líder sunní apoya resistencia
[Robert F. Worth] Líderes sunníes disputan sobre participación en proceso político.
Bagdad, Iraq. Durante varias semanas, los políticos más poderosos de Iraq y diplomáticos extranjeros han estado corriendo como ansiosos peregrinos hacia Bagdad Este, hacia la enorme cúpula azul y dorada de la mezquita de la Madre de Todas las Batallas, que fue construida por Saddam Hussein.
Van allá a visitar al jeque Harith al-Dari, un clérigo de 64 años y jefe tribal que se ha transformado en un importante portavoz de los marginados árabes sunníes de Iraq.
Dari, un hombre taciturno con un aire de fría autoridad, saluda a sus invitados en una oscura oficina en el vestíbulo principal de la mezquita, que está rodeada por un foso y altos minaretes diseñados para parecer rifles Kalashnikov. Luego los invitados van al grano. ¿Estará Dari dispuesto a ayudar a integrar a los sunníes a la vida política?
Muchas cosas dependen de la respuesta. Ningún nuevo gobierno será visto como legítimo sin la participación de los sunníes, que boicotearon en gran escala las elecciones de enero y dominan la violenta resistencia aquí.
Pero en una rara entrevista, realizada el lunes a través de un intérprete en su oficina en la mezquita, Dari dejó claro que continuaría considerando la resistencia armada como legítima hasta que los militares norteamericanos presentaran un calendario claro sobre su retirada -una condición que difícilmente será aceptada.
"Pedimos a todos los hombres sabios en Estados Unidos que pidan al gobierno que abandone esta guerra", dijo. "Salvaría muchas vidas y sufrimiento de los iraquíes y de los estadounidenses".
El cortejo de Dari hace parte de un amplio esfuerzo para integrar a los sunníes, que constituyen un quinto de la población de Iraq y que fueron la clase dominante durante el régimen de Saddam Hussein. Los líderes chiíes y kurdos que dominan la nueva asamblea nacional y están ahora luchando para formar una coalición de gobierno, dicen que parte del retraso ha sido causado por las negociaciones sobre qué ministerios debían ser entregados a los sunníes.
Ganarse la amistad de las fracciones sunníes no ha sido fácil.
Hay decenas de partidos y grupos políticos sunníes, partidarios de una amplia gama de posiciones. Los sunníes no se han unido tradicionalmente en torno a una sola figura, como el gran ayatolah chií Ali al-Sistani, cuya coalición política obtuvo una gran mayoría de los votos chiíes en las elecciones de enero.
Muchos sunníes se resisten a organizarse a lo largo de líneas sectarias. Mientras los chiíes y kurdos, que fueron brutalmente reprimidos por el gobierno laico de Hussein, descansaron en sus lealtades comunitarias, los sunníes nunca tuvieron que hacerlo, y sólo ahora empiezan a verse como una minoría distinta.
La organización que encabeza Dari, la Asociación de Clérigos Musulmanes, dice representar a 3.000 mezquitas. Se ha integrado a una iniciativa para asegurarse de que se asigne la jefatura de al menos dos de los seis ministerios más importantes en el nuevo gobierno, incluyendo el de Interior o Defensa.
Pero el nuevo gobierno es mucho menos importante para la mayoría de los líderes sunníes que la redacción de la constitución y la próxima ronda de elecciones, ambos programados para más tarde este año.
Y mientras algunas figuras laicas dicen que muchos sunníes ahora lamentan no haber participado en las elecciones y están ansiosos de contribuir a redactar la nueva constitución de Iraq, otros siguen profundamente reticentes. Ganar el apoyo de los jeques y clérigos más fanáticos, dicen funcionarios iraquíes y norteamericanos, podría ser crucial para formar un gobierno estable y aliviar la violencia.
El imperativo fue revestido repentinamente de una nueva prominencia para Dari.
Con el turbante y túnica de un jefe tribal, Dari es una presencia amenazador. Sonríe rara vez, y habla suavemente, en frase cortas y firmes.
Resistir la ocupación extranjera le corre por la sangre. Su abuelo, el jeque Dari al-Mahmoud, provocó según se dice la fase sunní de la rebelión contra los británicos en 1920 al matar a un oficial británico cerca de Faluya. Se unió a la rebelión, que habían comenzado los chiíes en el sur, y luchó hasta que fue capturado y encarcelado en 1927.
