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leyes antiterroristas en francia


[Craig Whitlock] Los amplios poderes procesales apenas si provocan rechazo de la opinión pública.
París, Francia. En muchos países de Europa, los antiguos prisioneros de la prisión militar norteamericana de Bahía Guantánamo, Cuba, han estado disfrutando de su libertad. En España, Dinamarca y el Reino Unido, los detenidos liberados recientemente han protestado en público por el tratamiento que recibieron en Guantánamo, ganándose la simpatía de políticos locales y diarios. En Suecia, el gobierno ha aceptado ayudar a los veteranos de Guantánamo para demandar a sus secuestradores norteamericanos por daños y perjuicios.
No en Francia, donde cuatro prisioneros de la base naval norteamericana fueron detenidos tan pronto como llegaron a casa en julio; desde entonces no se sabe nada de ellos. Bajo la ley francesa, podrían permanecer encarcelados hasta tres años mientras las autoridades deciden si los llevan a juicio -un limbo legal que según sus abogados no es muy diferente a lo que vivieron en Guantánamo.
Armados con las leyes y medidas más estrictas de Europa, el gobierno francés ha perseguido agresivamente a los extremistas islámicos y otra gente considerada una potencial amenaza terrorista. Mientras otros países europeos debaten sobre el balance adecuado entre seguridad y derechos del individuo, en Francia ha habido escasa oposición pública a medidas que en Estados Unidos y otros países serían, si no ilegales, al menos polémicas.
Las autoridades francesas han expulsado a una docena de clérigos musulmanes por promover supuestamente el odio o extremismo religioso, incluyendo a un imán nacido en Turquía el que, según funcionarios, negaba que hubiera musulmanes implicados en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Desde el comienzo del año escolar, el gobierno ha implementado la prohibición de llevar ropas de significado religioso en las escuelas, una medida que tiene como fin sobre todo impedir que las niñas musulmanas lleven su velo.
Agentes anti-terroristas franceses dicen que este enfoque preventivo ha tenido resultados, y les ha permitido desbaratar conspiraciones antes de que pudieran realizarse e impedir la formación de células radicales. Dijeron que datos obtenidos a través de informantes y una estrecha cooperación con otros servicios de inteligencia les ha permitido desbaratar planes contra la embajada estadounidense en París, balnearios turísticos franceses en la Isla de la Reunión en el Océano Índico y otros objetivos.
"Hay una realidad hoy: Bajo el pretexto de la religión hay individuos en nuestro país predicando el extremismo y llamando a la violencia", dijo en una reunión reciente con líderes musulmanes en París el ministro del Interior, Dominique de Villepin. "Es fundamental oponerse a ellos con todos los medios disponibles".
Thomas M. Sanderson, un experto en terrorismo del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, dijo que Francia ha combinado una estrategia policial más dura con una campaña diplomática más suave en Oriente Medio diseñada para mejorar los lazos con los países musulmanes.
"Francia está haciendo esfuerzos para presentarse como una potencia occidental amiga", diferente a Estados Unidos, dijo. "Cuando se trata de operaciones anti-terroristas, Francia es muy dura... Pero también saben lo que significa la diplomacia pública".
Francia ha adoptado una estrategia policial que descansa fuertemente en detenciones preventivas, historiales étnicos y una eficiente red de agentes secretos. Los fiscales y detectives anti-terroristas franceses se encuentran entre los más poderosos de Europa, respaldados por leyes que les permiten interrogar a sospechosos durante días sin la interferencia de abogados defensores.
El país implementa estas medidas en un momento en que Francia se ha dado a conocer en el mundo por sus críticas de Estados Unidos por detener a sospechosos de terrorismo en Guantánamo sin las garantías judiciales normales. Los políticos franceses también han protestado ruidosamente contra la decisión de invadir Iraq, diciendo que ha exacerbado las tensiones con el mundo musulmán y ha aumentado la amenaza terrorista.
A pesar de los desacuerdos políticos sobre Iraq, funcionarios anti-terroristas y del servicio secreto francés dicen que trabajan estrechamente con sus contrapartes norteamericanos en pesquisas sobre terroristas.
Con la más grande población musulmana de Europa, Francia está siendo cuidadosamente observada por sus países vecinos, muchos de los cuales están reforzando sus propias leyes anti-terroristas y de inmigración. Pero incluso después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y del 11 de marzo de 2003 contra trenes de cercanías de Madrid, otros países europeos se han mostrado reticentes a adoptar el modelo francés, que hace parte de una tradición legal que proviene de la era napoleónica que ha otorgado siempre a los fiscales enormes poderes.
En el Reino Unido, por ejemplo, toma normalmente años extraditar a sospechosos de actividades terroristas a otros países y se ha respetado el derecho a la libertad de expresión de imanes que elogian a Osama bin Laden, el cabecilla de Al Qaeda, y que apoyan la guerra santa. Hasta hace tres años, Alemania no prohibía la pertenencia a una organización terrorista extranjera, como Al Qaeda, provisto que no se operara en el país.
Muchas de las leyes y medidas anti-terroristas francesas se remontan a 1986, cuando el país fue golpeado por grupos terroristas palestinos y europeos. Desde entonces, el gobierno ha modificado y ampliado varias veces esas leyes, dando a las autoridades poco a poco amplios poderes para deportar y detener a sospechosos.

