EN FALUYA SE ALCANZÓ UN OBJETIVO. ¿CUÁL SERÁ EL PRÓXIMO? - eric schmitt
Tomar una ciudad militarmente es más fácil que mantenerla una vez que se la ha recuperado. Comandantes norteamericanos pedirán más tropas.
Washington, Estados Unidos. Comandantes norteamericanos dicen que con el asalto que duró una semana y que ha quitado a la resistencia el control de Faluya, se han logrado casi todos sus objetivos antes de tiempo y con menos escollos que los previstos.
Pero, ¿hacia dónde se dirigirán ahora Estados Unidos y el gobierno interino del primer ministro Ayad Allawi?
En las próximas semanas, los dos aliados deberán todavía hacer frente a una peligrosa y fuerte resistencia que está activa en la mayor parte de Iraq, apresurarse con un enorme esfuerzo de reconstrucción económica y sentar las bases para las elecciones convocadas para enero.
Una meta de la ofensiva contra Faluya era eliminar un importante refugio de los insurgentes en Iraq, un centro para cometer asesinatos, atentados con coches-bomba y emboscadas entre Ramadi y Bagdad, y más allá. Otra era permitir que los 250.000 habitantes de la ciudad participen en las elecciones.
Las inscripciones ya están en marcha en otras partes de Iraq, de modo que los comandantes deberán enfrentar más presiones para controlar otras áreas y hacer posible que los empleados de la junta electoral iraquí hagan su trabajo. Jefes militares y diplomáticos norteamericanos en Iraq esperan que una vez libre de insurgentes, las ciudades del territorio sunní al norte y oeste de Bagdad se integren al proceso político, a pesar de los llamados de algunos grupos sunníes la semana pasada a boicotear las elecciones.
Pero todavía hay enormes obstáculos para alcanzar esos objetivos militares, económicos y políticos. "La operación de Faluya será un éxito militar, pero si se transforma en la clave del éxito político es algo que está por verse", dijo el senador Jack Reed, el demócrata de Rhode Island en el Comité de las Fuerzas Armadas que visitó Iraq el viernes y sábado, por conferencia telefónica. "Los insurgentes están haciendo lo posible por estropear este proceso, y los comandantes creen que habrá una amplia violencia en las semanas previas a las elecciones de enero".
Los jefes militares destacan varios logros en Faluya. Se ha eliminado a un bastión de la resistencia, con menos bajas de civiles iraquíes y de soldados norteamericanos que las esperadas. Algunos oficiales de alto rango dicen que se ha matado a 1.600 insurgentes y cientos más han sido capturados, más de la mitad de los que calculaban que se encontraban en la ciudad desde que comenzara la campaña.
La ofensiva también cerró lo que los oficiales veían como un arma propagandística de los militantes: el Hospital General de Faluya, con su torrente de informes sobre bajas civiles. Pero los oficiales norteamericanos e iraquíes todavía enfrentan gigantescas tareas en la secuela de la toma de la ciudad.
"Faluya claramente requerirá un montón de esfuerzos aún después de que el último reducto de insurgentes haya sido eliminado", dijo el domingo, en un mensaje por correo electrónico, un general norteamericano. "Hay un montón de retos, en la infraestructura, en las necesidades básicas de los retornados, en las fuerzas de seguridad, y en la administración, para no mencionar las elecciones. Y hay que dar por sentado que los insurgentes tratarán de hacernos la vida más difícil todavía".
La resistencia continúa furiosamente en otros lugares, entre informes de inteligencia de que la batalla se ha transformado en una plataforma para el reclutamiento de grandes cantidades de jóvenes árabes en mezquitas desde Siria a Arabia Saudí. Los jefes militares norteamericanos reconocen que cientos de combatientes y sus comandantes, incluyendo a Abu Musab al-Zarqawi, el militante jordano cuya red ha llevado a cabo muchos de los secuestros, decapitaciones y atentados con bomba, salió de la ciudad antes de la ofensiva.
Los comandantes norteamericanos dicen que pensaban que la batalla por Faluya, que coincide con el fin del mes sagrado de ramadán, significaría un incremento de la violencia en todo el país. Pero el alcance y dimensión de los ataques en Mosul el jueves pasado sorprendió a los oficiales norteamericanos que estaban luchando el domingo por recuperar la iniciativa.
"Nuestra experiencia es que, después de las batallas en que sufren muchas bajas, los insurgentes gastan algunos días en reagruparse, curar a los heridos y formular un plan sobre qué hacer luego", dijo el domingo en un mensaje por correo electrónico el general de brigada Carter Ham, encargado del control del norte de Iraq. "Nuestro trabajo es no dejarles descansar ni permitirles que tengan tiempo de reagruparse".
En Bagdad, donde los ataques estaban aumentando aún antes de la ofensiva de Faluya, los soldados del Ejército dijeron que los insurgentes, en al menos una parte de la ciudad, habían modificado sus tácticas, reuniéndose en números limitados en sus ataques contra los norteamericanos, en lugar de dispararles desde las sombras y tejados, o emboscándoles con bombas en las calles.
