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violencia y religión de los pobres de china


[Joseph Kahn]Conflictos religiosos en la China rural pueden adquirir bizarros rasgos y tener espeluznantes consecuencias.
Huaide, China. Kuang Yuexia y su marido, Cai Defu, se consideraban a sí mismos buenos cristianos. Leían la biblia todas las noches antes de dormir. Cuando sus niños se portaban mal, los reprendían con tranquilidad. No maldecían a nadie ni contaban mentiras.
Pero cuando Zhang Chengli, un vecino, empezó a acosarlos el año pasado para que abandonaran su secta religiosa clandestina y se unieran a la suya, les pareció que era una prueba de satánica intensidad. Hizo más alta la muralla de su jardín, los emboscaba en los huertos y los despertaba a medianoche con frenéticos llamados a convertirse antes de que Jesús llegara en su Segundo Advenimiento y los mandara al infierno.
La señora Kuang empapó con agua sucia al señor Zhang. El señor Cai le dio un puñetazo. Sin embargo, Zhang continuó insistiendo durante meses hasta que la secta de la pareja intervino y puso fin para siempre a sus actividades proselitistas.
El cuerpo del señor Zhang -con los ojos, orejas y nariz arrancados de su cara- fue encontrado en un camino rural a 500 kilómetros de su ciudad natal en la provincia de Jilin, en el nordeste de China. La policía arrestó a Cai y otros miembros de la secta. Uno de ellos murió bajo custodia policial durante un interrogatorio en el que fue torturado, según dijeron otros detenidos.
La creciente riqueza material de China ha eludido al campo, el hogar de dos tercios de su población. Pero hay un mercado en alza de sectas y cultos que compiten por las almas. Eso ha alarmado a las autoridades, que no parecen seguras de si es la propagación de la religión o su sistemática represión lo que vuelca a los campesinos contra el régimen comunista.
El abandono de la ideología comunista ha creado un vacío que está siendo llenado por la religión. El país tiene hoy más protestantes que van a la iglesia que Europa, de acuerdo a varias estimaciones extranjeras. El budismo se ha hecho popular entre la elite social. Estudiantes universitarios de Pekín esperan durante horas para hacerse con un sitio en los bancos de las iglesias para los servicios de Navidad en las atiborradas 100 iglesias de la capital.
Pero es la clase baja rural la que más busca la salvación. La economía rural ha crecido más lentamente. La corrupción y el colapso del seguro médico estatal y de los servicios sociales se sienten agudamente. Pero las iglesias admitidas por el gobierno operan sobre todo en las ciudades, donde pueden ser vigiladas más estrechamente y los sacerdotes y ministros de fe pueden predicar solamente a los que se acercan a ellos.
Las autoridades no prohíben las actividades religiosas en el campo. Pero han hecho tan difícil para las iglesias establecidas operar en el campo que muchos chinos rurales se han volcado hacia movimientos religiosos clandestinos, a menudo heterodoxos.
Líderes de sectas carismáticas denuncian a las iglesias autorizadas por el estado. Prometen curaciones en una parte del país donde el estado ha abandonado todas sus responsabilidades en salud pública. También prometen la liberación del apocalipsis venidero y exigen a sus miembros dinero, lealtad y estricto secreto.
Tres Grados de Siervos, un secta cristiana prohibida que dice contar con varios millones de seguidores, ha hecho incursiones en Huaide y otras ciudades norteñas desde hace casi una década. Ha atraído a campesinos como Yu Xiaoping, así como a su vecina, la señora Kuang, alejándola de las iglesias autorizadas por el estado. Su red clandestina proporciona servicios espirituales y sociales en aldeas aisladas.
Pero también ha atraído a la competencia de Relámpago Oriental, su enemigo tradicional, que trató de convertir a las señoras Yu, Kuang y otras. Las dos sectas chocaron violentamente. Ambas se han transformado en blancos de la represión policial.
Xu Shuangfu, el itinerante fundador de Tres Grados de Siervos, que dice que tiene poderes divinos, fue arrestado el verano pasado junto con cientos de sus compañeros. El señor Xu es sospechoso de haber ordenado la ejecución de enemigos religiosos, dijeron agentes de policía.
Pero esos esfuerzos rara vez impiden la propagación de iglesias y sectas clandestinas, las que obtienen legitimidad debido a la presión gubernamental.
