5 CHALABI Y LA CORRUPCIÓN EN BAGDAD - jane mayer
En esta quinta y última parte de este retrato de Chalabi, el antiguo líder iraquí, aparece como un astuto e inmoral político y hombre de negocios. Fue alguna vez el hombre en Bagdad de Estados Unidos, aunque a mediados de año se transformó en una amistad inconveniente. Pero sus amigos -entre ellos el primer ministro Allawai- siguen en posiciones de volver. Y eso es un mal augurio para Iraq.
Las acusaciones de corrupción y otros delitos comenzaron a emerger en enero de 2003, poco después de que Chalabi volviera a su país natal. Un antiguo miembro del Congreso Nacional Iraquí dijo que algunos miembros de la milicia de Chalabi, los Combatientes por la Libertad de Iraq, habían sido acusados de saquear y robar en su marcha sobre Bagdad. También dijo que algunos miembros de la milicia habían robado una flotilla de todoterrenos que pertenecían al régimen de Saddam, que luego habían vendido en el extranjero. De acuerdo a agentes de la policía de Bagdad, varios de los hombres de Chalabi fueron llevados a la comisaría de policía de Al Baya y detenidos por robar coches y portar carnés de identidad falsos. Un funcionario de la Autoridad Provisional de la Coalición APC confirmó el incidente, y dijo que se agregaron más cargos. Chalabi no negó que sus tropas hubiesen cometido algunas fechorías, pero preguntó: "¿En qué guerra no se cometen? ¿Puede usted garantizar que los soldados de la coalición no roben nada?"
Acusaciones similares han sido formuladas sobre el plan de des-baazitificación' de Chalabi, un plan que propuso, según dijo, para llevar a la justicia a aquellos de la clase dominante sunní que se hicieron cómplices de los crímenes de Saddam. La Agencia de Inteligencia de la Defensa reconoce que las tropas de Chalabi capturaron a más de la mitad de los 55 baazistas de la lista de Buscados del Pentágono. Sin embargo, dos fuentes fiables -un antiguo diplomático estadounidense y un antiguo miembro de la milicia de Chalabi- dijeron que la des-baazitificación' se había desviado hacia la confiscación de activos sunníes, incluyendo casas que fueron apropiadas por asesores de Chalabi. La revista Newsweek informó que un oficial iraquí denunció que medio millón de dólares asignados al programa de des-baazitificación' habían desaparecido. Chalabi negó que hubiera corrupción en su equipo.
Chalabi me dijo que él no tenía intereses comerciales en Iraq. "Ahora estoy en la política", dijo, pero varios hombres de negocios estadounidenses involucrados en empresas arriesgadas en Iraq dijeron que Chalabi se había hecho con una importante posición en el sector financiero del país, asegurándose de que sus parientes y partidarios leales ocuparan posiciones claves. Chalabi encabeza el comité financiero del Consejo de Gobierno Iraquí, un grupo de 25 personas que representa las facciones religiosas y étnicas de Iraq nombrado por Estados Unidos; como resultado, fue capaz de instalar a los ministros del petróleo, finanzas y comercio, así como al gobernador del Banco Central de Iraq. Ali Allawi, el ministro de Comercio y Defensa, es el sobrino de Chalabi. Nabeel Musawi, un antiguo portavoz del CNI, es un delegado del Consejo de Gobierno. El Banco Central es manejado por Sinan Shabibi, otro estrecho aliado. Chalabi quiso proponer a Mudar Shawkat, su delegado en el CNI, como ministro de Finanzas, pero un antiguo socio de Chalabi me dijo que el Consejo de Gobierno Iraquí lo había objetado. Subsecuentemente, según informó Los Angeles Times, Shawkat fue recompensado con una importante participación en un contrato con una compañía de teléfonos móviles.
Varios amigos de Chalabi han sido recompensados con contratos lucrativos. Abdul Huda Farouki, un hombre de negocios jordano-estadounidense que vive en las afueras de Washington, D.C., obtuvo importantes participaciones en dos compañías, Nour USA y Erinys Iraq, que pagarán millones de dólares para aprovisionar al Ejército iraquí y proteger la infraestructura petrolera del país. Farouki trabó amistad con Chalabi cuando este se hizo con 12 millones de dólares en préstamos del Banco Petra.
