desertan tropas iraquíes
[Richard A. Oppel Jr. y James Glanz] A pesar de algunos progresos en el adiestramiento, las fuerzas iraquíes siguen estando mal adiestradas y mal armadas, y han sido profundamente infiltradas por la resistencia.
Mosul, Iraq. Tropas de la policía y de la guardia nacional iraquíes, cuyo funcionamiento es crucial para garantizar las elecciones de enero, se están hundiendo frente a los coordinados esfuerzos para matarlos e intimidarlos, a ellos y a sus familias, en las provincias que hacen frente a la resistencia más violenta, dicen oficiales estadounidenses.
Durante meses, los reclutas iraquíes de ambas fuerzas han sido víctimas de asesinatos y coches-bomba dirigidos contra las colas de solicitantes, así como contra comisarías de policías. El lunes por la mañana un terrorista suicida arrolló con su coche a un grupo de agentes de policía que esperaban para cobrar sus salarios al oeste de Ramadi, matando a doce personas, dijeron funcionarios del ministerio del Interior.
Mientras funcionarios del gobierno del Bush dicen que el adiestramiento está progresando y que ha habido instancias en que los iraquíes se han demostrado tácticamente útiles y han luchado valientemente, comandantes locales y oficiales de seguridad norteamericanos dicen que las dos fuerzas iraquíes están plagadas de problemas.
En las provincias más violentas, dicen, los iraquíes están tan intimidados que muchos se muestran reluctantes a aparecerse por el trabajo y no cuentan a sus familias sobre sus trabajos; todavía deben recibir adiestramiento y armas adecuadas; representan un peligro para las tropas norteamericanas junto a las que luchan; y son poco fiables debido a la corrupción, deserción e infiltración.
Dado el pobre funcionamiento de las fuerzas iraquíes, cualquier retirada mayor de tropas norteamericanas dentro de la próxima década significará caos, dijo en una entrevista la semana pasada un funcionario del ministerio del Interior, que pidió conservar el anonimato.
Al sur de Bagdad, donde las tropas norteamericanas están todavía tratando de expulsar a los insurgentes tras la reciente ofensiva en Faluya, oficiales estadounidenses dijeron a sus propias tropas que se prepararan para "agacharse y buscar cobertura" para evitar ser alcanzados por balas perdidas de reclutas iraquíes.
En la norteña ciudad de Mosul, casi toda la fuerza policial y gran parte de varios batallones de la Guardia Nacional iraquíes desertaron durante la revuelta de los insurgentes este mes. Líderes iraquíes han recurrido a batallones de la Guardia de soldados kurdos para mantener el orden en la ciudad, provocando tensiones étnicas con los árabes. Comisarías de policía en Mosul tienen apenas unas centenas de agentes en un área que se supone que cuenta con varios miles.
Los que tienen suficiente coraje como para aparecerse por el trabajo "ahora lo que hacen es mirar por la ventana y asegurarse de que los tipos malos no vienen a por ellos", dijo un oficial norteamericano, que guardó el anonimato.
En una entrevista telefónica el sábado, el teniente general David H. Petraeus, el comandante norteamericanos que supervisa el adiestramiento de las fuerzas de seguridad iraquíes, reconoció las insuficiencias en el funcionamiento de los iraquíes, particularmente la policía de Mosul y en la provincia de Anbar, que se extiende desde Ramadi hasta la frontera siria.
Pero el general Petraeus dijo que el ejército, la Guardia Nacional y unidades de comando de la policía iraquíes se han desempeñado bien en otros lugares, incluyendo Faluya, Nayaf, Kut, Hilla, Karbala y gran parte del sur de Iraq, donde la situación de seguridad no es tan peligrosa.
Las fuerzas de seguridad iraquíes necesitan en todos los niveles mejores oficiales para dirigir a las unidades, dijo. "Se trata del liderazgo", dijo. "Cuando lo tenemos, las fuerzas operan bien".
