IRAQ NO ESTÁ PREPARADO PARA JUICIOS - marlise simons
Naciones Unidas no prestará ayuda a un tribunal que puede dictar la pena de muerte. Los jueces no comprenden algunos principios jurídicos occidentales. El tribunal admite confesiones obtenidas bajo tortura y niega a los acusados el derecho a tener abogados defensores.
Londres, Reino Unido. Toda una semana de sesiones de formación de jueces y fiscales iraquíes seleccionados para enjuiciar a Saddam Hussein y sus principales colaboradores terminó el lunes en Londres con iraquíes y sus asesores occidentales de acuerdo en un punto: Los iraquíes no están preparados todavía como para abordar algunos de esos juicios con todas las de la ley.
Fue igualmente preocupante para muchos participantes el hecho de que a pesar de las invitaciones cursadas a abogados y jueces de alto nivel del tribunal de crímenes de guerra de Naciones Unidas en La Haya para que asistieran a las sesiones, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, descartara su participación y expresara dudas sobre el tribunal en general.
Una carta del despacho de Annan expresaba "serias dudas" de que el Tribunal Especial Iraquí cumpliera con "las normas internacionales relevantes". Reiteró su opinión de que Naciones Unidas no debe colaborar con tribunales nacionales que puedan dictar pena de muerte y dijo que la organización no tenía un mandato legal para ayudar al tribunal.
Los dos desarrollos sugieren que a pesar de afirmaciones del primer ministro interino iraquí, Ayad Allawi, de que los juicios podrían empezar ya a fines de noviembre, la posibilidad de que se inicien pronto parece remota. Funcionarios norteamericanos aquí dijeron que algunas de las vistas previas al juicio podrían tomar lugar en diciembre.
Las sesiones de adiestramiento en Londres fueron organizadas por abogados norteamericanos que colaboran con investigadores y jueces iraquíes en Bagdad, ayudándoles en la instalación de los tribunales y preparando los juicios. El Reino Unido también prestó su ayuda, con el presidente de la Corte Suprema del Reino Unido, Lord Woolf, y un importante abogado de derechos humanos, el juez Geoffrey Robertson, entre los que dirigieron el grupo.
El evento no fue publicitado para proteger a los 42 iraquíes -casi todo el Tribunal Especial Iraquí-, que volvieron a casa el lunes. Los organizadores otorgaron acceso a este periodista a la reunión a condición de que el artículo que escribiera fuera publicado después de que los iraquíes hubieran llegado a casa.
Gabrielle Kirk McDonald, una norteamericana que sirvió como juez y presidente del tribunal en La Haya hasta 1999, dijo que había asistido porque creía que ayudar era su deber. Calificó la política de no intervención de Naciones Unidas de "comedia", diciendo: "Aquí se trata de ayudar a los jueces a ser jueces, no de hacer política".
Pero algunos abogados de derechos humanos concuerdan con Annan. Richard Dicker, director de Human Rights Watch, dijo por teléfono que todavía había "manifiestos defectos en los derechos humanos" en el estatuto del tribunal iraquí. Por ejemplo, que las confesiones obtenidas por medios coercitivos serían admitidas como evidencia.
"En un juicio justo deben respetarse los derechos de los acusados", dijo Dicker, que agregó: "El primer grupo de acusados, que incluye a Saddam Hussein, no tuvo acceso a abogados defensores cuando fueron interrogados ni cuando fueron llevados a los tribunales el 1 de julio".
En las reuniones de Londres, varios expertos occidentales dijeron que los iraquíes estaban bien informados sobre sus leyes nacionales, pero desconocían las complejidades de las leyes internacionales relevantes para juzgar los asesinatos en masa y el genocidio".
Los jueces iraquíes mismos, en numerosas conversaciones, estuvieron de acuerdo. Algunos dijeron que no entendían lo que uno de ellos llamó "todo este nuevo cuerpo legal".