Un asesor del gobierno de Bush en Iraq dijo que Chalabi había encontrado poca resistencia a su política de amiguismo: "La gente tiene mucho miedo. Puede transformarse en primer ministro, y todavía tiene amigos muy poderosos".
Peter Galbraith, el antiguo embajador, observó, en una frase histórica, que "las líneas que se trazan en el Oriente Medio entre la política y los negocios son muy diferentes". En realidad, las acusaciones de amiguismo han sido lanzadas contra otros personajes importantes en Bagdad. Chalabi mismo acusó a la Autoridad Provisional de la Coalición de corrupción, diciéndome: "¡Hay muchos sobornos y mordidas!"
Durante meses, los amigos de Chalabi en Washington desdeñaron las acusaciones contra él como pequeñas e injustas. Danielle Pletka, una ejecutiva del Instituto Americano para la Libre Empresa, que colaboró en la formulación de la Ley de Liberación de Iraq, dijo sobre las acusaciones de corrupción que "no lo sé y tampoco estoy segura de que importe. Nadie ha dicho que tienes que ser un santo para ser patriota". Pero Lakhdar Brahimi, el enviado de Naciones Unidas en Iraq, tomó seriamente las críticas contra Chalabi. Brahimi, un sunní argelino, tiene estrechas relaciones con las autoridades jordanas que han cuestionado la honestidad de Chalabi desde el fracasado Banco Petra. Esta primavera, la Casa Blanca le pidió a Brahimi que formara un gobierno interino y él se negó a enlistar a Chalabi, y de hecho a cualquier otro miembro del CNI. La Casa Blanca aceptó el rechazo de Brahimi, enfureciendo a Chalabi, cuyos asesores se refieren a la actual estrategia norteamericana como ABC' -cualquiera menos Chalabi [Anybody But Chalabi]. Un alto personero del ministerio de Asuntos Exteriores dijo que, con las elecciones presidenciales en el horizonte, la Casa Blanca estaba tan ansiosa de sacarse de las manos el desastre iraquí y entregarlo a Naciones Unidas, que si Brahimi "nos entregara una lista de escape, la aceptaríamos".
Chalabi atacó a Naciones Unidas y sus auspiciadores norteamericanos. Se hizo con documentos relacionados con el programa de Naciones Unidas, Petróleo por Alimento, que ha sido acusado de una vasta corrupción, y está realizando una investigación de las acusaciones. Entretanto, en una movida para ganar más credibilidad en la calle y forjar una nueva base de poder, Chalabi está utilizando sus considerables habilidades como manipulador para tratar de organizar una coalición potencialmente explosiva de poderosos chiíes, llamada Consejo Político Chií.
Chalabi, que no es religioso, se dirigió hace poco a varios cientos de líderes chíies en un atiborrado mitin. Un observador describió su recibimiento como "calurosísimo". El 27 de mayo Chalabi participó en una sentada en las afueras de una mezquita en Nayaf, que pedía a Estados Unidos que pusiera fin a la persecución del clérigo radical chií Moqatad al-Sader. (Esa tarde, Estados Unidos retiró sus tropas de Nayaf).
Cuando la CNN preguntó a Chalabi sobre su re-invención de sí mismo como un líder religioso, dijo: "¿Qué les preocupa?" Pero un antiguo admirador de Chalabi se alarmó ante su giro hacia el nacionalismo chií y dijo que sus acciones podían desencadenar un conflicto político sectario que podría llevar al país a una guerra civil. Dijo: "Es irresponsable la manera en que está enfocando esto. Es imprudente. Iraq necesita un gobierno estable. Pero Ahmad está tratando de imponer sus planes privados a costes de las necesidades del país". En Jordania, un antiguo funcionario de finanzas que tuvo que ver con Chalabi en el Banco Petra, dijo: "¡Si lo cree necesario, es capaz de transformarse en un imán!"
