intocables por cuotas
[Emily Wax] Buscando la movilidad social en el mercado global.
Pune, India. Como dalit, Pratibha Valmik Kamble pertenece a la comunidad más pobre y excluida en el antiguo sistema de castas del subcontinente, un grupo de gente tan rechazado que todavía se les conoce como los intocables. Su madre es criada, su padre trabaja como jornalero.
Sin embargo, aquí en esta próspera ciudad, Kamble, 24, estuvo hace poco solicitando en una firma india llamada Temp Solutions para ir a Filadelfia para un bien pagado trabajo en el servicio social. Durante la entrevista, retorcía nerviosamente las manos en su regazo, sabiendo que si obtenía la posición, no solamente ganaría más dinero que sus dos padres juntos, sino además elevaría su condición social, y la suya propia.
India ha tenido un largo programa de discriminación positiva para empleos en la administración, reservando el 23 por ciento de las posiciones para las castas más oprimidas. Ahora los activistas están luchando para abrir igualmente el sector privado, sea el empleador indio o una multinacional. El primer ministro Manmohan Singh dijo hace poco que respalda ese objetivo.
También lo hace el co-propietario de Temp Solutions, Michael Thevar, él mismo miembro de una casta inferior. Le dio ese trabajo a Kamble. "Estoy orgulloso de ti", le dijo después de darle la buena noticia. "Sé todo lo que has luchado. Es por eso que estoy mucho más impresionado".
Los ojos de Kamble se humedecieron. Estiró su traje color mostaza y sonrió. Los elogios parecían incomodarla.
Campañas de reclutamiento dirigidas a contratar a miembros de las castas desfavorecidas, que conforman el setenta por ciento de la población, siguen siendo raras en el próspero sector de servicios del subcontinente. Pero a medida que India explora en los mercados mundiales, esos contratos han provocado un intenso debate sobre el sistema de castas de tres mil años de antigüedad del país.
En gran parte de India, el sistema organiza a la gente en un rígido orden social según circunstancias de la vida, determinando todo, desde las profesiones hasta los matrimonios.
Aunque la Constitución ha dejado fuera de la ley al sistema de castas, los indios de castas inferiores todavía sufren graves discriminaciones. Los dalits son considerados tan bajos que ni siquier forman parte del sistema. Hasta hoy no se les permite entrar a muchos templos hindúes ni beben agua de las fuentes utilizadas por las castas superiores.
De momento sólo dos grandes compañías -Bharti Enterprises e Infosys- han anunciado que reservarán posiciones para los dalits y otras castas oprimidas.
Ramesh Bajpai, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Estadounidense de India, de Nueva Delhi, dice que el tema de la discriminación positiva para las castas oprimidas no ha sido tocado por sus miembros, un indicio, siguen algunos trabajadores indios, de que muchas compañías estadounidenses no están conscientes de la operación del sistema de castas y su complejo legado de discriminación.
Los ejecutivos de India de IBM y Microsoft, que se encuentran entre los principales empleadores extranjeros en este país, se negaron a hacer comentarios para este artículo.
"En India las cosas están cambiando y creo que lo están haciendo para bien", dijo Bajpai. "Por lo que sabemos, nuestras compañías tratan de encontrar personal en todo el espectro de la sociedad india. Pero desde que el gobierno comenzara a hablar sobre el asunto, nosotros seguiremos ese mismo camino. Es una discusión compleja e interesante".
Se estima que el 86 por ciento de los informáticos en multinacionales y grandes compañías subcontratistas indias proviene de las castas superiores o de ricas castas medias, de acuerdo a un estudio dado a conocer en agosto de 2006 por el gobierno y grupos de activistas.
Al mismo tiempo, la inmensa mayoría de los indios que viven en Estados Unidos y Gran Bretaña provienen de las castas superiores, en parte debido a que tienen mejor acceso al trabajo y a visas de estudio y pueden permitirse los caros billetes de avión.