"Ha sido beneficioso porque esos delitos son muy nuevos para los jueces iraquíes", dijo Raid Juhi al-Saadi, 35, el abogado más joven aquí, que se hizo famoso cuando presidió la comparecencia de Saddam Hussein el 1 de julio. "Nos gustaría contar con más expertos internacionales que nos ayudaran", dijo. "La literatura disponible para nosotros en árabe es muy limitada".
Los organizadores norteamericanos del evento dijeron que debido a las estrictas medidas de seguridad los nombres de los otros jueves no podían ser revelados. Pero estaban dispuestos a discutir sus preocupaciones en privado.
Los jueces y fiscales dijeron repetidas veces que querían un adiestramiento más práctico y pidieron más material, incluyendo ejemplos de investigaciones y resoluciones clave de La Haya, traducidos al árabe.
En una conversación, tres jueces, que han tenido largas carreras como abogados militares y civiles, hablaron sobre su sensación de estar atrapados entre la opinión pública internacional y la opinión de los iraquíes. Quieren que jueces con experiencia de otros países se sientan con ellos en el tribunal, pero temen que muchos iraquíes interpreten esto como algo humillante. "El público dirá que los extranjeros están decidiendo el proceso", dijo uno de los jueces.
Varios participantes dijeron que involucrar a otros países, y preferiblemente a Naciones Unidas, daría más legitimidad al tribunal. "Terminaría con la impresión de que todo este asunto está siendo manejado por los norteamericanos", dijo un fiscal.
Los partidarios de Saddam Hussein y los medios de comunicación árabe, agregó, "nos atacan regularmente sobre este punto".
El modelo para el tribunal iraquí, concebido en Washington, es organizar juicios dirigidos por iraquíes con el apoyo de asesores extranjeros y norteamericanos. Pero grupos de derechos humanos han instado a Washington a crear un modelo mixto, con jueces internacionales aprobados incluso por Naciones Unidas desde el principio.
Hubo animadas discusiones aquí sobre la pena de muerte iraquí, porque los jueces están conscientes de que Naciones Unidas y muchos países europeos han dicho que tuvieron problemas en ayudar a un tribunal que puede dictar la pena capital.
"Yo mismo prefiero que Saddam termine en la cárcel por muchos años para que las generaciones futuras puedan ver esto", dijo un fiscal de Bagdad, que habló a través de un intérprete. "Pero ahora no podemos abolir repentinamente la pena de muerte. La gente estaría indignada".
Los jueces y fiscales tuvieron problemas con la noción de negociaciones entre el fiscal y la defensa, un concepto que era extraño para ellos.
Después de una sesión, Joanna Korner, del Reino Unido, antigua fiscal del tribunal de crímenes de guerra de La Haya, dijo que estaba satisfecha porque "pude finalmente lograr que mis jueces entendieran que hay más de un crimen contra la humanidad". Se refería a crímenes que incluían los ataques sistemáticos y generalizados contra una población civil, los que incluyen el asesinato, la persecución, las violaciones en masa, la tortura y la deportación.
Otro taller trató de la protección de testigos, tanto de la acusación como de la defensa, lo que es claramente un enorme reto si los juicios empiezan en Iraq mientras continúa la situación de violencia.
Pierre-Rochard Prosper, embajador de Estados Unidos para temas de crímenes de guerra, propuso en el discurso de clausura una estrategia para el Tribunal Especial Iraquí. Instó al grupo a concentrarse en la dirigencia y enviar a los acusados de niveles medios a tribunales ordinarios para aligerar su propia carga en el caso. También propuso crear una comisión de la verdad que permitiera hablar a las víctimas. "Las víctimas necesitan urgentemente ser escuchadas", dijo. Aconsejó a los jueces que se comunicaran con el público. "Los iraquíes deben saber lo que están haciendo", dijo, "y el público debe ser su aliado".