"Sí, en todas partes las fuerzas anti-iraquíes han estado más agresivas, o más estúpidas, dependiendo de tu punto de vista", dijo el domingo en un mensaje por correo electrónico el sargento Rowe Stayton, un jefe de un comando de fuego de infantería en el norte de Bagdad. Dijo que sus tropas habían matado a 15 insurgentes y herido a otros 6, sin sufrir ni una sola baja.
Pero los comandantes dicen que están desconcertados sobre cómo combatir la efectiva campaña de intimidación que están haciendo los insurgentes contra los iraquíes, desde líderes políticos y jefes de policía hasta las mujeres que se ocupan de la lavandería de las tropas en las bases norteamericanas.
"La gente está se ve afectada todos los días por la criminalidad", dijo el senador Reed, un antiguo oficial de la División Aerotransportada Nº82. "La situación no ha cambiado, ni está cambiando". Oficiales norteamericanos fanfarronean que han adiestrado y equipado a 100.000 fuerzas de seguridad iraquíes, y muchos están luchando codo a codo con los norteamericanos, incluyendo a 2.500 en Faluya. Pero muchas de esas tropas sólo tienen un adiestramiento básico y carecen todavía de equipos cruciales, como chalecos antibala, radios y vehículos.
"La buena noticia es que números importantes de las fuerzas de seguridad iraquíes están manteniéndose firmes y luchando en todo el centro-norte de Iraq", dijo el sábado en un mensaje por correo electrónico el general de división John Batiste, comandante de la Primera División de Infantería, en Tikrit.
Pero no en todas partes. La semana pasada cientos de agentes de policía de Mosul abandonaron sus comisarías durante los ataques, permitiendo que los militantes saquearan una media docena de comisarías y robaran vehículos policiales, uniformes y armas.
Mientras la mayoría de las organizaciones de ayuda internacionales se han retirado de Iraq por las condiciones [en que deben trabajar] y muchos contratistas temerosos de enviar a sus trabajadores a áreas todavía vulnerables a ataques de los insurgentes, se necesitarán más tropas norteamericanas para proporcionar seguridad y permitir que las obras de reconstrucción sigan adelante.
El Pentágono ha extendido los servicios de unos 6.500 soldados para ayudar en labores de seguridad y comandantes de alta jerarquía están diciendo que se necesitan más de las 140.000 tropas norteamericanas que tiene Estados Unidos en Iraq. Pero ¿para qué serían necesarias? La experiencia en Faluya de las semanas por venir pueden ser instructivas.
"La lección operacional es que "tomar" una ciudad es comparativamente fácil, pero "conservalas" es mucho más difícil y lo más decisivo", dijo un oficial del Ejército de vuelta recientemente de un turno de servicio cerca de Faluya. "Y esa batalla la deben ganar los iraquíes, no los norteamericanos".
15 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
Pero, ¿hacia dónde se dirigirán ahora Estados Unidos y el gobierno interino del primer ministro Ayad Allawi?
En las próximas semanas, los dos aliados deberán todavía hacer frente a una peligrosa y fuerte resistencia que está activa en la mayor parte de Iraq, apresurarse con un enorme esfuerzo de reconstrucción económica y sentar las bases para las elecciones convocadas para enero.
Una meta de la ofensiva contra Faluya era eliminar un importante refugio de los insurgentes en Iraq, un centro para cometer asesinatos, atentados con coches-bomba y emboscadas entre Ramadi y Bagdad, y más allá. Otra era permitir que los 250.000 habitantes de la ciudad participen en las elecciones.
Las inscripciones ya están en marcha en otras partes de Iraq, de modo que los comandantes deberán enfrentar más presiones para controlar otras áreas y hacer posible que los empleados de la junta electoral iraquí hagan su trabajo. Jefes militares y diplomáticos norteamericanos en Iraq esperan que una vez libre de insurgentes, las ciudades del territorio sunní al norte y oeste de Bagdad se integren al proceso político, a pesar de los llamados de algunos grupos sunníes la semana pasada a boicotear las elecciones.
Pero todavía hay enormes obstáculos para alcanzar esos objetivos militares, económicos y políticos. "La operación de Faluya será un éxito militar, pero si se transforma en la clave del éxito político es algo que está por verse", dijo el senador Jack Reed, el demócrata de Rhode Island en el Comité de las Fuerzas Armadas que visitó Iraq el viernes y sábado, por conferencia telefónica. "Los insurgentes están haciendo lo posible por estropear este proceso, y los comandantes creen que habrá una amplia violencia en las semanas previas a las elecciones de enero".
Los jefes militares destacan varios logros en Faluya. Se ha eliminado a un bastión de la resistencia, con menos bajas de civiles iraquíes y de soldados norteamericanos que las esperadas. Algunos oficiales de alto rango dicen que se ha matado a 1.600 insurgentes y cientos más han sido capturados, más de la mitad de los que calculaban que se encontraban en la ciudad desde que comenzara la campaña.