El acercamiento de Chalabi a la facción chií de Iraq ha dado origen a la especulación de que entregó secretos a Irán, una teocracia chií. Aras Habib, el jefe del servicio secreto del CNI, ha sido largamente sospechado de espiar para Irán. Chalabi y sus asesores han rechazado esos rumores, alegando que en 2002 Habib fue sometido con resultado negativo a un detector de mentiras sobre su relación con Irán y que ni él ni Chalabi tenían acceso a materiales clasificados. Durante muchos años, Chalabi ha sido mantenido abiertamente relaciones amistosas con líderes reformistas en Irán, tales como el presidente Mohammad Khatami, con quien se reunió en Teherán en noviembre pasado. También fue admitido a una reunión con el director del ministerio iraní de Inteligencia y Seguridad. Justo antes de la invasión de Iraq, Chalabi vivía en una mansión amurallada en Teherán que había convencido a Estados Unidos comprar para que sirviera de sede del CNI.
Chalabi arguyó que su relación con Teherán era solamente de conveniencia. "Hay razones geopolíticas para tener relaciones amistosas con Irán", dijo. "Irán tiene la frontera más extensa con Iraq. Además, Irán es mucho más fuerte que Iraq, con una población tres veces mayor. Así que estratégicamente no es una buena idea tener malas relaciones. Mis buenas relaciones con Irán no eran un secreto para Estados Unidos".
Pero, en momentos en que el presidente Bush estaba haciendo frente a múltiples frente políticos, Chalabi se ha transformado en un amigo inconveniente. "Estamos entre un presidente y su re-elección", me dijo Brooker, que se reunió con Chalabi en Bagdad la semana pasada. Tamara Chalabi me dijo que los problemas de su padre se debían a que "un extranjero, un árabe, ha derrotado al gobierno norteamericano con sus propias reglas, en su propio patio trasero".
El futuro político de Chalabi es poco claro. Los iraquíes lo han visto durante mucho tiempo como un títere estadounidense sin una base electoral en casa; en los sondeos, obtiene todavía menos puntos que Saddam Hussein. Peter Galbraith dijo: "Lo más probable es que su legado será en Iraq sea como el de Moisés: llegó a la Tierra Prometida, pero no pudo probar sus frutos". Sin embargo, el allanamiento de su casa le dará la oportunidad de presentarse bajo una nueva identidad, ahora como una voz que se opone a la política norteamericana en Iraq. "Políticamente es extremadamente astuto", dijo Danielle Pletka. "Su obituario ha sido escrito muchas veces antes, y sigue saliendo de la tumba y volviendo". Uno de sus confidentes del CNI me dijo que Chalabi podría pasar el verano redefiniéndose como un decidido crítico del gobierno interino de Brahimi, con los ojos puestos en las próximas elecciones. Chalabi mismo fue menos específico cuando le pregunté sobre sus planes. Simplemente dijo: "Creo que yo tengo más futuro que la Autoridad Provisional de la Coalición".
7 de junio de 2004
7 de octubre de 2004
©new yorker
©traducción mQh
Acusaciones similares han sido formuladas sobre el plan de des-baazitificación' de Chalabi, un plan que propuso, según dijo, para llevar a la justicia a aquellos de la clase dominante sunní que se hicieron cómplices de los crímenes de Saddam. La Agencia de Inteligencia de la Defensa reconoce que las tropas de Chalabi capturaron a más de la mitad de los 55 baazistas de la lista de Buscados del Pentágono. Sin embargo, dos fuentes fiables -un antiguo diplomático estadounidense y un antiguo miembro de la milicia de Chalabi- dijeron que la des-baazitificación' se había desviado hacia la confiscación de activos sunníes, incluyendo casas que fueron apropiadas por asesores de Chalabi. La revista Newsweek informó que un oficial iraquí denunció que medio millón de dólares asignados al programa de des-baazitificación' habían desaparecido. Chalabi negó que hubiera corrupción en su equipo.