"Pekín no puede permitir grupos religiosos que no estén directamente bajo su control", dice Susana Chen, una investigadora de Taiwán que ha estudiado las sectas rurales. "Pero por cada grupo que reprimen, surgen dos para remplazarlo. Y los nuevos son a menudo más peligrosos que los anteriores".

El Consuelo del Bautismo
©traducción mQh
Huaide está en el corazón del granero de China. El maíz crece hasta tres metros en los llanos desprovistos de árboles que rodean las oxidadas fábricas y pulcras aldeas de ladrillos, que se extienden al este de la frontera con Corea del Norte.
Después de la cosecha de otoño, los campos han sido despojados de todo excepto de la hojarasca de maíz y la ciudad se instala en un lánguido ritmo invernal. Pero la plácida superficie oculta la agitación espiritual de Huaide.
Yu Xiaoping, granjera y dependienta de una tienda, se crió en un ambiente ateo. Su padre era miembro del Partido Comunista y administrador de una escuela básica que miraba mal a la religión, especialmente desde que descubrió que su hermana asistía a la iglesia. Pero murió de cáncer al estómago hace una década, dejando en herencia un pequeño terreno de tierra, una diminuta pensión y una ideología moribunda.
La señorita Yu consiguió un trabajo de media jornada en el mercado local de granjeros. Ella, su hermana o su pequeña sobrina dormían juntas con su madre en la kang familiar -una cama plataforma- en su casa de dos cuartos. Vivía con apuros de dinero y aislada.
Un día de invierno de 1995 su tía la invitó a asistir a un servicio religioso en Gongzhuling, a unos 65 kilómetros, a la iglesia protestante autorizada por el estado más cercana. La señorita Yu accedió llevada por un capricho. La sorprendió encontrar una sala de reunión simple de color crema y blanco atiborrada con 700 fieles, rezando y cantando como una sola voz. La señorita Yu volvió a la semana siguiente, esta vez subiéndose sola al autobús. A su tercer viaje fue bautizada.
Yu, 36, es pequeña, de mejillas rosadas y dada a la risa boba. Pero habla sobre llevar una vida con un propósito impartido por Dios.
"Hasta el día que encontré a Dios, me sentía como vagando sin objetivo", dijo. "Repentinamente me sentí con la mente clara y libre de pecado y de culpa".
Huaide no tenía su propia iglesia. Pero pronto la señorita Yu recibió invitaciones de sus nuevos amigos para asistir a servicios privados. Los aldeanos estudiaban la biblia. A veces un ministro invitado les daba un sermón.
Muchos pastores visitantes criticaban a la iglesia autorizada por el gobierno a la que había asistido la señorita Yu. Cuestionaban su mandato de que los fieles debían tener al menos 18 años de edad, diciendo que Dios quería que los niños oyeran los evangelios. La exigencia del estado de que los miembros de la iglesia se inscribieran la indignaba, así como la estipulación de que los funcionarios del Partido Comunista, como su difunto padre, abjuraban del cristianismo.
"La religión debe basarse en tu corazón, no en esas reglas", dijo.
Un día un pastor visitante -la señorita Yu dice que lo recuerda nítidamente debido a su acento sureño- hizo una mordaz crítica de las iglesias sancionadas por el estado. Dijo que esas iglesias enfatizaban una interpretación anticuada y literal de la biblia en lugar de interpretarla como las escrituras que dan sentido al mundo de hoy. La instó a considerar una alternativa, la que ponía en práctica las enseñanzas de Jesús: los Tres Grados de Siervos.

El Atractivo De Una Secta
Xu Shuangfu, que las autoridades dicen que su nombre de nacimiento es Xu Wenkou, es un empresario religioso. Ahora en los sesenta, fundó Tres Grados de Siervos en la provincia de Henan a fines de los años ochenta y supervisó su crecimiento a pesar de haber pasado un tiempo en la cárcel.
La jerarquía de la secta se basa en lo que Xu dice que es el tema de la trinidad que corre por las escrituras, incluyendo a tres siervos de Dios (Moisés, Aarón y Pashur, el ancestro de la familia sacerdotal) en el Viejo Testamento. Xu ocupa el grado superior y mantiene, como Moisés, charlas con Dios.
El grupo es milenarista. Los seguidores de Xu dicen que predijo que Jesús volvería a la Tierra y eliminaría a los infieles en 1989, y luego en 1993. Cuando esto no ocurrió, Xu explicó que incluso Dios se equivocó sobre el tiempo que pasarían los descendientes de Abraham en Egipto. No fijó una tercera fecha para el Segundo Advenimiento.