La ofensiva también cerró lo que los oficiales veían como un arma propagandística de los militantes: el Hospital General de Faluya, con su torrente de informes sobre bajas civiles. Pero los oficiales norteamericanos e iraquíes todavía enfrentan gigantescas tareas en la secuela de la toma de la ciudad.
"Faluya claramente requerirá un montón de esfuerzos aún después de que el último reducto de insurgentes haya sido eliminado", dijo el domingo, en un mensaje por correo electrónico, un general norteamericano. "Hay un montón de retos, en la infraestructura, en las necesidades básicas de los retornados, en las fuerzas de seguridad, y en la administración, para no mencionar las elecciones. Y hay que dar por sentado que los insurgentes tratarán de hacernos la vida más difícil todavía".
La resistencia continúa furiosamente en otros lugares, entre informes de inteligencia de que la batalla se ha transformado en una plataforma para el reclutamiento de grandes cantidades de jóvenes árabes en mezquitas desde Siria a Arabia Saudí. Los jefes militares norteamericanos reconocen que cientos de combatientes y sus comandantes, incluyendo a Abu Musab al-Zarqawi, el militante jordano cuya red ha llevado a cabo muchos de los secuestros, decapitaciones y atentados con bomba, salió de la ciudad antes de la ofensiva.
Los comandantes norteamericanos dicen que pensaban que la batalla por Faluya, que coincide con el fin del mes sagrado de ramadán, significaría un incremento de la violencia en todo el país. Pero el alcance y dimensión de los ataques en Mosul el jueves pasado sorprendió a los oficiales norteamericanos que estaban luchando el domingo por recuperar la iniciativa.
"Nuestra experiencia es que, después de las batallas en que sufren muchas bajas, los insurgentes gastan algunos días en reagruparse, curar a los heridos y formular un plan sobre qué hacer luego", dijo el domingo en un mensaje por correo electrónico el general de brigada Carter Ham, encargado del control del norte de Iraq. "Nuestro trabajo es no dejarles descansar ni permitirles que tengan tiempo de reagruparse".
En Bagdad, donde los ataques estaban aumentando aún antes de la ofensiva de Faluya, los soldados del Ejército dijeron que los insurgentes, en al menos una parte de la ciudad, habían modificado sus tácticas, reuniéndose en números limitados en sus ataques contra los norteamericanos, en lugar de dispararles desde las sombras y tejados, o emboscándoles con bombas en las calles.
"Sí, en todas partes las fuerzas anti-iraquíes han estado más agresivas, o más estúpidas, dependiendo de tu punto de vista", dijo el domingo en un mensaje por correo electrónico el sargento Rowe Stayton, un jefe de un comando de fuego de infantería en el norte de Bagdad. Dijo que sus tropas habían matado a 15 insurgentes y herido a otros 6, sin sufrir ni una sola baja.
Pero los comandantes dicen que están desconcertados sobre cómo combatir la efectiva campaña de intimidación que están haciendo los insurgentes contra los iraquíes, desde líderes políticos y jefes de policía hasta las mujeres que se ocupan de la lavandería de las tropas en las bases norteamericanas.
"La gente está se ve afectada todos los días por la criminalidad", dijo el senador Reed, un antiguo oficial de la División Aerotransportada Nº82. "La situación no ha cambiado, ni está cambiando". Oficiales norteamericanos fanfarronean que han adiestrado y equipado a 100.000 fuerzas de seguridad iraquíes, y muchos están luchando codo a codo con los norteamericanos, incluyendo a 2.500 en Faluya. Pero muchas de esas tropas sólo tienen un adiestramiento básico y carecen todavía de equipos cruciales, como chalecos antibala, radios y vehículos.
"La buena noticia es que números importantes de las fuerzas de seguridad iraquíes están manteniéndose firmes y luchando en todo el centro-norte de Iraq", dijo el sábado en un mensaje por correo electrónico el general de división John Batiste, comandante de la Primera División de Infantería, en Tikrit.
Pero no en todas partes. La semana pasada cientos de agentes de policía de Mosul abandonaron sus comisarías durante los ataques, permitiendo que los militantes saquearan una media docena de comisarías y robaran vehículos policiales, uniformes y armas.
Mientras la mayoría de las organizaciones de ayuda internacionales se han retirado de Iraq por las condiciones [en que deben trabajar] y muchos contratistas temerosos de enviar a sus trabajadores a áreas todavía vulnerables a ataques de los insurgentes, se necesitarán más tropas norteamericanas para proporcionar seguridad y permitir que las obras de reconstrucción sigan adelante.
El Pentágono ha extendido los servicios de unos 6.500 soldados para ayudar en labores de seguridad y comandantes de alta jerarquía están diciendo que se necesitan más de las 140.000 tropas norteamericanas que tiene Estados Unidos en Iraq. Pero ¿para qué serían necesarias? La experiencia en Faluya de las semanas por venir pueden ser instructivas.
"La lección operacional es que "tomar" una ciudad es comparativamente fácil, pero "conservalas" es mucho más difícil y lo más decisivo", dijo un oficial del Ejército de vuelta recientemente de un turno de servicio cerca de Faluya. "Y esa batalla la deben ganar los iraquíes, no los norteamericanos".
15 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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