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IRAQUÍES CONTIENDEN POR CONSTRUIR COALICIONES ELECTORALES - edward wong


Los partidos chiíes tradicionales se disputan sobre sus cuotas de poder en la futura asamblea iraquí. Chalabi, todavía activo en Iraq, trata de formar una coalición con el clérigo Sáder. Y es probable que los partidos sunníes boicoteen las elecciones.
Bagdad, Iraq. A tres meses de las primeras elecciones democráticas de Iraq, las disputas entre los partidos chiíes tradicionales y los poderosos partidos recién formados han llevado a los más importantes clérigos chiíes a tratar de conciliar intereses para asegurarse de que dominen claramente en un nuevo gobierno elegido.
El clérigo, el gran ayatollah Ali al-Sistani, está resuelto a lograr un balance político antes de las elecciones e impedir que las rivalidades debiliten la posición de los chiíes.
Los principales partidos religiosos chiíes en el gobierno interino iraquí han hecho causa común. Pero se enfrentan al formidable reto a su poder que representaría una improbable alianza anti-norteamericana que se está forjando entre Ahmad Chalabi, el antiguo exiliado y protegido del Pentágono, y Moqtada al-Sáder, el incendiario clérigo que encabezó dos mortíferas insurrecciones contra los norteamericanos y el gobierno interino.
Después de perder el favor de los norteamericanos la primavera pasada, Chalabi se ha redefinido como un beato chií y está tratando de formar una coalición con Sáder, que cuenta con fieles partidarios. Una plataforma norteamericana gozaría de amplio apoyo.
Los árabes chiíes, que son la mayoría, ansían el poder que se les negó durante tanto tiempo, y más recientemente durante la era de Saddam Hussein. Constituyen un 60 por ciento de la población y podrían dominar fácilmente las elecciones, marginando a los árabes sunníes, que han gobernado el país desde la época del Imperio Otomano.
Pero las fisiones internas podrían permitir que otros partidos, incluyendo al partido secular del primer ministro Ayad Allawi, ganen votantes que de otro modo apoyarían a los chiíes religiosos.
Lo que está en juego es importante, especialmente dada la resistencia cada vez más mortífera encabezada por los sunníes, que el sábado atacaron con bombas y morteros matando al menos a 30 personas en los alrededores de Samarra, una región que el gobierno de Allawi y las tropas norteamericanas pensaban que tenían bajo control.
El ayatollah Sistani ha estado pidiendo durante meses que todos los partidos chiíes formen una sola coalición dominada por los partidos religiosos. El más grande obstáculo para presentar una sola lista de candidatos es que la ley electoral que exige que los grupos determinen de antemano cómo se repartirá el poder después de las elecciones.
Si no logran ponerse de acuerdo, los principales elementos chiíes podrían dividirse. Ansiosos de unirlos, el ayatollah Sistani ha formado una comisión para negociar un acuerdo, interviniendo una vez más selectivamente en la vida política post-invasión.
"Quizás el diálogo resulte en una lista unificada", dijo Adam Ali, un representante del Partido Musulmán Dawa, un importante partido religioso chií. "Tenemos la intención de colaborar en una lista de ese tipo".
Se hace claro que las elecciones, que se realizarían a fines de enero, correrán a lo largo de líneas étnicas y religiosas tradicionales, aunque los norteamericanos esperan que una asamblea nacional suficientemente unida permita que el gobierno pueda enfrentar los serios retos que esperan al país.
Gran parte del éxito de las elecciones dependerá también de si las tropas norteamericanas e iraquíes logran terminar con la resistencia en Faluya, una ciudad sunní. Funcionarios dicen que deben terminar con la resistencia para que la gente se siente suficientemente segura como para votar, pero deben hacerlo sin provocar la indignación sunní. Si los sunníes boicotean las elecciones, la guerra de guerrillas podría intensificarse o incluso transformarse en una guerra civil declarada con la clase dominante chií.
Los iraquíes deben elegir a fines de enero a los 275 miembros de la asamblea nacional, la que nombrará entonces un gobierno ejecutivo y redactará una constitución. Se programan elecciones para elegir un gobierno de mandato completo para fines de 2005.
En la contienda política, los dos principales partidos religiosos chiíes han acordado formar una coalición para presentarse a las elecciones y son los que gozan del apoyo del ayatollah Sistani, dicen funcionarios de los dos grupos, el Partido Musulmán Dawa y el Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Iraq, mejor conocido como Sciri. Los dos partidos quieren que la comisión del ayatollah apoye a los partidos como el principal órgano de una lista chií unificada.
Pero si lo hace, Chalabi, que encabeza una facción rival llamada Consejo Chií, que incluye a 42 partidos más pequeños, incluyendo a su Congreso Nacional Iraquí. Chalabi compite por el apoyo de la comisión y quiere tener la garantía de que se le otorgará una parte importante de los escaños de una asamblea dominada por los chiíes, a expensas de los partidos tradicionales.
Considerado por muchos iraquíes como un político oportunista, Chalabi está tratando de atraer al popular Sáder a la coalición para fortalecer su credibilidad. Funcionarios de alto rango de los partidos de los dos líderes han discutido cómo se distribuirán los escaños de la asamblea si se presentaran juntos en las elecciones. Un organizador del Consejo Chií, Ali Faisal al-Lami, viajó recientemente a Mosul con Ali Smesim, un importante asesor de Sáder, para hablar con líderes tribales sunníes sobre su posible incorporación a la coalición dominada por los chiíes encabezada por Sáder o Chalabi, o ambos.