Harith al-Dari ha sido visto como un hombre peligroso por los militares norteamericanos en Iraq. Durante el último año, oficiales dijeron que sospechaban que Dari estaba implicado en fomentar la resistencia contra las tropas estadounidenses en Faluya e incluso los secuestros de occidentales. Su casa en Khan Dari, un pueblo al oeste de Bagdad, ha sido allanado repetidas veces por equipos militares norteamericanos.
El teniente general John F. Sattler, que fue hasta hace poco el principal comandante de Marina en Iraq, dijo sobre Dari: "Hasta ahora ha sido contraproductivo". Pero agregó que el jeque parecía estar reconsiderando su posición y moderando sus opiniones más extremistas.
Dari niega vehementemente que haya tenido que ver con los secuestros, excepto pedir que se liberara a los rehenes. Interrogado sobre su papel en Faluya, Dari dio fríamente una respuesta ambigua.
"Los estadounidenses dicen que tuvimos un papel de incitación en esta situación", dijo Dari. "Otros dicen que hemos hecho un buen papel y ayudamos a calmar las cosas. De todos modos, hemos actuado según nuestro deber nacional y religioso".
La autoridad de Dari se deriva en parte de su familia. En su casa ancestral, Khan Dari, miembros de su familia han sido los jefes tribales durante al menos un siglo. También enseñó derecho musulmán en la Universidad de Bagdad durante muchos años antes de abandonar Iraq en 1997 para enseñar en los Emiratos Árabes Unidos hasta la caída de Hussein en 2003. Fue solo entonces que se unió a la Asociación de Clérigos Musulmanes y alcanzó su posición actual.
Otros líderes sunníes se han irritado claramente con la repentina prominencia de Dari. "Se está comportando como si fuera el Sistani sunní", dijo Adnan Pachachi, el viejo estadista sunní de 81 años, refiriéndose al poder casi absoluto del gran ayatolah sobre la vida religiosa y política de muchos chiíes. "Pero, por supuesto, no lo es".
Pero Pachacho, un personaje laico y liberal que ha hecho esfuerzos por organizar a los dirigentes políticos sunníes de Iraq en las últimas semanas, reconocieron que la palabra de Dari tiene una enorme infuencia.
Gran parte de ese poder se deriva claramente de su reputación como un hombre que es respetado por muchos combatientes de la resistencia. "Esa percepción de él es una de las razones por la que muchos lo tienen por una persona importante", dijo Ashraf Qazi, el enviado de Naciones Unidas en Iraq, que se ha reunido varias veces con Dari.
Hay indicios de que Dari puede estar aflojando su posición. En febrero, la Asociación de Clérigos Musulmanes emitió una serie de condiciones que debían ser satisfechas antes de que aprobara la redacción de una constitución y la ronda siguiente de elecciones, especialmente la retirada norteamericana y la liberación de todos los detenidos en prisiones militares estadounidenses.
El lunes sugirió que estará contento con un calendario de la retirada norteamericana. Otros líderes sunníes de la línea dura han hecho gestos similares.
"No insistimos en que los norteamericanos se retiren de una vez, mientras se queden en sus bases y dejen de marginarnos de la vida política", dijo Ali al-Mahadani, clérigo de la mezquita de Ubn Tamymiyya en Bagdad. Algunos líderes políticos dicen incluso que los sunníes, después de mucho discutir, están empezando a dar señales de un interés común.
"Yo creo que los sunníes han empezado a unirse, como los chiíes y kurdos", dijo Sharif Ali bin Hussein, un antiguo financista y primo del último rey de iraq. "Los que tenemos más experiencia en la arena política estamos tratando de educar a los que tienen un punto de vista más militante. Lo que decimos es que no pueden continuar boicoteando el proceso político; es necesario que haya participación".
Ese punto de vista lejos de ser unánime. En una reciente conferencia en Bagdad convocada por Sherif Hussein, todos los aplausos fueron para alabar la resistencia. Algunos líderes tribales trataron de hacer callar a los que hablaban a favor de integrarse al nuevo gobierno.
En cuanto a Dari, dice que no está seguro de cómo reaccionaría la resistencia si sus exigencias de una retirada estadounidense fueran cumplidas. Pero aventuró una hipótesis.
"Creo que los líderes iraquíes podrían hablar y apelar a la resistencia", dijo. "Podrían decirles: Si queréis liberar el país, la liberación no debe producirse a cualquier precio. Así que debéis ahorrar vuestra sangre y dinero'".