Funcionarios militares norteamericanos y del gobierno iraquí, agregó, están tomando medidas para solucionar las debilidades. Los cursos de adiestramiento policial están siendo reforzados para "concentrarse más en la supervivencia en un ambiente muy letal", dijo. También se está proporcionando a la policía armas más efectivas y comisarías de policía más seguras.
Además, habrá mayores esfuerzos para asegurarse de que la policía iraquí sea apoyada por otras fuerzas de seguridad iraquíes y tropas norteamericanas. "No puedes hacerles creer que si están rodeados, nadie irá a su rescate", dijo.
Hay algunos puntos positivos en tropas y comandos de batallones individuales de la Guardia Nacional iraquí. Cuando operan bajo el control y supervisión directa de fuerzas estadounidenses, algunos han colaborado en allanamientos y otras misiones y continúan siendo útiles cuando los comandantes norteamericanos quieren entrar en mezquitas y otros blancos culturalmente delicados, como ocurrió en Faluya.
Pero lugares como Mosul constituyen una preocupación especial para los comandantes norteamericanos, que hasta el momento no han sido capaces de reducir la campaña de intimidación de los insurgentes. En los últimos 11 días se han descubierto los cadáveres de 69 iraquíes en los alrededores de Mosul, algunos con notas dejadas sobre los cuerpos condenando su trabajo para las fuerzas iraquíes o colocando encima de sus cuerpos sus tarjetas de identificación militar.
Incluso donde hay aparentes éxitos, surgen complicaciones. Funcionarios militares norteamericanos en Mosul, por ejemplo, destacaron al Batallón Nº106 de la Guardia Nacional iraquí por haberse desempeñado profesionalmente. Pero en una entrevista el comandante del batallón dijo que la mitad de sus tropas no eran árabes, sino kurdas.
Comandantes estadounidense elogiaron a los comandos iraquíes que tomaron parte en una batalla para repeler a los insurgentes que atacaron una comisaría de policía aquí hace dos semanas. Pero el comandante de una compañía norteamericana que participó en la batalla, el capitán Bill Jacobsen, dijo que de una fuerza ligeramente mayor a 100 comandos, habían muerto 10 y 27 quedaron heridos.
Muchas de las jóvenes tropas iraquíes se sienten como hombres marcados, incluso sin combatir. Para impedir que los insurgentes descubran sus identidades, muchos mienten a todo el mundo, incluyendo a sus esposas y familiar, sobre su verdadero trabajo.
En una entrevista un miembro del Batallón de Comando Nº36 iraquí, un grupo de elite adiestrado por las Fuerzas Especiales estadounidenses, dice que contó a su mujer que era bombero para justificar sus ausencias -las que pueden durar semanas. Otro comando dijo que contó a su familia que sus negocios le exigían hacer frecuentes viajes a la frontera siria. Algunos comandos, del sur, dicen que cuenta a sus familias que los capataces de sus fábricas no les dejan volver a casa.
"Yo no se lo cuento a nadie", dijo el comando iraquí que cuenta a su mujer que es bombero. "Sólo a mi hermano, y él no se lo contará a nadie porque pueden atacarme".
También se quejó de falta de equipos. "Esas armas no son suficientes", se lamentó. "No nos dieron pistolas. Los Kalashnikovs son viejos y no disparan bien. Si atacamos, deberíamos tener buenas armas. Díle al gobierno norteamericano que debe darnos buenas armas".
El Batallón Nº36 colaboró con las Fuerzas Especiales norteamericanas para tomar el control del Hospital General de Faluya durante la primera noche del asalto, sin encontrar resistencia. A menudo acompañan a los soldados de las Fuerzas Especiales en allanamientos en Bagdad y otras ciudades.
En octubre, el batallón de comandos ayudó a las tropas estadounidenses en el ataque contra una enorme mezquita de Samarra, matando a cuatro insurgentes y capturando a 25 otros. Un sargento de las Fuerzas Especiales que participó en el allanamiento dijo que algunos de los iraquíes "no entraron en acción inmediatamente, sino sólo cuando fueron ordenados por tipos mayores".
