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SOLDADOS EN IRAK DESOBEDECEN ÓRDENES - neela banerjee y ariel hart


Varios soldados se negaron a obedecer órdenes en Iraq porque, dijeron, aceptarlas habría sido un suicidio.
Jackson, Mississippi. ¿Qué debe pasar para que un hombre como el sargento de segunda clase Michael Butler, un veterano de 24 años del Ejército y de la Reserva que participó en la primera guerra del Golfo Pérsico y que, como reservista, fue llamado a pelear en la actual guerra de Iraq, lo arriesgue todo desobedeciendo órdenes directas en tiempos de guerra?
La mañana del 13 de octubre, dicen los militares, el sargento Butler y la mayoría de su sección, unos 18 hombres y mujeres de la Compañía de Intendencia 343, rehusaron transportar un cargamento de combustible de la Base Aérea de Tallil, en las cercanías de Nasiriya, Iraq, a otra base mucho más al norte.
El Ejército ha iniciado una investigación y los soldados podrían ser sometidos a medidas disciplinarias, incluyendo posiblemente la corte marcial. Pero Jackie Butler, la esposa del sargento Butler, y su familia en Jackson, dicen que él no habría puesto en peligro su carrera y su libertad de manera impulsiva o por algo sin importancia.
Los soldados, muchos de los cuales han llamado a sus familias este fin de semana, dijeron que sus camiones no eran seguros y carecían de una escolta armada adecuada, problemas con los que se han enfrentado desde que llegaran a Iraq hace nueves meses, dijeron sus familiares. Ya era hora de que ellos, y su marido, hicieran algo, dijo la señora Butler.
"Estoy orgullosa de que haya dicho ‘no'", dijo la señora Butler. "Se habían quejado y quejado hacía meses a la cadena de mando sobre la maquinaria y los camiones. Pero nada se hizo, y creo que él creía que tenía que dejar en claro cuál era su posición".
Otros soldados llevaron a cabo la misión que fue rechazada por la sección, los militares siguieron trabajando y el Ejército ha calificado el incidente de aislado.
Pero a medida que los soldados involucrados en el rechazo de la orden en Tallil y otros empiezan a hablar, se hace más evidente que los militares todavía tienen que resolver la falta de adiestramiento, de repuestos y de equipos que han plagado las operaciones militares en Iraq desde el principio, especialmente entre las unidades de la Guardia Nacional y de la Reserva.
El general de brigada James E. Chambers, comandante de Cuerpo del Comando de Apoyo Nº13, al que pertenece la 343, dijo en una rueda de prensa en Bagdad el domingo que había ordenado dos investigaciones sobre el incidente y las preocupaciones expresadas por los 18 soldados "sobre la mantención y la seguridad".
El general Chambers dijo que las pesquisas preliminares concluyeron que los camiones no estaban todavía blindados y que fueron los últimos bajo su mando en recibir esa protección, debido a que operaban usualmente en las partes menos peligrosas de Iraq. Contó a periodistas que había ordenado una revisión de mantención y seguridad de todos los camiones de la 343.
"Basándose en los resultados de esta investigación, es posible que otras medidas sean también necesarias", dijo el general, pero agregó: "Es demasiado pronto como para especular sobre acusaciones u otras medidas disciplinarias".
El general Chambers describió el episodio como "un incidente aislado, limitado a un número pequeño de individuos".
Varios oficiales del Ejército contactados en días recientes dijeron que ese aparente acto de insubordinación era muy inusual, especialmente entre un grupo tan grande de soldados de una sola unidad, y especialmente debido a que los militares son todos voluntarios.
El incidente ha causado un amplio interés entre las familias de los militares que se han quejado en los últimos meses sobre el equipamiento y protección inadecuada de sus soldados.
Nancy Lessin, miembro activo de ‘Familias Militares que Alzan Sus Voces', que se opone a la guerra, dijo que han sido inundados con llamadas y mensajes de correo electrónico con un simple recado: Lo que había ocurrido a los reservistas repetía las condiciones de que sus propios soldados habían vivido en Iraq: una escasez de vehículos blindados, especialmente en las unidades de soldados de tiempo parcial; misiones de convoyes a través de tramos peligrosos sin potencia de fuego apropiada; y constantes panas de los viejos vehículos especialmente las unidades de la Guardia Nacional y de reservistas.
"Esto absolutamente nos pone los nervios de punta", dijo Lessin. "La gente dice: ‘Eso es lo mismo que le pasó a mi hijo' y si el Ejército trata de transformar esto en que se trata de ‘unas pocas manzanas podridas', la gente tiene que saber que estos son problemas comunes y que lo que hicieron estos soldados requiere mucho coraje".
Nada parece separar a los hombres y mujeres que desafiaron a sus superiores en Tallil de las decenas de miles de otros soldados en Iraq, dijeron sus familias. La 343 tiene soldados principalmente de los estados sureños como las Carolinas, Alabama y Mississippi, y los militares dijeron el viernes que la 343 se había comportado honorablemente durante su período de servicio en Iraq.
