos funcionarios del Pentágono vinculados a Chalabi están siendo investigados por el FBI para determinar si algún funcionario norteamericano entregó a Chalabi información clasificada sobre Irán.
Los cargos de espionaje han obligado a los padrinos de Chalabi en el Pentágono a distanciarse de él. Paul Wolfowitz, que fue uno de los primeros y más abiertos proponentes de invadir Iraq, y que ha sido amigo de Chalabi durante años, habló sobre él con una estudiada indiferencia en una reciente audiencia del Congreso. Elogió la efectividad del CNI en proporcionar inteligencia operativa desde el comienzo de la guerra, pero dijo que "creo que hay una leyenda en circulación de que él es de algún modo un protegido del ministerio de Defensa, y que tenemos planes de instalarlo como presidente de Iraq".
Pero un importante funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores me dijo que vio numerosos documentos que habían sido redactados por la Oficina de Planes Especiales del Pentágono que dedicaban considerable atención a la planificación de la guerra. La oficina era supervisada por Douglas Feith. "Todas las listas de iraquíes a los que querían incorporar a posiciones de gobierno en el Iraq de posguerra incluían a Chalabi y a todos los miembros de su organización", dijo el funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores.
Chalabi ha negado persistentemente que tenga ambiciones políticas personales, o el deseo de ser presidente de Iraq. Ya en 1994 dijo a Los Angeles Times que "cualquiera que quiera tomar el poder en Iraq debe de estar loco. Yo sólo quiero derrocar a Saddam". Sin embargo, en nuestra conversación Chalabi dijo que no podría mantener su promesa de que nunca trataría de llegar al poder en Iraq. "Nunca es mucho tiempo", dijo. Scott Ritter, un antiguo inspector de armas de Naciones Unidas, que conoce a Chalabi desde hace siete años, dijo que Chalabi le había confiado sus planes como presidente de Iraq una vez que los estadounidenses hubiesen liberado el país. Ritter, que se opuso tenazmente a la guerra y hizo un polémico documental en 2001 diciendo que Iraq no tenía armas de destrucción masiva, dijo también que Chalabi le confesó que se beneficiaba económicamente de las reservas de petróleo de Iraq, que son las segundas más grandes del mundo. (El despacho de Chalabi ha rechazado la acusación).
Los admiradores de Chalabi alegan que ha sido demonizado por sus enemigos políticos. Jim Hoagland, un columnista del Washington Post, sostuvo que el allanamiento de la casa de Chalabi era una venganza por su cándida crítica de la ocupación. "Al oponerse abiertamente al último plan de transición de Estados Unidos y su rehabilitación de antiguos baazistas, Chalabi cruzó una línea prohibida", escribió.
Peter Galbraith, antiguo embajador en Croacia y activista de derechos humanos, que ha apoyado durante largo tiempo los planes de Chalabi para deponer a Saddam, planteó que si el gobierno estaba descontento con los resultados en Iraq, sólo debía culparse a sí mismo. "Chalabi es una de las personas más inteligentes que conozco", me dijo. Como dijo Galbraith, Chalabi "se dio cuenta en los años ochenta que el camino hacia Bagdad pasaba por Washington. Buscó la amistad de la gente que le convenía. Si no lograba lo que quería en el ministerio de Asuntos Exteriores, se marchaba al Capitolio. Es muy efectivo. No es su culpa que su estrategia haya tenido éxito. No es su culpa que el gobierno de Bush creyera todo lo que decía. ¿Deberían haberle creído todo? Por supuesto que no. Deberían haber examinado todo con un ojo crítico. Él no es un mentiroso; él creía en la información que estaba entregando, y parte de esa información era valiosa. Pero su objetivo era lograr que Estados Unidos invadiera Iraq".