En el Triángulo de la Muerte', el área al sur de Bagdad llamada así por su ingobernabilidad, la policía ha sido blanco de constantes ataques y ahora están completamente ausentes de las calles, incluso aunque las bases de marines en el área han dado a los policías cursos de adiestramiento".
John Chapman, un sheriff del Condado de Johnson, Tejas, que fue contratado a través de la compañía privada de seguridad DynCorp para ofrecer asesoría a los marines aquí, respondió sobre lo que sería considerado como éxito en el programa de adiestramiento de los reclutas. "Que lleguen a trabajar", dijo Chapman. "Cualquier cosa, aparte de aparecer el día de la paga".
En una base de adiestramiento en Mahmudiya, Chapman dirigió los ejercicios de unos 40 reclutas, muchos de los cuales buscaron sombra para fumarse un cigarrillo o que se reían tontamente en los ejercicios. Los marines gritaron a los reclutas que pusieran atención. Chapman les llamó la atención por su aspecto desaseado, pero fue en vano.
"Decir que lo hemos logrado sería erróneo", dijo el mayor Dan Whisnat, un agente de inteligencia del Segundo Batallón del Regimiento de Marina Nº24, que está involucrado en el adiestramiento.
Agentes de la Marina aquí sostienen que la policía está mejorando. En la actual operación militar, llamada Operación Plymouth Roch, un comando suicida iraquí fue acreditado de una serie de redadas en las que se detuvo a numerosos sospechosos.
Pero se reveló una evaluación diferente en una presentación que dio uno de esos agentes de la Marina en una sesión informativa cuando se esperaba la llegada en helicóptero de 150 nuevos reclutas de la policía iraquí en una base norteamericana a las 9 de la mañana, o en la jerga militar, a las 2100 horas: "2100: Llega el coche de los payasos", decía la diapositiva, refiriéndose a los helicópteros. "2101: Prepárense para disparos por error", continuaba la presentación, advirtiendo sobre disparos accidentales de las AK-47 usados por muchos de los reclutas. "Se recomienda que se agachen y busquen cobertura", concluía la presentación.
El teniente coronel Mark Smith, un agente a cargo de una unidad de las Fuerzas Especiales de la Marina, dijo que las diapositivas eran un producto de la frustración entre los marines sobre el lento progreso del adiestramiento de la policía. "Tenemos que bajar el nivel de expectativas sobre cuándo serán capaces que asumir responsabilidades", dijo.
En la asolada ciudad de Faluya después del asalto hay todavía muy poca presencia policial. En el camino en Ramadi un comandante norteamericano dijo que la policía se había demostrado inútil. Allá, las tropas norteamericanas del Primer Batallón de la Infantería 503 del Ejército son instruidas de que deben observar las mismas reservas que se tienen con cualquiera a la hora de tratar con la policía iraquí.
Los policías "están claramente intimidados, hasta el punto de que no quieren venir a trabajar", dijo el comandante del batallón, el teniente coronel Justin Gubler.
Dijo que la Guardia Nacional Iraquí GNI tiene sólo "un poco más de experiencia". También tienen serios problemas de competencia y lealtad. Hace unos meses, según cree, las tropas locales de la Guardia Nacional participaron en el secuestro y asesinato de su propio comandante de batallón al oeste de Faluya.
"Esa es la GNI", dijo el coronel Gubler. "Traicionaron a su comandante, depusieron las armas y 23 coches y camiones y una cantidad enorme de municiones terminaron en Faluya. Es una desgracia".
La infiltración sigue siendo un problema. Después de la insurrección el jefe de policía de Mosul fue rápidamente despedido y más tarde arrestado por sospechas de complicidad con los insurgentes.
Cuando un capitán de la fuerza policial de Mosul, Abu Muhammad, fue interrogado sobre si la policía había sido infiltrada por los muyahedines, respiró larga y profundamente.
"Sí, y ése es el problema, y creo que tienen contactos con policías de alto nivel en Mosul", dijo. "Hay una especie de colaboración entre las dos partes".