Chalabi me dijo que él no tenía intereses comerciales en Iraq. "Ahora estoy en la política", dijo, pero varios hombres de negocios estadounidenses involucrados en empresas arriesgadas en Iraq dijeron que Chalabi se había hecho con una importante posición en el sector financiero del país, asegurándose de que sus parientes y partidarios leales ocuparan posiciones claves. Chalabi encabeza el comité financiero del Consejo de Gobierno Iraquí, un grupo de 25 personas que representa las facciones religiosas y étnicas de Iraq nombrado por Estados Unidos; como resultado, fue capaz de instalar a los ministros del petróleo, finanzas y comercio, así como al gobernador del Banco Central de Iraq. Ali Allawi, el ministro de Comercio y Defensa, es el sobrino de Chalabi. Nabeel Musawi, un antiguo portavoz del CNI, es un delegado del Consejo de Gobierno. El Banco Central es manejado por Sinan Shabibi, otro estrecho aliado. Chalabi quiso proponer a Mudar Shawkat, su delegado en el CNI, como ministro de Finanzas, pero un antiguo socio de Chalabi me dijo que el Consejo de Gobierno Iraquí lo había objetado. Subsecuentemente, según informó Los Angeles Times, Shawkat fue recompensado con una importante participación en un contrato con una compañía de teléfonos móviles.
Varios amigos de Chalabi han sido recompensados con contratos lucrativos. Abdul Huda Farouki, un hombre de negocios jordano-estadounidense que vive en las afueras de Washington, D.C., obtuvo importantes participaciones en dos compañías, Nour USA y Erinys Iraq, que pagarán millones de dólares para aprovisionar al Ejército iraquí y proteger la infraestructura petrolera del país. Farouki trabó amistad con Chalabi cuando este se hizo con 12 millones de dólares en préstamos del Banco Petra.
Un asesor del gobierno de Bush en Iraq dijo que Chalabi había encontrado poca resistencia a su política de amiguismo: "La gente tiene mucho miedo. Puede transformarse en primer ministro, y todavía tiene amigos muy poderosos".
Peter Galbraith, el antiguo embajador, observó, en una frase histórica, que "las líneas que se trazan en el Oriente Medio entre la política y los negocios son muy diferentes". En realidad, las acusaciones de amiguismo han sido lanzadas contra otros personajes importantes en Bagdad. Chalabi mismo acusó a la Autoridad Provisional de la Coalición de corrupción, diciéndome: "¡Hay muchos sobornos y mordidas!"
Durante meses, los amigos de Chalabi en Washington desdeñaron las acusaciones contra él como pequeñas e injustas. Danielle Pletka, una ejecutiva del Instituto Americano para la Libre Empresa, que colaboró en la formulación de la Ley de Liberación de Iraq, dijo sobre las acusaciones de corrupción que "no lo sé y tampoco estoy segura de que importe. Nadie ha dicho que tienes que ser un santo para ser patriota". Pero Lakhdar Brahimi, el enviado de Naciones Unidas en Iraq, tomó seriamente las críticas contra Chalabi. Brahimi, un sunní argelino, tiene estrechas relaciones con las autoridades jordanas que han cuestionado la honestidad de Chalabi desde el fracasado Banco Petra. Esta primavera, la Casa Blanca le pidió a Brahimi que formara un gobierno interino y él se negó a enlistar a Chalabi, y de hecho a cualquier otro miembro del CNI. La Casa Blanca aceptó el rechazo de Brahimi, enfureciendo a Chalabi, cuyos asesores se refieren a la actual estrategia norteamericana como ABC' -cualquiera menos Chalabi [Anybody But Chalabi]. Un alto personero del ministerio de Asuntos Exteriores dijo que, con las elecciones presidenciales en el horizonte, la Casa Blanca estaba tan ansiosa de sacarse de las manos el desastre iraquí y entregarlo a Naciones Unidas, que si Brahimi "nos entregara una lista de escape, la aceptaríamos".
Chalabi atacó a Naciones Unidas y sus auspiciadores norteamericanos. Se hizo con documentos relacionados con el programa de Naciones Unidas, Petróleo por Alimento, que ha sido acusado de una vasta corrupción, y está realizando una investigación de las acusaciones. Entretanto, en una movida para ganar más credibilidad en la calle y forjar una nueva base de poder, Chalabi está utilizando sus considerables habilidades como manipulador para tratar de organizar una coalición potencialmente explosiva de poderosos chiíes, llamada Consejo Político Chií.