El juez Kirk McDonald ofreció algún consuelo al grupo, algunos de cuyos miembros parecían intimidados por las tareas que les esperan. "Hace diez años estábamos exactamente como están ustedes ahora, empezando un tribunal y sin experiencia", dijo. "Deben definir los tribunales como lo deseen. Pero mi consejo es: Transparencia, transparencia, transparencia".
22 de octubre de 2004
27 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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Fue igualmente preocupante para muchos participantes el hecho de que a pesar de las invitaciones cursadas a abogados y jueces de alto nivel del tribunal de crímenes de guerra de Naciones Unidas en La Haya para que asistieran a las sesiones, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, descartara su participación y expresara dudas sobre el tribunal en general.
Una carta del despacho de Annan expresaba "serias dudas" de que el Tribunal Especial Iraquí cumpliera con "las normas internacionales relevantes". Reiteró su opinión de que Naciones Unidas no debe colaborar con tribunales nacionales que puedan dictar pena de muerte y dijo que la organización no tenía un mandato legal para ayudar al tribunal.
Los dos desarrollos sugieren que a pesar de afirmaciones del primer ministro interino iraquí, Ayad Allawi, de que los juicios podrían empezar ya a fines de noviembre, la posibilidad de que se inicien pronto parece remota. Funcionarios norteamericanos aquí dijeron que algunas de las vistas previas al juicio podrían tomar lugar en diciembre.
Las sesiones de adiestramiento en Londres fueron organizadas por abogados norteamericanos que colaboran con investigadores y jueces iraquíes en Bagdad, ayudándoles en la instalación de los tribunales y preparando los juicios. El Reino Unido también prestó su ayuda, con el presidente de la Corte Suprema del Reino Unido, Lord Woolf, y un importante abogado de derechos humanos, el juez Geoffrey Robertson, entre los que dirigieron el grupo.
El evento no fue publicitado para proteger a los 42 iraquíes -casi todo el Tribunal Especial Iraquí-, que volvieron a casa el lunes. Los organizadores otorgaron acceso a este periodista a la reunión a condición de que el artículo que escribiera fuera publicado después de que los iraquíes hubieran llegado a casa.
Gabrielle Kirk McDonald, una norteamericana que sirvió como juez y presidente del tribunal en La Haya hasta 1999, dijo que había asistido porque creía que ayudar era su deber. Calificó la política de no intervención de Naciones Unidas de "comedia", diciendo: "Aquí se trata de ayudar a los jueces a ser jueces, no de hacer política".
Pero algunos abogados de derechos humanos concuerdan con Annan. Richard Dicker, director de Human Rights Watch, dijo por teléfono que todavía había "manifiestos defectos en los derechos humanos" en el estatuto del tribunal iraquí. Por ejemplo, que las confesiones obtenidas por medios coercitivos serían admitidas como evidencia.
"En un juicio justo deben respetarse los derechos de los acusados", dijo Dicker, que agregó: "El primer grupo de acusados, que incluye a Saddam Hussein, no tuvo acceso a abogados defensores cuando fueron interrogados ni cuando fueron llevados a los tribunales el 1 de julio".
En las reuniones de Londres, varios expertos occidentales dijeron que los iraquíes estaban bien informados sobre sus leyes nacionales, pero desconocían las complejidades de las leyes internacionales relevantes para juzgar los asesinatos en masa y el genocidio".
Los jueces iraquíes mismos, en numerosas conversaciones, estuvieron de acuerdo. Algunos dijeron que no entendían lo que uno de ellos llamó "todo este nuevo cuerpo legal".
"Ha sido beneficioso porque esos delitos son muy nuevos para los jueces iraquíes", dijo Raid Juhi al-Saadi, 35, el abogado más joven aquí, que se hizo famoso cuando presidió la comparecencia de Saddam Hussein el 1 de julio. "Nos gustaría contar con más expertos internacionales que nos ayudaran", dijo. "La literatura disponible para nosotros en árabe es muy limitada".