Richard A. Oppel Jr. informó desde Mosul y James Glanz desde Baghdad. John F. Burns contribuyó desde Baghdad, y también contribuyeron Eric Schmitt y un empleado iraquí del New York Times.
30 de noviembre de 2004
1 de diciembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
"
Durante meses, los reclutas iraquíes de ambas fuerzas han sido víctimas de asesinatos y coches-bomba dirigidos contra las colas de solicitantes, así como contra comisarías de policías. El lunes por la mañana un terrorista suicida arrolló con su coche a un grupo de agentes de policía que esperaban para cobrar sus salarios al oeste de Ramadi, matando a doce personas, dijeron funcionarios del ministerio del Interior.
Mientras funcionarios del gobierno del Bush dicen que el adiestramiento está progresando y que ha habido instancias en que los iraquíes se han demostrado tácticamente útiles y han luchado valientemente, comandantes locales y oficiales de seguridad norteamericanos dicen que las dos fuerzas iraquíes están plagadas de problemas.
En las provincias más violentas, dicen, los iraquíes están tan intimidados que muchos se muestran reluctantes a aparecerse por el trabajo y no cuentan a sus familias sobre sus trabajos; todavía deben recibir adiestramiento y armas adecuadas; representan un peligro para las tropas norteamericanas junto a las que luchan; y son poco fiables debido a la corrupción, deserción e infiltración.
Dado el pobre funcionamiento de las fuerzas iraquíes, cualquier retirada mayor de tropas norteamericanas dentro de la próxima década significará caos, dijo en una entrevista la semana pasada un funcionario del ministerio del Interior, que pidió conservar el anonimato.
Al sur de Bagdad, donde las tropas norteamericanas están todavía tratando de expulsar a los insurgentes tras la reciente ofensiva en Faluya, oficiales estadounidenses dijeron a sus propias tropas que se prepararan para "agacharse y buscar cobertura" para evitar ser alcanzados por balas perdidas de reclutas iraquíes.
En la norteña ciudad de Mosul, casi toda la fuerza policial y gran parte de varios batallones de la Guardia Nacional iraquíes desertaron durante la revuelta de los insurgentes este mes. Líderes iraquíes han recurrido a batallones de la Guardia de soldados kurdos para mantener el orden en la ciudad, provocando tensiones étnicas con los árabes. Comisarías de policía en Mosul tienen apenas unas centenas de agentes en un área que se supone que cuenta con varios miles.
Los que tienen suficiente coraje como para aparecerse por el trabajo "ahora lo que hacen es mirar por la ventana y asegurarse de que los tipos malos no vienen a por ellos", dijo un oficial norteamericano, que guardó el anonimato.
En una entrevista telefónica el sábado, el teniente general David H. Petraeus, el comandante norteamericanos que supervisa el adiestramiento de las fuerzas de seguridad iraquíes, reconoció las insuficiencias en el funcionamiento de los iraquíes, particularmente la policía de Mosul y en la provincia de Anbar, que se extiende desde Ramadi hasta la frontera siria.
Pero el general Petraeus dijo que el ejército, la Guardia Nacional y unidades de comando de la policía iraquíes se han desempeñado bien en otros lugares, incluyendo Faluya, Nayaf, Kut, Hilla, Karbala y gran parte del sur de Iraq, donde la situación de seguridad no es tan peligrosa.
Las fuerzas de seguridad iraquíes necesitan en todos los niveles mejores oficiales para dirigir a las unidades, dijo. "Se trata del liderazgo", dijo. "Cuando lo tenemos, las fuerzas operan bien".
Funcionarios militares norteamericanos y del gobierno iraquí, agregó, están tomando medidas para solucionar las debilidades. Los cursos de adiestramiento policial están siendo reforzados para "concentrarse más en la supervivencia en un ambiente muy letal", dijo. También se está proporcionando a la policía armas más efectivas y comisarías de policía más seguras.