"La casta no debe ser globalizada, y ese es el verdadero peligro ahora que India está surgiendo económicamente", dijo Thevar. "Creo que este es el momento en India para que nos levantemos y mostremos al mundo de lo que somos capaces. Ya no existe en el mundo ningún intocable".
Thevar y activistas dalits han estado cabildeando con el Caucus Negro del Congreso estadounidense, con quien piensan tener una causa común y una experiencia compartida de la discriminación.
El Congreso ha tomado nota y el mes pasado aprobó una resolución llamando a Estados Unidos a trabajar con India para solucionar el problema de los intocables "estimulando a las empresas norteamericanas y otras organizaciones estadounidenses que operan en India a que tomen todas las medidas posibles para asegurar que los dalits no sean discriminados negativamente en sus planes de trabajo".
"Ahora es tiempo de que el Congreso se pronuncie sobre esta antigua y particularmente aberrante forma de persecución y segregación, incluso si está ocurriendo en un país considerado como uno de los aliados más estrechos de Estados Unidos", dijo durante un discurso la primavera pasada en el hemiciclo de la Cámara el representante Trent Franks, demócrata de Arizona.
Franks llamó a los dalits "uno de los pueblos más oprimidos de la Tierra".
El estudio de 2006 constató que los funcionarios de la salud pública se negaron a visitar al 33 por ciento de pueblos dalits, y al 24 por ciento de los dalits no se les entregó el correo.
La razón de este abandono, dice el estudio, es que algunos de las castas superiores creen que la gente de castas inferiores es sucia y carece de dignidad debido a sus trabajos de limpiadores de letrinas, tiradores de carruajes [rickshaw], carniceros, pastores y peluqueros.
El debate sobre la discriminación positiva en India es similar al de Estados Unidos en términos de discriminación y modos de ponerle fin. Pero en India, los que sufren la discriminación, especialmente en zonas rurales, son la mayoría y son gobernados por una elite.
El problema lo complica en India su turbulenta historia de razas, clases y castas. Costumbres milenarias como los matrimonios convenidos y las profesiones heredadas perpetúan las divisiones de casta, que además son reforzadas por algunas interpretaciones del hinduismo, la religión dominante en India, que santifica el sistema de castas.
El sistema educativo del país también endurece a las castas. Las castas inferiores asisten en grandes números a las escuelas públicas, donde se enseña en las lenguas locales, mientras que en las escuelas privadas visitadas por las castas superiores se enseña en inglés -el criterio más importante para ser contratado en algún locutorio, donde los jóvenes empleados pasan la noche ayudando a los clientes a telefonear desde Estados Unidos.
Detractores de la discriminación positiva dicen que los cupos del gobierno deberían haber durado solamente diez años a partir de la independencia de 1947, y no las seis décadas que llevan de existencia. En fábricas y escuelas, los programas de discriminación positiva engendran resentimiento, dicen los críticos, porque diluyen el concepto de la contratación por mérito que debería, en teoría, recompensar a los candidatos más calificados para un trabajo, independientemente de la casta.
Crear cuotas para el sector privado sería un "desastre", dijo Shiv Khera, un autor que se opone a las cuotas argumentando que concentran demasiado la atención sobre la casta. "Ni siquiera deberíamos preguntar qué significa ser de una casta".
También dijo que la discriminación positiva no solucionará lo que considera la raíz de las divisiones por casta: escuelas públicas terriblemente pobres que no enseñan inglés y no tienen fondos para adquirir libros actuales. El gobierno debería solucionar los problemas de esas escuelas, dijo Khera, "y no preocuparse del sector privado", un punto de vista compartido por muchos otros.
Sin embargo, la discriminación positiva ha ayudado a decenas de miles de personas a salir de una abyecta miseria, permitiéndoles acceso a la universidad y a trabajos en la administración, y creando una pequeña clase media dalit que muchos esperan que prospere junto con la economía india. También ha dado origen a un nuevo tipo de lucha, a medida que otros grupos de baja categoría social, como los grupos conocidos aquí como ‘castas atrasadas', protestan que su designación oficial no es "lo suficientemente degradante" como para poder solicitar esos trabajos reservados, dijo Khera.