Aunque falló a la hora de adivinar el futuro, Xu penetró profundamente en las vidas de sus seguidores campesinos. La secta tuvo un papel orientador para la señorita Yu, no muy diferente al modo en que el Partido Comunista, en sus buenos tiempos de cuando adoctrinaba a la gente de acuerdo a las enseñanzas maoístas y marxistas, modeló la vida de su padre.
La señorita Yu se dirigió a una "compañera trabajadora" en los Tres Grados de Siervos, una mujer conocida por el nombre en clave de Xing Zhi, o Aspiraciones Afortunadas. Xing Zhi coordinaba las sesiones de oración, recogía los donativos y enseñó a Yu sobre qué ponerse, qué comer, a qué hora despertar en la mañana. Incluso unió a Yu con otro de los jóvenes a su cargo, Zhang Qinghai. La señorita Yu y Zhang leían la biblia juntos, debatían sobre sus objetivos y se enamoraron. Se casaron hace una década, seis meses después de su encuentro.
"No es obligatorio casarse dentro del grupo", dijo Yu. "Pero Xing Zhi dijo que si te enamoras de alguien que también es miembro del grupo, eso es ideal".
Como Yu, Kuang Yuexia y su marido, Cai Defu, tuvieron sus primeras experiencias religiosas en una iglesia autorizada por el estado. Pero la distancia y las exigencias de educar a dos chicas y un niño hicieron que sus visitas fueran poco frecuentes.
Entonces, en 1995, a Cai le descubrieron un tumor cerebral. Fue sometido a una operación que obligó a la familia a endeudarse en 1.500 dólares. La operación lo dejó con dificultades para hablar. Los doctores recomendaron otros tratamientos. Pero ellos no podían pagar las cuentas de los médicos y se recuperó en casa, lentamente.
Los Tres Grados de Siervos enviaron a un organizador local, Chen Zhihua, a leer la biblia y a cantar himnos con la señora Kuang y el postrado Cai. Los miembros de la secta ayudaron a Kuang a cultivar sus cuatro acres de maíz durante la convalecencia de su marido.
Kuang, 46, habla en nerviosos soliloquios que a menudo se transforman en lágrimas cuando toca la religión. Dijo que los Tres Grados de Siervos se transformaron en una fuerza determinante de su vida.
"Me gustaban las canciones y la disciplina", recordó. "Yo acostumbraba a enfadarme con los niños, hasta que ellos me enseñaron a cambiar mi personalidad. Aprendí que tienes que eliminar al odio de su mente".
Dijo que las enseñanzas mejoraron la salud de su marido. La secta predica la calma cuando se encuentran en situaciones difíciles, y Cai aprendió a controlar el flujo sanguíneo hacia su cabeza, dijo ella, reduciendo las hemorragias que le causaban las preocupaciones. Él volvió a trabajar en los maizales.
"Al mejorar nuestra comprensión de la biblia logramos resultados que la medicina cara no puede alcanzar", dijo Kuang.
Hace unos años, Yu y Kuang recibieron una citación para asistir a un servicio en la casa de la señora Chen, la organizadora de la localidad, y descubrieron que el "gran siervo" mismo, Xu Shuangfu, había llegado a leer un sermón. Todos guardaban en silencio en su presencia.
Kuang recuerda mejor cómo se veía él que lo que dijo. Tenía las mejillas redondas, pero la piel muy blanca y una sonrisa beatífica, dándole un aire a la vez chino y occidental.
"Se parecía a Jesús", dijo.

En Los Márgenes
Desde los primeros días de las reformas económicas en los años ochenta, China ha aligerado las restricciones impuestas a las actividades religiosas, especialmente en las ciudades.
Pero las exigencias de inscripción y un acoso periódico limitan su crecimiento, así como la escasez de clérigos. Las cinco religiones reconocidas oficialmente -el budismo, el taoísmo, el islam, el catolicismo y el protestantismo- no pueden hacer proselitismo ni propagarse fácilmente. El objetivo es prevenir que alguna de ellas obtenga una influencia que rivalice con el Partido Comunista.
Los perdedores son gente marginada que son los que más necesitan apoyo espiritual, como los obreros en el paro y los inmigrantes rurales en las ciudades y los campesinos en el campo. Reciben pocos beneficios de iglesias que, por ley, no pueden llegar a ellos.