Además, habrá mayores esfuerzos para asegurarse de que la policía iraquí sea apoyada por otras fuerzas de seguridad iraquíes y tropas norteamericanas. "No puedes hacerles creer que si están rodeados, nadie irá a su rescate", dijo.
Hay algunos puntos positivos en tropas y comandos de batallones individuales de la Guardia Nacional iraquí. Cuando operan bajo el control y supervisión directa de fuerzas estadounidenses, algunos han colaborado en allanamientos y otras misiones y continúan siendo útiles cuando los comandantes norteamericanos quieren entrar en mezquitas y otros blancos culturalmente delicados, como ocurrió en Faluya.
Pero lugares como Mosul constituyen una preocupación especial para los comandantes norteamericanos, que hasta el momento no han sido capaces de reducir la campaña de intimidación de los insurgentes. En los últimos 11 días se han descubierto los cadáveres de 69 iraquíes en los alrededores de Mosul, algunos con notas dejadas sobre los cuerpos condenando su trabajo para las fuerzas iraquíes o colocando encima de sus cuerpos sus tarjetas de identificación militar.
Incluso donde hay aparentes éxitos, surgen complicaciones. Funcionarios militares norteamericanos en Mosul, por ejemplo, destacaron al Batallón Nº106 de la Guardia Nacional iraquí por haberse desempeñado profesionalmente. Pero en una entrevista el comandante del batallón dijo que la mitad de sus tropas no eran árabes, sino kurdas.
Comandantes estadounidense elogiaron a los comandos iraquíes que tomaron parte en una batalla para repeler a los insurgentes que atacaron una comisaría de policía aquí hace dos semanas. Pero el comandante de una compañía norteamericana que participó en la batalla, el capitán Bill Jacobsen, dijo que de una fuerza ligeramente mayor a 100 comandos, habían muerto 10 y 27 quedaron heridos.
Muchas de las jóvenes tropas iraquíes se sienten como hombres marcados, incluso sin combatir. Para impedir que los insurgentes descubran sus identidades, muchos mienten a todo el mundo, incluyendo a sus esposas y familiar, sobre su verdadero trabajo.
En una entrevista un miembro del Batallón de Comando Nº36 iraquí, un grupo de elite adiestrado por las Fuerzas Especiales estadounidenses, dice que contó a su mujer que era bombero para justificar sus ausencias -las que pueden durar semanas. Otro comando dijo que contó a su familia que sus negocios le exigían hacer frecuentes viajes a la frontera siria. Algunos comandos, del sur, dicen que cuenta a sus familias que los capataces de sus fábricas no les dejan volver a casa.
"Yo no se lo cuento a nadie", dijo el comando iraquí que cuenta a su mujer que es bombero. "Sólo a mi hermano, y él no se lo contará a nadie porque pueden atacarme".
También se quejó de falta de equipos. "Esas armas no son suficientes", se lamentó. "No nos dieron pistolas. Los Kalashnikovs son viejos y no disparan bien. Si atacamos, deberíamos tener buenas armas. Díle al gobierno norteamericano que debe darnos buenas armas".
El Batallón Nº36 colaboró con las Fuerzas Especiales norteamericanas para tomar el control del Hospital General de Faluya durante la primera noche del asalto, sin encontrar resistencia. A menudo acompañan a los soldados de las Fuerzas Especiales en allanamientos en Bagdad y otras ciudades.
En octubre, el batallón de comandos ayudó a las tropas estadounidenses en el ataque contra una enorme mezquita de Samarra, matando a cuatro insurgentes y capturando a 25 otros. Un sargento de las Fuerzas Especiales que participó en el allanamiento dijo que algunos de los iraquíes "no entraron en acción inmediatamente, sino sólo cuando fueron ordenados por tipos mayores".
En el Triángulo de la Muerte', el área al sur de Bagdad llamada así por su ingobernabilidad, la policía ha sido blanco de constantes ataques y ahora están completamente ausentes de las calles, incluso aunque las bases de marines en el área han dado a los policías cursos de adiestramiento".