Mona Mahmoud y Zaineb Obeid contribuyeron a este reportaje desde Bagdad, y Eric Schmitt desde Washington.
30 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh
Van allá a visitar al jeque Harith al-Dari, un clérigo de 64 años y jefe tribal que se ha transformado en un importante portavoz de los marginados árabes sunníes de Iraq.
Dari, un hombre taciturno con un aire de fría autoridad, saluda a sus invitados en una oscura oficina en el vestíbulo principal de la mezquita, que está rodeada por un foso y altos minaretes diseñados para parecer rifles Kalashnikov. Luego los invitados van al grano. ¿Estará Dari dispuesto a ayudar a integrar a los sunníes a la vida política?
Muchas cosas dependen de la respuesta. Ningún nuevo gobierno será visto como legítimo sin la participación de los sunníes, que boicotearon en gran escala las elecciones de enero y dominan la violenta resistencia aquí.
Pero en una rara entrevista, realizada el lunes a través de un intérprete en su oficina en la mezquita, Dari dejó claro que continuaría considerando la resistencia armada como legítima hasta que los militares norteamericanos presentaran un calendario claro sobre su retirada -una condición que difícilmente será aceptada.
"Pedimos a todos los hombres sabios en Estados Unidos que pidan al gobierno que abandone esta guerra", dijo. "Salvaría muchas vidas y sufrimiento de los iraquíes y de los estadounidenses".
El cortejo de Dari hace parte de un amplio esfuerzo para integrar a los sunníes, que constituyen un quinto de la población de Iraq y que fueron la clase dominante durante el régimen de Saddam Hussein. Los líderes chiíes y kurdos que dominan la nueva asamblea nacional y están ahora luchando para formar una coalición de gobierno, dicen que parte del retraso ha sido causado por las negociaciones sobre qué ministerios debían ser entregados a los sunníes.
Ganarse la amistad de las fracciones sunníes no ha sido fácil.
Hay decenas de partidos y grupos políticos sunníes, partidarios de una amplia gama de posiciones. Los sunníes no se han unido tradicionalmente en torno a una sola figura, como el gran ayatolah chií Ali al-Sistani, cuya coalición política obtuvo una gran mayoría de los votos chiíes en las elecciones de enero.
Muchos sunníes se resisten a organizarse a lo largo de líneas sectarias. Mientras los chiíes y kurdos, que fueron brutalmente reprimidos por el gobierno laico de Hussein, descansaron en sus lealtades comunitarias, los sunníes nunca tuvieron que hacerlo, y sólo ahora empiezan a verse como una minoría distinta.
La organización que encabeza Dari, la Asociación de Clérigos Musulmanes, dice representar a 3.000 mezquitas. Se ha integrado a una iniciativa para asegurarse de que se asigne la jefatura de al menos dos de los seis ministerios más importantes en el nuevo gobierno, incluyendo el de Interior o Defensa.
Pero el nuevo gobierno es mucho menos importante para la mayoría de los líderes sunníes que la redacción de la constitución y la próxima ronda de elecciones, ambos programados para más tarde este año.
Y mientras algunas figuras laicas dicen que muchos sunníes ahora lamentan no haber participado en las elecciones y están ansiosos de contribuir a redactar la nueva constitución de Iraq, otros siguen profundamente reticentes. Ganar el apoyo de los jeques y clérigos más fanáticos, dicen funcionarios iraquíes y norteamericanos, podría ser crucial para formar un gobierno estable y aliviar la violencia.
El imperativo fue revestido repentinamente de una nueva prominencia para Dari.
Con el turbante y túnica de un jefe tribal, Dari es una presencia amenazador. Sonríe rara vez, y habla suavemente, en frase cortas y firmes.
Resistir la ocupación extranjera le corre por la sangre. Su abuelo, el jeque Dari al-Mahmoud, provocó según se dice la fase sunní de la rebelión contra los británicos en 1920 al matar a un oficial británico cerca de Faluya. Se unió a la rebelión, que habían comenzado los chiíes en el sur, y luchó hasta que fue capturado y encarcelado en 1927.
Harith al-Dari ha sido visto como un hombre peligroso por los militares norteamericanos en Iraq. Durante el último año, oficiales dijeron que sospechaban que Dari estaba implicado en fomentar la resistencia contra las tropas estadounidenses en Faluya e incluso los secuestros de occidentales. Su casa en Khan Dari, un pueblo al oeste de Bagdad, ha sido allanado repetidas veces por equipos militares norteamericanos.