Un movimiento que sacó provecho de esta brecha fue Falun Gong, que predica una idiosincrásica mezcla de ejercicios qigong tradicionales con la meditación. Sus millones de leales seguidores resistieron testaruda, aunque pacíficamente, la represión del gobierno en 1999.
Las sectas cristianas se forman y se transforman en el campo, tratando de atraer a las clases no privilegiadas.
"Los cultos están creciendo entre aquellos a los que el gobierno ha abandonado", dice Kang Xuaoguang, un politólogo de la Universidad de Qinghua en Pekín. "Proporcionan servicios sociales que el gobierno ha dejado de lado. Dan a la gente un sentido de pertenencia", dijo.
Entre las sectas están los Pregonadores y la Iglesia del Espíritu, la Asociación de Discípulos y el Sol Blanco, la Iglesia Holística y la Facción de los Lamentos. Muchas son apocalípticas. Unas pocas son apasionadamente anti-comunistas. Los Tres Grados de Siervos y el Relámpago Oriental están entre las más grandes, cada una con millones de miembros.
Sus identidades son menos importantes que su profusión. Surgen repentinamente, consternando a las autoridades con su secreto, sus recursos financieros, su estricta organización y, ocasionalmente, su disposición a usar la fuerza.
Para el Partido Comunista evocan incómodamente el pasado de China. Las sectas milenaristas han sido precursoras de cambios dinásticos desde que los Turbantes Amarillos contribuyeran a la caída de la dinastía Han a fines del siglo dos. En el siglo 19, las rebeliones de Taiping y Boxer debilitaron a la dinastía Qing y promovieron los disturbios sociales que finalmente ayudaron a los comunistas a tomar el poder.
Antes este año, el gobierno ordenó a una agencia establecida, conocida como la Oficina 610, combatir a Falun Gong, y reprimir a otros cultos rurales.
"La amenaza que representaba Falun Gong ha sido superada por organizaciones en el campo que están tratando de sacar al partido del corazón de la gente", dice un documento publicado por la Oficina 610. "Algunas son incluso la punta de lanza de un movimiento que quiere tomar el poder del Partido Comunista".

La Batalla Religiosa
La Oficina 610 considera a Relámpago Oriental con un objetivo principal. El grupo fue fundado en 1990 por una mujer, apodada Deng, que dice que ella es Jesucristo retornado. Recluta gente fundamentalmente de otros grupos religiosos y a menudo usa tácticas que incluyen el espionaje, el secuestro y el lavado de cerebro, de acuerdo a dos personas que habían sido mantenidos a la fuerza en el grupo.
Las autoridades prohibieron a Relámpago Oriental hace varios años. Pero se ha expandido y se ha transformado según estimaciones extranjeras en el grupo religioso clandestino más grande de China.
En Huaide, como en otras zonas calientes en el nordeste, el Relámpago Oriental ha puesto la mira en la principal fuerza religiosa local: los Tres Grados de Siervos. A comienzos de 2003, el Relámpago Oriental reclutó a algunos miembros en Huaide. Se les entregaron cuotas de conversión y un esquema urgente: salvar tantas almas como posible antes de que el Jesucristo femenino exterminara a los no-creyentes.
La señora Yu y su marido fueron aproximados por dos antiguos miembros de su propia secta, que se habían convertido. Les dieron una biblia adaptada de 1.000 páginas y un himnario, encuadernado en amarillo. Los seguidores del Relámpago Oriental volvieron con frecuencia a charlar sobre el contenido y convencerles de que se convirtieran.
"Si no le dices sí a esa persona, envían a otra, como mensajeros del demonio", dijo Yu.
Zhang Chengli, un granjero de la localidad y operativo del Relámpago Oriental, encabezaba el equipo para convertir a Kuang y a Cai. De acuerdo a Kuang, los seguía hasta su casa y en los campos. Su mensaje era franco.
"Nos dijo que si nos uníamos al Relámpago, Dios nos protegería", dijo Kaung. "Pero que si no lo hacíamos, moriríamos".
Un día después de medianoche se instaló junto a nuestro dormitorio con un megáfono. Les gritó a través de la ventana: "¡Conviértanse o mueran!", dijo Kuang.