John Chapman, un sheriff del Condado de Johnson, Tejas, que fue contratado a través de la compañía privada de seguridad DynCorp para ofrecer asesoría a los marines aquí, respondió sobre lo que sería considerado como éxito en el programa de adiestramiento de los reclutas. "Que lleguen a trabajar", dijo Chapman. "Cualquier cosa, aparte de aparecer el día de la paga".
En una base de adiestramiento en Mahmudiya, Chapman dirigió los ejercicios de unos 40 reclutas, muchos de los cuales buscaron sombra para fumarse un cigarrillo o que se reían tontamente en los ejercicios. Los marines gritaron a los reclutas que pusieran atención. Chapman les llamó la atención por su aspecto desaseado, pero fue en vano.
"Decir que lo hemos logrado sería erróneo", dijo el mayor Dan Whisnat, un agente de inteligencia del Segundo Batallón del Regimiento de Marina Nº24, que está involucrado en el adiestramiento.
Agentes de la Marina aquí sostienen que la policía está mejorando. En la actual operación militar, llamada Operación Plymouth Roch, un comando suicida iraquí fue acreditado de una serie de redadas en las que se detuvo a numerosos sospechosos.
Pero se reveló una evaluación diferente en una presentación que dio uno de esos agentes de la Marina en una sesión informativa cuando se esperaba la llegada en helicóptero de 150 nuevos reclutas de la policía iraquí en una base norteamericana a las 9 de la mañana, o en la jerga militar, a las 2100 horas: "2100: Llega el coche de los payasos", decía la diapositiva, refiriéndose a los helicópteros. "2101: Prepárense para disparos por error", continuaba la presentación, advirtiendo sobre disparos accidentales de las AK-47 usados por muchos de los reclutas. "Se recomienda que se agachen y busquen cobertura", concluía la presentación.
El teniente coronel Mark Smith, un agente a cargo de una unidad de las Fuerzas Especiales de la Marina, dijo que las diapositivas eran un producto de la frustración entre los marines sobre el lento progreso del adiestramiento de la policía. "Tenemos que bajar el nivel de expectativas sobre cuándo serán capaces que asumir responsabilidades", dijo.
En la asolada ciudad de Faluya después del asalto hay todavía muy poca presencia policial. En el camino en Ramadi un comandante norteamericano dijo que la policía se había demostrado inútil. Allá, las tropas norteamericanas del Primer Batallón de la Infantería 503 del Ejército son instruidas de que deben observar las mismas reservas que se tienen con cualquiera a la hora de tratar con la policía iraquí.
Los policías "están claramente intimidados, hasta el punto de que no quieren venir a trabajar", dijo el comandante del batallón, el teniente coronel Justin Gubler.
Dijo que la Guardia Nacional Iraquí GNI tiene sólo "un poco más de experiencia". También tienen serios problemas de competencia y lealtad. Hace unos meses, según cree, las tropas locales de la Guardia Nacional participaron en el secuestro y asesinato de su propio comandante de batallón al oeste de Faluya.
"Esa es la GNI", dijo el coronel Gubler. "Traicionaron a su comandante, depusieron las armas y 23 coches y camiones y una cantidad enorme de municiones terminaron en Faluya. Es una desgracia".
La infiltración sigue siendo un problema. Después de la insurrección el jefe de policía de Mosul fue rápidamente despedido y más tarde arrestado por sospechas de complicidad con los insurgentes.
Cuando un capitán de la fuerza policial de Mosul, Abu Muhammad, fue interrogado sobre si la policía había sido infiltrada por los muyahedines, respiró larga y profundamente.
"Sí, y ése es el problema, y creo que tienen contactos con policías de alto nivel en Mosul", dijo. "Hay una especie de colaboración entre las dos partes".
Richard A. Oppel Jr. informó desde Mosul y James Glanz desde Baghdad. John F. Burns contribuyó desde Baghdad, y también contribuyeron Eric Schmitt y un empleado iraquí del New York Times.
30 de noviembre de 2004
1 de diciembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
"
0 comentarios