"Eso te muestra que las cuotas no funcionan", agregó Khera. "Sólo logra que la gente tenga más conciencia de la casta y de quién está consiguiendo qué trabajos y por qué".
Pero en el cuarto de entrevistas, los jóvenes profesionales que están solicitando un trabajo en Temp Solutions dijeron que nunca habrían podido estudiar sin esas cuotas. Las entrevistas se realizaron en el Centro Manuski, parte de un monasterio budista. Cientos de miles de dalits se han convertido al budismo en un intento de escapar del sistema de castas.
Sentados en círculo mientras esperaban los resultados de la entrevista, Kamble y otros estudiantes hablaron sobre la espantosa discriminación que sufren a menudo.
"Yo supe que había odio en el mundo, y en India, cuando de niño vi cómo unas personas de las castas superiores se negaron a vender las lentejas y arroz de mi madre en la parte más bonita del mercado porque éramos ‘sucios' y de una casta atrasada", dijo Vivek Kumar Katara, 22, que tiene una maestría en trabajo social especializada en enfermos mentales. Sin cuotas, dijo Katara, "honestamente no sé si mis profesores me hubieran dejado entrar a sus clases con los estudiantes de las castas superiores".
Después de contratar a Kamble, Katara y otros, Thevar dijo que se esperaba que volvieran a India una vez que caducaran sus visados y ayudaran a contratar a otros de sus comunidades.
"Será nuestra responsabilidad contar al mundo la verdad sobre las castas y luchar contra ella", dijo Kamble mientras un grupo de candidatos elegidos corrían escaleras abajo para llamar o contar a sus padres, que les esperaban con ansiedad. Ella trabajará en la sección niños de una agencia de servicios sociales de Filadelfia.
Paseándose abajo, Valmik, el canoso padre de Kamble, puso sus gruesas y callosas manos sobre sus ojos y lloró cuando se enteró de que su hija trabajará para una compañía importante. "Estoy tan feliz y tan orgulloso", dijo, abrazándola. "Nunca soñé en algo así para nuestra familia".
Sin embargo, aquí en esta próspera ciudad, Kamble, 24, estuvo hace poco solicitando en una firma india llamada Temp Solutions para ir a Filadelfia para un bien pagado trabajo en el servicio social. Durante la entrevista, retorcía nerviosamente las manos en su regazo, sabiendo que si obtenía la posición, no solamente ganaría más dinero que sus dos padres juntos, sino además elevaría su condición social, y la suya propia.
India ha tenido un largo programa de discriminación positiva para empleos en la administración, reservando el 23 por ciento de las posiciones para las castas más oprimidas. Ahora los activistas están luchando para abrir igualmente el sector privado, sea el empleador indio o una multinacional. El primer ministro Manmohan Singh dijo hace poco que respalda ese objetivo.
También lo hace el co-propietario de Temp Solutions, Michael Thevar, él mismo miembro de una casta inferior. Le dio ese trabajo a Kamble. "Estoy orgulloso de ti", le dijo después de darle la buena noticia. "Sé todo lo que has luchado. Es por eso que estoy mucho más impresionado".
Los ojos de Kamble se humedecieron. Estiró su traje color mostaza y sonrió. Los elogios parecían incomodarla.
Campañas de reclutamiento dirigidas a contratar a miembros de las castas desfavorecidas, que conforman el setenta por ciento de la población, siguen siendo raras en el próspero sector de servicios del subcontinente. Pero a medida que India explora en los mercados mundiales, esos contratos han provocado un intenso debate sobre el sistema de castas de tres mil años de antigüedad del país.
En gran parte de India, el sistema organiza a la gente en un rígido orden social según circunstancias de la vida, determinando todo, desde las profesiones hasta los matrimonios.
