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RESISTENCIA EN IRAK CONTROLA GRANDES ÁREAS DEL PAÍS - alissa j. rubin y tyler marshall


La resistencia usa efectivas armas de intimidación en áreas del país, como el asesinato selectivo de funcionarios de gobierno y sus familias y la desacración de los cadáveres de los enemigos. Elecciones en enero parecen improbables.
Bagdad, Iraq. Los insurgentes iraquíes han extendido sus operaciones sobre grandes áreas del país, incluyendo secciones de la capital, haciendo poco probable que Estados Unidos pueda crear la estabilidad necesaria para unas elecciones fiables en enero, incluso después de que sus tropas hayan controlado Faluya, dijeron analistas militares y políticos.
Hay pocas dudas de que las fuerzas norteamericanas volverán a controlar Faluya en pocos días, dijeron los analistas. Pero los funcionarios norteamericanos que están planeado las elecciones enfrentan otro problema: el vacío de ley y poder en muchas áreas musulmanas sunníes donde no hay tropas norteamericanas ni iraquíes y donde los insurgentes operan con impunidad.
Hombres armados encapuchados patrullan en esos lugares, especialmente por la noche, asesinando a funcionarios de gobierno secuestrando e intimidando a la gente.
"Hay grandes áreas en el campo que son controladas 24 horas al día por los muyahedines, donde la gente no ve a las tropas norteamericanas", dijo Charles Hyeman, un analista de defensa de la revista Jane's Defence Weekly, de Londres.
Con la votación programada para menos de tres meses, todavía no se observa una reducción de los ataques de los insurgentes ni señales de que el gobierno pueda frenarlos.
"Tendrías que ser capaz de usar la misma densidad de tropas que hay ahora en Faluya en al menos el Triángulo Sunní, y en Bagdad, y no tenemos suficientes soldados para hacer eso. Y es inútil pretender que los iraquíes puedan hacerlo", dijo Heyman.
Funcionarios del Pentágono negaron el miércoles que haya surgido un vacío de seguridad en algunas áreas, aseverando que las fuerzas de seguridad iraquíes se han hecho más fuertes y que las tropas norteamericanas llevan a cabo patrullas sobre bases rutinarias en todo el Triángulo Sunní -las áreas sunníes densamente pobladas en el centro de Iraq al norte y oeste de Bagdad donde los ataques de la guerrilla han sido más frecuentes.
"Cada día ganamos algo más de control en la región del Triángulo Sunní, y la operación de Faluya es un ejemplo de eso", dijo un oficial de alta jerarquía que se negó a dar su identidad.
El presidente Bush dijo esta semana que atendería cualquiera petición de tropas adicionales, pero que los jefes militares norteamericanos "todavía tienen que decirme si necesitan un número substantivo de tropas".
Sin embargo, los insurgentes continúan sembrando el temor con sus ataques. En los ataques más recientes, los insurgentes asesinaron a agentes de policía y dejaron sus cadáveres en la calle; han colgado uniformes vacíos de guardias nacionales iraquíes muertos como si fueran espantapájaros para atemorizar a los que piensen en unirse a las fuerzas de seguridad; han montado puestos de control donde roban y amenazan a la gente. Han atacado con morteros y proyectiles para desaparecer luego en callejones y caminos secundarios. Están demostrando cada vez más capacidad para interrumpir la administración en muchas áreas urbanas.
Los insurgentes, de los que se cree que son sobre todo sunníes, se oponen a las elecciones porque que el poder que perdieron con el derrocamiento de Saddam será confirmado por el voto popular. La batalla por Faluya ha provocado que importantes clérigos sunníes llamaran a boicotear las elecciones y es probable que fortalezca la resistencia sunní a la votación.
Con la mayoría de los musulmanes chiíes insistiendo en las elecciones -y es probable que organicen protestas masivas si no se convocan-, el primer ministro interino iraquí Ayad Allawi está ejerciendo presión para dominar a la resistencia.
Hasta el momento, los insurgentes parecen estar ganando en muchos frentes.
Las autoridades civiles han desaparecido de algunas áreas. En Haditha y Haqlaniya, ciudades vecinas a 220 kilómetros al oeste de Bagdad, la gente dice que tiene miedo de salir a la calle. Los insurgentes enviaron una fuerte advertencia hace unos meses después de que militares norteamericanos pusieran a un líder tribal en control. Los militantes lo mataron a él y a sus hijos. Un segundo grupo de líderes, incluyendo a un jefe de policía, fueron también depuestos.
El actual presidente del ayuntamiento, Khaled Hussein, que cuenta con la aprobación de los insurgentes, describió una pálida imagen de la vida en la ciudad. Mencionó ataques este fin de semana contra dos comisarías de policía en las ciudades, en los que murieron 22 agentes de policía. Algunos de ellos fueron esposados y ejecutados.
"Ahora la policía iraquí se niega a ir al trabajo. Las tiendas están cerradas, las calles vacías y muy poca gente sale a la calle", dijo Hussein.
La misma imagen se repite en otras áreas.