Zonas De Alta Presión
El terrorismo es "una nueva forma de guerra, de una beligerancia sin precedentes, y debemos ser flexibles a la hora de luchar contra él", dijo Jean-Louis Bruguière, un importante juez francés anti-terrorista. "Cuando tienes al enemigo en tu propio territorio, sea Europa o Estados Unidos, no puedes usar fuerzas militares porque sería inapropiado y contrario a la ley. Tienes que usar armas nuevas, fuerzas nuevas".
A veces, las autoridades francesas han proseguido casos de terrorismo fuera de sus fronteras, haciéndose cargo de investigaciones que otros países no están dispuestos a hacer o no están en estado de detener por su cuenta a sospechosos de actividades terroristas.
El año pasado, Christian Ganczarski, un ciudadano alemán y supuestamente un operativo de Al Qaefa, llegó a Arabia Saudí para hacer un peregrinaje religioso a la Meca. Convertido al islam y amigo personal de Bin Laden, las autoridades francesas sospechaban a Ganczarski de haber ayudado a organizar los atentados con bomba en abril de 2002 contra una sinagoga en Djerba, Túnez, donde murieron 21 personas.
Funcionarios saudíes se prepararon para deportar a Ganczarski de vuelta a Alemania, pero cuando funcionarios alemanes dijeron que carecían de pruebas para detenerlo, las autoridades saudíes organizaron un desvío, colocándolo en un vuelo con trasbordo en París. Cuando Ganczarski llegó el 2 de junio de 2003 al aeropuerto Charles de Gaulle de París, fue arrestado para ser interrogado por la policía francesa.
Diecisiete meses más tarde, Ganczarski todavía se encuentra en una cárcel francesa, bajo investigación por su implicación en el atentado de Túnez. Los investigadores franceses han reclamado competencia en el caso porque entre las bajas del atentado en Túnez había ciudadanos franceses.
También el año pasado, agentes anti-terroristas franceses informaron al gobierno australiano sobre un turista francés, Willie Brigitte, que formaba supuestamente parte de una célula terrorista en Sidney y estaba preparando un atentado durante el campeonato mundial de rugby allá. Sin tener evidencias directas propias, funcionarios australianos deportaron a Brigitte a Francia en octubre de 2003, donde fue arrestado. Todavía está en la cárcel, donde es sometido regularmente a interrogatorios.
El juez anti-terrorista francés que lleva ambos casos es Bruguière, un juez de instrucción que bajo la ley francesa dispone de inmensos poderes procesales, incluyendo la capacidad de firmar órdenes de allanamiento, ordenar la interceptación de teléfonos e interrogar a sospechosos.
En los últimos diez años, Bruguière ha ordenado la detención de más de 500 personas sobre la base de sospechas de "conspiración en relación con actividades terroristas", un amplio cargo que le permite encarcelar a sospechosos mientras realiza sus pesquisas.
"No hay ningún equivalente en el resto de Europa. Esta ley es muy, muy eficiente para desmantelar a las redes de apoyo terrorista", dijo Bruguière en una entrevista. "Luchar contra el terrorismo es como el tiempo. Tienes zonas de alta presión y zonas de baja presión. Los países con zonas de baja presión" atraen a los terroristas.