Aunque la Constitución ha dejado fuera de la ley al sistema de castas, los indios de castas inferiores todavía sufren graves discriminaciones. Los dalits son considerados tan bajos que ni siquier forman parte del sistema. Hasta hoy no se les permite entrar a muchos templos hindúes ni beben agua de las fuentes utilizadas por las castas superiores.
De momento sólo dos grandes compañías -Bharti Enterprises e Infosys- han anunciado que reservarán posiciones para los dalits y otras castas oprimidas.
Ramesh Bajpai, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Estadounidense de India, de Nueva Delhi, dice que el tema de la discriminación positiva para las castas oprimidas no ha sido tocado por sus miembros, un indicio, siguen algunos trabajadores indios, de que muchas compañías estadounidenses no están conscientes de la operación del sistema de castas y su complejo legado de discriminación.
Los ejecutivos de India de IBM y Microsoft, que se encuentran entre los principales empleadores extranjeros en este país, se negaron a hacer comentarios para este artículo.
"En India las cosas están cambiando y creo que lo están haciendo para bien", dijo Bajpai. "Por lo que sabemos, nuestras compañías tratan de encontrar personal en todo el espectro de la sociedad india. Pero desde que el gobierno comenzara a hablar sobre el asunto, nosotros seguiremos ese mismo camino. Es una discusión compleja e interesante".
Se estima que el 86 por ciento de los informáticos en multinacionales y grandes compañías subcontratistas indias proviene de las castas superiores o de ricas castas medias, de acuerdo a un estudio dado a conocer en agosto de 2006 por el gobierno y grupos de activistas.
Al mismo tiempo, la inmensa mayoría de los indios que viven en Estados Unidos y Gran Bretaña provienen de las castas superiores, en parte debido a que tienen mejor acceso al trabajo y a visas de estudio y pueden permitirse los caros billetes de avión.
"La casta no debe ser globalizada, y ese es el verdadero peligro ahora que India está surgiendo económicamente", dijo Thevar. "Creo que este es el momento en India para que nos levantemos y mostremos al mundo de lo que somos capaces. Ya no existe en el mundo ningún intocable".
Thevar y activistas dalits han estado cabildeando con el Caucus Negro del Congreso estadounidense, con quien piensan tener una causa común y una experiencia compartida de la discriminación.
El Congreso ha tomado nota y el mes pasado aprobó una resolución llamando a Estados Unidos a trabajar con India para solucionar el problema de los intocables "estimulando a las empresas norteamericanas y otras organizaciones estadounidenses que operan en India a que tomen todas las medidas posibles para asegurar que los dalits no sean discriminados negativamente en sus planes de trabajo".
"Ahora es tiempo de que el Congreso se pronuncie sobre esta antigua y particularmente aberrante forma de persecución y segregación, incluso si está ocurriendo en un país considerado como uno de los aliados más estrechos de Estados Unidos", dijo durante un discurso la primavera pasada en el hemiciclo de la Cámara el representante Trent Franks, demócrata de Arizona.
Franks llamó a los dalits "uno de los pueblos más oprimidos de la Tierra".
El estudio de 2006 constató que los funcionarios de la salud pública se negaron a visitar al 33 por ciento de pueblos dalits, y al 24 por ciento de los dalits no se les entregó el correo.
La razón de este abandono, dice el estudio, es que algunos de las castas superiores creen que la gente de castas inferiores es sucia y carece de dignidad debido a sus trabajos de limpiadores de letrinas, tiradores de carruajes [rickshaw], carniceros, pastores y peluqueros.
El debate sobre la discriminación positiva en India es similar al de Estados Unidos en términos de discriminación y modos de ponerle fin. Pero en India, los que sufren la discriminación, especialmente en zonas rurales, son la mayoría y son gobernados por una elite.
El problema lo complica en India su turbulenta historia de razas, clases y castas. Costumbres milenarias como los matrimonios convenidos y las profesiones heredadas perpetúan las divisiones de casta, que además son reforzadas por algunas interpretaciones del hinduismo, la religión dominante en India, que santifica el sistema de castas.