Chalabi, que no es religioso, se dirigió hace poco a varios cientos de líderes chíies en un atiborrado mitin. Un observador describió su recibimiento como "calurosísimo". El 27 de mayo Chalabi participó en una sentada en las afueras de una mezquita en Nayaf, que pedía a Estados Unidos que pusiera fin a la persecución del clérigo radical chií Moqatad al-Sader. (Esa tarde, Estados Unidos retiró sus tropas de Nayaf).
Cuando la CNN preguntó a Chalabi sobre su re-invención de sí mismo como un líder religioso, dijo: "¿Qué les preocupa?" Pero un antiguo admirador de Chalabi se alarmó ante su giro hacia el nacionalismo chií y dijo que sus acciones podían desencadenar un conflicto político sectario que podría llevar al país a una guerra civil. Dijo: "Es irresponsable la manera en que está enfocando esto. Es imprudente. Iraq necesita un gobierno estable. Pero Ahmad está tratando de imponer sus planes privados a costes de las necesidades del país". En Jordania, un antiguo funcionario de finanzas que tuvo que ver con Chalabi en el Banco Petra, dijo: "¡Si lo cree necesario, es capaz de transformarse en un imán!"
El acercamiento de Chalabi a la facción chií de Iraq ha dado origen a la especulación de que entregó secretos a Irán, una teocracia chií. Aras Habib, el jefe del servicio secreto del CNI, ha sido largamente sospechado de espiar para Irán. Chalabi y sus asesores han rechazado esos rumores, alegando que en 2002 Habib fue sometido con resultado negativo a un detector de mentiras sobre su relación con Irán y que ni él ni Chalabi tenían acceso a materiales clasificados. Durante muchos años, Chalabi ha sido mantenido abiertamente relaciones amistosas con líderes reformistas en Irán, tales como el presidente Mohammad Khatami, con quien se reunió en Teherán en noviembre pasado. También fue admitido a una reunión con el director del ministerio iraní de Inteligencia y Seguridad. Justo antes de la invasión de Iraq, Chalabi vivía en una mansión amurallada en Teherán que había convencido a Estados Unidos comprar para que sirviera de sede del CNI.
Chalabi arguyó que su relación con Teherán era solamente de conveniencia. "Hay razones geopolíticas para tener relaciones amistosas con Irán", dijo. "Irán tiene la frontera más extensa con Iraq. Además, Irán es mucho más fuerte que Iraq, con una población tres veces mayor. Así que estratégicamente no es una buena idea tener malas relaciones. Mis buenas relaciones con Irán no eran un secreto para Estados Unidos".
Pero, en momentos en que el presidente Bush estaba haciendo frente a múltiples frente políticos, Chalabi se ha transformado en un amigo inconveniente. "Estamos entre un presidente y su re-elección", me dijo Brooker, que se reunió con Chalabi en Bagdad la semana pasada. Tamara Chalabi me dijo que los problemas de su padre se debían a que "un extranjero, un árabe, ha derrotado al gobierno norteamericano con sus propias reglas, en su propio patio trasero".
El futuro político de Chalabi es poco claro. Los iraquíes lo han visto durante mucho tiempo como un títere estadounidense sin una base electoral en casa; en los sondeos, obtiene todavía menos puntos que Saddam Hussein. Peter Galbraith dijo: "Lo más probable es que su legado será en Iraq sea como el de Moisés: llegó a la Tierra Prometida, pero no pudo probar sus frutos". Sin embargo, el allanamiento de su casa le dará la oportunidad de presentarse bajo una nueva identidad, ahora como una voz que se opone a la política norteamericana en Iraq. "Políticamente es extremadamente astuto", dijo Danielle Pletka. "Su obituario ha sido escrito muchas veces antes, y sigue saliendo de la tumba y volviendo". Uno de sus confidentes del CNI me dijo que Chalabi podría pasar el verano redefiniéndose como un decidido crítico del gobierno interino de Brahimi, con los ojos puestos en las próximas elecciones. Chalabi mismo fue menos específico cuando le pregunté sobre sus planes. Simplemente dijo: "Creo que yo tengo más futuro que la Autoridad Provisional de la Coalición".
7 de junio de 2004
7 de octubre de 2004
©new yorker
©traducción mQh
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