Erosión De Las Libertades Civiles
Bruguière calcula que un 90 por ciento de los acusados que él ha llevado a juicio han sido condenados. Los críticos aseguran, sin embargo, que la mayor parte de la gente detenida por órdenes de jueces anti-terroristas en Francia no han sido acusados nunca de delitos relacionados con el terrorismo y son finalmente dejados en libertad. Las estadísticas oficiales sobre los juicios de terroristas no son públicas en Francia, de modo que es imposible verificar esas afirmaciones.
William Bourdon, un abogado de París que defiende a Nizar Sassi y Mourad Benchellali, dos de los cuatro ciudadanos franceses liberados de Bahía Guantánamo en julio, dijo que sus clientes no fueron detenidos por ser sospechosos de delitos en Francia, sino simplemente porque se habían marchado a Afganistán antes de la invasión norteamericana de 2001.
Bajo la ley francesa, sus clientes podrían estar encarcelados hasta tres años, hasta que las autoridades completen sus pesquisas. "Lo que se ha hecho es completamente injusto", dijo. "Hay una gran nivel de inhumanidad en la decisión".
Michel Tubiana, abogado y presidente de la Liga por los Derechos Humanos en Francia, contó la historia de un vendedor ambulante de pollos al que defendió hace un tiempo para ilustrar lo fácil que es que un sospechoso sea arrestado en virtud de las leyes anti-terroristas francesas.
Dijo que el vendedor, Hakim Mokhfi, fue detenido en junio de 2002 después de que las autoridades se hubieran enterado de que había estado en un campamento en Pakistán antes del 11 de septiembre de 2001, y conocía a una persona que era un conocido de Richard C. Reid, el británico que se confesó culpable de las acusaciones estadounidenses de que había tratado de hacer explotar un vuelo de American Airlines con unos explosivos escondidos en sus zapatos en diciembre de 2001.
En tres ocasiones en los últimos cinco meses, dijo Tubiana, jueces externos asignados para revisar el caso del vendedor impusieron una fecha límite a los jueces instructores para acusarlo o dejarlo en libertad. Las fechas caducaron, pero su cliente sigue encarcelado, según muestran documentos de la corte. "De hecho, no hay ningún control" sobre esos magistrados, dijo. "Son todo-poderosos".
Tubiana mencionó una nueva ley implementada el último año que elimina la exigencia de que la policía anti-terrorista francesa cuente con un testigo presencial cuando realizan un allanamiento. La exigencia tenía por intención impedir que se colocaran evidencias falsas.
"Ha habido definitivamente una erosión de las libertades civiles en Francia, y no sólo en relación con el terrorismo", dijo Tubiana. "Estamos viendo cosas que eran impensables hace diez años".
Al mismo tiempo, Tubiana y otros abogados defensores reconocieron que los investigadores anti-terroristas franceses hacen generalmente un uso eficiente de las herramientas a su disposición.
El Directorado de Vigilancia del Territorio, el servicio secreto francés, emplea a una gran cantidad de gente que habla árabe y musulmanes para infiltrar a los grupos extremistas, de acuerdo a expertos anti-terroristas aquí. La policía también usa rápidamente la amenaza de la detención preventiva para persuadir a sospechosos a que trabajen como informantes en las calles.

Objetivo: Los Clérigos
El gobierno francés ha incrementado sus esfuerzos para reprimir a los clérigos musulmanes radicales. Mientras las autoridades han tenido durante largo tiempo para expulsar a extranjeros si se los considera una amenaza para la seguridad pública, los diputados aprobaron una ley este año que hace posible deportar a no-ciudadanos por incitar "a la discriminación, al odio o a la violencia" contra algún grupo de la población.
El objetivo de la nueva ley: un imán nacido en Argelia llamado Abdelkader Bouziane, un clérigo que vive en Lyon y que fue inicialmente expulsado del país en abril después de que instara públicamente a los musulmanes a atacar objetivos norteamericanos en Francia y más tarde dijo a un entrevistador que era posible que los hombres practicaran la poligamia y golpearan a sus mujeres. Bouziane fue admitido en el país nuevamente después de que una corte de apelaciones resolviera a su favor, pero bajo la ley modificada fue deportado el mes pasado a Argelia.
Bruno Le Maire, un alto asesor del ministerio del Interior, dijo que las autoridades han colocado a cerca de 40 mezquitas bajo vigilancia y se movilizan rápidamente cuando descubren a un clérigo predicando el radicalismo.
"No hay un vínculo directo entre lo que dicen esos imanes y el terrorismo, pero hay lazos indirectos que pueden ser peligrosos para la democracia y la seguridad de nuestro país".
Otros países, incluyendo a Estados Unidos, conocen medidas antiguas que restringen la infiltración por agentes policiales de lugares de culto. De momento, sin embargo, la agresiva estrategia francesa no ha provocado mayores críticas.
Dalil Boubakeur, director de la Gran Mezquita de París, dijo que muchos musulmanes apoyan las expulsiones y están igual de preocupados de prevenir ataques terroristas como otros ciudadanos franceses.
"Encontramos que la arrogancia pública de estos extremistas absolutamente intolerable", dijo. "El fundamentalismo está subiendo... Es un peligro real. El estado debe tomar medidas contra este tipo de gente que interrumpe la sociedad, no sólo cuando hay un atentado terrorista, sino antes de que se produzca".

Maria Gabriella Bonetti contribuyó a este reportaje.
2 de noviembre de 2004
5 de noviembre de 2004
©washington post
©traducción mQh

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