El sistema educativo del país también endurece a las castas. Las castas inferiores asisten en grandes números a las escuelas públicas, donde se enseña en las lenguas locales, mientras que en las escuelas privadas visitadas por las castas superiores se enseña en inglés -el criterio más importante para ser contratado en algún locutorio, donde los jóvenes empleados pasan la noche ayudando a los clientes a telefonear desde Estados Unidos.
Detractores de la discriminación positiva dicen que los cupos del gobierno deberían haber durado solamente diez años a partir de la independencia de 1947, y no las seis décadas que llevan de existencia. En fábricas y escuelas, los programas de discriminación positiva engendran resentimiento, dicen los críticos, porque diluyen el concepto de la contratación por mérito que debería, en teoría, recompensar a los candidatos más calificados para un trabajo, independientemente de la casta.
Crear cuotas para el sector privado sería un "desastre", dijo Shiv Khera, un autor que se opone a las cuotas argumentando que concentran demasiado la atención sobre la casta. "Ni siquiera deberíamos preguntar qué significa ser de una casta".
También dijo que la discriminación positiva no solucionará lo que considera la raíz de las divisiones por casta: escuelas públicas terriblemente pobres que no enseñan inglés y no tienen fondos para adquirir libros actuales. El gobierno debería solucionar los problemas de esas escuelas, dijo Khera, "y no preocuparse del sector privado", un punto de vista compartido por muchos otros.
Sin embargo, la discriminación positiva ha ayudado a decenas de miles de personas a salir de una abyecta miseria, permitiéndoles acceso a la universidad y a trabajos en la administración, y creando una pequeña clase media dalit que muchos esperan que prospere junto con la economía india. También ha dado origen a un nuevo tipo de lucha, a medida que otros grupos de baja categoría social, como los grupos conocidos aquí como ‘castas atrasadas', protestan que su designación oficial no es "lo suficientemente degradante" como para poder solicitar esos trabajos reservados, dijo Khera.
"Eso te muestra que las cuotas no funcionan", agregó Khera. "Sólo logra que la gente tenga más conciencia de la casta y de quién está consiguiendo qué trabajos y por qué".
Pero en el cuarto de entrevistas, los jóvenes profesionales que están solicitando un trabajo en Temp Solutions dijeron que nunca habrían podido estudiar sin esas cuotas. Las entrevistas se realizaron en el Centro Manuski, parte de un monasterio budista. Cientos de miles de dalits se han convertido al budismo en un intento de escapar del sistema de castas.
Sentados en círculo mientras esperaban los resultados de la entrevista, Kamble y otros estudiantes hablaron sobre la espantosa discriminación que sufren a menudo.
"Yo supe que había odio en el mundo, y en India, cuando de niño vi cómo unas personas de las castas superiores se negaron a vender las lentejas y arroz de mi madre en la parte más bonita del mercado porque éramos ‘sucios' y de una casta atrasada", dijo Vivek Kumar Katara, 22, que tiene una maestría en trabajo social especializada en enfermos mentales. Sin cuotas, dijo Katara, "honestamente no sé si mis profesores me hubieran dejado entrar a sus clases con los estudiantes de las castas superiores".
Después de contratar a Kamble, Katara y otros, Thevar dijo que se esperaba que volvieran a India una vez que caducaran sus visados y ayudaran a contratar a otros de sus comunidades.
"Será nuestra responsabilidad contar al mundo la verdad sobre las castas y luchar contra ella", dijo Kamble mientras un grupo de candidatos elegidos corrían escaleras abajo para llamar o contar a sus padres, que les esperaban con ansiedad. Ella trabajará en la sección niños de una agencia de servicios sociales de Filadelfia.
Paseándose abajo, Valmik, el canoso padre de Kamble, puso sus gruesas y callosas manos sobre sus ojos y lloró cuando se enteró de que su hija trabajará para una compañía importante. "Estoy tan feliz y tan orgulloso", dijo, abrazándola. "Nunca soñé en algo así para nuestra familia".
28 de agosto de 2007
20 de agosto de 2007
©washington post
©traducción mQh
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