En Mahmoudiya, una comunidad mixta de sunníes y chiíes al sur de Bagdad, las calles estaban casi vacías el miércoles incluso aunque faltaban pocos días para la ‘eid', una de los festivos más importantes del calendario musulmán, cuando la gente sale a comprar ropa nueva y regalos.
Pequeños grupos de gente recogían hojas impresas con declaraciones bajadas de internet de antiguos agentes de policía iraquíes y guardias nacionales que juraban sobre el Corán que habían abandonado sus trabajos.
Unas pintadas frescas proclamaban: "Oh, musulmanes, declarad la guerra santa", "Muerte a Allawi y su gobierno títere" y "Larga vida a Faluya".
En una de las pocas tiendas con clientes, el propietario miraba desconfiadamente a un cliente que preguntaba por qué había tan pocas tiendas abiertas.
"La gente se queda en la casa porque tienen miedo de los hombres armados", dijo.
La situación es similar en el sur de Bagdad. Un ataque con morteros esta semana en un edificio municipal en construcción, que alojaba a un puesto de policía, alejó a la pequeña unidad que acampaba ahí. Los vecinos dicen que ni siquiera hay un puesto de control. En la noche, las únicas patrullas son las de los insurgentes con kaffiyehs que ocultan sus rostros.
Mustafa Alani, presidente de la sección de Estudios de Defensa y Terrorismo del Centro de Investigaciones del Golfo en Dubai dijo que Bagdad sería probablemente el principal objetivo de la resistencia. Es el centro neurálgico del país, y con al menos 6 millones de habitantes distribuidos en una amplia área, será difícil de estabilizar para las tropas norteamericanas e iraquíes.
"Ahora Bagdad es el verdadero campo de batalla", dijo Alani. "Es la ciudad más grandes, es imposible que las tropas norteamericanas la puedan controlar. Realmente no pueden ocupar Bagdad; sus tropas están muy dispersas".
La capital se ha transformado en un sitio preferido para una de las tácticas más efectivas de la guerrilla: el asesinato. Los ataques diarios contra funcionarios de nivel medio y bajo de gobierno no se mencionan a menudo. Un contable de Allawi y su hijo fueron matados a balazos hace dos semanas; la misma suerte corrió uno de sus secretarios. Un subdirector general del ministerio del Petróleo fue matado hace una semana, junto con un funcionario del ministerio de Defensa.
Los funcionarios de gobierno se amontonan pidiendo viviendas en la Zona Verde de la capital controlada por los norteamericanos para escapar de los pistoleros en sus barrios.
Expertos dijeron que piensan que los insurgentes se fundirán con la población civil cuando las tropas norteamericanas reúnan fuerzas -como en Faluya- y volverán a dejarse ver cuando los norteamericanos reduzcan sus números.
"Los insurgentes han leído el manual: Deja entrar a los soldados bien adiestrados y bien armados; deja que tomen posiciones, que se distribuyan; luego cércalos", dijo Heyman, de la revista Jane's Defence Weekly.
En Samarra, que los insurgentes abandonaron después de intensas batallas con tropas norteamericanas e iraquíes a principios de octubre, las guerrillas han comenzado a reafirmar su presencia. Dos atentados con coches-bomba coordinados y varios ataques con morteros mataron a más de 30 personas, el sábado. Esta semana los insurgentes mataron al dueño de una tienda, del que sospechaban que espiaba para los norteamericanos. Su cuerpo fue dejado en la calle, como advertencia.
En el norte, en Mosul, que fue presentado por los militares norteamericanos como un modelo de estabilidad, está ahora controlado en su mayor parte por los insurgentes. Dos soldados norteamericanos murieron en ataques con mortero esta semana. Los insurgentes mataron a cuatro choferes de camiones turcos el miércoles y guerrilleros armados con ametralladoras y lanzagranadas se enfrentaron con tropas norteamericanas durante varias horas. Atacaron dos convoyes norteamericanos, matando a cuatro personas, según informaron periodistas en el lugar.
Un portavoz norteamericano confirmó los ataques pero dijo que sólo un contratista extranjero había muerto en el ataque. También murieron tres agentes de policía iraquíes, dijo un portavoz del hospital. El jueves, la ciudad fue sacudida por fuego de armas automáticas en balaceras que duraron horas. En las calles no había policías ni guardias nacionales iraquíes, dijeron los vecinos.
En un barrio los insurgentes fanfarronearon que habían matado a un guardia nacional iraquí y mostraron a periodistas el cuerpo de un teniente, con su identificación en el pecho y la cabeza agujereada de balas.
Un combatiente dijo: "Es un traidor que trabajaba con la guardia nacional y ayudó a los norteamericanos a matar a sus hermanos iraquíes".
Otro combatiente, que se negó a identificarse, dijo: "Lo que está pasando en Mosul es en venganza por nuestros hermanos de Faluya, Nada podrá detenernos".

Rubin informó desde Baghdad y Marshall desde Washington. Mark Mazzetti en Washington, Paul Richter en Washington, Maggie Farley en Naciones Unidas, Raheem Salman en Baghdad y Ahmed Izzi en Samarra contribuyeron a este reportaje.

17 de noviembre de 2004
©los angeles times
©traducción mQh

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