"No se trata de que los partidos compitan y se repartan el botín", dijo Chalabi sobre las conversaciones chiíes. "En estos momentos, no hay un botín que repartir, sólo desastres".
El ayatollah Sistani prefiere una lista chií unificada que incluya no solamente a los dos partidos más importantes, sino también a políticos independientes, la mayor parte de ellos del sur. El objetivo es minimizar las fricciones entre los chiíes y mostrar al mundo que los chiíes religiosos están lo suficientemente organizados como para gobernar.
Mientras los chiíes se disputan, los principales partidos kurdos, el Partido Democrático del Kurdistán y la Unión Patriótica del Kurdistán, ambos participantes en el gobierno interino, se han puesto de acuerdo para presentar una lista nacional unificada de candidatos. "El núcleo estará conformado por elementos kurdos", dijo Hoshyar Zebari, el ministro de Asuntos Exteriores e importante personero del Partido Democrático del Kurdistán. "La facción chií tiene planes similares".
Los árabes sunníes están incluso divididos sobre si participar o no en las elecciones. Algunos grupos, como el Partido Musulmán Iraquí, que formaba parte del Consejo de Gobierno Iraquí y del gobierno interino, dicen que presentarán candidatos. Otros grupos poderosos, como la Asociación de Académicos Musulmanes, un grupo de clérigos sunníes que dicen representar a 3.000 mezquitas, han dicho que no participarán en las elecciones y han amenazado con llamar a boicotear Faluya tras el asalto norteamericano de Faluya.
Si los políticos enfatizan las diferencias étnicas y religiosas durante la campaña, o insisten en que sus grupos tienen derecho a una cierta cantidad de escaños, las tensiones podrían incrementarse. Al menos, la nueva asamblea sería demasiado débil como para solucionar los enormes problemas del país. En el peor de los casos, se produciría una disolución del país al estilo de Yugoslavia.
Un diplomático occidental dijo que los funcionarios norteamericanos han observado divisiones y han aconsejado a los partidos que formen coaliciones más amplias. De otro modo, las divisiones políticas "podrían crear asperezas", dijo. "Y no nos hace falta".
Pero algunos estudiosos tienen más esperanzas, y dicen que es natural que los partidos se agrupen a lo largo de líneas religiosas y étnicas. Una vez elegidos, los partidos podrían tapar sus diferencias. "El sectarismo es ahora el principio unificador de la política iraquí", dijo Yitzhak Nakash, profesor de estudios sobre Oriente Medio de la Universidad de Brandeis y autor del libro ‘The Shi'is of Iraq' (Princeton University Press, 2003). "En este momento, las campañas políticas a lo largo de líneas sectarias es algo natural".
Para el gobierno norteamericano, el mejor resultado sería que los partidos que "apoyan la democracia" ganaran escaños en la asamblea, dijo un diplomático norteamericano, y que la asamblea fuera lo suficientemente incluyente de modo que otros grupos se convenzan de que la participación les conviene.
Se cree que el Partido del Acuerdo Nacional Iraquí del doctor Allawi, un chií, participará en las elecciones de enero, pero ahora corre riesgos políticos. Es un partido secular con muchos sunníes del antiguo partido gobernante Baaz y se encuentra así al margen de los principales bloques de la política iraquí. El apoyo del gobierno interino ha caído en picado, y lo que quede del capital político de Allawi puede desaparecer con la invasión de Faluya. Así, el partido puede necesitar un socio más fuerte para participar en las elecciones. De momento, no lo tiene.
Otra sombría perspectiva para los norteamericanos es la posibilidad de que la floja alianza de Chalabi, al que los norteamericanos acusan de entregar secretos a Irán, y Sáder, el joven clérigo que encabeza una milicia de más de mil miembros, podría cuajar y emerger como la coalición chií dominante. "Sobre él pende una orden de detención, y no creo que nos veas dándonos la mano en el futuro cercano", dijo un diplomático sobre Sáder.
Sáder se puede sentir más atraído hacia Chalabi que hacia el partido Dawa o Sciri debido a las antiguas disputas entre la importante familia religiosa de Sáder y la de Abdul Aziz al-Hakim, un líder de Sciri. Ambos se encuentran entre los más populares políticos iraquíes, de acuerdo a un reciente sondeo auspiciado por los norteamericanos y realizado por el Instituto Republicano Internacional. "Tenemos algunas reservas y problemas sobre presentarnos en una sola lista con ellos", dijo sobre los partidos Dawa y Sciri, Smesim, el principal asesor de Sáder.
Sobre el Consejo Chií de Chalabi, Smesim dijo: "Tenemos una muy buena relación con ellos. No nos importaría si se incorporan a nuestra lista nacional".
Los partidos están formando coaliciones para presentar listas ampliadas con las que atraer a una mayor cantidad de votantes. Se necesitan unos 30.000 votos para obtener un escaño en la asamblea. Si todos los partidos chiíes participan en las elecciones en una sola lista dominada por los principales partidos chiíes, los votantes chiíes votarán mayoritariamente por esa lista, permitiendo que los chiíes religiosos se hagan con una mayoría de los 275 escaños.
Si los partidos chiíes presentan candidatos separados, los votantes chiíes pueden dividir su voto, privando posiblemente de la mayoría a los partidos religiosos apoyados por el ayatollah Sistani, dijo el profesor Juan Cole, un experto sobre el islam chií de la Universidad de Michigan. "Mientras más listas de partidos haya", dijo, "más probable será de que votos chiíes se dividan".
De hecho, el diplomático occidental dijo que los principales partidos kurdos ya han comenzado a abrir pequeños despachos en el corazón del sur chií para hacer su campaña electoral allá.

6 de noviembre de 2004
10 de noviembre de 2004©
©traducción mQh
new york times

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