Los soldados de la sección son descritos como dedicados a sus tareas militares y incondicionalmente patriotas. Una pared de la salida de casa del sargento Butler está cubierta de diplomas y menciones del Ejército. Otro miembro de la 343, el especialista Joe Dobbs, 19, de Vandiver, Alabama, tenía su dormitorio pintado con el azul oscuro de la bandera estadounidense. Y otro soldado de la unidad, el sargento Justin Rogers, de Louisville, Kentucky, solía pasearse por la ciudad en uniforme cuando estaba de permiso en casa, dijo Chris Helm, un estudiante de secundaria de 14 años, y su primer primo.
Cuando el sargento Roger volvió a casa en un permiso de dos semanas en julio, su hermano Derrick le preguntó si la guerra y todos esos muertos valían la pena. "Su respuesta fue simple", dijo Derrick Rogers. "Dijo: ‘Si no creyera que vale la pena, no estaría ahí'".
La señora Butler no quiso hablar por su marido sobre sus sentimientos sobre la guerra. Lo hará él mejor que nadie cuando vuelva a casa, dijo, que debe ocurrir el próximo año. Pero el sargento Butler sabía que sería llamado, una vez que comenzó la guerra contra Iraq en marzo de 2003. A fines del año pasado, se presentó a Rock Hill, y su confianza se derrumbó en poco tiempo, dijo su esposa. Vio que el equipo que estaba siendo embarcado "no era muy bueno", dijo la señora Butler.
Una vez que la unidad llegó a Iraq, la insuficiencia y estado de la maquinaria de la sección contrastaron fuertemente con los peligros que presentaba el país. Aunque la unidad está estacionada cerca de Nasiriya, en el sur bajo control chií, que no es tan volátil como las áreas dominadas por los sunníes, todo el país se ha visto convulsionado por batallas e insurrecciones la mayor parte del período de servicio de la Compañía 343. "No es la primera vez que han tenido problemas con esas misiones, para las que no tienen blindados ni radios", dijo Beverly Dobbs, madre del especialista Dobbs. "Hace dos meses mi hijo me contó -me llamó y me dijo: ‘Mamá, me pegué el susto de mi vida'".
"Yo le pregunté qué pasaba", dijo la señora Dobbs. "Él dijo: ‘Nos mandaron a una misión, nos atacaron, nuestra propia gente estaba disparándonos y ni siquiera teníamos un radio para decirles que éramos nosotros'. Los están mandando a misiones sin el equipo que necesitan. No me importa lo que diga el Ejército".
Las familias que hablaron con los soldados este fin de semana recibieron relatos ligeramente diferentes de lo que ocurrió la mañana del 13 de octubre. Todas dijeron, sin embargo, que el combustible que tenían que transportar los soldados era inservible porque había sido contaminado con un segundo líquido. Todas dijeron que los soldados están bajo custodia armada. El general Chambers negó esos informes. Los familiares dijeron que el sargento Butler y el sargento Larry McCook, de Jackson, y el especialista Scott Shealey, de Graysville, Alabama, han sido identificados como tres de los cinco ‘cabecillas' del incidente y trasladados a otras unidades en la base aérea. Los padres del especialista Shealey dijeron que su hijo dijo en una llamada telefónica que lo darían de baja.
"Estará en casa en tres o cuatro semanas, eso es lo que le dijeron", dijo Ricky Shealey, el padre del especialista Shealey, un supervisor de Correos jubilado y antiguo sargento en el Ejército. "Está deprimido", dijo la señora Shealey. "No puede creer lo que le está pasando".
La señora Butler dijo que su marido no sabe lo que le puede pasar y que no ha oído nada sobre que lo darán de baja. Otras familias dijeron que los militares todavía no habían tomado contacto con ellos para explicarles la situación. Las familias no han contratado todavía a abogados, en gran parte porque no saben de qué serán acusados sus familiares.
Algunas familias se están comunicando con otras a través del correo electrónico y por llamadas telefónicas, ofreciéndose ayuda y discutiendo la estrategia a seguir. Han contactado a miembros del Congreso. Otros, como la señora Dobbs, se la pasan mirando la televisión, esperando una aclaración del incidente.
La señora Butler tiene una gran familia sobre la que apoyarse, y el domingo, el día después de la llamada de su marido, fueron a la iglesia y hablaron con sus vecinos, amigos y feligreses. La señora Butler se acercó a la barandilla del altar de la Iglesia Bautista Misionera de los Viajeros de Sión y contó a la congregación: "Mi marido lleva más de 20 años en el Ejército, pero se negó a llevar a esos hombres en ese convoy. Dijo que habría sido un suicidio".
"Así que les voy a pedir que rueguen por mí", dijo, "porque él no va a llevar a los hijos de otros hombres a la tierra de la muerte".
Inclinó la cabeza, y así hicieron todos los demás. "Señor, la Hermana Butler te necesita", dijo el Reverendo Daniel Watkins, cerrando fuertemente los ojos. "Su marido te necesita. Todos los soldados en Iraq te necesitan".

Monica Davey contribuyó a este reportaje desde Chicago; Richard A. Oppel Jr. y Dexter Filkins desde Bagdad.

18 de octubre de 2004
19 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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