razones para no postergar elecciones
En el debate sobre si posterga o no las elecciones de enero, un editorial del Washington Post expone sus razones para que los comicios sean realizados en la fecha convenida.
Hay motivos para preocuparse de que las elecciones iraquíes convocadas para el 30 de enero sean estropeadas por la violencia y los boicots y que en lugar de aliviar, empeoren el conflicto civil en el país. Si la población sunní minoritaria de Iraq es excluida de la votación, y de la asamblea de 275 miembros que debe elegir a un nuevo gobierno y redactar la Constitución, las posibilidades de terminar con la resistencia sunní se ven sombrías, lo mismo que la posibilidad de que Iraq se establezca a sí mismo como una democracia que distribuye el poder entre sus varias comunidades a través de las papeletas de votación antes que por la fuerza. Sin embargo, sería un error del gobierno interino de Ayad Allawi responder al peligro posponiendo las elecciones, como han instado la semana pasada 17 partidos políticos. En lugar de eso, el gobierno debería insistir que Estados Unidos, Naciones Unidas y los vecinos de Iraq proporcionen más tropas, técnicos y ayuda para las elecciones de enero.
¿Por qué no postergar las elecciones? Hay razones legales: las leyes de transición de Iraq imponen que las elecciones se realicen en enero, y no hay un mecanismo para cambiarlas. Crear una ley para eso provocaría debates sobre las otras provisiones sobre la Constitución, su ratificación mediante un referéndum y otra ronda de elecciones para fines de 2005. También hay cálculos políticos: Algunos de los partidos que llaman a postergar las elecciones, y sus partidarios en los gobiernos árabes dominados por sunníes, preferirían sin duda que no hubiera nunca elecciones en Iraq -porque estas darían poder a la mayoría chií de Iraq o porque sentarían un precedente que los dos vecinos de Iraq estarían presionados a seguir.
Las razones más urgentes para apegarse a la fecha de enero, sin embargo, son prácticas. Los líderes chiíes de Iraq se oponen resueltamente a todo retraso, y si el gobierno iraquí o el de Bush se opusieran a ellos invitaría al caos en la sección más grande de Iraq, que está ahora relativamente tranquila. Un retraso sería una victoria para los insurgentes justo cuando acaban de sufrir una importante batalla en Faluya. Más llevar a negociaciones entre el gobierno y los líderes sunníes que sus proponentes dicen que quieren, es probable que una postergación provoque una escalada de la resistencia, junto a la demanda de que las tropas estadounidenses abandonen Iraq antes de que haya elecciones.
Puede no ser posible persuadir a muchos líderes sunníes a que participen en un sistema que los privará del poder del Partido Baaz sobre Iraq. Pero la mejor posibilidad de hacerlo es que el gobierno deje claro a esos líderes que las elecciones -y la construcción de un nuevo orden iraquí- continuarán con o sin ellos. Eso significa la continuación de las operaciones militares estadounidenses e iraquíes para limpiar de insurgentes las ciudades sunníes, y también un incremento de los esfuerzos civiles para hacer posible las elecciones. Se necesitan muchos más policías y tropas -tanto iraquíes como estadounidenses- para garantizar la seguridad en el país hacia fines de enero. También se necesitan más operadores electorales y observadores, si no de Naciones Unidas, de otro lugar. Allawi debería apelar a ellos con más energía. También debería considerar reservar lugares para su propio ticket electoral, o en la nueva asamblea, para los representantes sunníes, incluso si no pueden o no quieren dar un paso adelante en las próximas semanas. Lo que no debe hacer es prestar oídos a los que proponen postergar el único medio pacífico de establecer un gobierno iraquí con autoridad real.
30 de noviembre de 2004
1 de diciembre de 2004
©washington post
©traducción mQh
¿Por qué no postergar las elecciones? Hay razones legales: las leyes de transición de Iraq imponen que las elecciones se realicen en enero, y no hay un mecanismo para cambiarlas. Crear una ley para eso provocaría debates sobre las otras provisiones sobre la Constitución, su ratificación mediante un referéndum y otra ronda de elecciones para fines de 2005. También hay cálculos políticos: Algunos de los partidos que llaman a postergar las elecciones, y sus partidarios en los gobiernos árabes dominados por sunníes, preferirían sin duda que no hubiera nunca elecciones en Iraq -porque estas darían poder a la mayoría chií de Iraq o porque sentarían un precedente que los dos vecinos de Iraq estarían presionados a seguir.
Las razones más urgentes para apegarse a la fecha de enero, sin embargo, son prácticas. Los líderes chiíes de Iraq se oponen resueltamente a todo retraso, y si el gobierno iraquí o el de Bush se opusieran a ellos invitaría al caos en la sección más grande de Iraq, que está ahora relativamente tranquila. Un retraso sería una victoria para los insurgentes justo cuando acaban de sufrir una importante batalla en Faluya. Más llevar a negociaciones entre el gobierno y los líderes sunníes que sus proponentes dicen que quieren, es probable que una postergación provoque una escalada de la resistencia, junto a la demanda de que las tropas estadounidenses abandonen Iraq antes de que haya elecciones.
Puede no ser posible persuadir a muchos líderes sunníes a que participen en un sistema que los privará del poder del Partido Baaz sobre Iraq. Pero la mejor posibilidad de hacerlo es que el gobierno deje claro a esos líderes que las elecciones -y la construcción de un nuevo orden iraquí- continuarán con o sin ellos. Eso significa la continuación de las operaciones militares estadounidenses e iraquíes para limpiar de insurgentes las ciudades sunníes, y también un incremento de los esfuerzos civiles para hacer posible las elecciones. Se necesitan muchos más policías y tropas -tanto iraquíes como estadounidenses- para garantizar la seguridad en el país hacia fines de enero. También se necesitan más operadores electorales y observadores, si no de Naciones Unidas, de otro lugar. Allawi debería apelar a ellos con más energía. También debería considerar reservar lugares para su propio ticket electoral, o en la nueva asamblea, para los representantes sunníes, incluso si no pueden o no quieren dar un paso adelante en las próximas semanas. Lo que no debe hacer es prestar oídos a los que proponen postergar el único medio pacífico de establecer un gobierno iraquí con autoridad real.
30 de noviembre de 2004
1 de diciembre de 2004
©washington post
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