Los organizadores norteamericanos del evento dijeron que debido a las estrictas medidas de seguridad los nombres de los otros jueves no podían ser revelados. Pero estaban dispuestos a discutir sus preocupaciones en privado.
Los jueces y fiscales dijeron repetidas veces que querían un adiestramiento más práctico y pidieron más material, incluyendo ejemplos de investigaciones y resoluciones clave de La Haya, traducidos al árabe.
En una conversación, tres jueces, que han tenido largas carreras como abogados militares y civiles, hablaron sobre su sensación de estar atrapados entre la opinión pública internacional y la opinión de los iraquíes. Quieren que jueces con experiencia de otros países se sientan con ellos en el tribunal, pero temen que muchos iraquíes interpreten esto como algo humillante. "El público dirá que los extranjeros están decidiendo el proceso", dijo uno de los jueces.
Varios participantes dijeron que involucrar a otros países, y preferiblemente a Naciones Unidas, daría más legitimidad al tribunal. "Terminaría con la impresión de que todo este asunto está siendo manejado por los norteamericanos", dijo un fiscal.
Los partidarios de Saddam Hussein y los medios de comunicación árabe, agregó, "nos atacan regularmente sobre este punto".
El modelo para el tribunal iraquí, concebido en Washington, es organizar juicios dirigidos por iraquíes con el apoyo de asesores extranjeros y norteamericanos. Pero grupos de derechos humanos han instado a Washington a crear un modelo mixto, con jueces internacionales aprobados incluso por Naciones Unidas desde el principio.
Hubo animadas discusiones aquí sobre la pena de muerte iraquí, porque los jueces están conscientes de que Naciones Unidas y muchos países europeos han dicho que tuvieron problemas en ayudar a un tribunal que puede dictar la pena capital.
"Yo mismo prefiero que Saddam termine en la cárcel por muchos años para que las generaciones futuras puedan ver esto", dijo un fiscal de Bagdad, que habló a través de un intérprete. "Pero ahora no podemos abolir repentinamente la pena de muerte. La gente estaría indignada".
Los jueces y fiscales tuvieron problemas con la noción de negociaciones entre el fiscal y la defensa, un concepto que era extraño para ellos.
Después de una sesión, Joanna Korner, del Reino Unido, antigua fiscal del tribunal de crímenes de guerra de La Haya, dijo que estaba satisfecha porque "pude finalmente lograr que mis jueces entendieran que hay más de un crimen contra la humanidad". Se refería a crímenes que incluían los ataques sistemáticos y generalizados contra una población civil, los que incluyen el asesinato, la persecución, las violaciones en masa, la tortura y la deportación.
Otro taller trató de la protección de testigos, tanto de la acusación como de la defensa, lo que es claramente un enorme reto si los juicios empiezan en Iraq mientras continúa la situación de violencia.
Pierre-Rochard Prosper, embajador de Estados Unidos para temas de crímenes de guerra, propuso en el discurso de clausura una estrategia para el Tribunal Especial Iraquí. Instó al grupo a concentrarse en la dirigencia y enviar a los acusados de niveles medios a tribunales ordinarios para aligerar su propia carga en el caso. También propuso crear una comisión de la verdad que permitiera hablar a las víctimas. "Las víctimas necesitan urgentemente ser escuchadas", dijo. Aconsejó a los jueces que se comunicaran con el público. "Los iraquíes deben saber lo que están haciendo", dijo, "y el público debe ser su aliado".
El juez Kirk McDonald ofreció algún consuelo al grupo, algunos de cuyos miembros parecían intimidados por las tareas que les esperan. "Hace diez años estábamos exactamente como están ustedes ahora, empezando un tribunal y sin experiencia", dijo. "Deben definir los tribunales como lo deseen. Pero mi consejo es: Transparencia, transparencia, transparencia".
22 de octubre de 2004
27 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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