Otro día le cortó las alas a una paloma y la arrojó en su huerto. El pájaro estuvo pegando brincos hasta que Kuang lo capturó y lo llevó a su despensa, pensando que podía servir para una comida. Pero cuando lo miró más detenidamente, encontró una nota pegada a su buche. Decía: "Los que no ven la luz, morirán".
Para deshacerse de Zhang, la señora Kuang le echó agua sucia en la cabeza. Cai, ignorando las enseñanzas de su propia secta de permanecer imperturbable, le pegó un puñetazo a Zhang y le rompió las llantas de la bicicleta con un tubo de metal.
Cuando Zhang insistió, pensaron en llamar a la policía. Pero ellos mismos eran miembros de un grupo cristiano clandestino. Y decidieron que era moralmente erróneo.
"Por malo que fuera él", dijo Kuang, "yo no podía acusar a otro cristiano ante la policía".

Una Solución Letal
Los Tres Grados de Siervos han estado luchando contra las defecciones en varias de las provincias del nordeste. Así que cuando Xing Zhi. La coordinadora jefe de la secta en Huaide, se enteró de la campaña de Zhang, decidió tomar medidas definitivas.
Le dijo a Cai que la notificara la próxima vez que Zhang se apareciera por su casa, dijo Kuang. El marido de Yu se apostó a vigilar. Cuando Zhang pasó por ahí en su bicicleta, lo interceptaron, amordazaron con cinta para pegar y lo metieron en el maletero de una furgoneta blanca, que se alejó a toda velocidad, según vecinos que vieron el secuestro.
Los asesinos cortaron los rasgos faciales de Zhang antes de deshacerse del cuerpo. Eso resultó ser una tarjeta de visita de los Tres Grados de Siervos, que ha sido asociada a varios espeluznantes asesinatos. La policía lo pudo identificar solamente porque llevaba consigo un informe de la escuela de su hijo, la escuela básica de Huaide, en un bolsillo trasero. Y comenzó la represión.
En un allanamiento por la noche, Yu y su marido; Kuang y Cai; y Chen, su vecina y compañera de secta, fueron llevados al cuartel general de la policía provincial de Jilin. Kuang estaba tan nerviosa que vomitó en el asiento trasero.
Yu y Kuang dijeron que habían sido esposadas a sillas de metal e interrogadas durante toda la noche en cuartos vecinos. A primeras horas de la mañana las mujeres oyeron a Chen gritar y gemir de dolor.
Al amanecer, la policía suspendió abruptamente las pesquisas y despacharon a Yu y a Kuang con órdenes de no decir nada sobre su detención. Poco después, las mujeres se enteraron de que Chen había muerto bajo custodia de la policía. La policía dijo a la familia de Chen que ella había muerto de un "ataque al corazón fulminante".

Casi un año después de su que fueran detenidos, sus maridos siguen en prisión, a pesar de que no se les ha acusado de ningún delito. Xing Zhi, el auspiciador de la secta, también fue detenido.
El fundador de la secta, Xu Shuangfu, fue detenido este verano después de una larga cacería. Grupos de activistas cristianos en el extranjero hicieron campaña para protestar contra su detención, mencionando como evidencia las duras represalias contra las locales de la iglesia. La Oficina de Seguridad Pública de China dijo en una declaración escrita que Xu fue acusado de ordenar los asesinatos y de dirigir un "culto ilegal".
Kuang vive ahora sola en Huaide. Sus hijos han emigrado para encontrar ocupación en la ciudad. Ella dice que vive temiendo la venganza, sea de Relámpago Oriental o de la policía.
Ha poco descubrió a dos agentes de policía en su patio, presumiblemente para recomenzar los interrogatorios. Dijo que tenía tanto miedo de otra ronda de preguntas que se bebió una botella de veneno de ratas frente a ellos. La llevaron al hospital para lavarle el estómago.
Yu todavía vive con su madre y hermana. Una barbacoa de carbón que su marido utilizaba para vender carne asada en la calle se oxida ahora junto a la puerta, llena de agua de lluvia y fango.
La policía confiscó su biblia. Pero a menudo reza por la liberación de su marido. La violencia en su aldea sólo reafirmó su fe en Xu Shuangfu. Dijo que él había predicho todo el tiempo que las malvadas autoridades y las sectas demoníacas competirían por la influencia en un momento crucial.
"Eso es exactamente lo que pasa", dijo, "cuando se acerca el fin del mundo".

25 de noviembre de 2004
22 de diciembre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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