El teniente general John F. Sattler, que fue hasta hace poco el principal comandante de Marina en Iraq, dijo sobre Dari: "Hasta ahora ha sido contraproductivo". Pero agregó que el jeque parecía estar reconsiderando su posición y moderando sus opiniones más extremistas.
Dari niega vehementemente que haya tenido que ver con los secuestros, excepto pedir que se liberara a los rehenes. Interrogado sobre su papel en Faluya, Dari dio fríamente una respuesta ambigua.
"Los estadounidenses dicen que tuvimos un papel de incitación en esta situación", dijo Dari. "Otros dicen que hemos hecho un buen papel y ayudamos a calmar las cosas. De todos modos, hemos actuado según nuestro deber nacional y religioso".
La autoridad de Dari se deriva en parte de su familia. En su casa ancestral, Khan Dari, miembros de su familia han sido los jefes tribales durante al menos un siglo. También enseñó derecho musulmán en la Universidad de Bagdad durante muchos años antes de abandonar Iraq en 1997 para enseñar en los Emiratos Árabes Unidos hasta la caída de Hussein en 2003. Fue solo entonces que se unió a la Asociación de Clérigos Musulmanes y alcanzó su posición actual.
Otros líderes sunníes se han irritado claramente con la repentina prominencia de Dari. "Se está comportando como si fuera el Sistani sunní", dijo Adnan Pachachi, el viejo estadista sunní de 81 años, refiriéndose al poder casi absoluto del gran ayatolah sobre la vida religiosa y política de muchos chiíes. "Pero, por supuesto, no lo es".
Pero Pachacho, un personaje laico y liberal que ha hecho esfuerzos por organizar a los dirigentes políticos sunníes de Iraq en las últimas semanas, reconocieron que la palabra de Dari tiene una enorme infuencia.
Gran parte de ese poder se deriva claramente de su reputación como un hombre que es respetado por muchos combatientes de la resistencia. "Esa percepción de él es una de las razones por la que muchos lo tienen por una persona importante", dijo Ashraf Qazi, el enviado de Naciones Unidas en Iraq, que se ha reunido varias veces con Dari.
Hay indicios de que Dari puede estar aflojando su posición. En febrero, la Asociación de Clérigos Musulmanes emitió una serie de condiciones que debían ser satisfechas antes de que aprobara la redacción de una constitución y la ronda siguiente de elecciones, especialmente la retirada norteamericana y la liberación de todos los detenidos en prisiones militares estadounidenses.
El lunes sugirió que estará contento con un calendario de la retirada norteamericana. Otros líderes sunníes de la línea dura han hecho gestos similares.
"No insistimos en que los norteamericanos se retiren de una vez, mientras se queden en sus bases y dejen de marginarnos de la vida política", dijo Ali al-Mahadani, clérigo de la mezquita de Ubn Tamymiyya en Bagdad. Algunos líderes políticos dicen incluso que los sunníes, después de mucho discutir, están empezando a dar señales de un interés común.
"Yo creo que los sunníes han empezado a unirse, como los chiíes y kurdos", dijo Sharif Ali bin Hussein, un antiguo financista y primo del último rey de iraq. "Los que tenemos más experiencia en la arena política estamos tratando de educar a los que tienen un punto de vista más militante. Lo que decimos es que no pueden continuar boicoteando el proceso político; es necesario que haya participación".
Ese punto de vista lejos de ser unánime. En una reciente conferencia en Bagdad convocada por Sherif Hussein, todos los aplausos fueron para alabar la resistencia. Algunos líderes tribales trataron de hacer callar a los que hablaban a favor de integrarse al nuevo gobierno.
En cuanto a Dari, dice que no está seguro de cómo reaccionaría la resistencia si sus exigencias de una retirada estadounidense fueran cumplidas. Pero aventuró una hipótesis.
"Creo que los líderes iraquíes podrían hablar y apelar a la resistencia", dijo. "Podrían decirles: Si queréis liberar el país, la liberación no debe producirse a cualquier precio. Así que debéis ahorrar vuestra sangre y dinero'".
Mona Mahmoud y Zaineb Obeid contribuyeron a este reportaje desde Bagdad, y Eric Schmitt desde Washington.
30 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh
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