El Frente De Washington
Desde 1996 la sede en Washington del CNI ha ocupado una casa en hilera de ladrillos de un millón de dólares en Georgetown. La casa se ve tan encumbrada y bien mantenida como las otras, pero, dentro, la alfombra de la escalinata está sucia. El día que la visité había pilas de diarios esparcidas junto a tazones de café medio vacíos, y las hormigas transportaban migas de galletas a lo largo de un sofá de cuero, otorgándole al lugar la atmósfera de una casa de confraternidad estudiantil. Moviéndose silenciosamente, en calcetines y con una camiseta arrugada, había un hombre de pelo rubio rojizo y cara de niño llamado Francis Brooke.
Durante la mayor parte de la década pasada, Brooke ha actuado como el cabildero oficioso de Chalabi en Washington. Brooke, su esposa Sharon y sus hijos han vivido gratuitamente en esa casa, que es propiedad de Levantine Holdings, una sociedad anónima de la familia Chalabi con sede en Luxemburgo. Parte casa, parte oficina, con una serie de exiliados iraquíes acampando en el sótano, este fue el lugar desde donde Chalabi dirigió una sofisticada operación de márketing que Brooke describió orgullosamente como "un impresionante éxito". Como lo dijo él: "Si no hubiese sido por Ahmad, esta guerra no habría ocurrido".
Brooke, un devoto cristiano, llevó la pasión evangélica a la causa del derrocamiento de Saddam. "Tengo motivos religiosos para hacer lo que hago", dijo Brooke. "Yo veo a Iraq como un país vecino. Y la Biblia dice: ‘Cuando tu vecino se encuentra en un pozo, Dios espera que lo ayudes'".
Después de licenciarse de la Universidad de Duke en 1983, Brooke trabajó por un breve período para la fracasada campaña senatorial de Hamilton Jordan, en Georgia, que había sido el jefe de personal de Jimmy Carter. Brooke trabajó entonces como representante de una cervecería. ("Si quieres entender algo de política, deberías tratar de movilizar a la opinión pública para que se oponga al impuesto a la cerveza", dijo). Pero en 1991 tomó un trabajo de relaciones públicas en una firma norteamericana en Londres llamada Grupo Rendon, que describía su especialidad como "manejo de percepciones". La compañía había sido fundada por John Rendon, un antiguo director ejecutivo del Comité Nacional Demócrata. No pasó mucho tiempo antes de que Brooke se diera cuenta de que el proyecto del que estaba a cargo en Rendon era financiado por la CIA. Brooke, que entonces tenía 30 años, dijo que ganaba 22.000 dólares al mes.
El origen del trabajo de Brooke fue la decisión de no derrocar a Saddam Hussein después de la primera Guerra del Golfo. En mayo de 1991, el presidente George H.W. Bush firmó una ‘orden de asesinato' secreta que autorizaba a la CIA a gastar cien millones de dólares para "crear las condiciones para sacar a Saddam Hussein del poder". Robert Baer, un antiguo agente de la CIA que estaba destinado en Iraq en esa época, dijo que la medida era un show, "como cuando un gorila se golpea el pecho. Nadie tenía intenciones de marchar sobre Bagdad y matar a Saddam. Era imposible". Sin embargo, la CIA había recibido dinero y había decidido crear un movimiento de oposición a Saddam fuera de Iraq.
La CIA había sido obligada a eliminar las operaciones nacionales después de una serie de escándalos en los años noventa, y había archivado muchas de sus operaciones en el extranjero al término de la Guerra Fría. Por eso decidió encargar el proyecto iraquí al Grupo Rendon. De acuerdo a Brooke, la firma firmó un contrato secreto con la CIA que garantizaba que recibiría un diez por ciento por concepto de "costes de administración" además de cualquier dinero que recibiera. El acuerdo fue un incentivo para gastar millones. "Tratamos de gastar cuarenta millones de dólares al año", dijo Brooke. "Era un trabajo muy bueno".
Desde una oficina cerca de la Estación Victoria, el Grupo Rendon se propuso influir en la opinión política global contra Saddam. Dado el historial de atrocidades cometidas por Saddam contra su propio pueblo, eso no fue difícil de vender. "Fue una campaña de opinión general, con un montón de gente joven, y sin jerarquía fija", recordó Brooke. "Fue grandioso. Realmente teníamos una ventaja competitiva. Sabíamos algo del ciclo de 24 horas de los medios y cómo realizar una campaña en medios de comunicación. En ese momento la CNN era nueva. Nadie sabía cómo se hacían estas cosas, pero el Grupo Rendon era formidable en la formulación de campañas". El grupo empezó a ofrecer información a periodistas ingleses y subsecuentemente aparecieron muchos artículos en la prensa londinense. De vez en cuando, dijo, la firma era reprendida por los directores del proyecto en Washington, cuando muchas de esas historias fueron recogidas por la prensa norteamericana, violando con ello las leyes que prohibían la propaganda doméstica. Pero, la mayor parte del tiempo, dijo Brooke: "Era sorprendente lo bien que funcionaba. Era magia".
Además de generar notas de prensa contra Saddam y de crear una "exposicion itinerante de las atrocidades" de Saddam, que documentaba las violaciones de derechos humanos del régimen de Saddam, el Grupo Rendon se encargó de la delicada tarea de ayudar a crear un movimiento viable y unificado de oposición a Saddam. "Así fue que me reuní por primera vez con el doctor Chalabi", dijo Brooke.
Chalabi, que se había transformado en un banquero y financista internacional, emergió casi inmediatamente como la figura de oposición al régimen favorita de la CIA. Como dijo Frank Anderson, un antiguo funcionario de la agencia: "Chalabi tenía raras habilidades administrativas". Un chií secular dedicado apasionadamente al derrocamiento de Saddam, Chalabi hablaba excelentemente el inglés, se vestía con mucha elegancia y estaba bien organizado e impresionantemente bien conectado. También hacía gala de una enorme facilidad para negociaciones políticas entre bambalinas. Sin embargo, no era popular entre los exiliados. De acuerdo a un antiguo miembro del CNI, en junio de 1992 el CNI organizó su primer congreso organizativo en Viena; Chalabi no ganó apoyo suficiente como para ser nombrado en el comité de quince miembros. Pero para cuando los delegados volvieron a la asamblea, sin embargo, el nombre de Chalani había sido agregado de algún modo a la lista de miembros del comité. (Chalabi afirma sus partidarios eran anónimos). Su manejo del grupo, se quejaron otros exiliados, era similarmente impermeable a la voluntad democrática.
El patrocinio de Chalabi por la CIA se produjo en un momento oportuno. Había sido recientemente condenado, en ausencia, por un tribunal militar de Jordania por su implicación en un espectacular desfalco bancario que había puesto en peligro la frágil economía del país. Con la ayuda del gobierno de Estados Unidos, Chalabi pudo redefinirse de estafador acusado a carismático líder político y campión de los valores democráticos.

24 de mayo de 2004
2 de octubre de 2004
©newyorker
©traducción mQh

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